Si alguien, en forma independiente de toda formación religiosa, adopta la sana predisposición a compartir penas y alegrías ajenas como propias, cumple con el mandamiento cristiano del "Amarás al prójimo como a ti mismo", que ya aparece perdido en alguna parte del Antiguo Testamento. Cuando Cristo afirma que "no vine por los justos sino por los pecadores", tiene en cuenta la posibilidad de que existan justos fuera de toda influencia religiosa, por cuanto los justos han adoptado una accesible ética natural, que es justamente la ética bíblica.
Si la ética bíblica es esencialmente coincidente con lo que desde la psicología se denomina "empatía emocional", no parece necesario que un conocimiento tan accesible e inmediato requiera de una revelación por parte del Dios Creador, ya que la empatía emocional, fundamentada desde la neurociencia por las neuronas espejo, implica la existencia de una ley natural que rige el comportamiento humano. Esta empatía es, seguramente, la ley natural más importante para asegurar la supervivencia plena de todo individuo y de la humanidad, en vista a una adaptación al orden natural.
El orden natural impone a los seres humanos la necesidad de desarrollar todas nuestras habilidades mentales como un precio impuesto a cambio de nuestra supervivencia. Además, si para adaptarnos a dicho orden deberíamos aprender una serie de complicados planteos propuestos por teólogos y filósofos, tal como en la actualidad se estila, poco eficaz será tal proceso, y el caos moral será la consecuencia inmediata.
Este planteo es esencialmente la postura adoptada desde la religión natural, que busca fundamentar las prédicas cristianas para afianzar el proceso de adaptación mencionado. Sin embargo, algunos autores católicos, denigran a la religión natural bajo el nombre genérico de "naturalismo", por cuanto resulta evidente que interpretan el amor al prójimo como algo distinto a la empatía emocional. Así, Jean Ousset escribió: "El naturalismo, hijo de la herejía, es mucho más que una herejía; es el puro anticristianismo. La herejía niega uno o varios dogmas, el naturalismo niega que haya dogmas o que pueda haberlos. La herejía deforma más o menos las revelaciones divinas; el naturalismo niega que Dios sea revelador. La herejía arroja a Dios de tal o cual parte de su reino; el naturalismo lo elimina del mundo y de la creación. Por eso dice el Concilio, de este error odioso, que «contradice por completo a la religión cristiana»". "Naturalismo, pues: pecado fundamental" (De "Para que él reine"-Speiro-Madrid 1972)
Desde el catolicismo se considera al amor al prójimo como algo "sobrenatural", ya que tal actitud implica cierto desprecio por todo lo que implique "naturalismo". Incluso, al reemplazar el "amor al prójimo" por la palabra "caridad", tienden a alejar de todo individuo un principio tan importante para una efectiva mejora ética individual. La palabra "caridad" suena, muchas veces, como una acción de dar limosna al necesitado para que Dios vea tal acción y nos conceda la vida eterna. Leemos en la Enciclopedia Católica: "La caridad puede definirse popularmente como el hábito, deseo o acto de aliviar las necesidades físicas, mentales, morales o espirituales de sus semejantes".
En lugar de difundir los Evangelios, la Iglesia ha ido reemplazando el mensaje original mediante una serie de dogmas que opacan a la ética bíblica original. Así, en lugar de difundir lo que Cristo dijo a los hombres, intensifican lo que los hombres dicen sobre Cristo. Entre los dogmas católicos aparecen los destinados a la Virgen María, mientras que en los Evangelios la madre de Jesús casi no aparece. De ahí que cabe la siguiente simplificación:
Catolicismo = Evangelios + Dogmas
Si algunos ideólogos católicos observan a la religión natural con tanto desprecio, aun cuando la religión natural busque ser compatible con las leyes naturales existentes, que son esencialmente las leyes de Dios, predisponen a que surja desde la religión natural una actitud similar. Así, resulta evidente, y más aún en esta época en que muchos sectores católicos predican abiertamente el marxismo, que el catolicismo es un serio impedimento para la universalización de la ética natural, o ética bíblica. Además de impedir tal proceso, se oponen férreamente a que otros lo permitan.
Si se asocia a los dogmas católicos atributos similares a las leyes naturales invariantes, es decir, de validez independiente del tiempo y del espacio, se niega la posibilidad de cambio, por lo que la denominada Segunda Venida sería innecesaria. Si, además, existe una "infalibilidad papal", estaría demás un cambio futuro. Sin embargo, resulta evidente que los conflictos actuales requieren de una mejora ética generalizada, aunque para muchos parece que lo más importante no es la seguridad o la integridad personal de los seres humanos, sino la vigencia de ciertos dogmas surgidos de mentes y voluntades humanas.
domingo, 29 de junio de 2025
sábado, 28 de junio de 2025
Fidel Castro y la religión
Existen diversas interpretaciones del Nuevo Testamento, siendo la principal la de la Iglesia Católica. También existen otras diferentes que son consideradas heréticas por dicha institución. Pero de todas las interpretaciones, surgirá alguna que produzca mejores resultados que las demás. Como en los Evangelios ya viene en forma explícita la prioridad original, tal el cumplimiento de los mandamientos éticos, como el "Amarás al prójimo como a ti mismo", sería oportuno tenerla presente apuntando a una unificación de criterios. De esa forma se advertirían las verdaderas herejías respecto de esa prioridad cristiana original.
Si bien existe en el ámbito familiar la propiedad común a todos los integrantes del grupo, la idea comunista implica expandir tal propiedad común a toda la sociedad y a toda la humanidad. Sin embargo, debe tenerse presente que en una familia, antes que surja el vínculo propietario, existe un vínculo afectivo. De ahí que lo que debe expandirse hacia la sociedad y a toda la humanidad no es la condición de propietarios, o socios, sino la actitud ética por la cual debemos llegar a alcanzar la predisposición a compartir penas y alegrías ajenas como propias.
Como esta predisposición ideal no siempre se logra, incluso cuando alguien la logra, muchas veces no podrá compartir tales estados emocionales ajenos por cuanto esas personas no dan motivos para que ello ocurra. Es por ello que una comunidad de personas compartiendo "la propiedad común" implica que todos estarán atados a los demás como si estuvieran con cadenas que restringen hasta un mínimo de libertad. De ahi que el "comunismo cristiano" sea la peor de las herejías, pecisamente porque sus resultados son pésimos.
Se menciona a continuación una entrevista a Loris Zanatta:
FIDEL CASTRO COMO JESUITA HISPÁNICO
Por Pablo S. Otero
En una entrevista con La Prensa, el historiador italiano Loris Zanatta destaca la influencia que tuvo la Compañía de Jesús en las ideas del jefe revolucionario. Repasa también su interpretación cristiana del comunismo y las similitudes con el peronismo.
"La fe de un cristiano y la fe de un revolucionario no se pueden simular. Quien traiciona al pobre, traiciona a Cristo. Yo pienso que se puede ser marxista sin dejar de ser cristiano y trabajar unido con el comunista marxista para transformar el mundo", reflexionaba Fidel Castro allá por el año 1985 en pleno mundo bipolar.
El líder cubano fue comunista, es verdad, pero... ¿qué comunismo practicaba? ¿De que materiales intelectuales y espirituales estaba hecho el comunismo de un hombre que creció inmerso en un mundo plasmado por la catolicidad hispánica? ¿Qué visión del mundo tenía, qué sistema de valores? ¿Cuál era el horizonte al que aspiraba?
Un apasionante tema que aborda de manera rigurosa el historiador italiano Loris Zanatta. Gran conocedor de América latina, del fenómeno populista y en especial del peronismo (al cual le dedicó valiosos libros e innumerables visitas a nuestro país), Zanatta presentó recientemente su último trabajo Fidel Castro: el último rey católico (Edhasa, 509 páginas) en el cual plasmó una investigación de más de cuatro años basada en una extensa bibliografía y en una lectura minuciosa de la casi totalidad de los discursos del revolucionario cubano.
Desde su casa en Bolonia, al norte de Italia, y a pocos días de la finalización del invierno europeo, Loris Zanatta dialogó -vía zoom- con La Prensa sobre su atrapante libro.
-¿Cómo fue la niñez de Fidel Castro?
-Fue un niño crecido en una familia poderosa y de mucho dinero. Su padre fue un gran propietario de tierras. Sin embargo, no era una familia burguesa, era una familia de campesinos gallegos con sus típicas costumbres. Pero con el dinero podía ir a la escuela de la elite. Esta psicología, antes que la ideología anti-burguesa, tiene este origen. Era un niño al que le tomaban el pelo porque estaba con otros chicos de la elite sin ser burgués. Era un campesino de familia española. Años después se vengó...con todo.
EN FAMILIA
-¿Y su formación religiosa?
-Desde los 8 años hasta el ingreso a la universidad fue un interno en colegios jesuitas, la Compañía de Jesús fue su familia. En su casa en el campo, en Oriente, volvía sólo los veranos. Y su familia, como dicen ustedes en Argentina, "no le daba mucha bola". Él mismo dijo que los jesuitas fueron su familia. A pesar de ser un hombre medianamente culto, pero inteligente, absorbía lo que estudiaba. No cabe la menor duda que durante toda su vida el libro que más lo influenció y que más conocía a fondo fue la Sagrada Escritura.
-¿Cuáles serían las características que Fidel heredó de los jesuitas?
-Según los lugares de formación, la época o la psicología, no todos los jesuitas están hechos con el mismo molde. La conclusión a la que yo llego es que Fidel fue un jesuita hispánico que viene de una formación integrista. La característica es la de un comunista que ve el comunismo como la antigua utopía cristiana. Es decir, el comunismo de los orígenes que ya está en los profetas del Antiguo Testamento y atraviesa toda la historia del mundo occidental. Es la idea de la restauración del Reino de Dios en la tierra y un rechazo a los elementos fundantes de la modernidad occidental como el individuo, la propiedad privada y el comercio. Todas estas cosas representan el mal y la corrupción del Reino de Dios en la tierra. Y es ahí, frente al pecado, que el jesuita hispánico aparece con su misión de redención. O de Revolución que es la palabra secular para decir redención. Esa será, en definitiva, la misión en la vida de Fidel. No tengo dudas de que él pensaba seguir el camino de Jesucristo. La historia tiene una finalidad y esa es la redención.
-Según se desprende de su libro, esa misión de Fidel se ve reflejada sobre todo en su léxico.
-Totalmente. Él tiene un discurso típico de un cristiano antiguo e hispánico. Los jesuitas que lo formaron eran falangistas y venían de una tradición del nacional catolicismo. Y efectivamente Fidel Castro hereda del nacional catolicismo la idea de la Nación como comunidad política y como comunidad de fe, una sola cosa. La España de la Reconquista que ha restaurado la pureza de sangre y eliminado la pluralidad étnica, cultural y religiosa.
-Ingresando al tema de la Revolución Cubana de 1959, ¿por qué la compara usted con la Revolución de nuestro país del 4 de junio de 1943?
-La similitud entre ambos está en el hecho que en Cuba la Revolución representó el rescate, la venganza de la Nación Católica y de la Cuba hispánica, rural, del Oriente cubano contra el occidente secular, liberal y capitalista influenciado por Estados Unidos. Y en ese sentido, el paralelismo con el 43 argentino. Ahí también era la idea de que la Argentina católica volvía a triunfar sobre la Argentina liberal y la echaba. El puerto era derrotado por el Gran Buenos Aires, por el interior.
LA IGLESIA
-¿La Iglesia cubana celebró la Revolución de Castro?
-Sí, justamente porque la consideró que era un rescate de la tradición católica. Una frase que lo resume todo fue la del arzobispo de Cuba que dijo: "La Divina Providencia ha escrito en el cielo de Cuba la palabra triunfo". Además, no hay que olvidar que la Iglesia y los militantes de Acción Católica participaron durante todo el Movimiento Revolucionario. Ejemplos: la mujer de Raúl Castro, Vilma Espín, o Celia Sánchez, una de las colaboradoras más cercanas de Fidel, eran militantes católicas.
-¿Los curas y los obispos se equivocaron?
-No, lo que pasa es que ellos en su gran mayoría eran españoles, faltaba un clero nacional, y tenían esa idea de la restauración de un orden cristiano que estaba todavía vinculado con los modelos corporativos de tipo fascista.
-¿Entonces por qué Fidel optó por el comunismo?
-Lo que pasó es que en el mundo de fines de los años '50 y principio de los '60 ya el fascismo no era una opción, había sido derrotado en la Segunda Guerra Mundial, sobrevivían algunos, pero como herencia del pasado. El nuevo gran modelo antiliberal y anticapitalista en el mundo era el comunismo soviético, que también tiene una raíz cristiana, digamos el comunismo universal, como dijimos al principio. Se trata, además, de una dimensión pragmática, geopolítica y una de naturaleza ideológica. La pragmática es evidente, hay guerra fría. El mismo Fidel Castro estaba muy consciente de esto y él mismo lo dijo, que de haber triunfado la Revolución cubana en 1953, cuando fue el asalto al cuartel Moncada, la revolución no podría haber sobrevivido porque nadie habría podido protegerla. Ahora en 1959 es diferente, el equilibrio estratégico en el mundo ha cambiado.
-¿Y la dimensión ideológica?
-Tiene que ver con que Fidel Castro, como decenas de miles de militantes católicos, vive una transición ideológica. Muchos se formaron con el odio al liberalismo y al capitalismo, y por lo tanto a Estados Unidos, y a medida que crecieron se dieron cuenta que el modelo fascista no era más viable y que tampoco respondía a las necesidades de las sociedades de masas modernas. Por lo tanto, él mismo fue evolucionando hacia la ideología comunista, leyó a Lenin y Marx. Lo que pasa es que los leyó desde un filtro de su cristianismo hispánico y vio que finalmente se podía interpretar a Lenin o Marx a la luz del cristianismo hispánico, que la utopía comunista era una utopía cristiana. En un diálogo con el padre dominico brasileño Frai Betto, Fidel le dice: "Si la Iglesia hiciera un Estado lo haría como el nuestro". Era claro que era al revés, era él que había creado un Estado que tenía finalmente la Iglesia y el cristianismo como su inspiración. Pero su ego le impedía ver eso.
-¿Se puede afirmar que la elección por el comunismo fue más una cuestión de época que de ideología?
-Claro, yo siempre digo, medio en broma porque no se puede demostrar, que de haber nacido 15 años antes Fidel Castro habría sido el José Antonio Primo de Rivera cubano. O que de llegar al poder no en 1959 sino en los años '30 habría creado un orden corporativo tipo fascista, porque ese era el modelo del antiliberalismo universal.
-¿Cómo fue la relación del régimen con la Iglesia Católica?
-En un primer momento hubo una represión violenta. Algo común a todos los regímenes totalitarios como fundadores de nuevas religiones. Chocan con la Iglesia porque no hay espacio para dos instituciones eclesiásticas o para dos religiones en el mismo espacio. Pero la generación sucesiva, expulsados los miembros españoles del episcopado, entendió perfectamente que esto que se había creado en Cuba era una "herejía" pero que venía de la entraña del cristianismo, sin duda. La iglesia comienza a darse cuenta que el régimen con sus valores (Estado ético, santa pobreza, unanimismo, corporativismo, etc.) es hijo suyo. Ya en los años sesenta, el nuncio apostólico celebra este orden. El padre jesuita Arrupe (superior general de la Compañía de Jesús entre 1965 y 1983) nunca dudó de que Fidel Castro pertenecía a la familia jesuita y más con el final de la guerra fría. Claro que la iglesia quería libertad de acción para ella, como institución, y ello fue fuente de conflicto. Pero pese a esto, el régimen cubano se puede cristianizar. Tiene ya en embrión, la simiente de un orden cristiano. Mucho peor sería que caiga el régimen castrista y se instaure un orden material y capitalista. Para evitar ese gran peligro se creó un modus vivendi con el régimen que funcionó bien y que continúa hasta hoy.
-¿Cómo evolucionó esa convivencia tras la caída de la Unión Soviética?
-El régimen cubano se vuelve cada vez más un miembro de la familia nacional popular. Repito...un hereje pero en familia. Todos en la familia tenemos un miembro un poco raro pero sabemos que es nuestro familiar.
-¿Con el papa Francisco la Iglesia se reconcilió totalmente con el castrismo?
-En la perspectiva de Francisco, se evidencia en el libro que escribió sobre el viaje de Juan Pablo II a Cuba en 1998, su preocupación era que la ideología comunista marxista del régimen corrompiera la cultura francamente cristiana del pueblo cubano. Pero especialmente con el final de la guerra fría y el peligro de que triunfe en el mundo el paradigma tecnocrático -como él lo llama- el liberalismo, el neoliberalismo. Yo no dudo, y se entiende por sus palabras, que Francisco ve en el castrismo un régimen que finalmente no perdió la identidad cristiana del pueblo y que por lo tanto forma parte de la gran familia de los fenómenos nacionales populares latinoamericanos. A él no le interesa demasiado el tipo de régimen político. Los rasgos comunes de los grandes populismos latinoamericanos (peronismo, castrismo, chavismo) son precisamente el unanimismo: el pueblo es uno, la fusión entre poder político y poder espiritual.
-¿Cómo imagina que habrá sido para Fidel, por su formación, declararse ateo?
-El terminó declarándose ateo porque este tipo de personajes se sienten fundadores de religiones. El fundó una nueva religión y por eso él llega a decir que "el 90% de la ideología revolucionaria cubana coincide con el cristianismo". Es obvio que le falta un poco de autoconciencia. Está convencido de haber creado una nueva religión que se parece mucho al cristianismo. Es más, el cristianismo se parece mucho a su religión. Pero como le ha pasado a muchos en la historia, lo que él hace es secularizar la enseñanza de la religión católica así como él la aprendió. Crea una religión política, seculariza el mensaje de la religión católica, en sentido profético, y lo transforma en un régimen político. Es bastante coherente, no importa que diga si cree en Dios, porque él es el nuevo sacerdote, el fundador de la religión. Aunque al final de su vida vuelve un poco a sus orígenes cuando teoriza que la "salvación llegaría con la unidad de todas las religiones contra el enemigo (el mundo secular occidental)".
-¿Este último Fidel, entonces, no se ha alejado demasiado del primer Fidel pre revolucionario?
-No se distanció mucho. Si bien hubo épocas en que se entusiasmó más con el materialismo científico, pero la verdad es que no se transformó nunca en una materialista científico. Los verdaderos materialistas científicos de los países del este europeo se agarraban de los pelos y decían (como Kruschev): "este es un español". En los '70 y los '80 adoptó un lenguaje más marxista, pero finalmente su formación lo ganó.
LOS VÍNCULOS CON EL PERONISMO
-¿Cómo fue la relación de Fidel Castro con el peronismo?
-Hubo una influencia directa. El joven Fidel Castro conoció el peronismo, tuvo contacto con la embajada argentina de Perón en Cuba. Y fue algo natural, porque el peronismo fue un movimiento antiliberal, anticapitalista, nacional y popular y además tenía un proyección panlatina hemisférica. La patria grande, un mito fundamental para el castrismo. Todos los elementos típicos de la tradición ilustrada y racionalista que vienen de Europa occidental o de Estados Unidos -como los principios de pluralidad, de individualidad, de libertad, de separación entre esfera política y religiosa, o entre la pública y privada- le son extraños y enemigos. Y en contra de esas amenazas, consideran al pueblo como una comunidad homogénea y a la nación como una comunidad de fe. En definitiva, la política se transforma en una guerra de religión. "Nosotros contra ellos"...los cubanos o los argentinos contra el antipueblo. De ahí la pulsión a monopolizar totalmente el poder. Fidel Castro lo logró entre otras cosas porque conquistó el poder con las armas, Perón tuvo que amoldarse a una situación diferente a la que habría preferido porque tuvo que pasar por elecciones.
-El peronismo, al igual que el castrismo, se presentaba como el verdadero cristianismo....
-No es casualidad que uno de los mayores ideólogos de Perón fue el padre Hernán Benítez que también era jesuita. Si uno lo lee, su manera de interpretar el peronismo es como un verdadero cristianismo. Lo mismo que dice un peronista como Leopoldo Marechal cuando visitó Cuba: "Ahí ví el verdadero orden evangélico". También lo sostiene Ernesto Cardenal y todos los teólogos de la liberación cuando van a Cuba. El reino de Dios en la tierra restaurado. Miembros de la misma familia, sin duda.
-Una anécdota rescatada por usted sería el mejor ejemplo para entender esta relación.
-Así es.. un viejo compañero de Fidel del colegio de los jesuitas narra (en un libro escrito en inglés) su visita a Cuba después de la revolución. Y cuenta que vio en la mesa de luz de Castro dos libros y el que estaba más gastado y que usaba para inspirarse era el de los discursos de Perón. No sorprende, porque el lenguaje y el mensaje son similares. Fidel, además, siempre mantuvo relación con el peronismo hasta lo invitó a Perón a mudarse a Cuba. Pero Perón la transición del antiliberalismo-fascista al antiliberalismo-comunista no la cumplió nunca.
ESTADO ÉTICO Y SANTA POBREZA
-Según surge de su investigación, la herencia católica de Castro queda plasmada en dos características principales que implantó a su régimen. Uno es el Estado Etico y otro la Santa Pobreza.
-Exactamente y de ahí el título del libro El último rey católico. En el orden pre-liberal y pre-ilustrado la función del poder era castigar los herejes, convertir y catequizar a la población. Los reyes católicos tenían que combatir a los paganos y difundir la única verdad. La idea es que el Estado tiene esta función: catequizar y combatir. La cruz y la espada. Fidel Castro utiliza todos los recursos del Estado para hacer esto. El Estado ético tiene una religión, una fe, una ideología y tiene el deber de difundirla. En el liberalismo, en cambio, el Estado es neutral.
-¿Y en cuanto a la santa pobreza?
-También es una idea que viene de aquel orden pre-liberal y sostiene que el hombre en estado de naturaleza, en estado salvaje, es inocente, puro, feliz y vive en armonía. La prosperidad, el dinero, el comercio y la propiedad lo corrompen moralmente. Entonces, la pobreza es santa porque el hombre pobre se mantiene puro, más cercano a Dios. Fidel Castro tras el intento de modernizar Cuba, cuando comienza a constatar el fracaso estruendoso de la economía vuelve a este origen evangélico: la pobreza como superioridad moral. Mejor pobres y puros que prósperos e impuros. Tiene una lectura de la prosperidad como una amenaza a la pureza moral del individuo.
(De www.laprensa.com.ar)
Si bien existe en el ámbito familiar la propiedad común a todos los integrantes del grupo, la idea comunista implica expandir tal propiedad común a toda la sociedad y a toda la humanidad. Sin embargo, debe tenerse presente que en una familia, antes que surja el vínculo propietario, existe un vínculo afectivo. De ahí que lo que debe expandirse hacia la sociedad y a toda la humanidad no es la condición de propietarios, o socios, sino la actitud ética por la cual debemos llegar a alcanzar la predisposición a compartir penas y alegrías ajenas como propias.
Como esta predisposición ideal no siempre se logra, incluso cuando alguien la logra, muchas veces no podrá compartir tales estados emocionales ajenos por cuanto esas personas no dan motivos para que ello ocurra. Es por ello que una comunidad de personas compartiendo "la propiedad común" implica que todos estarán atados a los demás como si estuvieran con cadenas que restringen hasta un mínimo de libertad. De ahi que el "comunismo cristiano" sea la peor de las herejías, pecisamente porque sus resultados son pésimos.
Se menciona a continuación una entrevista a Loris Zanatta:
FIDEL CASTRO COMO JESUITA HISPÁNICO
Por Pablo S. Otero
En una entrevista con La Prensa, el historiador italiano Loris Zanatta destaca la influencia que tuvo la Compañía de Jesús en las ideas del jefe revolucionario. Repasa también su interpretación cristiana del comunismo y las similitudes con el peronismo.
"La fe de un cristiano y la fe de un revolucionario no se pueden simular. Quien traiciona al pobre, traiciona a Cristo. Yo pienso que se puede ser marxista sin dejar de ser cristiano y trabajar unido con el comunista marxista para transformar el mundo", reflexionaba Fidel Castro allá por el año 1985 en pleno mundo bipolar.
El líder cubano fue comunista, es verdad, pero... ¿qué comunismo practicaba? ¿De que materiales intelectuales y espirituales estaba hecho el comunismo de un hombre que creció inmerso en un mundo plasmado por la catolicidad hispánica? ¿Qué visión del mundo tenía, qué sistema de valores? ¿Cuál era el horizonte al que aspiraba?
Un apasionante tema que aborda de manera rigurosa el historiador italiano Loris Zanatta. Gran conocedor de América latina, del fenómeno populista y en especial del peronismo (al cual le dedicó valiosos libros e innumerables visitas a nuestro país), Zanatta presentó recientemente su último trabajo Fidel Castro: el último rey católico (Edhasa, 509 páginas) en el cual plasmó una investigación de más de cuatro años basada en una extensa bibliografía y en una lectura minuciosa de la casi totalidad de los discursos del revolucionario cubano.
Desde su casa en Bolonia, al norte de Italia, y a pocos días de la finalización del invierno europeo, Loris Zanatta dialogó -vía zoom- con La Prensa sobre su atrapante libro.
-¿Cómo fue la niñez de Fidel Castro?
-Fue un niño crecido en una familia poderosa y de mucho dinero. Su padre fue un gran propietario de tierras. Sin embargo, no era una familia burguesa, era una familia de campesinos gallegos con sus típicas costumbres. Pero con el dinero podía ir a la escuela de la elite. Esta psicología, antes que la ideología anti-burguesa, tiene este origen. Era un niño al que le tomaban el pelo porque estaba con otros chicos de la elite sin ser burgués. Era un campesino de familia española. Años después se vengó...con todo.
EN FAMILIA
-¿Y su formación religiosa?
-Desde los 8 años hasta el ingreso a la universidad fue un interno en colegios jesuitas, la Compañía de Jesús fue su familia. En su casa en el campo, en Oriente, volvía sólo los veranos. Y su familia, como dicen ustedes en Argentina, "no le daba mucha bola". Él mismo dijo que los jesuitas fueron su familia. A pesar de ser un hombre medianamente culto, pero inteligente, absorbía lo que estudiaba. No cabe la menor duda que durante toda su vida el libro que más lo influenció y que más conocía a fondo fue la Sagrada Escritura.
-¿Cuáles serían las características que Fidel heredó de los jesuitas?
-Según los lugares de formación, la época o la psicología, no todos los jesuitas están hechos con el mismo molde. La conclusión a la que yo llego es que Fidel fue un jesuita hispánico que viene de una formación integrista. La característica es la de un comunista que ve el comunismo como la antigua utopía cristiana. Es decir, el comunismo de los orígenes que ya está en los profetas del Antiguo Testamento y atraviesa toda la historia del mundo occidental. Es la idea de la restauración del Reino de Dios en la tierra y un rechazo a los elementos fundantes de la modernidad occidental como el individuo, la propiedad privada y el comercio. Todas estas cosas representan el mal y la corrupción del Reino de Dios en la tierra. Y es ahí, frente al pecado, que el jesuita hispánico aparece con su misión de redención. O de Revolución que es la palabra secular para decir redención. Esa será, en definitiva, la misión en la vida de Fidel. No tengo dudas de que él pensaba seguir el camino de Jesucristo. La historia tiene una finalidad y esa es la redención.
-Según se desprende de su libro, esa misión de Fidel se ve reflejada sobre todo en su léxico.
-Totalmente. Él tiene un discurso típico de un cristiano antiguo e hispánico. Los jesuitas que lo formaron eran falangistas y venían de una tradición del nacional catolicismo. Y efectivamente Fidel Castro hereda del nacional catolicismo la idea de la Nación como comunidad política y como comunidad de fe, una sola cosa. La España de la Reconquista que ha restaurado la pureza de sangre y eliminado la pluralidad étnica, cultural y religiosa.
-Ingresando al tema de la Revolución Cubana de 1959, ¿por qué la compara usted con la Revolución de nuestro país del 4 de junio de 1943?
-La similitud entre ambos está en el hecho que en Cuba la Revolución representó el rescate, la venganza de la Nación Católica y de la Cuba hispánica, rural, del Oriente cubano contra el occidente secular, liberal y capitalista influenciado por Estados Unidos. Y en ese sentido, el paralelismo con el 43 argentino. Ahí también era la idea de que la Argentina católica volvía a triunfar sobre la Argentina liberal y la echaba. El puerto era derrotado por el Gran Buenos Aires, por el interior.
LA IGLESIA
-¿La Iglesia cubana celebró la Revolución de Castro?
-Sí, justamente porque la consideró que era un rescate de la tradición católica. Una frase que lo resume todo fue la del arzobispo de Cuba que dijo: "La Divina Providencia ha escrito en el cielo de Cuba la palabra triunfo". Además, no hay que olvidar que la Iglesia y los militantes de Acción Católica participaron durante todo el Movimiento Revolucionario. Ejemplos: la mujer de Raúl Castro, Vilma Espín, o Celia Sánchez, una de las colaboradoras más cercanas de Fidel, eran militantes católicas.
-¿Los curas y los obispos se equivocaron?
-No, lo que pasa es que ellos en su gran mayoría eran españoles, faltaba un clero nacional, y tenían esa idea de la restauración de un orden cristiano que estaba todavía vinculado con los modelos corporativos de tipo fascista.
-¿Entonces por qué Fidel optó por el comunismo?
-Lo que pasó es que en el mundo de fines de los años '50 y principio de los '60 ya el fascismo no era una opción, había sido derrotado en la Segunda Guerra Mundial, sobrevivían algunos, pero como herencia del pasado. El nuevo gran modelo antiliberal y anticapitalista en el mundo era el comunismo soviético, que también tiene una raíz cristiana, digamos el comunismo universal, como dijimos al principio. Se trata, además, de una dimensión pragmática, geopolítica y una de naturaleza ideológica. La pragmática es evidente, hay guerra fría. El mismo Fidel Castro estaba muy consciente de esto y él mismo lo dijo, que de haber triunfado la Revolución cubana en 1953, cuando fue el asalto al cuartel Moncada, la revolución no podría haber sobrevivido porque nadie habría podido protegerla. Ahora en 1959 es diferente, el equilibrio estratégico en el mundo ha cambiado.
-¿Y la dimensión ideológica?
-Tiene que ver con que Fidel Castro, como decenas de miles de militantes católicos, vive una transición ideológica. Muchos se formaron con el odio al liberalismo y al capitalismo, y por lo tanto a Estados Unidos, y a medida que crecieron se dieron cuenta que el modelo fascista no era más viable y que tampoco respondía a las necesidades de las sociedades de masas modernas. Por lo tanto, él mismo fue evolucionando hacia la ideología comunista, leyó a Lenin y Marx. Lo que pasa es que los leyó desde un filtro de su cristianismo hispánico y vio que finalmente se podía interpretar a Lenin o Marx a la luz del cristianismo hispánico, que la utopía comunista era una utopía cristiana. En un diálogo con el padre dominico brasileño Frai Betto, Fidel le dice: "Si la Iglesia hiciera un Estado lo haría como el nuestro". Era claro que era al revés, era él que había creado un Estado que tenía finalmente la Iglesia y el cristianismo como su inspiración. Pero su ego le impedía ver eso.
-¿Se puede afirmar que la elección por el comunismo fue más una cuestión de época que de ideología?
-Claro, yo siempre digo, medio en broma porque no se puede demostrar, que de haber nacido 15 años antes Fidel Castro habría sido el José Antonio Primo de Rivera cubano. O que de llegar al poder no en 1959 sino en los años '30 habría creado un orden corporativo tipo fascista, porque ese era el modelo del antiliberalismo universal.
-¿Cómo fue la relación del régimen con la Iglesia Católica?
-En un primer momento hubo una represión violenta. Algo común a todos los regímenes totalitarios como fundadores de nuevas religiones. Chocan con la Iglesia porque no hay espacio para dos instituciones eclesiásticas o para dos religiones en el mismo espacio. Pero la generación sucesiva, expulsados los miembros españoles del episcopado, entendió perfectamente que esto que se había creado en Cuba era una "herejía" pero que venía de la entraña del cristianismo, sin duda. La iglesia comienza a darse cuenta que el régimen con sus valores (Estado ético, santa pobreza, unanimismo, corporativismo, etc.) es hijo suyo. Ya en los años sesenta, el nuncio apostólico celebra este orden. El padre jesuita Arrupe (superior general de la Compañía de Jesús entre 1965 y 1983) nunca dudó de que Fidel Castro pertenecía a la familia jesuita y más con el final de la guerra fría. Claro que la iglesia quería libertad de acción para ella, como institución, y ello fue fuente de conflicto. Pero pese a esto, el régimen cubano se puede cristianizar. Tiene ya en embrión, la simiente de un orden cristiano. Mucho peor sería que caiga el régimen castrista y se instaure un orden material y capitalista. Para evitar ese gran peligro se creó un modus vivendi con el régimen que funcionó bien y que continúa hasta hoy.
-¿Cómo evolucionó esa convivencia tras la caída de la Unión Soviética?
-El régimen cubano se vuelve cada vez más un miembro de la familia nacional popular. Repito...un hereje pero en familia. Todos en la familia tenemos un miembro un poco raro pero sabemos que es nuestro familiar.
-¿Con el papa Francisco la Iglesia se reconcilió totalmente con el castrismo?
-En la perspectiva de Francisco, se evidencia en el libro que escribió sobre el viaje de Juan Pablo II a Cuba en 1998, su preocupación era que la ideología comunista marxista del régimen corrompiera la cultura francamente cristiana del pueblo cubano. Pero especialmente con el final de la guerra fría y el peligro de que triunfe en el mundo el paradigma tecnocrático -como él lo llama- el liberalismo, el neoliberalismo. Yo no dudo, y se entiende por sus palabras, que Francisco ve en el castrismo un régimen que finalmente no perdió la identidad cristiana del pueblo y que por lo tanto forma parte de la gran familia de los fenómenos nacionales populares latinoamericanos. A él no le interesa demasiado el tipo de régimen político. Los rasgos comunes de los grandes populismos latinoamericanos (peronismo, castrismo, chavismo) son precisamente el unanimismo: el pueblo es uno, la fusión entre poder político y poder espiritual.
-¿Cómo imagina que habrá sido para Fidel, por su formación, declararse ateo?
-El terminó declarándose ateo porque este tipo de personajes se sienten fundadores de religiones. El fundó una nueva religión y por eso él llega a decir que "el 90% de la ideología revolucionaria cubana coincide con el cristianismo". Es obvio que le falta un poco de autoconciencia. Está convencido de haber creado una nueva religión que se parece mucho al cristianismo. Es más, el cristianismo se parece mucho a su religión. Pero como le ha pasado a muchos en la historia, lo que él hace es secularizar la enseñanza de la religión católica así como él la aprendió. Crea una religión política, seculariza el mensaje de la religión católica, en sentido profético, y lo transforma en un régimen político. Es bastante coherente, no importa que diga si cree en Dios, porque él es el nuevo sacerdote, el fundador de la religión. Aunque al final de su vida vuelve un poco a sus orígenes cuando teoriza que la "salvación llegaría con la unidad de todas las religiones contra el enemigo (el mundo secular occidental)".
-¿Este último Fidel, entonces, no se ha alejado demasiado del primer Fidel pre revolucionario?
-No se distanció mucho. Si bien hubo épocas en que se entusiasmó más con el materialismo científico, pero la verdad es que no se transformó nunca en una materialista científico. Los verdaderos materialistas científicos de los países del este europeo se agarraban de los pelos y decían (como Kruschev): "este es un español". En los '70 y los '80 adoptó un lenguaje más marxista, pero finalmente su formación lo ganó.
LOS VÍNCULOS CON EL PERONISMO
-¿Cómo fue la relación de Fidel Castro con el peronismo?
-Hubo una influencia directa. El joven Fidel Castro conoció el peronismo, tuvo contacto con la embajada argentina de Perón en Cuba. Y fue algo natural, porque el peronismo fue un movimiento antiliberal, anticapitalista, nacional y popular y además tenía un proyección panlatina hemisférica. La patria grande, un mito fundamental para el castrismo. Todos los elementos típicos de la tradición ilustrada y racionalista que vienen de Europa occidental o de Estados Unidos -como los principios de pluralidad, de individualidad, de libertad, de separación entre esfera política y religiosa, o entre la pública y privada- le son extraños y enemigos. Y en contra de esas amenazas, consideran al pueblo como una comunidad homogénea y a la nación como una comunidad de fe. En definitiva, la política se transforma en una guerra de religión. "Nosotros contra ellos"...los cubanos o los argentinos contra el antipueblo. De ahí la pulsión a monopolizar totalmente el poder. Fidel Castro lo logró entre otras cosas porque conquistó el poder con las armas, Perón tuvo que amoldarse a una situación diferente a la que habría preferido porque tuvo que pasar por elecciones.
-El peronismo, al igual que el castrismo, se presentaba como el verdadero cristianismo....
-No es casualidad que uno de los mayores ideólogos de Perón fue el padre Hernán Benítez que también era jesuita. Si uno lo lee, su manera de interpretar el peronismo es como un verdadero cristianismo. Lo mismo que dice un peronista como Leopoldo Marechal cuando visitó Cuba: "Ahí ví el verdadero orden evangélico". También lo sostiene Ernesto Cardenal y todos los teólogos de la liberación cuando van a Cuba. El reino de Dios en la tierra restaurado. Miembros de la misma familia, sin duda.
-Una anécdota rescatada por usted sería el mejor ejemplo para entender esta relación.
-Así es.. un viejo compañero de Fidel del colegio de los jesuitas narra (en un libro escrito en inglés) su visita a Cuba después de la revolución. Y cuenta que vio en la mesa de luz de Castro dos libros y el que estaba más gastado y que usaba para inspirarse era el de los discursos de Perón. No sorprende, porque el lenguaje y el mensaje son similares. Fidel, además, siempre mantuvo relación con el peronismo hasta lo invitó a Perón a mudarse a Cuba. Pero Perón la transición del antiliberalismo-fascista al antiliberalismo-comunista no la cumplió nunca.
ESTADO ÉTICO Y SANTA POBREZA
-Según surge de su investigación, la herencia católica de Castro queda plasmada en dos características principales que implantó a su régimen. Uno es el Estado Etico y otro la Santa Pobreza.
-Exactamente y de ahí el título del libro El último rey católico. En el orden pre-liberal y pre-ilustrado la función del poder era castigar los herejes, convertir y catequizar a la población. Los reyes católicos tenían que combatir a los paganos y difundir la única verdad. La idea es que el Estado tiene esta función: catequizar y combatir. La cruz y la espada. Fidel Castro utiliza todos los recursos del Estado para hacer esto. El Estado ético tiene una religión, una fe, una ideología y tiene el deber de difundirla. En el liberalismo, en cambio, el Estado es neutral.
-¿Y en cuanto a la santa pobreza?
-También es una idea que viene de aquel orden pre-liberal y sostiene que el hombre en estado de naturaleza, en estado salvaje, es inocente, puro, feliz y vive en armonía. La prosperidad, el dinero, el comercio y la propiedad lo corrompen moralmente. Entonces, la pobreza es santa porque el hombre pobre se mantiene puro, más cercano a Dios. Fidel Castro tras el intento de modernizar Cuba, cuando comienza a constatar el fracaso estruendoso de la economía vuelve a este origen evangélico: la pobreza como superioridad moral. Mejor pobres y puros que prósperos e impuros. Tiene una lectura de la prosperidad como una amenaza a la pureza moral del individuo.
(De www.laprensa.com.ar)
jueves, 26 de junio de 2025
La paz y el perdón
Si se contempla la historia de la humanidad, se advertirá el predominio de los conflictos y las guerras, por lo cual la paz surge como una rareza. Este es el caso de la denominada "paz romana", que abarca unos 200 años, iniciada por el emperador Octavio Augusto y finalizada con Marco Aurelio.
El cristianismo promueve el perdón, siendo la capacidad para perdonar un atributo ligado a una previa capacidad para amar al prójimo. Por lo general, muchos consideran que la actitud cristiana es débil y poco efectiva, ya que suponen que se debe adoptar la predisposición a perdonar en cualquier circunstancia, lo cual resulta imposible de lograr si previamente no se ha logrado la predisposición a compartir penas y alegrías ajenas como propias.
Uno de los requisitos para adoptar dicha predisposición radica en una previa creencia en la existencia de un Dios Creador que ha impuesto las "reglas del juego" a todo los seres humanos. Si bien esta creencia conduce muchas veces a un vulgar paganismo, mediante el cual se buscan ventajas personales a través de adulaciones varias, existe también la evidencia de que todo lo existente está regido por leyes naturales invariantes. De ahí que esta evidencia puede jugar un rol similar al de la creencia en un Dios con atributos humanos. Puede decirse que la evidencia de la existencia de leyes naturales, que rigen nuestras conductas individuales, resulta enteramente compatible con la visión que se tiene del universo observado desde la ciencia experimental.
Uno de los síntomas de la actual situación conflictiva, que afecta a muchos países, se advierte en la violencia extrema que sufren los adeptos cristianos en varios países, por el solo hecho de sus creencias; creencias que resultan favorables para el logro de la paz. Combatir a los promotores de la paz implica también favorecer la violencia.
Se menciona a continuación un artículo referido a la paz romana antes mencionada:
HABIA UNA VEZ UN EMPERADOR CLEMENTE
Por Franco Ricoveri
Hoy les voy a contar una historia impresionante para compensar la cantidad de cosas feas que estamos viendo: vivimos en un mundo en el que los poderosos odian, insultan, desprecian, y hasta torturan y asesinan. Las crueldad que vemos hoy casi no tiene comparaciones en la historia, así que necesitamos algún ejemplo lindo para ver qué se puede cambiar.
El personaje que miraremos hoy es Octavio César, llamado Augusto, el primer emperador de Roma. Quizás el más grande y poderoso. En sus tiempos, hace dos mil años, nació y vivió Nuestro Señor Jesucristo. A su lado, los poderosos de hoy, son pequeñas e insignificantes hormigas... o cucarachas. Piensen que todavía llamamos al mes de Agosto en su honor… Él trajo la paz a Roma después de años de guerras civiles. Su época fue un período de oro al que llamamos el siglo de Augusto.
En una de sus primeras acciones, después de una batalla en la que consolidó su poder, en lugar de desatar su venganza sobre sus vencidos, les extendió su mano y perdonó. No los humilló; les ofreció cargos en su administración, demostrando que su victoria no era sólo militar, sino moral.
Plutarco, un gran escritor, remarcó que, consciente de las heridas que había dejado la guerra civil, sabía que sólo la unidad sanaría a Roma. Cada acto de clemencia era una semilla para la estabilidad. Al reconciliarse con sus enemigos, transformó a sus viejos adversarios en aliados y amigos. El escritor remarca que su clemencia fue un “ornamento de su victoria”, un faro que iluminó el amanecer de una Roma unificada. La verdadera grandeza no está en aniquilar al enemigo, sino en darle una oportunidad para mejorar.
A pesar de haber traído paz y prosperidad a su pueblo, abundaban las envidias y los rencores. Un día descubrió que uno de los suyos, un joven llamado Lucio Cornelio Cinna, conspiraba para asesinarlo. Imaginen el dilema: la lógica del poder dictaba que debía castigar a Cinna con la muerte, así se hacía con todos los traidores. Pero Augusto dudó. ¿Qué creen que hizo? - les pregunté a mis nietos.
- ¡Lo metió preso!- dijo uno sin dudar.
- Augusto estaba muy preocupado. Su esposa, Livia, lo vio y le dio un consejo que cambiaría el curso de la historia:
“La crueldad no hace amigos, y los tiranos viven rodeados de enemigos. El perdón, en cambio, transforma a los enemigos en amigos y asegura la lealtad”.
Augusto, al día siguiente, mandó llamar a Cinna. Cuando el joven llegó, lo invitó a pasar y lo condujo a un lugar secreto. Lejos de todo. Solos. Él esperaba su sentencia de muerte. En esos tiempos, ni siquiera era común ponerlos presos. Se sentaron frente a frente y Augusto, con gran calma le dijo: “Cinna, ¿por qué me traicionas? Te he honrado, y planeas mi ruina. ¿Por qué me obligas a tener que castigarte?” Fueron palabras de un hombre superior. Magnánimo, es decir, alguien que tiene un alma grande.
