Giovanni Papini, a través de Gog, un personaje literario, se aventura a realizar entrevistas a las figuras públicas destacadas de su época, sintetizando de una manera concreta la personalidad del entrevistado. Les hace decir la verdad de lo que piensan, o bien la verdad que Papini cree que debieron decir.
En su imaginaria visita a Hitler, el político totalitario expone las razones aparentes por las cuales los líderes de su estilo son aclamados por las masas: "Yo soy un hombre del pueblo, y conozco mejor que los señores y los politiqueros cuáles son los humores y rencores del pueblo. En los Estados modernos el pecado dominante es la envidia, ya sea de un Estado respecto a otro, ya de las clases entre sí dentro de cada país. En las democracias, y a causa de la multiplicidad de cuerpos legislativos, de consejos y comisiones, los que mandan son demasiados, y sin embargo son demasiado pocos".
"La masa que se ve excluída, por eso mismo se siente atormentada por celos y envidias continuos. Si la suma del poder se concentra en manos de un solo hombre, entonces las envidias se atenúan y casi desaparecen. El campesino, el obrero, el empleado inferior, el comerciante modesto, todos ellos saben que deben obedecer, pero saben también que incluso sus amos de ayer, banqueros, políticos, demagogos, nobles, están sometidos lo mismo que ellos a ese poder único".
"La dictadura restablece una cierta justicia de igualdad y aminora las torturas y sufrimientos causados por la envidia. Esto explica la fortuna de que gozan los jefes absolutos de nuestros tiempos y el favor rayano en adoración que les dispensan los países más diversos entre sí" (Extractos de "El libro negro"-Editorial Mundo Moderno-Buenos Aires 1952).
En su imaginaria visita a Aldous Huxley, éste expone los efectos del totalitarismo a partir de la errónea creencia de que los beneficios económicos individuales se oponen a los colectivos: "El mundo del futuro será muy semejante a los hormigueros, a las colmenas, a las moradas de los comejenes. El yo será muerto, se renegará de la fantasía, el individuo será reprimido y oprimido, la libertad y la iniciativa serán abolidas; sólo a costo de ese durísimo precio podrá sobrevivir el género humano".
"Quizás también las hormigas, las abejas y los comejenes -que sin duda alguna son animales inteligentes-, en tiempos antiquísimos disfrutaron de genio e iniciativa libre antes de reducirse a su condición actual de sociedades instintivas y gregarias. Pues una revolución similar se esta verificando en la especie humana, y en algunos países, como por ejemplo Rusia, hay ya un esbozo de realización".
"Tendremos que dejar a un lado cosas que para nuestros padres eran el tesoro más maravilloso del hombre: la poesía, la libertad, la locura del genio, la autonomía del individuo. Pero no tendremos más remedio que hacer ese sacrificio si queremos salvar los bienes esenciales y primordiales: el pan, la seguridad, la existencia".
"Hasta mi propia patria, que fue cuna de las libertades civiles e intelectuales, se está consolidando un socialismo estatal que, a pesar de un disfraz parlamentario, tiende a hacer la vida social muy similar al comunismo. El individuo muere a fin de que pueda sobrevivir la especie; tal es, hoy en día, el meollo de mis observaciones y el fundamento de mis previsiones" (De "El libro negro").
En su visita imaginaria a Vladimir Lenin, éste le expresa: “Los hombres, señor Gog, son salvajes espantosos que deben ser dominados por un salvaje sin escrúpulos, como yo. El resto es charlatanería, literatura, filosofía y música para uso de los tontos. Y como los salvajes son semejantes a los delincuentes, el principal ideal de todo gobierno debe ser el de que un país se asemeje lo más posible a un establecimiento penal. La vieja mazmorra zarista es la última palabra de la sabiduría política. Bien meditado, la vida del penitenciario es la más adaptada al promedio vulgar de los hombres. No siendo libres, están, al fin, exentos de los peligros y de las molestias de la responsabilidad y se hallan en condiciones de no poder realizar el mal”.
“Apenas un hombre entre en la prisión debe por la fuerza llevar la vida de un inocente. Además, no tiene pensamientos ni preocupaciones; pues ya están aquí los que piensan y mandan por él; trabaja con el cuerpo, pero su espíritu descansa. Y sabe que todos los días tendrá qué comer y podrá dormir, aunque no trabaje, aunque esté enfermo, y todo esto sin las preocupaciones que incumben al libre para procurarse su pan cada semana y un lecho cada noche. Mi sueño es transformar a Rusia en un inmenso establecimiento penal, y no imagine que lo diga por egoísmo, pues con un tal sistema, los más esclavos y sacrificados son los jefes y los que los secundan”.
“No crea que yo sea cruel. Todos esos fusilamientos y todas esas horcas que se levantan por mi orden, me disgustan. Odio las víctimas, sobre todo porque me obligan a matarlas. Pero no puedo hacer otra cosa. Me vanaglorio de ser el director de una penitenciaria modelo, de un presidio pacífico y bien organizado. Pero aquí se hallan, como en todas las prisiones, los rebeldes, los inquietos, aquellos que tienen la estúpida nostalgia de las viejas ideologías y de las mitologías asesinas. Todos esos son suprimidos. No puedo permitir que algunos millares de enfermos comprometan la felicidad futura de millones de hombres. Además, al fin y al cabo, las antiguas sangrías no eran una mala cura para los cuerpos”(De “Gog” de Giovanni Papini-Ediciones Ercilla-Santiago de Chile 1937).
En su visita al Mahatma Gandhi, éste expresa: “Usted quiere saber por qué deseamos expulsar a los ingleses de la India. La razón es muy sencilla: son los mismos ingleses que han hecho nacer en mí esta idea castizamente europea. Mi pensamiento se formó durante mi larga estancia en Londres. Me di cuenta de que ningún pueblo europeo soportaría ser administrado y mandado por hombres de otro pueblo. Entre los ingleses sobre todo, este sentido de la dignidad y de la autonomía nacional está desarrolladísimo. No quiero ingleses en mi casa precisamente porque me parezco demasiado a los ingleses. Los antiguos hindúes se preocupaban muy poco de las cuestiones de la Tierra y mucho menos de la política. Sumergidos en la contemplación del Atman, del Brahman, del Absoluto, deseaban solamente fundirse en el Alma única del universo. Para ellos, la vida ordinaria, exterior, era un tejido de ilusiones, y lo importante era liberarse de ella lo más pronto posible, primeramente con el éxtasis y luego con la muerte”.
“La cultura inglesa, de sentido occidental –importada por efecto de la conquista- ha cambiado nuestro concepto de la vida. Digo nuestro, para decir el de los intelectuales, pues la masa ha permanecido durante siglos refractaria al mensaje europeo de la libertad política. El primero en sentirse impregnado de las ideas occidentales he sido yo, y me he convertido en el guía de los hindúes precisamente porque soy el menos hindú de todos mis hermanos”.
“Si lee usted mis libros y sigue mi propaganda verá claramente que las cuatro quintas partes de mi cultura y de mi educación espiritual y política son de origen europeo. Tolstoi y Ruskin son mis verdaderos maestros. El Cristianismo ha inspirado, más que el budismo, mi teoría de la no resistencia. He traducido a Platón, admiro a Mazzini, he meditado sobre Bacon, sobre Carlyle, sobre Boehme, me he servido de Emerson y de Carpenter. Mis ideas sobre la necesidad de la desobediencia, proceden de Thoreau, el sabio solitario de Concord; y mi campaña contra las máquinas, es una repetición de aquella que los luditas, es decir, los secuaces de Ned Lud, realizaron en Inglaterra de 1811 a 1818. Finalmente, la poesía del argadillo se me reveló leyendo en el Fausto de Goethe, el episodio de Margarita”.
“Como ve, mis teorías no deben nada a la India, vienen todas de Europa, y especialmente de los escritores de lengua inglesa. Figúrese que únicamente en Londres, en 1890, estudié el Bhagavad Gita, por indicación de Mrs. Besant (una inglesa). Y al propugnar hoy la unión de los hindúes, mahometanos, parsis y cristianos, no hago más que seguir el principio de la unidad religiosa proclamada por la Teosofía, creación castizamente europea. Huelga añadir que mi condenación de las castas deriva de los principios de igualdad de la Revolución Francesa”.
“La historia de Europa en el siglo XIX, tuvo sobre mí una influencia decisiva. Las luchas de los griegos, de los italianos, de los polacos, de los húngaros, de los eslavos del sur para substraerse al dominio extranjero me han abierto los ojos. Mazzini ha sido mi profeta. La teoría del Home Rule de Irlanda es el modelo de movimiento que yo he llamado aquí Hind Swarai. He introducido en la India, por lo tanto, un principio absolutamente extraño a la mente hindú” (De “Gog”).
miércoles, 10 de septiembre de 2025
lunes, 8 de septiembre de 2025
Cuando la literatura y el arte reivindican al delito
Es bastante frecuente que, desde ámbitos conocidos generalmente como "culturales", legitimen y promocionen a personajes representativos de la delincuencia más peligrosa. Son ciertamente los sectores de la izquierda política quienes aducen que el delincuente es una persona que fue marginada de la sociedad por un sistema social y económico injusto y que por ello el delito es una justa venganza contra la sociedad.
En décadas pasadas aparece una película que exalta la personalidad de Juan Moreira, un peligroso asesino serial llevado a la pantalla por el peronista Leonardo Favio. Más adelante en el tiempo, el socialista León Giego exalta la figura del delincuente Juan Bautista Bairoletto con su canción "Bandidos rurales"; delincuente que goza de cierta veneración entre los lugareños en donde cometía sus delitos.
Respecto de esta tendencia negativa, Claudio Chaves escribió: "La lucha contra ese flagelo (delincuencia), además de ser un problema policial y judicial, hoy se ha transformado en uno de orden cultural e ideológico. Y en esto último reside su gravedad y la dificultad de la batalla por el orden y la ley. El pensamiento progresista sesgado hacia la izquierda ha adornado al delito con ropaje de irredentismo social contribuyendo a generar un clima de aceptación y reivindicación con sabor contestatario" (De www.infobae.com)
El citado autor también escribe: "¿Qué sistema social progresista puede surgir de la reivindicación de una cultura que se destruyó cuando se direccionó al robo y a vicios como el alcohol y la vagancia? Ahí están los versos de José Hernández en su inmortal Martín Fierro o una Excursión a los Indios Ranqueles del general Lucio Mansilla para comprender el grado de descomposición social y cultural de lo que hoy la RAM reivindica como proyecto político" (De www.laprensa.com.ar)
El “Martín Fierro”, la obra literaria más representativa del habitante de las pampas, fue realizado mediante la incorporación de gran cantidad de expresiones típicas de los gauchos, que sólo un memorioso y habilidoso literato pudo concretar. Los años de permanencia en los campos bonaerenses le permitieron a José Hernández ir preparando su obra. En este sentido, existe un paralelo con Miguel de Cervantes, el recaudador de impuestos para la “armada invencible”, que recorría los caminos de España mientras guardaba en su memoria las expresiones típicas de la gente sencilla para volcarlas luego en su inmortal “El Quijote de la Mancha”.
En cuanto a la influencia que tuvo el libro de Hernández, es oportuno mencionar la opinión de Jorge Luis Borges. Roberto Alifano escribió: "En un diálogo público que mantenemos con Borges en la Biblioteca de la ciudad de Mercedes, y cuyo tema es el Martín Fierro, le pregunto":
RA: Borges, usted ha dicho alguna vez que Lugones ha sido quien inaugura la canonización de el Martín Fierro, hacia el año 1915, y que la obra que leemos actualmente no es la de Hernández, sino la que leyó Lugones en aquella conferencia. ¿Cómo es eso?
B: José Hernández publicó su poema El gaucho Martín Fierro en la segunda mitad del siglo pasado, pero sin pensar, en ningún momento, que ese personaje fuera ejemplar; por el contrario, él quería mostrar a qué terribles consecuencias llevan el poder del Estado, la leva y el exceso de autoridad. Hernández quería mostrar esas injusticias y mostrar cómo transforman a un gaucho bueno en un bandido, en un forajido. Después Lugones convierte a ese gaucho en modelo.
RA: Obviamente no era un modelo...
B: Pero, no, de ninguna manera. A mí el poema me gusta estéticamente; el personaje no, el personaje me parece detestable. Es un criminal sentimental, y yo no creo que los gauchos hayan sido sentimentales. El Martín Fierro fue escrito en 1872, es un desertor, un forajido, una especie de malevo sentimental, que ya configura y se adelanta al peor sentimentalismo argentino, a la peor blandura.
Y yo creo que es muy triste que nuestro héroe sea un personaje así. Yo creo que es un libro que ha ejercido una mala influencia sobre este país; sobre todo si se lo considera un libro ejemplar. Esto yo no lo digo contra Hernández que, como dije, era un buen poeta gauchesco, sino contra el modo de encarnar y cómo se ha leído -y se lee- el libro. Un provocador, un soldado borracho y racista a mí me parece que es muy triste que sea tomado como modelo.
RA: Usted sostiene también que el Facundo, de Sarmiento, podría ser ese libro modelo, ¿no?
B: Sí, ese es un libro ejemplar, un libro donde está planteado el dilema civilización y barbarie. Sin duda que el Facundo hubiera sido mejor para el país y para nuestra historia; y quizá también nuestra historia hubiera sido distinta. Lugones lo convierte a ese gaucho en paradigma, con esa conferencia que pronuncia en 1915. Ese Martín Fierro violento y asesino, ese desertor duro, se impone al propio Hernández. Ese culto a la obra ha llevado al culto absurdo del gaucho Martín Fierro. Y, yo no sé, es como si uno confundiera el culto hacia Shakespeare con el culto de Macbeth, que fue un asesino. Martín Fierro, el Martín Fierro que Lugones nos impone como un modelo de conducta, es una miseria, un malevo melancólico, un asesino sentimental y llorón.
(De "El humor de Borges" de Roberto Alifano-Ediciones de la Urraca SA-Buenos Aires 1996).
En décadas pasadas aparece una película que exalta la personalidad de Juan Moreira, un peligroso asesino serial llevado a la pantalla por el peronista Leonardo Favio. Más adelante en el tiempo, el socialista León Giego exalta la figura del delincuente Juan Bautista Bairoletto con su canción "Bandidos rurales"; delincuente que goza de cierta veneración entre los lugareños en donde cometía sus delitos.
Respecto de esta tendencia negativa, Claudio Chaves escribió: "La lucha contra ese flagelo (delincuencia), además de ser un problema policial y judicial, hoy se ha transformado en uno de orden cultural e ideológico. Y en esto último reside su gravedad y la dificultad de la batalla por el orden y la ley. El pensamiento progresista sesgado hacia la izquierda ha adornado al delito con ropaje de irredentismo social contribuyendo a generar un clima de aceptación y reivindicación con sabor contestatario" (De www.infobae.com)
El citado autor también escribe: "¿Qué sistema social progresista puede surgir de la reivindicación de una cultura que se destruyó cuando se direccionó al robo y a vicios como el alcohol y la vagancia? Ahí están los versos de José Hernández en su inmortal Martín Fierro o una Excursión a los Indios Ranqueles del general Lucio Mansilla para comprender el grado de descomposición social y cultural de lo que hoy la RAM reivindica como proyecto político" (De www.laprensa.com.ar)
El “Martín Fierro”, la obra literaria más representativa del habitante de las pampas, fue realizado mediante la incorporación de gran cantidad de expresiones típicas de los gauchos, que sólo un memorioso y habilidoso literato pudo concretar. Los años de permanencia en los campos bonaerenses le permitieron a José Hernández ir preparando su obra. En este sentido, existe un paralelo con Miguel de Cervantes, el recaudador de impuestos para la “armada invencible”, que recorría los caminos de España mientras guardaba en su memoria las expresiones típicas de la gente sencilla para volcarlas luego en su inmortal “El Quijote de la Mancha”.
En cuanto a la influencia que tuvo el libro de Hernández, es oportuno mencionar la opinión de Jorge Luis Borges. Roberto Alifano escribió: "En un diálogo público que mantenemos con Borges en la Biblioteca de la ciudad de Mercedes, y cuyo tema es el Martín Fierro, le pregunto":
RA: Borges, usted ha dicho alguna vez que Lugones ha sido quien inaugura la canonización de el Martín Fierro, hacia el año 1915, y que la obra que leemos actualmente no es la de Hernández, sino la que leyó Lugones en aquella conferencia. ¿Cómo es eso?
B: José Hernández publicó su poema El gaucho Martín Fierro en la segunda mitad del siglo pasado, pero sin pensar, en ningún momento, que ese personaje fuera ejemplar; por el contrario, él quería mostrar a qué terribles consecuencias llevan el poder del Estado, la leva y el exceso de autoridad. Hernández quería mostrar esas injusticias y mostrar cómo transforman a un gaucho bueno en un bandido, en un forajido. Después Lugones convierte a ese gaucho en modelo.
RA: Obviamente no era un modelo...
B: Pero, no, de ninguna manera. A mí el poema me gusta estéticamente; el personaje no, el personaje me parece detestable. Es un criminal sentimental, y yo no creo que los gauchos hayan sido sentimentales. El Martín Fierro fue escrito en 1872, es un desertor, un forajido, una especie de malevo sentimental, que ya configura y se adelanta al peor sentimentalismo argentino, a la peor blandura.
Y yo creo que es muy triste que nuestro héroe sea un personaje así. Yo creo que es un libro que ha ejercido una mala influencia sobre este país; sobre todo si se lo considera un libro ejemplar. Esto yo no lo digo contra Hernández que, como dije, era un buen poeta gauchesco, sino contra el modo de encarnar y cómo se ha leído -y se lee- el libro. Un provocador, un soldado borracho y racista a mí me parece que es muy triste que sea tomado como modelo.
RA: Usted sostiene también que el Facundo, de Sarmiento, podría ser ese libro modelo, ¿no?
B: Sí, ese es un libro ejemplar, un libro donde está planteado el dilema civilización y barbarie. Sin duda que el Facundo hubiera sido mejor para el país y para nuestra historia; y quizá también nuestra historia hubiera sido distinta. Lugones lo convierte a ese gaucho en paradigma, con esa conferencia que pronuncia en 1915. Ese Martín Fierro violento y asesino, ese desertor duro, se impone al propio Hernández. Ese culto a la obra ha llevado al culto absurdo del gaucho Martín Fierro. Y, yo no sé, es como si uno confundiera el culto hacia Shakespeare con el culto de Macbeth, que fue un asesino. Martín Fierro, el Martín Fierro que Lugones nos impone como un modelo de conducta, es una miseria, un malevo melancólico, un asesino sentimental y llorón.
(De "El humor de Borges" de Roberto Alifano-Ediciones de la Urraca SA-Buenos Aires 1996).
sábado, 6 de septiembre de 2025
Los cristianos ante la persecución religiosa
Aun cuando el cristianismo original haya ofrecido, a las diversas generaciones y pueblos, una ética altamente beneficiosa para todos, además de un sentido de la vida compatible con la actual visión objetiva del universo, sus seguidores han sido perseguidos en una forma injusta. La actual visión científica de la realidad nos sugiere la existencia de un orden natural al cual nos debemos adaptar. En lugar de dicho orden, en el mundo antiguo, y aun en la actualidad, se suponía que el universo habría de ser gobernado a través de intervenciones cotidianas de un Dios o de varios dioses especializados, con atributos similares a los que nos caracterizan a los seres humanos.
Si bien existen importantes diferencias entre considerar un Dios con atributos humanos a un universo regido por leyes naturales invariantes en el espacio y en el tiempo, existe también cierta compatibilidad desde el punto de vista de que ambas visiones conducen a una misma ética y a un similar sentido de la vida. Sin embargo, tanto los imperios divinizados como las pseudoreligiones que promueven la violencia teológica, han visto una oposición concreta en el cristianismo y de ahí la necesidad de eliminar a sus seguidores.
La más conocida de las persecusiones fue la existente durante el Imperio Romano, cuando los autodivinizados emperadores no aceptaban competencia alguna en su vasto territorio. La situación se revierte cuando al mando de dicho imperio surgen emperadores con mentalidad compatible con la normalidad.
Entre las persecuciones más cercanas en el tiempo aparece la establecida por el marxismo-leninismo, caracterizado por poseer atributos próximos a un paganismo. M. Azarov y G. Yurev escribieron: "Los ciudadanos soviéticos no olvidarán nunca el comienzo de la década del treinta, cuando el gobierno ultrajó los sentimientos religiosos de los creyentes, destruyendo y convirtiendo en clubes, lugares de almacenaje de granos y aun establos las Iglesias ortodoxas y católicas romanas, las mezquitas y los templos protestantes: en realidad, todos los edificios que estaban no sólo consagrados como lugares de culto sino también como valiosos monumentos históricos y culturales".
"Miles de ministros religiosos perecieron en las mazmorras de la NKVD, o fueron desterrados a lugares de trabajos forzados, y muchos miles de ciudadanos que habían defendido activa o pasivamente su derecho a la libertad de cultos sufrieron el mismo destino. Entonces, como ahora, una constante propaganda antirreligiosa fue dirigida por todos los medios disponibles. A pesar de todo esto, el régimen comunista no pudo borrar los sentimientos religiosos del pueblo de la URSS" (De "Religión y antirreligión en el mundo ruso" de Varios Autores-Ediciones Marymar-Buenos Aires 1967).
Más cercano en el tiempo se advierten las persecuciones y asesinatos perpetrados por los seguidores de Mahoma, quien, aparentemente, recibió del mismísimo Dios (o Alá) la orden de ejecutar la tarea de eliminar a los infieles a través de la Guerra Santa. Cierto autor se asombra al conocer a un musulmán temeroso de no poder ir al cielo musulmán por haber matado accidentalmente, con su automóvil, a un animalito en pleno desierto. Por otra parte, quienes en nombre de Alá asesinan a varios infieles, suponen que por tal tarea en "defensa de la fe" serán recompensados con la vida eterna. Michel Onfray escribió: "Puede parecer muy extraño que ese creyente bienaventurado comparta la misma religión que los pilotos del 11 de septiembre. Uno carga con el peso de un chacal enviado, por desgracia, al Cinosargo; los otros se alegran de haber aniquilado a un gran número de inocentes".
"El primero cree que se le hará difícil entrar en el Paraíso por haber convertido en carroña a un carroñero; los otros imaginan que merecen la beatitud por reducir a polvo la vida de miles de individuos, incluso musulmanes...No obstante, el mismo libro justifica a ambos, que se ubican, cada uno, en un polo opuesto de la humanidad: el primero tiende hacia la santidad, y los otros llevan a cabo la barbarie" (De "Tratado de ateología"-Editorial Anagrama SA-Barcelona 2006).
El siguiente artículo trata acerca de la actual situación de millones de cristianos que sufren la persecución de individuos que, luego de leer el Corán, buscan la entrada al Paraíso a través de los asesinatos masivos asociados a la Guerra Santa:
SOBRE LA PERSECUCIÓN DE LOS CRISTIANOS
La verdad no le importa a nadie
Por Marcelo Carignano
Más de 360 millones de cristianos sufren persecución en el mundo hoy. ¿Cuánta gente lo sabe? ¿A quién le parece una noticia relevante? Para la primera pregunta no tengo respuesta. Con la segunda podemos esgrimir una contestación parcial: a juzgar por el lugar que se le da a esta realidad en los grandes medios de comunicación de occidente, le importa a un número muy reducido de la población.
Hace algunos días tarareaba Miss Sarajevo (una canción compuesta por U2 en colaboración con Brian Eno) mientras cocinaba y me puse a pensar en aquellos conciertos multitudinarios con artistas de diversos estilos que se unían por una causa común. Era música y compromiso, sin miramientos. Nadie preguntaba por la billetera del cantante ni por la filiación ideológica del guitarrista. Pavarotti and Friends vendía bien porque convocaba a músicos de renombre y calidad, no por su objetivo filantrópico.
Miss Sarajevo pertenece a un concierto en beneficio de las víctimas de la guerra en Bosnia. ¿Es posible imaginar algo así para Ucrania? We are the World, aquel himno compuesto en los 90’ para los niños africanos e interpretado en su totalidad por artistas de renombre, ¿tendría hoy su correlato con los miles de cristianos asesinados en Somalia, Libia, Eritrea, Nigeria, Pakistán, Sudán, Irán, Afganistán, India, Siria o Arabia Saudita? ¿Sólo en Palestina mueren personas?
Estamos deshumanizados. Hay dos características bien humanas que hemos perdido en los últimos quince años: el humor y la crítica. Lo noto en lo cotidiano, en la política y en el arte. La raíz de esta tesitura, tiene una respuesta simple y es que la verdad no le importa a nadie. Lo que interesa es el relato, la verosimilitud que permita acentuar mis rasgos partidarios. El arquitecto de la época no es quien busca hechos, sino quien construye narrativas a la medida del deseo de sus seguidores. Vivimos en una Matrix, pero sin la pastilla roja: todos prefieren quedarse en la ficción cómoda, porque la realidad es menos interesante y más frustrante.
Aceptamos que no existen los consensos absolutos, pero sí que la tendencia de este tiempo es clara: la sociedad se para en la orilla de la confirmación del sesgo partidario o ideológico. Ya no nos reímos del poder y lo criticamos de una forma más personal que objetiva. El problema es que la verdad es costosa. En dinero, en tiempo, en recursos. Si bien desde hace tiempo los buscadores de internet -y la IA, de forma más reciente- permiten cotejar bibliografía o información noticiosa en cuestión de segundos, la realidad es que están filtrados por el tamiz hipersubjetivo de los editores de turno y las fuentes utilizadas. ¿De verdad alguien confía en la neutralidad de Wikipedia? Sin embargo, es la principal fuente de consulta rápida del usuario de redes promedio.
Los grandes medios también atraviesan este temporal de medias (siendo generoso) verdades. En julio de este año, el New York Times publicó en tapa la foto de Mohammed Zakaria al-Mutawwaq, un niño supuestamente famélico en Gaza, con la culpa asignada a Israel. Lo que no aclaró es que el chico padecía una enfermedad congénita que le provocaba malnutrición. El error se corrigió, sí, pero no en la cuenta oficial del medio con cincuenta millones de seguidores -donde se había publicado el artículo original-, sino en un perfil secundario de apenas ochenta y nueve mil. En la práctica, la rectificación no existió y a los editores del medio la equivocación no les pareció tan importante como para darle retuit desde el perfil del medio.
Esta misma práctica se observó en The Guardian, El País (España), La Nación e Infobae, por mencionar algunos casos. El gran problema reside en que, si la verdad pierde valor, lo que se impone es el miedo. Miedo a decirla, miedo a enfrentar el linchamiento digital, miedo a las represalias sociales. Y en ese vacío gana la neutralidad, que no es otra cosa que aceptar el relato del más fuerte. La verosimilitud es aceptada en forma masiva cuando el barco de quien pilota navega con viento de cola. Pero en cualquier otra circunstancia, el apoyo indiscutido se reduce a la fe ciega de un grupo de fanáticos. Y, cabe preguntarse, ¿es lo mismo ser leal que ser fanático?
(De www.laprensa.com.ar)
Si bien existen importantes diferencias entre considerar un Dios con atributos humanos a un universo regido por leyes naturales invariantes en el espacio y en el tiempo, existe también cierta compatibilidad desde el punto de vista de que ambas visiones conducen a una misma ética y a un similar sentido de la vida. Sin embargo, tanto los imperios divinizados como las pseudoreligiones que promueven la violencia teológica, han visto una oposición concreta en el cristianismo y de ahí la necesidad de eliminar a sus seguidores.
La más conocida de las persecusiones fue la existente durante el Imperio Romano, cuando los autodivinizados emperadores no aceptaban competencia alguna en su vasto territorio. La situación se revierte cuando al mando de dicho imperio surgen emperadores con mentalidad compatible con la normalidad.
Entre las persecuciones más cercanas en el tiempo aparece la establecida por el marxismo-leninismo, caracterizado por poseer atributos próximos a un paganismo. M. Azarov y G. Yurev escribieron: "Los ciudadanos soviéticos no olvidarán nunca el comienzo de la década del treinta, cuando el gobierno ultrajó los sentimientos religiosos de los creyentes, destruyendo y convirtiendo en clubes, lugares de almacenaje de granos y aun establos las Iglesias ortodoxas y católicas romanas, las mezquitas y los templos protestantes: en realidad, todos los edificios que estaban no sólo consagrados como lugares de culto sino también como valiosos monumentos históricos y culturales".
"Miles de ministros religiosos perecieron en las mazmorras de la NKVD, o fueron desterrados a lugares de trabajos forzados, y muchos miles de ciudadanos que habían defendido activa o pasivamente su derecho a la libertad de cultos sufrieron el mismo destino. Entonces, como ahora, una constante propaganda antirreligiosa fue dirigida por todos los medios disponibles. A pesar de todo esto, el régimen comunista no pudo borrar los sentimientos religiosos del pueblo de la URSS" (De "Religión y antirreligión en el mundo ruso" de Varios Autores-Ediciones Marymar-Buenos Aires 1967).
Más cercano en el tiempo se advierten las persecuciones y asesinatos perpetrados por los seguidores de Mahoma, quien, aparentemente, recibió del mismísimo Dios (o Alá) la orden de ejecutar la tarea de eliminar a los infieles a través de la Guerra Santa. Cierto autor se asombra al conocer a un musulmán temeroso de no poder ir al cielo musulmán por haber matado accidentalmente, con su automóvil, a un animalito en pleno desierto. Por otra parte, quienes en nombre de Alá asesinan a varios infieles, suponen que por tal tarea en "defensa de la fe" serán recompensados con la vida eterna. Michel Onfray escribió: "Puede parecer muy extraño que ese creyente bienaventurado comparta la misma religión que los pilotos del 11 de septiembre. Uno carga con el peso de un chacal enviado, por desgracia, al Cinosargo; los otros se alegran de haber aniquilado a un gran número de inocentes".
"El primero cree que se le hará difícil entrar en el Paraíso por haber convertido en carroña a un carroñero; los otros imaginan que merecen la beatitud por reducir a polvo la vida de miles de individuos, incluso musulmanes...No obstante, el mismo libro justifica a ambos, que se ubican, cada uno, en un polo opuesto de la humanidad: el primero tiende hacia la santidad, y los otros llevan a cabo la barbarie" (De "Tratado de ateología"-Editorial Anagrama SA-Barcelona 2006).
El siguiente artículo trata acerca de la actual situación de millones de cristianos que sufren la persecución de individuos que, luego de leer el Corán, buscan la entrada al Paraíso a través de los asesinatos masivos asociados a la Guerra Santa:
SOBRE LA PERSECUCIÓN DE LOS CRISTIANOS
La verdad no le importa a nadie
Por Marcelo Carignano
Más de 360 millones de cristianos sufren persecución en el mundo hoy. ¿Cuánta gente lo sabe? ¿A quién le parece una noticia relevante? Para la primera pregunta no tengo respuesta. Con la segunda podemos esgrimir una contestación parcial: a juzgar por el lugar que se le da a esta realidad en los grandes medios de comunicación de occidente, le importa a un número muy reducido de la población.
Hace algunos días tarareaba Miss Sarajevo (una canción compuesta por U2 en colaboración con Brian Eno) mientras cocinaba y me puse a pensar en aquellos conciertos multitudinarios con artistas de diversos estilos que se unían por una causa común. Era música y compromiso, sin miramientos. Nadie preguntaba por la billetera del cantante ni por la filiación ideológica del guitarrista. Pavarotti and Friends vendía bien porque convocaba a músicos de renombre y calidad, no por su objetivo filantrópico.
Miss Sarajevo pertenece a un concierto en beneficio de las víctimas de la guerra en Bosnia. ¿Es posible imaginar algo así para Ucrania? We are the World, aquel himno compuesto en los 90’ para los niños africanos e interpretado en su totalidad por artistas de renombre, ¿tendría hoy su correlato con los miles de cristianos asesinados en Somalia, Libia, Eritrea, Nigeria, Pakistán, Sudán, Irán, Afganistán, India, Siria o Arabia Saudita? ¿Sólo en Palestina mueren personas?
Estamos deshumanizados. Hay dos características bien humanas que hemos perdido en los últimos quince años: el humor y la crítica. Lo noto en lo cotidiano, en la política y en el arte. La raíz de esta tesitura, tiene una respuesta simple y es que la verdad no le importa a nadie. Lo que interesa es el relato, la verosimilitud que permita acentuar mis rasgos partidarios. El arquitecto de la época no es quien busca hechos, sino quien construye narrativas a la medida del deseo de sus seguidores. Vivimos en una Matrix, pero sin la pastilla roja: todos prefieren quedarse en la ficción cómoda, porque la realidad es menos interesante y más frustrante.
Aceptamos que no existen los consensos absolutos, pero sí que la tendencia de este tiempo es clara: la sociedad se para en la orilla de la confirmación del sesgo partidario o ideológico. Ya no nos reímos del poder y lo criticamos de una forma más personal que objetiva. El problema es que la verdad es costosa. En dinero, en tiempo, en recursos. Si bien desde hace tiempo los buscadores de internet -y la IA, de forma más reciente- permiten cotejar bibliografía o información noticiosa en cuestión de segundos, la realidad es que están filtrados por el tamiz hipersubjetivo de los editores de turno y las fuentes utilizadas. ¿De verdad alguien confía en la neutralidad de Wikipedia? Sin embargo, es la principal fuente de consulta rápida del usuario de redes promedio.
Los grandes medios también atraviesan este temporal de medias (siendo generoso) verdades. En julio de este año, el New York Times publicó en tapa la foto de Mohammed Zakaria al-Mutawwaq, un niño supuestamente famélico en Gaza, con la culpa asignada a Israel. Lo que no aclaró es que el chico padecía una enfermedad congénita que le provocaba malnutrición. El error se corrigió, sí, pero no en la cuenta oficial del medio con cincuenta millones de seguidores -donde se había publicado el artículo original-, sino en un perfil secundario de apenas ochenta y nueve mil. En la práctica, la rectificación no existió y a los editores del medio la equivocación no les pareció tan importante como para darle retuit desde el perfil del medio.
Esta misma práctica se observó en The Guardian, El País (España), La Nación e Infobae, por mencionar algunos casos. El gran problema reside en que, si la verdad pierde valor, lo que se impone es el miedo. Miedo a decirla, miedo a enfrentar el linchamiento digital, miedo a las represalias sociales. Y en ese vacío gana la neutralidad, que no es otra cosa que aceptar el relato del más fuerte. La verosimilitud es aceptada en forma masiva cuando el barco de quien pilota navega con viento de cola. Pero en cualquier otra circunstancia, el apoyo indiscutido se reduce a la fe ciega de un grupo de fanáticos. Y, cabe preguntarse, ¿es lo mismo ser leal que ser fanático?
(De www.laprensa.com.ar)
jueves, 4 de septiembre de 2025
Acerca de la personalidad
El conjunto de atributos que nos hacen únicos entre la enorme cantidad de seres humanos que habitan el planeta, recibe la denominación de "personalidad". Tales atributos derivan tanto de nuestra genética heredada como de la influencia familiar y social recibida. Si hay algo que contemple ambos aspectos, ese algo es nuestra actitud o respuesta característica, que posee la particularidad de ser estable en el tiempo, si bien puede ir cambiando a lo largo de nuestra vida.
Las definiciones actuales más aceptadas llevan implícita la existencia de la actitud característica, si bien no aparece en forma explícita por cuanto el concepto de actitud es propio de la Psicología social. Al respecto, María del Sol Fortea Sevilla escribió: "Desde la psicología se han hecho muchos intentos de definir la personalidad y cada uno pone el énfasis en aspectos diferentes. Por lo general, todas las definiciones hablan de conducta, de situación, de estabilidad, de aprendizaje...Elegir una es complicado, pero vamos a ver dos de las que cuentan con mayor apoyo científico".
"La aportada por el profesor Madi (1996) es sencilla y sirve de gran ayuda para iniciarnos en el conocimiento de la personalidad. La define como un grupo estable de características y tendencias que determinan los puntos comunes y las diferencias en el comportamiento psicológico (pensamientos, sentimientos, acciones) de las personas que son estables en el tiempo y no sólo el simple resultado de las presiones sociales y biológicas del momento".
"La comunidad científica, por su parte, ha aceptado y adoptado la definición de Pervin (1998) como el punto de partida del cuerpo de investigación, pues engloba todo lo necesario para comprender la personalidad. La define como «una organización compleja de cogniciones, emociones y conductas que da orientaciones y pautas (coherencia) a la vida de una persona. Como el cuerpo, la personalidad está integrada tanto por estructuras como procesos y refleja tanto la naturaleza (genes) como el aprendizaje (experiencia). Además, la personalidad engloba los efectos del pasado, incluyendo los recuedos del pasado, así como construcciones del presente y del futuro»" (De "Personalidad"-EMSE EDAPP SL-Barcelona 2021).
La personalidad de todo individuo involucra tanto los aspectos heredados como los adquiridos tratándose de atributos manifestados esencialmente bajo condiciones de interacción social. Por estar materializada como una predisposición a la acción, no parece ser otra cosa que la actitud característica de todo individuo. Theodore M. Newcomb escribió: “Nos hemos referido a la personalidad como a algo que es único, dinámico, social y organizado. Hemos señalado que es posible conocer ese «algo» sólo si observamos las unidades de motivación de un individuo, pero que no podemos decir que sus unidades de motivación sean su personalidad. Nos referimos más bien a aquello que «mantiene juntas» todas sus unidades de motivación, y que determina que toda su conducta, tanto actitudinal como expresiva, sea lo que es. Para los fines presentes, por lo tanto, entenderemos por personalidad la organización de un individuo de predisposiciones para actuar, incluyendo predisposiciones para la conducta directiva y para la conducta expresiva”.
“Esta definición no señala a la personalidad como algo meramente «ubicado» dentro de la piel de una persona. Las predisposiciones actitudinales apuntan tanto hacia adentro como hacia fuera; se refieren a algo del ambiente así como a algo del organismo. Aun las oportunidades expresivas dependen de la oportunidad ambiental para que aparezcan en la conducta real. La palabra «predisposición» implica necesariamente la frase «en condiciones ambientales adecuadas» (adecuadas para el individuo específico). La personalidad no puede ser definida de manera de omitir el ambiente, que, a pesar de estar en constante cambio, tiende a ser percibido en formas relativamente constantes por cada persona. De este modo las formas que tiene un individuo de percibir su ambiente se cuentan entre las más importantes de sus predisposiciones. Y, como tendremos ocasión de ver repetidas veces, las otras personas constituyen la parte más significativa del ambiente hacia el cual la personalidad individual está orientada en forma constante” (De “Manual de Psicología Social” (II)-EUDEBA-Buenos Aires 1972).
Por otra parte, Joseph Nuttin escribió: “Los psicólogos consideran generalmente la personalidad como una organización interna de rasgos, actitudes, aptitudes y congruencias en la conducta. En esta definición, sin embargo, falta la característica más importante. Esencialmente, la personalidad es una estructura que va más allá de su organización interna. Su rasgo más característico es el de que en su constitución están incluidas una visión del mundo y una apertura a él. La personalidad es una forma de ser y de comportarse en un mundo que existe para la persona (self). Esta perspectiva sobre el mundo o situación vital es un constituyente esencial de la personalidad. En este sentido, la estructura fundamental de la personalidad es una «unidad yo-mundo». Nada podría mutilar de modo más profundo el concepto de personalidad que la negligencia de este aspecto de apertura al mundo que ella posee. Si bien, como dice Lewin, es cierto que la personalidad que gobierna la conducta es una parte del campo psicológico, no debe olvidarse que el campo psicológico mismo, en el sentido general de «vivir en un mundo», entra en la composición de la personalidad” (De “Teorías de la personalidad” de H.P. David y H. von Bracken-EUDEBA-Buenos Aires 1977).
Una teoría de la personalidad compatible con el mundo real debe darle a todo individuo un sentido de la vida compatible con el sentido aparente de la humanidad impuesto por el orden natural como precio impuesto a nuestra supervivencia.
De todas formas, es necesario tener presente que existirán teorías de la personalidad que podrán adaptarse al campo de la psiquiatría mientras que resulta imprescindible disponer también de una teoría que describa al individuo permitiéndole advertir y mejorar aquellos aspectos que, manteniéndolos vigentes, derivarán en algún tipo de enfermedad social. De ahí los siguientes requisitos principales que tal teoría deberá reunir:
a) Que pueda vincularse de alguna manera a las investigaciones que se realizan en neurociencia
b) Que puedan extraerse de ella conclusiones prácticas accesibles al hombre común
c) Que permita establecer una ética natural elemental
d) Que contemple las tres dimensiones básicas del hombre (cuerpo, intelecto, sentimientos)
e) Que tenga presentes tanto a la evolución biológica como a la cultural
f) Que provea una orientación básica asociada a cierto sentido de la vida
Una teoría de la personalidad satisfactoria debe responder a la pregunta: ¿qué es el hombre? Podemos decir que es un ser emocional y racional cuya necesidad de supervivencia lo convierte en un ser social. Está motivado por cierta influencia del futuro, asociada a proyectos y ambiciones que le ayudarán a encontrarle cierto sentido a su vida. También se encuentra influenciado por el pasado, ya que lo lleva parcialmente depositado en su memoria, estando tal información asociada al proceso de adaptación cultural al orden natural; proceso en el que está involucrada toda la humanidad.
Desde la Psicología social aparece una propuesta que presenta la ventaja de poder orientar al individuo en cualquier etapa de su vida. La individualidad que sustenta toda personalidad viene asociada a una actitud característica con cuatro componentes afectivas: amor, odio, egoísmo e indiferencia. Entre ellas “elige” la proporción de cooperación y de competencia que manifestará en su comportamiento social. También presenta cuatro componentes cognitivas, debido a que requiere una referencia para poder establecer el proceso adaptativo básico de “prueba y error”, siendo tales referencias la propia realidad, la opinión propia, la opinión de otra persona o bien lo que piensa o cree la mayoría. Estas componentes son, en realidad, una manifestación, o resultante, de una previa teoría de la acción ética y de una teoría del conocimiento, que constituyen la base para establecer respuestas convincentes sobre la mayor parte del comportamiento individual y social del hombre, como serán las conclusiones respecto de ámbitos como la economía, política, cultura, educación, etc. Si se ha de sintetizar la conclusión práctica emergente de la información que disponemos acerca de la personalidad, podemos concretarlas en las siguientes:
a- Debemos ser conscientes de que resulta necesario desarrollar tanto nuestro potencial físico (corporal), como el mental (intelectual) y el afectivo (ético).
b- Debemos tratar de compartir las penas y las alegrías de los demás como propias.
A partir de este esquema básico se puede establecer o extraer una ética natural en la que el “debe ser” se logra a partir de una deducción a partir de “lo que es”, ya que en las componentes afectivas mencionadas se distingue y se define tanto el Bien como el Mal. Se promueve una actitud que lleva a la felicidad, mientras que permite interpretar el significado de la ética cristiana. Además, se niega la validez de los totalitarismos por cuanto impiden el desarrollo de las potencialidades individuales.
Puede decirse que el hombre ideal es el hombre “normal” adaptado al orden natural. Toda diferencia existente respecto a este hombre normal implica cierta deficiencia o anormalidad que debe, y puede, subsanarse. Al estar sometido al principio de complejidad-conciencia, el hombre queda al mando del proceso de la adaptación cultural, respondiendo a este principio a través de cierta concientización ante la necesidad de adoptar una actitud cooperadora materializada por la tendencia a compartir las penas y las alegrías de los demás como propias.
Entre los principales exponentes del humanismo puede citarse a Abraham H. Maslow, quien prioriza los aspectos que motivan al individuo y que le permiten encontrar un sentido de la vida. Colin Wilson escribió: “De acuerdo con Maslow, la salud mental depende de la voluntad avivada por un sentido de propósito. Cuando los seres humanos pierden su impulso hacia delante, las baterías de la voluntad se descargan, exactamente del mismo modo que las baterías del automóvil cuando se deja éste en la cochera todo el invierno. El resultado es un sentimiento de «fracaso en la vida», una pérdida de valores instintivos. En la psicología de Maslow, el lugar central es conferido al sentido de los valores de la reacción humana a lo que vale la pena”.
“Es una de las absurdas paradojas de la psicología, que ha necesitado tres siglos para llegar a la conclusión de que el hombre posee en verdad mente y voluntad” (De “Nuevos derroteros en psicología”-Editorial Diana SA-México 1979).
Entre los componentes básicos de una teoría general de la personalidad no sólo se han de tener presentes el aspecto emocional del hombre y el aspecto cognitivo, sino también aquello que nos oriente respecto de la adopción o el descubrimiento de un sentido de la vida. Viktor Frankl escribió: “Cada época tiene sus neurosis y cada tiempo necesita su psicoterapia. En realidad, hoy no nos enfrentamos ya, como en los tiempos de Freud, con una frustración sexual, sino con una frustración existencial. El paciente típico de nuestros días no sufre tanto, como en los tiempos de Adler, bajo un complejo de inferioridad, sino bajo un abismal complejo de falta de sentido, acompañado de un sentimiento de vacío, razón por la que me inclino a hablar de un vacío existencial” (De “Ante el vacío existencial”-Editorial Herder SA-Barcelona 1980).
También Alfred Adler contempla cierta finalidad que debe alcanzar el hombre, por lo que escribió: “Nuestra idea del sentimiento de comunidad ha de llevar en sí el objetivo de una comunidad ideal como forma definitiva de la humanidad, como un estado en que todos los problemas que nos plantea la vida y nuestras relaciones con el mundo se nos parecen como ya resueltos. Pues todo aquello que encontremos valioso en nuestra vida, todo lo que subsiste y subsistirá, es siempre un producto de este sentimiento de comunidad, de este ideal orientador, de esta final meta de perfección”.
“¿Qué ha pasado con aquellos hombres que no han contribuido en nada al bienestar de la generalidad de los mortales? Y la contestación es la siguiente: Han desaparecido hasta en sus últimos vestigios. Nada ha quedado de ellos; se han extinguido somática y espiritualmente; se los ha tragado la tierra. Les pasó como a aquellas especies animales desaparecidas por no haber podido ponerse al unísono con las circunstancias cósmicas. Aquí tropezamos con una ley secreta, como si el Cosmos, siempre inquisitivo, nos ordenara: «¡Desapareced! ¡No habéis comprendido el sentido de la vida y no hay para vosotros porvenir!»” (De “El sentido de la vida”-Luis Miracle Editor-Barcelona 1959).
Un aspecto interesante extraído de la opinión de Alfred Adler radica en la posible existencia de un sentido de la vida objetivo, que depende del propio orden natural, y no sólo de las posibles elecciones que el hombre haga respecto de su orientación de la vida. Es decir, de todas las posibles elecciones del hombre, habrá algunas que se adaptarán en mayor medida al sentido impuesto por el orden natural y que está implícito en el espíritu de sus leyes.
En la adopción de las actitudes viene implícita cierta escala de valores, de ahí que quien adopta una actitud cooperativa en cierta forma está definiendo una preferencia por ciertos valores y cierto rechazo por otros. Edwin Hollander escribió: “Las actitudes implican expectativas acerca de nuestra propia conducta y de la conducta de otros y se vinculan con todos los aspectos de la vida social; por ende, sus múltiples efectos son evidentes a nuestro alrededor. Los gustos, los modales y la moral que nos caracterizan reflejan nuestras actitudes, así como los valores sociales que les sirven de base. La visión que un individuo tiene de su mundo y el modo en que actúa frente a él pueden ser entendidos, en gran medida, observando las actitudes que conforman su campo psicológico” (De “Principios y métodos de psicología social”-Amorrortu Editores SCA-Buenos Aires 1968).
Las definiciones actuales más aceptadas llevan implícita la existencia de la actitud característica, si bien no aparece en forma explícita por cuanto el concepto de actitud es propio de la Psicología social. Al respecto, María del Sol Fortea Sevilla escribió: "Desde la psicología se han hecho muchos intentos de definir la personalidad y cada uno pone el énfasis en aspectos diferentes. Por lo general, todas las definiciones hablan de conducta, de situación, de estabilidad, de aprendizaje...Elegir una es complicado, pero vamos a ver dos de las que cuentan con mayor apoyo científico".
"La aportada por el profesor Madi (1996) es sencilla y sirve de gran ayuda para iniciarnos en el conocimiento de la personalidad. La define como un grupo estable de características y tendencias que determinan los puntos comunes y las diferencias en el comportamiento psicológico (pensamientos, sentimientos, acciones) de las personas que son estables en el tiempo y no sólo el simple resultado de las presiones sociales y biológicas del momento".
"La comunidad científica, por su parte, ha aceptado y adoptado la definición de Pervin (1998) como el punto de partida del cuerpo de investigación, pues engloba todo lo necesario para comprender la personalidad. La define como «una organización compleja de cogniciones, emociones y conductas que da orientaciones y pautas (coherencia) a la vida de una persona. Como el cuerpo, la personalidad está integrada tanto por estructuras como procesos y refleja tanto la naturaleza (genes) como el aprendizaje (experiencia). Además, la personalidad engloba los efectos del pasado, incluyendo los recuedos del pasado, así como construcciones del presente y del futuro»" (De "Personalidad"-EMSE EDAPP SL-Barcelona 2021).
La personalidad de todo individuo involucra tanto los aspectos heredados como los adquiridos tratándose de atributos manifestados esencialmente bajo condiciones de interacción social. Por estar materializada como una predisposición a la acción, no parece ser otra cosa que la actitud característica de todo individuo. Theodore M. Newcomb escribió: “Nos hemos referido a la personalidad como a algo que es único, dinámico, social y organizado. Hemos señalado que es posible conocer ese «algo» sólo si observamos las unidades de motivación de un individuo, pero que no podemos decir que sus unidades de motivación sean su personalidad. Nos referimos más bien a aquello que «mantiene juntas» todas sus unidades de motivación, y que determina que toda su conducta, tanto actitudinal como expresiva, sea lo que es. Para los fines presentes, por lo tanto, entenderemos por personalidad la organización de un individuo de predisposiciones para actuar, incluyendo predisposiciones para la conducta directiva y para la conducta expresiva”.
“Esta definición no señala a la personalidad como algo meramente «ubicado» dentro de la piel de una persona. Las predisposiciones actitudinales apuntan tanto hacia adentro como hacia fuera; se refieren a algo del ambiente así como a algo del organismo. Aun las oportunidades expresivas dependen de la oportunidad ambiental para que aparezcan en la conducta real. La palabra «predisposición» implica necesariamente la frase «en condiciones ambientales adecuadas» (adecuadas para el individuo específico). La personalidad no puede ser definida de manera de omitir el ambiente, que, a pesar de estar en constante cambio, tiende a ser percibido en formas relativamente constantes por cada persona. De este modo las formas que tiene un individuo de percibir su ambiente se cuentan entre las más importantes de sus predisposiciones. Y, como tendremos ocasión de ver repetidas veces, las otras personas constituyen la parte más significativa del ambiente hacia el cual la personalidad individual está orientada en forma constante” (De “Manual de Psicología Social” (II)-EUDEBA-Buenos Aires 1972).
Por otra parte, Joseph Nuttin escribió: “Los psicólogos consideran generalmente la personalidad como una organización interna de rasgos, actitudes, aptitudes y congruencias en la conducta. En esta definición, sin embargo, falta la característica más importante. Esencialmente, la personalidad es una estructura que va más allá de su organización interna. Su rasgo más característico es el de que en su constitución están incluidas una visión del mundo y una apertura a él. La personalidad es una forma de ser y de comportarse en un mundo que existe para la persona (self). Esta perspectiva sobre el mundo o situación vital es un constituyente esencial de la personalidad. En este sentido, la estructura fundamental de la personalidad es una «unidad yo-mundo». Nada podría mutilar de modo más profundo el concepto de personalidad que la negligencia de este aspecto de apertura al mundo que ella posee. Si bien, como dice Lewin, es cierto que la personalidad que gobierna la conducta es una parte del campo psicológico, no debe olvidarse que el campo psicológico mismo, en el sentido general de «vivir en un mundo», entra en la composición de la personalidad” (De “Teorías de la personalidad” de H.P. David y H. von Bracken-EUDEBA-Buenos Aires 1977).
Una teoría de la personalidad compatible con el mundo real debe darle a todo individuo un sentido de la vida compatible con el sentido aparente de la humanidad impuesto por el orden natural como precio impuesto a nuestra supervivencia.
De todas formas, es necesario tener presente que existirán teorías de la personalidad que podrán adaptarse al campo de la psiquiatría mientras que resulta imprescindible disponer también de una teoría que describa al individuo permitiéndole advertir y mejorar aquellos aspectos que, manteniéndolos vigentes, derivarán en algún tipo de enfermedad social. De ahí los siguientes requisitos principales que tal teoría deberá reunir:
a) Que pueda vincularse de alguna manera a las investigaciones que se realizan en neurociencia
b) Que puedan extraerse de ella conclusiones prácticas accesibles al hombre común
c) Que permita establecer una ética natural elemental
d) Que contemple las tres dimensiones básicas del hombre (cuerpo, intelecto, sentimientos)
e) Que tenga presentes tanto a la evolución biológica como a la cultural
f) Que provea una orientación básica asociada a cierto sentido de la vida
Una teoría de la personalidad satisfactoria debe responder a la pregunta: ¿qué es el hombre? Podemos decir que es un ser emocional y racional cuya necesidad de supervivencia lo convierte en un ser social. Está motivado por cierta influencia del futuro, asociada a proyectos y ambiciones que le ayudarán a encontrarle cierto sentido a su vida. También se encuentra influenciado por el pasado, ya que lo lleva parcialmente depositado en su memoria, estando tal información asociada al proceso de adaptación cultural al orden natural; proceso en el que está involucrada toda la humanidad.
Desde la Psicología social aparece una propuesta que presenta la ventaja de poder orientar al individuo en cualquier etapa de su vida. La individualidad que sustenta toda personalidad viene asociada a una actitud característica con cuatro componentes afectivas: amor, odio, egoísmo e indiferencia. Entre ellas “elige” la proporción de cooperación y de competencia que manifestará en su comportamiento social. También presenta cuatro componentes cognitivas, debido a que requiere una referencia para poder establecer el proceso adaptativo básico de “prueba y error”, siendo tales referencias la propia realidad, la opinión propia, la opinión de otra persona o bien lo que piensa o cree la mayoría. Estas componentes son, en realidad, una manifestación, o resultante, de una previa teoría de la acción ética y de una teoría del conocimiento, que constituyen la base para establecer respuestas convincentes sobre la mayor parte del comportamiento individual y social del hombre, como serán las conclusiones respecto de ámbitos como la economía, política, cultura, educación, etc. Si se ha de sintetizar la conclusión práctica emergente de la información que disponemos acerca de la personalidad, podemos concretarlas en las siguientes:
a- Debemos ser conscientes de que resulta necesario desarrollar tanto nuestro potencial físico (corporal), como el mental (intelectual) y el afectivo (ético).
b- Debemos tratar de compartir las penas y las alegrías de los demás como propias.
A partir de este esquema básico se puede establecer o extraer una ética natural en la que el “debe ser” se logra a partir de una deducción a partir de “lo que es”, ya que en las componentes afectivas mencionadas se distingue y se define tanto el Bien como el Mal. Se promueve una actitud que lleva a la felicidad, mientras que permite interpretar el significado de la ética cristiana. Además, se niega la validez de los totalitarismos por cuanto impiden el desarrollo de las potencialidades individuales.
Puede decirse que el hombre ideal es el hombre “normal” adaptado al orden natural. Toda diferencia existente respecto a este hombre normal implica cierta deficiencia o anormalidad que debe, y puede, subsanarse. Al estar sometido al principio de complejidad-conciencia, el hombre queda al mando del proceso de la adaptación cultural, respondiendo a este principio a través de cierta concientización ante la necesidad de adoptar una actitud cooperadora materializada por la tendencia a compartir las penas y las alegrías de los demás como propias.
Entre los principales exponentes del humanismo puede citarse a Abraham H. Maslow, quien prioriza los aspectos que motivan al individuo y que le permiten encontrar un sentido de la vida. Colin Wilson escribió: “De acuerdo con Maslow, la salud mental depende de la voluntad avivada por un sentido de propósito. Cuando los seres humanos pierden su impulso hacia delante, las baterías de la voluntad se descargan, exactamente del mismo modo que las baterías del automóvil cuando se deja éste en la cochera todo el invierno. El resultado es un sentimiento de «fracaso en la vida», una pérdida de valores instintivos. En la psicología de Maslow, el lugar central es conferido al sentido de los valores de la reacción humana a lo que vale la pena”.
“Es una de las absurdas paradojas de la psicología, que ha necesitado tres siglos para llegar a la conclusión de que el hombre posee en verdad mente y voluntad” (De “Nuevos derroteros en psicología”-Editorial Diana SA-México 1979).
Entre los componentes básicos de una teoría general de la personalidad no sólo se han de tener presentes el aspecto emocional del hombre y el aspecto cognitivo, sino también aquello que nos oriente respecto de la adopción o el descubrimiento de un sentido de la vida. Viktor Frankl escribió: “Cada época tiene sus neurosis y cada tiempo necesita su psicoterapia. En realidad, hoy no nos enfrentamos ya, como en los tiempos de Freud, con una frustración sexual, sino con una frustración existencial. El paciente típico de nuestros días no sufre tanto, como en los tiempos de Adler, bajo un complejo de inferioridad, sino bajo un abismal complejo de falta de sentido, acompañado de un sentimiento de vacío, razón por la que me inclino a hablar de un vacío existencial” (De “Ante el vacío existencial”-Editorial Herder SA-Barcelona 1980).
También Alfred Adler contempla cierta finalidad que debe alcanzar el hombre, por lo que escribió: “Nuestra idea del sentimiento de comunidad ha de llevar en sí el objetivo de una comunidad ideal como forma definitiva de la humanidad, como un estado en que todos los problemas que nos plantea la vida y nuestras relaciones con el mundo se nos parecen como ya resueltos. Pues todo aquello que encontremos valioso en nuestra vida, todo lo que subsiste y subsistirá, es siempre un producto de este sentimiento de comunidad, de este ideal orientador, de esta final meta de perfección”.
“¿Qué ha pasado con aquellos hombres que no han contribuido en nada al bienestar de la generalidad de los mortales? Y la contestación es la siguiente: Han desaparecido hasta en sus últimos vestigios. Nada ha quedado de ellos; se han extinguido somática y espiritualmente; se los ha tragado la tierra. Les pasó como a aquellas especies animales desaparecidas por no haber podido ponerse al unísono con las circunstancias cósmicas. Aquí tropezamos con una ley secreta, como si el Cosmos, siempre inquisitivo, nos ordenara: «¡Desapareced! ¡No habéis comprendido el sentido de la vida y no hay para vosotros porvenir!»” (De “El sentido de la vida”-Luis Miracle Editor-Barcelona 1959).
Un aspecto interesante extraído de la opinión de Alfred Adler radica en la posible existencia de un sentido de la vida objetivo, que depende del propio orden natural, y no sólo de las posibles elecciones que el hombre haga respecto de su orientación de la vida. Es decir, de todas las posibles elecciones del hombre, habrá algunas que se adaptarán en mayor medida al sentido impuesto por el orden natural y que está implícito en el espíritu de sus leyes.
En la adopción de las actitudes viene implícita cierta escala de valores, de ahí que quien adopta una actitud cooperativa en cierta forma está definiendo una preferencia por ciertos valores y cierto rechazo por otros. Edwin Hollander escribió: “Las actitudes implican expectativas acerca de nuestra propia conducta y de la conducta de otros y se vinculan con todos los aspectos de la vida social; por ende, sus múltiples efectos son evidentes a nuestro alrededor. Los gustos, los modales y la moral que nos caracterizan reflejan nuestras actitudes, así como los valores sociales que les sirven de base. La visión que un individuo tiene de su mundo y el modo en que actúa frente a él pueden ser entendidos, en gran medida, observando las actitudes que conforman su campo psicológico” (De “Principios y métodos de psicología social”-Amorrortu Editores SCA-Buenos Aires 1968).
martes, 2 de septiembre de 2025
No hacer el mal es distinto a hacer el bien
Lo esencial de la Biblia es la ética explícita que propone y que está materializada en los mandamientos. Así, en el Antiguo Testamento aparecen los mandamientos de Moisés, en los cuales se advierte una tendencia predominante a sugerir no hacer el mal, ya que propone no matar, no robar, no mentir, etc. Aun cuando no sugiere explicitamente hacer el bien, si actualmente nos limitáramos a cumplirlos, la humanidad cambiaría favorablemente en forma notable. Puede decirse que si una persona se encierra en su casa sin tener vínculos sociales de ningún tipo, cumple con la mayoría de los mandamientos de Moisés.
En el Nuevo Testamento se advierte la plenitud de la ética bíblica por cuanto surge el "Amarás al prójimo como a ti mismo", que ya aparecía en alguna parte del Antiguo Testamento. Esta vez se propone en forma explícita la búsqueda de la tendencia a hacer el bien, ya que tal mandamiento está asociado a la empatía emocional, por la cual hemos de compartir las penas y las alegrías ajenas como propias.
La pobre influencia de la religión bíblica se debe principalmente a marginar y oscurecer los mandamientos de Cristo por medio de dogmas y misterios de todo tipo. Cuando se habla de "mandamientos", la mayoría de las personas supone que basta con cumplir con los mandamientos de Moisés, no haciendo el mal, para llenar los requisitos para un futuro "viaje" a la vida eterna. Incluso cuando se habla, muy de vez en cuando, de la ética del Nuevo Testamento, no faltan quienes consideran la sugerencia de "No hacer a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti", que lleva a una postura alejada de la empatía emocional.
Es frecuente la creencia de que los mandamientos cristianos (del amor a Dios y al prójimo) sirven esencialmente para recibir, por su cumplimiento, el premio de la vida eterna, actuando Dios como un observador que anota en una libreta todas las acciones humanas para determinar un juicio al final de nuestra vida. Interpretados de esta forma, las buenas acciones establecidas estarían motivadas por cierto egoísmo, tal como lo vemos en el caso de individuos que, en forma mecánica y exenta de afectividad, adoptan posturas favorables a los demás. Como se trata de actitudes razonadas y desligadas de lo emocional, tienden a limitarse a posturas socialmente correctas ante los ojos de los demás.
Esta es una interpretación de los mandamientos bíblicos que sólo serviría para el “más allá” y que a veces su cumplimiento se asocia a cierto sacrificio por los demás, como medida del mérito asociado. Sin embargo, interpretado el amor al prójimo como la actitud o predisposición por la cual compartimos las penas y las alegrías ajenas como propias, se advierte que tal actitud genera felicidad y no sacrificio, por lo cual los mandamientos bíblicos sirven también para el “más acá”. El camino que lleva al cielo y el que lleva a la felicidad, es el mismo.
La importancia de esta interpretación radica en que, al considerar erróneamente que los mandamientos sirven sólo para el más allá, la Iglesia abre las puertas a la entrada de teologías incompatibles con tales mandamientos, como lo es la denominada “teología de la liberación”. Al aducirse que la ética cristiana sólo sirve para una vida posterior, se haría necesaria una ideología adicional que apuntara a solucionar los problemas sociales en el más acá, adoptando al marxismo como el “complemento” que resolvería las limitaciones que presentaría la ética cristiana.
Sin embargo, no resulta difícil advertir que, si la mayor parte de la sociedad adoptara la predisposición a compartir las penas y las alegrías ajenas como propias, se produciría una notable mejora en el nivel de felicidad de todo individuo y se solucionaría gran parte de los problemas sociales. Por el contrario, adoptar la propuesta socialista implica necesariamente reproducir los adversos resultados observados en la URSS, China comunista y el resto de los países que lo adoptaron en el pasado o lo adoptan en la actualidad.
El Reino de Dios bíblico es también interpretado como un Reino en el más allá. De ahí que muchos suponen que la profecía de la Segunda Venida de Cristo implicará un previo arrebatamiento, es decir, los “buenos” serán llevados al cielo y los “malos” al fuego eterno. Sin embargo, cuando Cristo expresa que “El Reino de Dios está dentro de vosotros”, implica que tal Reino podrá existir en el más acá, y conducirá a una sociedad en la que predominará el acatamiento a los mandamientos mencionados.
El rechazo de tal posibilidad, por parte de importantes sectores de la Iglesia, ha favorecido la intromisión del marxismo-leninismo en dicha institución. Joseph Ratzinger expresó: “Decepciona dolorosamente que prenda en sacerdotes y en teólogos esta ilusión tan poco cristiana de poder crear un hombre y un mundo nuevos, no ya mediante una llamada a la conversión personal, sino actuando solamente sobre las estructuras sociales y económicas. Es el pecado personal el que se encuentra realmente en los cimientos de las estructuras sociales injustas. Es preciso trabajar sobre las raíces, no sobre el tronco o sobre las ramas, del árbol de la injusticia si se quiere verdaderamente conseguir una sociedad más humana. Estas son verdades cristianas fundamentales y, sin embargo, son rechazadas con desprecio, consideradas como «alienantes» o «espiritualistas»”.
