Es bastante frecuente que, desde ámbitos conocidos generalmente como "culturales", legitimen y promocionen a personajes representativos de la delincuencia más peligrosa. Son ciertamente los sectores de la izquierda política quienes aducen que el delincuente es una persona que fue marginada de la sociedad por un sistema social y económico injusto y que por ello el delito es una justa venganza contra la sociedad.
En décadas pasadas aparece una película que exalta la personalidad de Juan Moreira, un peligroso asesino serial llevado a la pantalla por el peronista Leonardo Favio. Más adelante en el tiempo, el socialista León Giego exalta la figura del delincuente Juan Bautista Bairoletto con su canción "Bandidos rurales"; delincuente que goza de cierta veneración entre los lugareños en donde cometía sus delitos.
Respecto de esta tendencia negativa, Claudio Chaves escribió: "La lucha contra ese flagelo (delincuencia), además de ser un problema policial y judicial, hoy se ha transformado en uno de orden cultural e ideológico. Y en esto último reside su gravedad y la dificultad de la batalla por el orden y la ley. El pensamiento progresista sesgado hacia la izquierda ha adornado al delito con ropaje de irredentismo social contribuyendo a generar un clima de aceptación y reivindicación con sabor contestatario" (De www.infobae.com)
El citado autor también escribe: "¿Qué sistema social progresista puede surgir de la reivindicación de una cultura que se destruyó cuando se direccionó al robo y a vicios como el alcohol y la vagancia? Ahí están los versos de José Hernández en su inmortal Martín Fierro o una Excursión a los Indios Ranqueles del general Lucio Mansilla para comprender el grado de descomposición social y cultural de lo que hoy la RAM reivindica como proyecto político" (De www.laprensa.com.ar)
El “Martín Fierro”, la obra literaria más representativa del habitante de las pampas, fue realizado mediante la incorporación de gran cantidad de expresiones típicas de los gauchos, que sólo un memorioso y habilidoso literato pudo concretar. Los años de permanencia en los campos bonaerenses le permitieron a José Hernández ir preparando su obra. En este sentido, existe un paralelo con Miguel de Cervantes, el recaudador de impuestos para la “armada invencible”, que recorría los caminos de España mientras guardaba en su memoria las expresiones típicas de la gente sencilla para volcarlas luego en su inmortal “El Quijote de la Mancha”.
En cuanto a la influencia que tuvo el libro de Hernández, es oportuno mencionar la opinión de Jorge Luis Borges. Roberto Alifano escribió: "En un diálogo público que mantenemos con Borges en la Biblioteca de la ciudad de Mercedes, y cuyo tema es el Martín Fierro, le pregunto":
RA: Borges, usted ha dicho alguna vez que Lugones ha sido quien inaugura la canonización de el Martín Fierro, hacia el año 1915, y que la obra que leemos actualmente no es la de Hernández, sino la que leyó Lugones en aquella conferencia. ¿Cómo es eso?
B: José Hernández publicó su poema El gaucho Martín Fierro en la segunda mitad del siglo pasado, pero sin pensar, en ningún momento, que ese personaje fuera ejemplar; por el contrario, él quería mostrar a qué terribles consecuencias llevan el poder del Estado, la leva y el exceso de autoridad. Hernández quería mostrar esas injusticias y mostrar cómo transforman a un gaucho bueno en un bandido, en un forajido. Después Lugones convierte a ese gaucho en modelo.
RA: Obviamente no era un modelo...
B: Pero, no, de ninguna manera. A mí el poema me gusta estéticamente; el personaje no, el personaje me parece detestable. Es un criminal sentimental, y yo no creo que los gauchos hayan sido sentimentales. El Martín Fierro fue escrito en 1872, es un desertor, un forajido, una especie de malevo sentimental, que ya configura y se adelanta al peor sentimentalismo argentino, a la peor blandura.
Y yo creo que es muy triste que nuestro héroe sea un personaje así. Yo creo que es un libro que ha ejercido una mala influencia sobre este país; sobre todo si se lo considera un libro ejemplar. Esto yo no lo digo contra Hernández que, como dije, era un buen poeta gauchesco, sino contra el modo de encarnar y cómo se ha leído -y se lee- el libro. Un provocador, un soldado borracho y racista a mí me parece que es muy triste que sea tomado como modelo.
RA: Usted sostiene también que el Facundo, de Sarmiento, podría ser ese libro modelo, ¿no?
B: Sí, ese es un libro ejemplar, un libro donde está planteado el dilema civilización y barbarie. Sin duda que el Facundo hubiera sido mejor para el país y para nuestra historia; y quizá también nuestra historia hubiera sido distinta. Lugones lo convierte a ese gaucho en paradigma, con esa conferencia que pronuncia en 1915. Ese Martín Fierro violento y asesino, ese desertor duro, se impone al propio Hernández. Ese culto a la obra ha llevado al culto absurdo del gaucho Martín Fierro. Y, yo no sé, es como si uno confundiera el culto hacia Shakespeare con el culto de Macbeth, que fue un asesino. Martín Fierro, el Martín Fierro que Lugones nos impone como un modelo de conducta, es una miseria, un malevo melancólico, un asesino sentimental y llorón.
(De "El humor de Borges" de Roberto Alifano-Ediciones de la Urraca SA-Buenos Aires 1996).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario