Entre las ideas que deben imperar en la mente de los seres humanos, como guía orientadora de nuestra actividad intelectual, está la idea de "adaptación cultural al orden natural". Tal proceso adaptativo constituye el principal objetivo de la especie humana y nuestra concientización al respecto ha de ser el origen de una posterior etapa de resurgimiento cultural y moral.
Por lo general, a la palabra "cultura" se la asocia a actividades artísticas y sociales que constituyen apenas una pequeña parte de la cultura general y que, en realidad, encubre y desvía la atención respecto del proceso adaptativo que debería asociarse a dicha palabra.
La palabra "cultura", asociada a "adaptación cultural", nos lleva de inmediato a ser conscientes de la existencia de leyes naturales y de un orden natural preexistente, que tiende a alejarnos del generalizado subjetivismo que contemplamos con frecuencia y en el cual predomina la pobre idea de establecer ordenamientos humanos para ser aplicados a todos los integrantes de la sociedad sin apenas contemplar la existencia de un orden natural que nos ha impuesto ciertas reglas o leyes que no deberíamos ignorar.
Mientras que la Universidad, en etapas de decadencia, se caracteriza por ser un organismo social que adoctrina individuos y que los somete mentalmente a ideologías alejadas de toda contemplación de la existencia de un orden natural, resulta imprescindible alejarse de tal forma de masificación encubierta para llegar a establecer la verdadera libertad del pensamiento, que no es otra cosa que adoptar como referencia la realidad con sus leyes naturales objetivas e invariantes.
Alejadas las religiones de su influencia sobre las conductas individuales, por utilizar anticuados vehículos que transportan sus éticas respectivas, evidencian la necesidad de orientar nuestras mentes, no tanto por la creencia en un Dios que interviene en los acontecimientos humanos, sino en la existencia de leyes naturales a las cuales se les puede asociar cierta finalidad implícita y que finalmente pueden conciliarse con la idea religiosa de la voluntad de un Creador.
Entre los autores que asocian a la Universidad una misión esencialmente cultural, en un sentido compatible con el aquí mencionado, aparece José Ortega y Gasset, acerca del cual se transcriben fragmentos de un artículo relacionado:
IDEA Y MISIÓN DE LA UNIVERSIDAD
Por Juan Mantovani
Afirma Ortega que una sociedad necesita buenos profesionales, pero también personas que graviten con sus ideas sobre el cuerpo social. Característica de la sociedad contemporánea es que esa gravitación la ejerzan quienes pertenecen a las clases burguesas, la mayoría de los cuales es profesional.
Hecho evidente es que esos profesionales no son capaces de "vivir e influir vitalmente según la altura de los tiempos". A partir del siglo XIX la especialización limitó a cada hombre de ciencia, restándole la amplia visión que le permitía la cultura general. Por eso Ortega considera a la enseñanza de la cultura como la radical tarea de la Universidad.
El especialismo sin compensación cultural ha desintegrado al hombre, recluyéndolo en la estrechez de su campo y manteniéndolo ausente de las grandes ideas. Mucha intensidad y escasa visión de los problemas generales inclina al peligro, común en nuestra época, de una subversión de valores: lo técnico sobre lo ético, lo extenso sobre lo íntimo, la parcialidad sobre la totalidad del hombre; en suma, tiranía de los hechos y las cosas sobre la libertad y el poder de creación.
Por su simple condición de ingeniero, médico, abogado, sin compensación cultural, el hombre se convierte en un fragmento humano. A ello se debe la decisión de Ortega al declarar que la función primaria y central de la Universidad es la enseñanza de las grandes disciplinas culturales. Para Ortega esas grandes disciplinas son: a) la imagen física del mundo (Física); b) los temas fundamentales de la vida orgánica (Biología); c) el proceso histórico de la especie humana (Historia); la estructura y el funcionamiento de la vida social (Sociología) y e) el plano del universo (Filosofía).
En una época de crisis como la presente, la Universidad no puede quedar reducida a ser un simple centro de progreso técnico y de su repercusión sobre el poderío industrial y económico del país, obteniendo las mayores energías constructivas y a la vez destructivas. Debe alentar el progreso moral de la sociedad y la formación de hombres amantes de la vida en el seno de la libertad.
La Universidad debe ser el "alma mater" de espíritus libres. El proceso vital interno de la Universidad es una fuerza decisiva para la educación del hombre y la formación de la personalidad. Muchos son los que piensan que la formación profesional y la investigación científica se resentirían si estuvieran separadas. La mera educación profesional, sin el aliento de la investigación, podría caer acaso en un dogmatismo. La investigación también requiere aquella renovación que sucesivamente aportan las nuevas generaciones.
(De "Filósofos y educadores"-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 1962)
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1 comentario:
Tristemente en la actualidad la reflexión orteguiana sobre la función de la Universidad es desconocida, no se plantea casi en ningún caso y siempre a nivel personal, nunca institucional. Recuerdo que hace años un director ejecutivo de una multinacional española del área de la energía se quejaba de que de la Universidad salían personas con nula preparación humana, entendiendo ésta como formación moral o valorativa. Y desde entonces, hace más de veinte años, no he vuelto a escuchar nada igual de personas de nivel semejante o aproximado en la jerarquía social.
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