“Consiste en esta dolorosa imposibilidad de dialogar con aquellos teólogos que aceptan tal mito ilusorio, que bloquea las reformas y agrava las miserias y las injusticias, y que consiste en la lucha de clases como instrumento para crear una sociedad sin clases”.
“Si, con la Biblia y la Tradición en la mano, alguien trata de denunciar fraternalmente las desviaciones, inmediatamente es etiquetado como «siervo» y «lacayo» de las clases dominantes que pretenden conservar el poder apoyándose en la Iglesia. Por otra parte, las más recientes experiencias muestran que significativos representantes de la teología de la liberación se diferencian felizmente (por su entrega a la comunidad eclesial y al servicio real del hombre) de la intransigencia de una parte de los mass-media [medios masivos de comunicación] y de numerosos grupos de sus seguidores, principalmente europeos. Por parte de estos últimos, cualquier intervención nuestra, aun la más sopesada y respetuosa, es rechazada a priori porque se alinearía del lado de los «patronos»; cuando, por el contrario, la causa de los más desprotegidos es traicionada precisamente por aquellas ideologías que siempre han resultado ser fuentes de sufrimiento para el pueblo” (De “Informe sobre la fe” de Joseph Ratzinger y Vittorio Messori-Biblioteca de Autores Cristianos-Madrid 2005).
Mientras que, desde el catolicismo tradicional, se habla de la liberación del pecado mediante la verdad, y se habla del “salvador” de la humanidad, debe decirse que Cristo es un salvador condicional, es decir, a condición de que se cumpla con sus mandamientos. Sin embargo, gran parte de sus aparentes seguidores suponen que serán salvados del infierno por el sólo hecho de creer que Cristo es Dios mostrándole su incondicional adhesión mediante los rituales tradicionales.
La teología de la liberación, identificada totalmente con el marxismo, aduce que Cristo es el liberador de la clase oprimida (el proletariado) respecto de la opresión ejercida desde la clase opresora (la burguesía), siendo la forma en que se interpreta cada uno de los pasajes de los Evangelios.
Desde la religión natural se interpretan las prédicas cristianas como la forma óptima de adaptar a todo ser humano a la ley natural y al orden natural. La promoción de la cooperación social, a través del amor al prójimo, y a partir de la visión de un universo regido por leyes naturales invariantes, asociada al mandamiento del amor a Dios, permiten complementar los aspectos emocionales y cognitivos necesarios para la mencionada adaptación.
Desde el marxismo, se quiere hacer creer que tanto las revoluciones como las ideologías socialistas surgen del sector “oprimido”, mientras que en realidad surgen de las clases media y alta, o más exactamente, de individuos pertenecientes a dichas clases sociales. En realidad, no existe uniformidad de pensamiento asociada a una clase social, y ni siquiera a una misma familia, por lo que resulta poco serio hablar de “ideas de clase” o algo por el estilo. Ratzinger escribió: “En Occidente, el mito marxista ha perdido su fascinación entre los jóvenes y entre los obreros. Ahora se trata de exportarlo al Tercer Mundo por obra de intelectuales que viven fuera de los países dominados por el «socialismo real». En efecto, solamente donde el marxismo-leninismo no está en el poder se encuentran algunos que tomen en serio sus ilusorias «verdades científicas»”.
“La teología de la liberación, en sus formas conexas con el marxismo, no es ciertamente un producto autóctono, indígena, de América Latina o de otras zonas subdesarrolladas, en las que habría nacido y crecido casi espontáneamente, por obra del pueblo. Se trata en realidad, al menos en su origen, de una creación de intelectuales; y de intelectuales nacidos o formados en el Occidente opulento: europeos son los teólogos que la han iniciado, europeos –o formados en universidades europeas- son los teólogos que la desarrollan en Sudamérica. Tras el español o el portugués de sus exposiciones, se deja ver el alemán, el francés o el angloamericano”.
En el Nuevo Testamento se advierte la plenitud de la ética bíblica por cuanto surge el "Amarás al prójimo como a ti mismo", que ya aparecía en alguna parte del Antiguo Testamento. Esta vez se propone en forma explícita la búsqueda de la tendencia a hacer el bien, ya que tal mandamiento está asociado a la empatía emocional, por la cual hemos de compartir las penas y las alegrías ajenas como propias.
La pobre influencia de la religión bíblica se debe principalmente a marginar y oscurecer los mandamientos de Cristo por medio de dogmas y misterios de todo tipo. Cuando se habla de "mandamientos", la mayoría de las personas supone que basta con cumplir con los mandamientos de Moisés, no haciendo el mal, para llenar los requisitos para un futuro "viaje" a la vida eterna. Incluso cuando se habla, muy de vez en cuando, de la ética del Nuevo Testamento, no faltan quienes consideran la sugerencia de "No hacer a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti", que lleva a una postura alejada de la empatía emocional.
Es frecuente la creencia de que los mandamientos cristianos (del amor a Dios y al prójimo) sirven esencialmente para recibir, por su cumplimiento, el premio de la vida eterna, actuando Dios como un observador que anota en una libreta todas las acciones humanas para determinar un juicio al final de nuestra vida. Interpretados de esta forma, las buenas acciones establecidas estarían motivadas por cierto egoísmo, tal como lo vemos en el caso de individuos que, en forma mecánica y exenta de afectividad, adoptan posturas favorables a los demás. Como se trata de actitudes razonadas y desligadas de lo emocional, tienden a limitarse a posturas socialmente correctas ante los ojos de los demás.
Esta es una interpretación de los mandamientos bíblicos que sólo serviría para el “más allá” y que a veces su cumplimiento se asocia a cierto sacrificio por los demás, como medida del mérito asociado. Sin embargo, interpretado el amor al prójimo como la actitud o predisposición por la cual compartimos las penas y las alegrías ajenas como propias, se advierte que tal actitud genera felicidad y no sacrificio, por lo cual los mandamientos bíblicos sirven también para el “más acá”. El camino que lleva al cielo y el que lleva a la felicidad, es el mismo.
La importancia de esta interpretación radica en que, al considerar erróneamente que los mandamientos sirven sólo para el más allá, la Iglesia abre las puertas a la entrada de teologías incompatibles con tales mandamientos, como lo es la denominada “teología de la liberación”. Al aducirse que la ética cristiana sólo sirve para una vida posterior, se haría necesaria una ideología adicional que apuntara a solucionar los problemas sociales en el más acá, adoptando al marxismo como el “complemento” que resolvería las limitaciones que presentaría la ética cristiana.
Sin embargo, no resulta difícil advertir que, si la mayor parte de la sociedad adoptara la predisposición a compartir las penas y las alegrías ajenas como propias, se produciría una notable mejora en el nivel de felicidad de todo individuo y se solucionaría gran parte de los problemas sociales. Por el contrario, adoptar la propuesta socialista implica necesariamente reproducir los adversos resultados observados en la URSS, China comunista y el resto de los países que lo adoptaron en el pasado o lo adoptan en la actualidad.
El Reino de Dios bíblico es también interpretado como un Reino en el más allá. De ahí que muchos suponen que la profecía de la Segunda Venida de Cristo implicará un previo arrebatamiento, es decir, los “buenos” serán llevados al cielo y los “malos” al fuego eterno. Sin embargo, cuando Cristo expresa que “El Reino de Dios está dentro de vosotros”, implica que tal Reino podrá existir en el más acá, y conducirá a una sociedad en la que predominará el acatamiento a los mandamientos mencionados.
El rechazo de tal posibilidad, por parte de importantes sectores de la Iglesia, ha favorecido la intromisión del marxismo-leninismo en dicha institución. Joseph Ratzinger expresó: “Decepciona dolorosamente que prenda en sacerdotes y en teólogos esta ilusión tan poco cristiana de poder crear un hombre y un mundo nuevos, no ya mediante una llamada a la conversión personal, sino actuando solamente sobre las estructuras sociales y económicas. Es el pecado personal el que se encuentra realmente en los cimientos de las estructuras sociales injustas. Es preciso trabajar sobre las raíces, no sobre el tronco o sobre las ramas, del árbol de la injusticia si se quiere verdaderamente conseguir una sociedad más humana. Estas son verdades cristianas fundamentales y, sin embargo, son rechazadas con desprecio, consideradas como «alienantes» o «espiritualistas»”.
“Consiste en esta dolorosa imposibilidad de dialogar con aquellos teólogos que aceptan tal mito ilusorio, que bloquea las reformas y agrava las miserias y las injusticias, y que consiste en la lucha de clases como instrumento para crear una sociedad sin clases”.
“Si, con la Biblia y la Tradición en la mano, alguien trata de denunciar fraternalmente las desviaciones, inmediatamente es etiquetado como «siervo» y «lacayo» de las clases dominantes que pretenden conservar el poder apoyándose en la Iglesia. Por otra parte, las más recientes experiencias muestran que significativos representantes de la teología de la liberación se diferencian felizmente (por su entrega a la comunidad eclesial y al servicio real del hombre) de la intransigencia de una parte de los mass-media [medios masivos de comunicación] y de numerosos grupos de sus seguidores, principalmente europeos. Por parte de estos últimos, cualquier intervención nuestra, aun la más sopesada y respetuosa, es rechazada a priori porque se alinearía del lado de los «patronos»; cuando, por el contrario, la causa de los más desprotegidos es traicionada precisamente por aquellas ideologías que siempre han resultado ser fuentes de sufrimiento para el pueblo” (De “Informe sobre la fe” de Joseph Ratzinger y Vittorio Messori-Biblioteca de Autores Cristianos-Madrid 2005).
Mientras que, desde el catolicismo tradicional, se habla de la liberación del pecado mediante la verdad, y se habla del “salvador” de la humanidad, debe decirse que Cristo es un salvador condicional, es decir, a condición de que se cumpla con sus mandamientos. Sin embargo, gran parte de sus aparentes seguidores suponen que serán salvados del infierno por el sólo hecho de creer que Cristo es Dios mostrándole su incondicional adhesión mediante los rituales tradicionales.
La teología de la liberación, identificada totalmente con el marxismo, aduce que Cristo es el liberador de la clase oprimida (el proletariado) respecto de la opresión ejercida desde la clase opresora (la burguesía), siendo la forma en que se interpreta cada uno de los pasajes de los Evangelios.
Desde la religión natural se interpretan las prédicas cristianas como la forma óptima de adaptar a todo ser humano a la ley natural y al orden natural. La promoción de la cooperación social, a través del amor al prójimo, y a partir de la visión de un universo regido por leyes naturales invariantes, asociada al mandamiento del amor a Dios, permiten complementar los aspectos emocionales y cognitivos necesarios para la mencionada adaptación.
Desde el marxismo, se quiere hacer creer que tanto las revoluciones como las ideologías socialistas surgen del sector “oprimido”, mientras que en realidad surgen de las clases media y alta, o más exactamente, de individuos pertenecientes a dichas clases sociales. En realidad, no existe uniformidad de pensamiento asociada a una clase social, y ni siquiera a una misma familia, por lo que resulta poco serio hablar de “ideas de clase” o algo por el estilo. Ratzinger escribió: “En Occidente, el mito marxista ha perdido su fascinación entre los jóvenes y entre los obreros. Ahora se trata de exportarlo al Tercer Mundo por obra de intelectuales que viven fuera de los países dominados por el «socialismo real». En efecto, solamente donde el marxismo-leninismo no está en el poder se encuentran algunos que tomen en serio sus ilusorias «verdades científicas»”.
“La teología de la liberación, en sus formas conexas con el marxismo, no es ciertamente un producto autóctono, indígena, de América Latina o de otras zonas subdesarrolladas, en las que habría nacido y crecido casi espontáneamente, por obra del pueblo. Se trata en realidad, al menos en su origen, de una creación de intelectuales; y de intelectuales nacidos o formados en el Occidente opulento: europeos son los teólogos que la han iniciado, europeos –o formados en universidades europeas- son los teólogos que la desarrollan en Sudamérica. Tras el español o el portugués de sus exposiciones, se deja ver el alemán, el francés o el angloamericano”.
lunes, 1 de septiembre de 2025
Teoría del valor económico
El valor de los bienes y servicios, que es la base de la descripción de los procesos económicos, ha sido el que caracteriza a las distintas etapas del pensamiento económico. Así, Israel M. Kirzner expresó: “La economía clásica entendió la relación de causa y efecto que constituye el fenómeno económico... esta relación de causa y efecto tiene que entenderse como impulsada por la naturaleza física. Las condiciones objetivas por el lado de la oferta determinan lo que va a ocurrir”.
“La naturaleza física es la responsable del valor. El fenómeno del valor está determinado por las condiciones del lado de la oferta”. “La economía ricardiana, que es el corazón de la teoría clásica, lo ve todo determinado, explicado y entendible en virtud de la realidad física. Para los economistas clásicos la economía era la ciencia de la riqueza”.