Cinna en principio negaba todo… pero Augusto le fue contando uno a uno los detalles de su traición. Con quiénes se había reunido, qué ambicionaban... Desnudó su alma, pero sin darle lugar al odio, al contrario… “Vive, Cinna, y sé mi amigo”, le dijo al final, extendiendo su mano, la misma con la que hubiese podido firmar su sentencia de muerte. Augusto, al perdonarlo, no sólo salvó la vida de Cinna, sino que se liberó a sí mismo de las cadenas de la venganza y sembró una semilla distinta en un mundo cansado.
El emperador no actuó así por debilidad, sino por una fortaleza que pocos comprenden: la de dominarse a sí mismo. Cinna, abrumado, quedó transformado; su lealtad, renació no por temor, sino por gratitud. Y se convirtió en uno de los hombres más leales a Augusto. Este perdón, grabado en la historia, nos habla de la grandeza de un hombre que no se dejó encandilar por su poder. Así fue que el perdón no sólo salvó una vida, sino que fortaleció el Imperio. Y también, no menor, nos habla de la importancia de saber escuchar los consejos que nos dan los que nos aman.
TIRANÍA DE LOS RESENTIDOS
Alguna vez les conté que hoy el resentimiento nos gobierna por todos lados: estamos bajo la tiranía de los resentidos. De esa gente que quiere ser astuta, pero son sólo cobardes, mentirosos. Construyen sus propias realidades y se las creen; se rodean de gente insegura para dominarlas; nunca olvidan un agravio, real o imaginario y no les importa que todo se derrumbe a su alrededor.
El remedio, les decía, es el agradecimiento y el perdón. Esta historia se la contó Séneca, un filósofo romano, al pésimo emperador Nerón, de quien hablamos una vez. Le quiso mostrar el camino sin salida que estaba tomando. Nerón no lo oyó y terminó muy mal. Lo malo siempre termina peor.
Augusto, al perdonar a Cinna, mostró que la verdadera fortaleza no radica en la capacidad de castigar, insultar o mentir, sino en la de perdonar y transformar. Es lo opuesto. Sólo el perdón puede abrir un camino hacia un futuro mejor y una verdadera unión. El emperador supo curarse de las crueldades de su juventud con el antídoto de la clemencia, supo “ser lo que debía ser”. Los hombres de hoy lo necesitaríamos, pero parece que para alcanzarlo tendríamos que cambiar sobre todo a todos nuestros políticos.
-¿Y después qué le pasó a Augusto?– me dijo la que siempre espera un final feliz y sabe que me distraigo con facilidad cuando nombro la palabra: “políticos”.
- Gobernó hasta viejo. Sus últimos años fueron difíciles. Por culpa de un mal general perdió batallas y hombres, lo que fue una espada que le traspasó el corazón. Se vistió de luto dejándose crecer la barba y el pelo, como signo de su dolor. El último día de su vida pidió un espejo y se miró atentamente. Ahí se afeitó, se cortó el pelo, se vistió elegantemente y llamó a sus amigos preguntándoles: “¿No les parece que hice bien mi papel?” Todos le dijeron que sí. “Bueno, creo que la actuación terminó y ya pueden aplaudir”.
Así murió el más grande de los emperadores romanos. Tenía 76 años. Había cumplido su misión y merecía ese aplauso.
(De www.laprensa.com)
El cristianismo promueve el perdón, siendo la capacidad para perdonar un atributo ligado a una previa capacidad para amar al prójimo. Por lo general, muchos consideran que la actitud cristiana es débil y poco efectiva, ya que suponen que se debe adoptar la predisposición a perdonar en cualquier circunstancia, lo cual resulta imposible de lograr si previamente no se ha logrado la predisposición a compartir penas y alegrías ajenas como propias.
Uno de los requisitos para adoptar dicha predisposición radica en una previa creencia en la existencia de un Dios Creador que ha impuesto las "reglas del juego" a todo los seres humanos. Si bien esta creencia conduce muchas veces a un vulgar paganismo, mediante el cual se buscan ventajas personales a través de adulaciones varias, existe también la evidencia de que todo lo existente está regido por leyes naturales invariantes. De ahí que esta evidencia puede jugar un rol similar al de la creencia en un Dios con atributos humanos. Puede decirse que la evidencia de la existencia de leyes naturales, que rigen nuestras conductas individuales, resulta enteramente compatible con la visión que se tiene del universo observado desde la ciencia experimental.
Uno de los síntomas de la actual situación conflictiva, que afecta a muchos países, se advierte en la violencia extrema que sufren los adeptos cristianos en varios países, por el solo hecho de sus creencias; creencias que resultan favorables para el logro de la paz. Combatir a los promotores de la paz implica también favorecer la violencia.
Se menciona a continuación un artículo referido a la paz romana antes mencionada:
HABIA UNA VEZ UN EMPERADOR CLEMENTE
Por Franco Ricoveri
Hoy les voy a contar una historia impresionante para compensar la cantidad de cosas feas que estamos viendo: vivimos en un mundo en el que los poderosos odian, insultan, desprecian, y hasta torturan y asesinan. Las crueldad que vemos hoy casi no tiene comparaciones en la historia, así que necesitamos algún ejemplo lindo para ver qué se puede cambiar.
El personaje que miraremos hoy es Octavio César, llamado Augusto, el primer emperador de Roma. Quizás el más grande y poderoso. En sus tiempos, hace dos mil años, nació y vivió Nuestro Señor Jesucristo. A su lado, los poderosos de hoy, son pequeñas e insignificantes hormigas... o cucarachas. Piensen que todavía llamamos al mes de Agosto en su honor… Él trajo la paz a Roma después de años de guerras civiles. Su época fue un período de oro al que llamamos el siglo de Augusto.
En una de sus primeras acciones, después de una batalla en la que consolidó su poder, en lugar de desatar su venganza sobre sus vencidos, les extendió su mano y perdonó. No los humilló; les ofreció cargos en su administración, demostrando que su victoria no era sólo militar, sino moral.
Plutarco, un gran escritor, remarcó que, consciente de las heridas que había dejado la guerra civil, sabía que sólo la unidad sanaría a Roma. Cada acto de clemencia era una semilla para la estabilidad. Al reconciliarse con sus enemigos, transformó a sus viejos adversarios en aliados y amigos. El escritor remarca que su clemencia fue un “ornamento de su victoria”, un faro que iluminó el amanecer de una Roma unificada. La verdadera grandeza no está en aniquilar al enemigo, sino en darle una oportunidad para mejorar.
A pesar de haber traído paz y prosperidad a su pueblo, abundaban las envidias y los rencores. Un día descubrió que uno de los suyos, un joven llamado Lucio Cornelio Cinna, conspiraba para asesinarlo. Imaginen el dilema: la lógica del poder dictaba que debía castigar a Cinna con la muerte, así se hacía con todos los traidores. Pero Augusto dudó. ¿Qué creen que hizo? - les pregunté a mis nietos.
- ¡Lo metió preso!- dijo uno sin dudar.
- Augusto estaba muy preocupado. Su esposa, Livia, lo vio y le dio un consejo que cambiaría el curso de la historia:
“La crueldad no hace amigos, y los tiranos viven rodeados de enemigos. El perdón, en cambio, transforma a los enemigos en amigos y asegura la lealtad”.
Augusto, al día siguiente, mandó llamar a Cinna. Cuando el joven llegó, lo invitó a pasar y lo condujo a un lugar secreto. Lejos de todo. Solos. Él esperaba su sentencia de muerte. En esos tiempos, ni siquiera era común ponerlos presos. Se sentaron frente a frente y Augusto, con gran calma le dijo: “Cinna, ¿por qué me traicionas? Te he honrado, y planeas mi ruina. ¿Por qué me obligas a tener que castigarte?” Fueron palabras de un hombre superior. Magnánimo, es decir, alguien que tiene un alma grande.
