Quienes aducen, o suponen, que no existe un orden natural con cierta finalidad implícita, son los que intentan establecer un “orden artificial” al cual debería adaptarse todo ser humano. Sin embargo, a pesar de ignorar el objetivo final de la ciencia (describir leyes naturales), adoptan la denominación de “científicos” de la misma manera en que denominaban “República Democrática Alemana” a la Alemania totalitaria que construyó el muro de Berlín. En esto cabe la expresión: “Dime de qué te jactas y te diré de qué careces”.
Es bastante común encontrar, fuera del ámbito de la ciencia experimental, a quienes pretenden que sus hipótesis sean admitidas, fe mediante, aduciendo haber adoptado cierto infalible método, auto-denominándose “científicos sociales”, mientras que en forma simultánea descalifican toda postura rival caracterizándola como “no científica”. Este engaño tiene como víctima a gran parte de la sociedad, que ignora que la ciencia experimental avanza mediante “prueba y error” (a partir del estado actual del conocimiento), por lo cual el método científico no garantiza la validez de un resultado. Además, no toda filosofía o toda religión han de ser necesariamente falsas.
La validez de una hipótesis científica depende de la compatibilidad entre lo descripto (ley natural) y la descripción realizada (ley natural humana), siendo la diferencia (detectada experimentalmente) el error admitido en el ámbito científico considerado:
Error = Lo descripto – La descripción
Una parte importante de las ciencias sociales atraviesa una etapa pre-científica, por lo que en ellas “todo vale” ya que tienen vigencia tanto las hipótesis erróneas como las que no lo son.
El principal sector que, falsamente, pretende ser reconocido como “científico”, es el marxismo-leninismo, una de las tantas filosofías con pretensiones de objetividad, ya que se ignora que sólo pueden poseer tal carácter las hipótesis verificadas experimentalmente.
Mientras que el científico auténtico establece, en el mejor de los casos, teorías unificadas que dan sentido a varios fenómenos naturales observados, el ideólogo marxista propone “principios filosóficos” que “explican todo”, constituyendo en realidad un proyecto de sociedad utópica diseñada para que todo ser humano se adapte a la misma, ya sea en forma voluntaria o bien forzada. Tales principios filosóficos son disfrazados de “principios científicos” para que tengan mayor aceptación.
Para los marxistas, no existen leyes naturales invariantes, ya que todo el universo seguiría una evolución regida por el mecanismo de “tesis, antitesis y síntesis”. Víctor Afanasiev escribió: “La palabra «dialéctica» es de origen griego. En la antigüedad entendíase por dialéctica el arte de averiguar la verdad en discusión, poniendo de manifiesto las contradicciones del adversario y superándolas. Posteriormente se entendió como método de conocimiento de la realidad. La dialéctica concibe el mundo en movimiento y desarrollos continuos, es decir, lo ve tal como es, por eso es el único método científico”.
“Apoyándose en las conquistas de la ciencia y de la historia de la sociedad, la dialéctica afirma que el mundo es un proceso infinito de movimiento, renovación, muerte de lo viejo y nacimiento de lo nuevo. «Ante esta filosofía – escribió F. Engels-, no existe nada definitivo, absoluto, consagrado…En todo pone de relieve lo que tiene de perecedero, y no deja en pié más que el proceso ininterrumpido del devenir y del perecer, un ascenso sin fin de lo inferior a lo superior», viendo la dialéctica la fuente del movimiento y desarrollo en las contradicciones internas, inherentes a los propios objetos y fenómenos” (De “Manual de Filosofía”-Ediciones Estudio-Buenos Aires 1973).
Como “lo nuevo” es el socialismo y “lo viejo” el capitalismo, suponen los marxistas que necesariamente “lo nuevo” ha de triunfar sobre “lo viejo”, sin siquiera tener presente la compatibilidad del planteo marxista respecto de las leyes naturales y la naturaleza humana, ya que desconocen las leyes elementales de la psicología individual. Sin embargo, sus pretensiones son ilimitadas. Afanasiev agrega: “A diferencia de las ciencias particulares, el materialismo dialéctico estudia las leyes generales a las que se supeditan todas las esferas de la realidad. Así, todos los objetos de la naturaleza inanimada y viva, los fenómenos de la vida social y la conciencia se desarrollan de acuerdo con la ley de la unidad y lucha de contrarios, según la ley del tránsito de los cambios cuantitativos a cambios cualitativos, etc.”.
Adviértase que, para el marxista, no existe una ciencia social experimental auténtica, ya que la sociología se inicia a mediados del siglo XIX (cuando Marx establece sus hipótesis), sino sólo dos bandos filosóficos: materialismo e idealismo, confirmando que el marxismo es una de las tantas filosofías existentes, que poco o nada tienen en cuenta al método de la ciencia experimental. La ciencia experimental, que contrasta hipótesis con la realidad, tiene validez única y universal, ya que tanto las teorías acertadas como las erróneas mantienen ese carácter en todo lugar y en toda época. Es por ello que la distinción entre “ciencia burguesa” y “ciencia marxista” no tienen ningún sentido, ya que en realidad debería distinguirse entre “filosofía burguesa” y “filosofía marxista” si bien resulta dudoso que todos los denominados “burgueses” piensen casi exactamente igual.