“Con la economía neoclásica…comenzó a reconocerse que la explicación de las relaciones de causa y efecto que componen los fenómenos económicos tiene que situarse, al menos parcialmente, en la demanda del consumidor. En concreto, la revolución ocurrió en la teoría del valor. Los economistas clásicos veían el valor determinado por el coste. El coste de producción determinaba el valor. El economista neoclásico comenzó a reconocer que, además de las condiciones de la oferta que reflejan el coste, están las condiciones de la demanda que representan las valoraciones de los consumidores”.
“Para Marshall…lo que él explicó fue que tenemos oferta y demanda. La oferta expresa el coste objetivo. La demanda expresa la demanda subjetiva, la demanda de los consumidores. Y es la interacción de estas dos fuerzas: las fuerzas de la oferta, las fuerzas de la demanda; las fuerzas de la realidad objetiva, la realidad física, y las fuerzas de las preferencias subjetivas…Éstas son las dos hojas de las tijeras de Marshall [Diagrama de oferta y demanda vs. precio]. Éstas determinan cuál será el precio del objeto”.
“Los austriacos, comenzando con Menger, tenían una opinión diferente. Ellos veían el valor determinado solamente por las decisiones de los consumidores”. “Para los austriacos, las condiciones físicas son pasivas, son el «telón de fondo»”. “La fuerza activa, los determinantes activos de la relación causa y efecto, son las preferencias de los consumidores, los deseos de los consumidores, en el contexto, ciertamente, de unas condiciones físicas dadas” (De www.anarcocapitalista.com).
Por otra parte, Luis Pazos escribió: “Son los pensadores de la Escuela Austriaca, los que descubren que el valor de los objetos, dentro del intercambio económico, no radica en el objeto mismo, sino en el sujeto que valora: el valor es subjetivo. Este descubrimiento es, para muchos, el origen de una revolución en el pensamiento económico, y lo consideran como uno de los descubrimientos más importantes dentro de la historia de las ideas económicas. Estas nuevas ideas sostienen una posición contraria a las teorías del valor trabajo, expuestas por Ricardo y Marx”.
“Uno de los corolarios de la teoría subjetivista es que el valor del trabajo debe determinarse a partir del valor del producto y no el valor del producto a partir del valor trabajo. En otras palabras, a diferencia de Marx y Ricardo, sostienen que es el valor del objeto lo que va a determinar el valor del trabajo y no el valor del trabajo lo que va a determinar el valor del objeto” (De “Ciencia y teoría económica”-Editorial Diana-México 1981).
El punto de partida de la teoría del valor, que contempla la subjetividad de la demanda, está constituido por las "leyes de Gossen". Eduardo A. Zalduendo escribió al respecto: “En opinión de Jevons, Gossen es el verdadero iniciador de las teorías marginalistas, quien propuso, en un articulo publicado en 1854, tres principios básicos sobre el consumidor, que pueden sintetizarse así:
1- El placer que se logra con el consumo de una cantidad adicional de un bien disminuye hasta alcanzar la saciedad del consumidor, es decir, que toda necesidad disminuye en intensidad a medida que se satisface.
2- Una vez que una persona ha gastado todo su ingreso, la misma habrá maximizado su placer o satisfacción total solamente cuando el placer logrado con la última unidad de cada bien comprado, sea igual en todos los casos.
3- Un bien tiene un valor subjetivo y el valor subjetivo que se asigna a cada unidad adicional de un bien disminuye y llega a hacerse cero”.
(De “Breve Historia del Pensamiento Económico”-Macchi Grupo Editor SA-Buenos Aires 1998).
Carl Menger, junto con León Walras y Stanley Jevons, en forma independiente, fundamentan la teoria del valor subjetivo. El primero de ellos establece una tabla de necesidades y prioridades para hacer accesible su visión del proceso de asignación subjetiva del valor. Émile James escribió: "He aquí cómo se confecciona esta tabla. Se empieza por asignar un número a cada una de las principales necesidades: a la alimentación el número I, a la vivienda el número II, al vestido el número III, a la asistencia médica el número IV, al ornato el número V, a las distracciones el número VI, etc. Nosotros llegaremos hasta el número X".
"Se alinean horizontalmente estas necesidades, representadas por números romanos, y luego, bajo cada una de ellas, se colocan en columna una serie de números árabes que expresan los sucesivos grados de intensidad de sus manifestaciones y, a la vez, la importancia que damos a los bienes encargados de satisfacerlas. Como se supone que las necesidades son decrecientes a medida que van siendo satisfechas, los números que expresan los sucesivos grados de intensidad de las mismas serán decrecientes. Así, la necesidad de alimentación (la más importante) figura en primer lugar con el índice 10 y a continuación con índices menores; el índice máximo de la necesidad II es el número 9 y los índices que le siguen también son decrecientes".
"Es posible que ciertos bienes sean susceptibles de aplicación a diferentes tipos de necesidades. Tomemos aquí el ejemplo imaginado por Gide: el agua puede servir para calmar la sed, para lavarnos, para abrevar a los animales, para lavar nuestros vestidos o nuestra casa. Si perdemos una unidad cualquiera de nuestro stock de agua, renunciamos solamente a la satisfacción más débil que esperábamos del agua. Por lo tanto, el valor de uso de cualquiera de los cubos de agua que tenemos a nuestra disposición se determina por la utilidad marginal del agua, es decir, en el ejemplo indicado, por la utilidad del cubo de agua menos útil: el que se destina a fregar la casa". (De "Historia del pensamiento económico"-Aguilar SA de Ediciones-Madrid 1963).
En este caso, si se tiene una sola unidad de agua, se la destinará a la bebida personal (necesidad 10 en la tabla). Si se tienen 2 unidades de agua, se podrá satisfacer la necesidad de beber (necesidad 10) y también la de lavarnos (necesidad 9). Es decir, esta segunda unidad debe asignarse mediante una decisión o elección entre utilizarla para beber más agua o bien para satisfacer la siguiente necesidad. Como se ve, no es tan sencilla la interpretación de la tabla considerada.
Algunos autores aducen que la descripción anterior sólo contempla el comportamiento racional de los seres humanos, mientras que también existe el comportamiento irracional. Recordando que la tabla anterior de necesidades y prioridades ha de ser distinta para cada ser humano, también habrá tablas con necesidades y prioridades irracionales, manteniendo vigente la descripción anterior. Émile James agrega: "El razonamiento de Menger sólo tenía por objeto explicar esquemáticamente el mecanismo psicológico de la evaluación. No pretendía hacer una descripción positiva de la realidad porque, desde luego, cada uno de nosotros confecciona su propia «tabla de Menger» según sus gustos personales. Así, por ejemplo, en un intelectual, la necesidad de lectura es más importante que la de ornato y hasta, parcialmente, que las de vestido y de alimentación. En cambio, la lectura es la necesidad de último grado para un deportista o una coqueta".
Veamos ahora el caso de los intercambios, siendo el requisito a contemplar que tales intercambios beneficien a ambas partes intervinientes. Émile James escribió: "Supongamos dos campesinos, uno de los cuales posee un gran número de bueyes y ningún caballo, mientras el otro es dueño de muchos caballos, pero carece de bueyes. Está claro que el primero, al que le sobran bueyes, valora muy poco a estos y atribuye a los caballos de que está falto un valor considerable. Para el segundo las cosas suceden a la inversa".
"Por ello, el primer cambio de un buey por un caballo es muy ventajoso para las dos partes. El segundo cambio ya lo es un poco menos, puesto que ambas partes atribuyen algo menos de valor a lo que reciben y algo más a lo que dan. El intercambio durará hasta que cada una de las partes valore igualmente lo que da y lo que recibe".
“La naturaleza física es la responsable del valor. El fenómeno del valor está determinado por las condiciones del lado de la oferta”. “La economía ricardiana, que es el corazón de la teoría clásica, lo ve todo determinado, explicado y entendible en virtud de la realidad física. Para los economistas clásicos la economía era la ciencia de la riqueza”.
“Con la economía neoclásica…comenzó a reconocerse que la explicación de las relaciones de causa y efecto que componen los fenómenos económicos tiene que situarse, al menos parcialmente, en la demanda del consumidor. En concreto, la revolución ocurrió en la teoría del valor. Los economistas clásicos veían el valor determinado por el coste. El coste de producción determinaba el valor. El economista neoclásico comenzó a reconocer que, además de las condiciones de la oferta que reflejan el coste, están las condiciones de la demanda que representan las valoraciones de los consumidores”.
“Para Marshall…lo que él explicó fue que tenemos oferta y demanda. La oferta expresa el coste objetivo. La demanda expresa la demanda subjetiva, la demanda de los consumidores. Y es la interacción de estas dos fuerzas: las fuerzas de la oferta, las fuerzas de la demanda; las fuerzas de la realidad objetiva, la realidad física, y las fuerzas de las preferencias subjetivas…Éstas son las dos hojas de las tijeras de Marshall [Diagrama de oferta y demanda vs. precio]. Éstas determinan cuál será el precio del objeto”.
“Los austriacos, comenzando con Menger, tenían una opinión diferente. Ellos veían el valor determinado solamente por las decisiones de los consumidores”. “Para los austriacos, las condiciones físicas son pasivas, son el «telón de fondo»”. “La fuerza activa, los determinantes activos de la relación causa y efecto, son las preferencias de los consumidores, los deseos de los consumidores, en el contexto, ciertamente, de unas condiciones físicas dadas” (De www.anarcocapitalista.com).
Por otra parte, Luis Pazos escribió: “Son los pensadores de la Escuela Austriaca, los que descubren que el valor de los objetos, dentro del intercambio económico, no radica en el objeto mismo, sino en el sujeto que valora: el valor es subjetivo. Este descubrimiento es, para muchos, el origen de una revolución en el pensamiento económico, y lo consideran como uno de los descubrimientos más importantes dentro de la historia de las ideas económicas. Estas nuevas ideas sostienen una posición contraria a las teorías del valor trabajo, expuestas por Ricardo y Marx”.
“Uno de los corolarios de la teoría subjetivista es que el valor del trabajo debe determinarse a partir del valor del producto y no el valor del producto a partir del valor trabajo. En otras palabras, a diferencia de Marx y Ricardo, sostienen que es el valor del objeto lo que va a determinar el valor del trabajo y no el valor del trabajo lo que va a determinar el valor del objeto” (De “Ciencia y teoría económica”-Editorial Diana-México 1981).
El punto de partida de la teoría del valor, que contempla la subjetividad de la demanda, está constituido por las "leyes de Gossen". Eduardo A. Zalduendo escribió al respecto: “En opinión de Jevons, Gossen es el verdadero iniciador de las teorías marginalistas, quien propuso, en un articulo publicado en 1854, tres principios básicos sobre el consumidor, que pueden sintetizarse así:
1- El placer que se logra con el consumo de una cantidad adicional de un bien disminuye hasta alcanzar la saciedad del consumidor, es decir, que toda necesidad disminuye en intensidad a medida que se satisface.
2- Una vez que una persona ha gastado todo su ingreso, la misma habrá maximizado su placer o satisfacción total solamente cuando el placer logrado con la última unidad de cada bien comprado, sea igual en todos los casos.
3- Un bien tiene un valor subjetivo y el valor subjetivo que se asigna a cada unidad adicional de un bien disminuye y llega a hacerse cero”.
(De “Breve Historia del Pensamiento Económico”-Macchi Grupo Editor SA-Buenos Aires 1998).
Carl Menger, junto con León Walras y Stanley Jevons, en forma independiente, fundamentan la teoria del valor subjetivo. El primero de ellos establece una tabla de necesidades y prioridades para hacer accesible su visión del proceso de asignación subjetiva del valor. Émile James escribió: "He aquí cómo se confecciona esta tabla. Se empieza por asignar un número a cada una de las principales necesidades: a la alimentación el número I, a la vivienda el número II, al vestido el número III, a la asistencia médica el número IV, al ornato el número V, a las distracciones el número VI, etc. Nosotros llegaremos hasta el número X".
"Se alinean horizontalmente estas necesidades, representadas por números romanos, y luego, bajo cada una de ellas, se colocan en columna una serie de números árabes que expresan los sucesivos grados de intensidad de sus manifestaciones y, a la vez, la importancia que damos a los bienes encargados de satisfacerlas. Como se supone que las necesidades son decrecientes a medida que van siendo satisfechas, los números que expresan los sucesivos grados de intensidad de las mismas serán decrecientes. Así, la necesidad de alimentación (la más importante) figura en primer lugar con el índice 10 y a continuación con índices menores; el índice máximo de la necesidad II es el número 9 y los índices que le siguen también son decrecientes".
"Es posible que ciertos bienes sean susceptibles de aplicación a diferentes tipos de necesidades. Tomemos aquí el ejemplo imaginado por Gide: el agua puede servir para calmar la sed, para lavarnos, para abrevar a los animales, para lavar nuestros vestidos o nuestra casa. Si perdemos una unidad cualquiera de nuestro stock de agua, renunciamos solamente a la satisfacción más débil que esperábamos del agua. Por lo tanto, el valor de uso de cualquiera de los cubos de agua que tenemos a nuestra disposición se determina por la utilidad marginal del agua, es decir, en el ejemplo indicado, por la utilidad del cubo de agua menos útil: el que se destina a fregar la casa". (De "Historia del pensamiento económico"-Aguilar SA de Ediciones-Madrid 1963).
