En muchas ramas de la ciencia, y en otras actividades humanas, es posible y necesario establecer síntesis que ayuden a su comprensión, ya que los razonamientos individuales tienden a ser efectivos cuando se basan en ideas breves, simples y claras. Estas síntesis, por lo general, no resultan fáciles de establecer, ya que se debe lograr previamente un conocimiento casi total de la rama científica o de la actividad considerada.
Cierto escritor expresó: "Como dispongo de poco tiempo, escribiré un libro extenso". Esta aparente contradicción se torna comprensible teniendo en cuenta que, para hacer una síntesis, y escribir un libro breve, se debe primero disponer de bastante tiempo para profundizar el tema en cuestión.
En el caso de la economía, puede mencionarse al libro La economía en una lección, de Henry Hazlitt, como el mejor intento de síntesis realizado, ya que establece un criterio que sirve tanto para validar propuestas económicas compatibles con su principio como para rechazar las incompatibles. El principio en cuestión expresa: "El arte de la Economía consiste en considerar los efectos más remotos de cualquier acto o política y no meramente sus consecuencias inmediatas; en calcular las repercusiones de tal política no sobre un grupo, sino sobre todos los sectores" (De "La Economía en una lección"-Unión Editorial SA-Madrid 1981).
El criterio mencionado, sin embargo, no establece explícitamente cuál es el medio para lograr ese objetivo, o cual es la economía que lo logra en mayor medida. Si bien no lo expresa en forma explícita, mediante una serie de ejemplos concretos establece que se trata de la economía de mercado como la mejor adaptada a la finalidad mencionada.
De ahí que convenga establecer una "lección adicional", que podría denominarse "síntesis de Ludwig von Mises". Una posibilidad sería la siguiente: El proceso autorregulado del mercado requiere de una previa adaptación, tanto de la sociedad como de los gobiernos, para mantenerlo vigente, ya que la perturbación y el deterioro posterior de tal sistema tiende a empeorar las cosas cuando no se logran los resultados esperados.
Si bien resulta evidente que la emisión monetaria excesiva conduce a la inflación y a provocar, en el mediano y el largo plazo, efectos opuestos a los esperados por quienes adoptaron esa "solución", no ocurre lo mismo con la expansión crediticia, promovida inicialmente por los bancos y luego por los diversos Estados intervencionistas. Ello se debe a que no resulta fácil reproducir en nuestra mente la cadena de causas y efectos para concluir que tal expansión producirá efectos negativos.
Ludwig von Mises llega a la conclusión que los ciclos de euforia económica y posterior recesión se deben a la expansión crediticia "artificial", esto es, establecida por mecanismos bancarios y no sustentada en una expansión natural por la cual los bancos sólo prestan lo que el ahorrista previamente depositó en los mismos. Por lo general, se piensa que el otorgamiento de préstamos más allá de los ahorros concretos beneficiará a toda la sociedad. Esta creencia, como se dijo, se "ampara" en la dificultad para reproducir en nuestra mente los detalles del proceso, si bien se torna comprensible a la luz del principio de que "todo pecado económico se asocia al no respeto de las reglas del mercado".
La economía, como toda ciencia social, debe contemplar los resultados de las otras ramas sociales del conocimiento, especialmente la ética. Así, la previa adaptación de la sociedad a la economía de mercado requiere de la previa adaptación individual a la ética natural, basada en la empatía emocional. Tal ética exige que debemos intentar establecer en cada uno de nosotros una predisposición o actitud inclinada a buscar un beneficio simultáneo con el resto de los individuos que componen la sociedad.
Tanto la economía de mercado como la ética cristiana son atacadas por "no resolver" los problemas sociales existentes. Puede decirse que, en ambos casos, no resuelven problemas por cuanto no existe una previa adaptación a las mismas. Un cristiano que no cumple los mandamientos bíblicos o una sociedad antiempresarial que busca mayoritariamente la comodidad del empleo dependiente, o del empleo estatal, en realidad están alejados de la ética natural y de ahí que, aparentemente, "fallan" tanto la ética cristiana como la economía de mercado.
Alguien puede aducir que el socialismo falla también porque no hubo adaptación a la economía planificada. Es oportuno decir que el marxismo intenta modificar la naturaleza humana (o supone que no existe tal) para hacerla compatible con el socialismo, mientras que la economía de mercado resulta compatible con la ética natural, ya que el acto económico fundamental, el intercambio que beneficia a ambas partes, requiere previamente de una predisposición empática hacia el resto de los individuos que componen la sociedad.
Cuando está en crisis la economía, la educación, la política o la sociedad en general, implica que es el individuo el que está en crisis moral. De ahí que toda crisis moral no se ha de resolver desde la economía o desde la política, sino con la información adecuada para establecer una mejora ética individual.
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2 comentarios:
Una economía desnuda de ética tiene poco recorrido porque presupuestos básicos para el desarrollo de aquélla como son el respeto de los contratos suscritos, el reconocimiento del beneficio obtenido por los otros de forma legal, una actitud colaborativa y no destructiva, etc, son imprescindibles para su normal desarrollo. En caso contrario, y aunque las pulsiones que guíen a los agentes económicos sean muy fuertes, si carecen del mínimo relieve moral necesario, no conducirán más que a un éxito particular de algunos que no será aceptado por el resto y que por ello será de corta duración dado que provocará un sabotaje más o menos explícito, extremo que puede ser compensado en una economía primitiva con más dureza represiva pero que es implanteable en economías complejas y tecnificadas como las actuales.
Pero tampoco podemos ser muy idealistas a este respecto porque la mayoría de la población no tiene como objetivo prioritario vivir de forma ética sino vivir mejor, por lo que si la deshonestidad de la economía conlleva un reparto de la riqueza percibido como aceptable el carro económico continuará su curso. El quid de la cuestión radica en no marginar a un número significativamente amplio de la población de dicho reparto para que no surjan problemas sociales inmanejables debido a ello. Siento ser tan realista.
Si bien la violencia de hace un par de años, en Chile, se debió a la acción destructiva de sectores de izquierda, llama la atención que desde el gobierno, pareciera, consideran la educación como un gasto y no tanto como una inversión. Si facilitaran desde el Estado una educación accesible a la mayoría, se beneficiaría toda la sociedad, ya que la educación es la generadora de capital humano; el capital más valioso en la sociedad de la información.
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