La ciencia falsa (filosofía de dudosa validez) no sólo tiende a reemplazar a la ciencia experimental, sino que pretende reemplazar en la mente de los hombres las leyes naturales por las “leyes marxistas”. El citado autor escribe: “Actualmente, las leyes del materialismo dialéctico presentan un carácter general, universal. Actúan en todas partes, tanto en la naturaleza inanimada como en los organismos vivos, en el hombre y en su pensamiento. Este carácter universal de las leyes de la filosofía marxista tiene una importancia excepcional: se pueden aprovechar con éxito para conocer los fenómenos más diversos del mundo. De ahí la inmensa importancia del materialismo dialéctico para el desarrollo de las otras ciencias”.
El carácter objetivo del conocimiento científico, por el cual su validez resulta idéntica para todo habitante del planeta, ha sido tergiversado por las filosofías ateas, como el marxismo y el randismo, quienes aducen ser los verdaderos objetivistas (a pesar de que ignoran las leyes psicológicas individuales y elementales del comportamiento humano). Mientras que el primero implica una apología del proletariado, el segundo implica una apología de la burguesía. Ambos ateísmos prácticos difieren, entre otros aspectos, en las virtudes y defectos asociados a los respectivos sectores afines y rivales, mientras que coinciden en denigrar al cristianismo acusándolo el primero de promover a la clase dominante y el segundo de promover el altruismo (disfraz del odio que subyace al marxismo). En realidad, el cristianismo promueve la cooperación social en todo individuo, pertenezca o no a una determinada clase social.
En “Marxismo y Democracia” puede leerse: “Los principios de un objetivismo se encuentran ya en Marx en diversos sentidos; en todo caso, realmente son sólo principios para formular expresamente sus concepciones universales sobre la naturaleza, el pensamiento y la acción humana, fundamento de su obra posterior. Engels emprendió luego un intento de explicación. Defiende una serie de concepciones que pueden definirse muy explícitamente como objetivismo” (De “Filosofía 1” dirigida por C. D. Kernig-Ediciones Rioduero-Madrid 1975).
Mario Bunge, por otra parte, brinda una lista de librepensadores antisociales (según su criterio), escribiendo respecto de la promotora del “objetivismo”: “Último ejemplo: la fallecida Ayn Rand, una popular novelista, filósofa para andar por casa e ideóloga neoliberal de los primeros tiempos. Era atea, racionalista y materialista confesa, aunque superficial. Pero sostengo que no fue una humanista, porque preconizaba el «egoísmo racional» a la vez que el «capitalismo salvaje»” (De “Crisis y reconstrucción de la filosofía”-Editorial Gedisa SA-Barcelona 2002).
Los filósofos ateos, por lo general, se burlan de la religión, aduciendo que la religión emplea métodos superados por el tiempo, mientras que, además, no admiten que la filosofía no científica ocupe, respecto de la ciencia experimental, la misma posición que para ellos ocupa la religión, esto es, el lugar de método de limitada validez. Incluso, mientras la ética cristiana (basada en la empatía emocional) es compatible con la naturaleza humana, tanto el egoísmo, el odio como el altruismo, sólo son compatibles con la desadaptación del ser humano respecto del orden natural.
La soberbia del filósofo racional, que supone que toda la realidad resulta deducible de los principios que propone, habiendo construido un gran edificio, pero con débiles cimientos, contrasta con la actitud del científico que aporta un ladrillo más al imponente edificio de la ciencia.
Los nuevos sofistas, en lugar de buscar la verdad, sólo intentan mostrar la coherencia propia de sus propuestas y la incoherencia aparente de sus rivales. Creen que coherencia y verdad son equivalentes, mientras que coherencia y verdad coinciden si tal coherencia es “heredada” de las propias leyes naturales que rigen al mundo real.
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2 comentarios:
Esa clara intención de revestir con la buena imagen de la ciencia lo que sólo e indudablemente son presupuestos filosóficos pergeñados como arma política viene a reafirmar la idea de que el socialismo es todo él una mentira, un montón de prejuicios que actúan, por una parte como trampa para incautos, y por otra como ideología legitimadora de unos supuestos liberadores que en realidad sólo quieren acceder al poder o conservarlo a toda costa.
Las mismas fáciles deducciones Pompilescas.
La religión es creencia, por tanto, has de entender que cada opción religiosa es una entre miles de propuestas con ocurrente sustento. En cambio, Objetivismo soporta toda su conceptualization en lo concreto de axiomas básicos ineludibles: la tangibilidad de los sentidos integrados como percepciones y en el razonamiento con base a los principios de la lógica.
Hablemos y discutamos de los principios que sustentan el todo, evitando el saltimbanquis de opiniones y juicios rápidos had hoc, como el de mentir irreflexivamente y sin sustento que Objetivismo niega o se opone al aporte científico.
Hablemos y argumentemos sobre principios sustentados en la realidad, no en la multifalacia de lo religioso, de lo aprendido de memoria sin razonamiento.
A tus ordenes, como siempre.
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