En este caso, si se tiene una sola unidad de agua, se la destinará a la bebida personal (necesidad 10 en la tabla). Si se tienen 2 unidades de agua, se podrá satisfacer la necesidad de beber (necesidad 10) y también la de lavarnos (necesidad 9). Es decir, esta segunda unidad debe asignarse mediante una decisión o elección entre utilizarla para beber más agua o bien para satisfacer la siguiente necesidad. Como se ve, no es tan sencilla la interpretación de la tabla considerada.
Algunos autores aducen que la descripción anterior sólo contempla el comportamiento racional de los seres humanos, mientras que también existe el comportamiento irracional. Recordando que la tabla anterior de necesidades y prioridades ha de ser distinta para cada ser humano, también habrá tablas con necesidades y prioridades irracionales, manteniendo vigente la descripción anterior. Émile James agrega: "El razonamiento de Menger sólo tenía por objeto explicar esquemáticamente el mecanismo psicológico de la evaluación. No pretendía hacer una descripción positiva de la realidad porque, desde luego, cada uno de nosotros confecciona su propia «tabla de Menger» según sus gustos personales. Así, por ejemplo, en un intelectual, la necesidad de lectura es más importante que la de ornato y hasta, parcialmente, que las de vestido y de alimentación. En cambio, la lectura es la necesidad de último grado para un deportista o una coqueta".
Veamos ahora el caso de los intercambios, siendo el requisito a contemplar que tales intercambios beneficien a ambas partes intervinientes. Émile James escribió: "Supongamos dos campesinos, uno de los cuales posee un gran número de bueyes y ningún caballo, mientras el otro es dueño de muchos caballos, pero carece de bueyes. Está claro que el primero, al que le sobran bueyes, valora muy poco a estos y atribuye a los caballos de que está falto un valor considerable. Para el segundo las cosas suceden a la inversa".
"Por ello, el primer cambio de un buey por un caballo es muy ventajoso para las dos partes. El segundo cambio ya lo es un poco menos, puesto que ambas partes atribuyen algo menos de valor a lo que reciben y algo más a lo que dan. El intercambio durará hasta que cada una de las partes valore igualmente lo que da y lo que recibe".
viernes, 29 de agosto de 2025
La necesidad de despreciar y de odiar
Cuando, de alguna manera, alguien se siente disminuido o perdedor, le surge cierta necesidad de despreciar a los demás, o bien a algún sector de la sociedad, o de la humanidad, tratando de compensar su poca confortable realidad. Así, el nacionalista trata de menospreciar a quienes pertenecen a otras nacionalidades, el racista a quienes pertenecen a otras etnias, el "aristócrata" a las clases sociales inferiores, etc. En estos casos, adoptan una postura de cierta superioridad respecto a quienes desprecian.
En el caso de los socialistas, les surge la necesidad de mostrar cierta superioridad ética, si bien tal actitud se fundamenta en su deseo de repartir riquezas ajenas, nunca de la propia; aunque tal engaño puede darles alguna tranquilidad de conciencia. Otros socialistas, por el contrario, se ubican en una posición en que predomina la sensación de inferioridad económica y surge en ellos una envidia insoportable respecto de la burguesía, como una forma de odio de clase, que da lugar a la "lucha de clases", que es la denominación socialista de la antigua y tradicional envidia.
Se siente envidia por quienes poseen lo que uno desea y no puede alcanzar, especialmente cuando se trata de cuestiones materiales o cuestiones de poder. De ahí que la prédica marxista y peronista sean anti-burguesas o anti-empresariales. A veces se trata de apaciguar el fuerte descontendo huyendo hacia una falsa espiritualidad concretada mediante la búsqueda aparente de una vida sencilla, delatando verbalmente, a cada instante, el odio sectorial hacia los que más poseen.
La envidia socialista puede advertirse en el siguiente caso, ocurrido en Francia, mencionado por Vincent de Gaulejac, autor del siguiente artículo:
UN EJEMPLO DE NEUROSIS DE CLASE
Este ejemplo permite ilustrar de qué manera las contradicciones sociales (en este caso los antagonismos de clase) se reflejan en un conflicto psicológico para provocar una neurosis de clase.
François es un ingeniero que conocimos en un momento de su vida en el que se encontraba preparando un doctorado de tercer ciclo de Economía. Estudiante brillante pero reservado, o casi inhibido, aparentaba ser un joven ejecutivo (28 años) exitoso desde todo punto de vista. Sin embargo, su manera de ser y sus intervenciones expresaban una violencia contenida y una rebeldía profunda. Nos contó su historia a partir de un dibujo sobre el tema "la historia de mi vida".
François es hijo de un obrero, militante activo del Partido Comunista y en la CGT durante cuarenta años. Por un lado, su padre le ha inculcado "el odio hacia los financistas y los burgueses incapaces", y por otro "la admiración por las personas inteligentes que llegan al poder", en particular las que han estudiado en el Politécnico. El padre desea que su hijo logre, mediante sus estudios, mostrar su inteligencia y llegar al poder. Al mismo tiempo, combate a los burgueses que ocupan dicho poder.
François vive ese doble mensaje como una contradicción irreductible, que se traducirá en una escolaridad a la vez brillante y difícil: es bueno en matemática, pero nunca es el mejor. Sin embargo, detesta esa materia que lo obliga a entrar en un marco lógico cerrado, rígido, en un "orden establecido". Por el contrario, le gusta el francés, materia en la que su desempeño es regular. Incapaz de concentrarse en un tema, comienza una frase que asocia con otra, dejando fluir su pensamiento, lo que hace que su discurso sea desordenado e incomprensible. Sus profesores le corrigen sistemáticamente esa falencia, con el comentario al margen de "fuera de tema". Eso no le impide, sin embargo, pasar sus exámenes y preparar su ingreso al Politécnico, al que no logra entrar. Simultáneamente entra al Partido Comunista.
Como él mismo dice, entra luego al Politécnico "por influencia del suegro". En efecto, François se casa con Isabelle, una muchacha de la clase burguesa (departamento de 16 habitaciones en un barrio burgués de París, casa de campo en las afueras, casa en la Costa Azul, casa de los abuelos en Deauville, cargo importante de su suegro que es egresado del Politécnico, etc.). No sólo los padres de François están satisfechos con este matrimonio, sino que desean que su nieto (hijo de Isabelle y de François) sea educado por la familia política a fin de que le den "una buena educación".
François sufre dolorosamente esa posición de sus padres. Como no puede proponerle a su mujer "que vivan en un departamento barato", acepta y sufre sin decir nada, pero sintiéndose mal, "todo el engranaje del departamento en París, los fines de semana en el campo, las vacaciones con la familia de su mujer, etc.". Él reprocha a su padre el haber aceptado y favorecido esa situación, no sólo porque no se opuso, sino porque lo felicitó: "Bravo, hijo, lo has logrado", sin ver la contradicción en la que este se encontraba atrapado. A partir de estos elementos vemos aparecer un guión sociopsicológico que produce una situación de tipo neurótico.
Al principio, una familia de clase obrera insiste en el deseo de cambiar el orden social a través de la lucha de clases, deseando a la vez para sus hijos otro lugar dentro de ese orden. Para realizar las aspiraciones paternas, François debe ingresar al Politécnico para demostrar que los obreros son tan inteligentes como los burgueses, pero, al hacerlo, él mismo se convierte en un burgués y pasa del lado de estos, que son responsables de la "vida de perros" que han llevado sus padres. Para satisfacer el deseo paterno, para ser amado, él debe convertirse en lo que sus padres le ordenaron detestar. (De "Neurosis de clase"-Editorial Del Nuevo Extremo SA-Buenos Aires 2013).
El problema descripto se debe a la absurda costumbre de considerar a las personas, no como individuos únicos y diferentes, sino uniformándolos como integrantes muy semejantes entre sí de determinada clase social. El otro absurdo consiste en asociar todos los defectos a una de esas clases y todas las virtudes a la otra. Este es, en esencia, el absurdo del marxismo, ideología que provoca inconvenientes cada vez que se la toma en serio.
En el caso de los socialistas, les surge la necesidad de mostrar cierta superioridad ética, si bien tal actitud se fundamenta en su deseo de repartir riquezas ajenas, nunca de la propia; aunque tal engaño puede darles alguna tranquilidad de conciencia. Otros socialistas, por el contrario, se ubican en una posición en que predomina la sensación de inferioridad económica y surge en ellos una envidia insoportable respecto de la burguesía, como una forma de odio de clase, que da lugar a la "lucha de clases", que es la denominación socialista de la antigua y tradicional envidia.
Se siente envidia por quienes poseen lo que uno desea y no puede alcanzar, especialmente cuando se trata de cuestiones materiales o cuestiones de poder. De ahí que la prédica marxista y peronista sean anti-burguesas o anti-empresariales. A veces se trata de apaciguar el fuerte descontendo huyendo hacia una falsa espiritualidad concretada mediante la búsqueda aparente de una vida sencilla, delatando verbalmente, a cada instante, el odio sectorial hacia los que más poseen.
La envidia socialista puede advertirse en el siguiente caso, ocurrido en Francia, mencionado por Vincent de Gaulejac, autor del siguiente artículo:
UN EJEMPLO DE NEUROSIS DE CLASE
Este ejemplo permite ilustrar de qué manera las contradicciones sociales (en este caso los antagonismos de clase) se reflejan en un conflicto psicológico para provocar una neurosis de clase.
François es un ingeniero que conocimos en un momento de su vida en el que se encontraba preparando un doctorado de tercer ciclo de Economía. Estudiante brillante pero reservado, o casi inhibido, aparentaba ser un joven ejecutivo (28 años) exitoso desde todo punto de vista. Sin embargo, su manera de ser y sus intervenciones expresaban una violencia contenida y una rebeldía profunda. Nos contó su historia a partir de un dibujo sobre el tema "la historia de mi vida".
François es hijo de un obrero, militante activo del Partido Comunista y en la CGT durante cuarenta años. Por un lado, su padre le ha inculcado "el odio hacia los financistas y los burgueses incapaces", y por otro "la admiración por las personas inteligentes que llegan al poder", en particular las que han estudiado en el Politécnico. El padre desea que su hijo logre, mediante sus estudios, mostrar su inteligencia y llegar al poder. Al mismo tiempo, combate a los burgueses que ocupan dicho poder.
François vive ese doble mensaje como una contradicción irreductible, que se traducirá en una escolaridad a la vez brillante y difícil: es bueno en matemática, pero nunca es el mejor. Sin embargo, detesta esa materia que lo obliga a entrar en un marco lógico cerrado, rígido, en un "orden establecido". Por el contrario, le gusta el francés, materia en la que su desempeño es regular. Incapaz de concentrarse en un tema, comienza una frase que asocia con otra, dejando fluir su pensamiento, lo que hace que su discurso sea desordenado e incomprensible. Sus profesores le corrigen sistemáticamente esa falencia, con el comentario al margen de "fuera de tema". Eso no le impide, sin embargo, pasar sus exámenes y preparar su ingreso al Politécnico, al que no logra entrar. Simultáneamente entra al Partido Comunista.
Como él mismo dice, entra luego al Politécnico "por influencia del suegro". En efecto, François se casa con Isabelle, una muchacha de la clase burguesa (departamento de 16 habitaciones en un barrio burgués de París, casa de campo en las afueras, casa en la Costa Azul, casa de los abuelos en Deauville, cargo importante de su suegro que es egresado del Politécnico, etc.). No sólo los padres de François están satisfechos con este matrimonio, sino que desean que su nieto (hijo de Isabelle y de François) sea educado por la familia política a fin de que le den "una buena educación".
François sufre dolorosamente esa posición de sus padres. Como no puede proponerle a su mujer "que vivan en un departamento barato", acepta y sufre sin decir nada, pero sintiéndose mal, "todo el engranaje del departamento en París, los fines de semana en el campo, las vacaciones con la familia de su mujer, etc.". Él reprocha a su padre el haber aceptado y favorecido esa situación, no sólo porque no se opuso, sino porque lo felicitó: "Bravo, hijo, lo has logrado", sin ver la contradicción en la que este se encontraba atrapado. A partir de estos elementos vemos aparecer un guión sociopsicológico que produce una situación de tipo neurótico.
Al principio, una familia de clase obrera insiste en el deseo de cambiar el orden social a través de la lucha de clases, deseando a la vez para sus hijos otro lugar dentro de ese orden. Para realizar las aspiraciones paternas, François debe ingresar al Politécnico para demostrar que los obreros son tan inteligentes como los burgueses, pero, al hacerlo, él mismo se convierte en un burgués y pasa del lado de estos, que son responsables de la "vida de perros" que han llevado sus padres. Para satisfacer el deseo paterno, para ser amado, él debe convertirse en lo que sus padres le ordenaron detestar. (De "Neurosis de clase"-Editorial Del Nuevo Extremo SA-Buenos Aires 2013).
El problema descripto se debe a la absurda costumbre de considerar a las personas, no como individuos únicos y diferentes, sino uniformándolos como integrantes muy semejantes entre sí de determinada clase social. El otro absurdo consiste en asociar todos los defectos a una de esas clases y todas las virtudes a la otra. Este es, en esencia, el absurdo del marxismo, ideología que provoca inconvenientes cada vez que se la toma en serio.
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