Cinna en principio negaba todo… pero Augusto le fue contando uno a uno los detalles de su traición. Con quiénes se había reunido, qué ambicionaban... Desnudó su alma, pero sin darle lugar al odio, al contrario… “Vive, Cinna, y sé mi amigo”, le dijo al final, extendiendo su mano, la misma con la que hubiese podido firmar su sentencia de muerte. Augusto, al perdonarlo, no sólo salvó la vida de Cinna, sino que se liberó a sí mismo de las cadenas de la venganza y sembró una semilla distinta en un mundo cansado.
El emperador no actuó así por debilidad, sino por una fortaleza que pocos comprenden: la de dominarse a sí mismo. Cinna, abrumado, quedó transformado; su lealtad, renació no por temor, sino por gratitud. Y se convirtió en uno de los hombres más leales a Augusto. Este perdón, grabado en la historia, nos habla de la grandeza de un hombre que no se dejó encandilar por su poder. Así fue que el perdón no sólo salvó una vida, sino que fortaleció el Imperio. Y también, no menor, nos habla de la importancia de saber escuchar los consejos que nos dan los que nos aman.
TIRANÍA DE LOS RESENTIDOS
Alguna vez les conté que hoy el resentimiento nos gobierna por todos lados: estamos bajo la tiranía de los resentidos. De esa gente que quiere ser astuta, pero son sólo cobardes, mentirosos. Construyen sus propias realidades y se las creen; se rodean de gente insegura para dominarlas; nunca olvidan un agravio, real o imaginario y no les importa que todo se derrumbe a su alrededor.
El remedio, les decía, es el agradecimiento y el perdón. Esta historia se la contó Séneca, un filósofo romano, al pésimo emperador Nerón, de quien hablamos una vez. Le quiso mostrar el camino sin salida que estaba tomando. Nerón no lo oyó y terminó muy mal. Lo malo siempre termina peor.
Augusto, al perdonar a Cinna, mostró que la verdadera fortaleza no radica en la capacidad de castigar, insultar o mentir, sino en la de perdonar y transformar. Es lo opuesto. Sólo el perdón puede abrir un camino hacia un futuro mejor y una verdadera unión. El emperador supo curarse de las crueldades de su juventud con el antídoto de la clemencia, supo “ser lo que debía ser”. Los hombres de hoy lo necesitaríamos, pero parece que para alcanzarlo tendríamos que cambiar sobre todo a todos nuestros políticos.
-¿Y después qué le pasó a Augusto?– me dijo la que siempre espera un final feliz y sabe que me distraigo con facilidad cuando nombro la palabra: “políticos”.
- Gobernó hasta viejo. Sus últimos años fueron difíciles. Por culpa de un mal general perdió batallas y hombres, lo que fue una espada que le traspasó el corazón. Se vistió de luto dejándose crecer la barba y el pelo, como signo de su dolor. El último día de su vida pidió un espejo y se miró atentamente. Ahí se afeitó, se cortó el pelo, se vistió elegantemente y llamó a sus amigos preguntándoles: “¿No les parece que hice bien mi papel?” Todos le dijeron que sí. “Bueno, creo que la actuación terminó y ya pueden aplaudir”.
Así murió el más grande de los emperadores romanos. Tenía 76 años. Había cumplido su misión y merecía ese aplauso.
(De www.laprensa.com)
miércoles, 25 de junio de 2025
Desigualdad capitalista vs. Desigualdad socialista
Como no todos los seres humanos tenemos las mismas capacidades, para cualquier actividad considerada, toda sociedad debería incentivar a quienes mayores aptitudes presentan para la creación de bienes y servicios. De esa forma se optimizarán tanto la producción como la economía de la sociedad. La desigualdad económica a favor de los que mucho producen responderá a una especie de "premio" que los propios consumidores otorgan a los mejores. En eso consiste el incentivo a la productividad.
Como el mejor nivel económico recae en los más productivos, puede decirse que la desigualdad económica capitalista es una desigualdad virtuosa, por cuanto resulta ser una consecuencia de haber trabajado y producido en forma eficaz, beneficiando tanto a los consumidores como también a los productores. Quienes protestan por considerar "injusta" a esta desigualdad son los poco productivos y también los envidiosos, incluso difamando a todo el sector empresarial aduciendo que los empresarios "acaparan" gran parte de la riqueza de la sociedad sin apenas advertir que son los que la crean.
Bajo los sistemas socialistas, el Estado se encarga de redistribuir las riquezas producidas buscando cierta igualdad económica, al menos en teoría. Eliminan los incentivos a los productores, que tienden a producir menos, mientras que favorecen a los poco productivos, que tienden a trabajar y a producir menos que antes. Incluso en el socialismo real, la clase dirigente tiende a establecer una desigualdad económica poco o nada virtuosa, conduciendo a situaciones de pobreza extrema.
Mientras que, bajo los sistemas capitalistas, existe cierta movilidad social ascendente, asociada a la efectividad productiva, en los sistemas socialistas la única movilidad social ascendente se produce por razones políticas, cuando un individuo se afilia al partido político gobernante, aun cuando poca sea su capacidad laboral o productiva.
El caso más notable se estableció en Rusia bajo el marxismo-leninismo; cuando se aplicó el socialismo en la búsqueda de una supuesta igualdad. Esta no habría de ser una igualdad nacida de la empatía emocional, como la igualdad propuesta por el cristianismo, sino apuntando a una supuesta igualdad económica. La nacionalización de los medios de producción, y de la propiedad privada en general, no hubo de implicar una “distribución de la riqueza entre los pobres”, sino que pasó totalmente a manos de la “nueva clase”; la clase dirigente socialista. El resto habría de constituir una subclase bajo la categoría de una sub-igualdad, o igualdad de rango inferior.
Lo que impulsa la acción del revolucionario socialista es la idea de pertenecer a una secta minoritaria caracterizada por su “superioridad moral”, lo que legitima una acción de dominación mental y material sobre una mayoría caracterizada por su “inferioridad” en ese aspecto. En el discurso que el socialista ofrece a la sociedad se escucha principalmente la palabra “igualdad”. Milovan Djilas escribió respecto de la clase dirigente yugoslava en la etapa comunista: “Si damos por supuesto que la calidad de miembro de esta burocracia o nueva clase propietaria, se basa en el uso de privilegios inherentes en la propiedad –en este caso de bienes materiales nacionalizados-, entonces la calidad de miembro de la nueva clase partidaria o burocracia política, se refleja en la obtención de bienes materiales y de privilegios mayor que la que la sociedad concedería normalmente para esas funciones”.
“En la práctica, el privilegio de propiedad de la nueva clase se manifiesta como un derecho exclusivo a que la burocracia política distribuya la renta nacional, fije salarios, dirija el desarrollo económico y disponga de la propiedad nacionalizada y la otra. Así es como se presenta ante el hombre corriente, quien considera al funcionario comunista como un hombre muy rico y que no tiene que trabajar”.
"Partiendo de la premisa de que sólo ellos conocen las leyes que gobiernan la sociedad, los comunistas llegan a la conclusión demasiado simple y anticientífica de que ese supuesto conocimiento les da el poder y el derecho exclusivo a modificar la sociedad y dirigir sus actividades. Éste es el error más importante de su sistema".
"La monarquía no tenía una idea tan elevada de sí misma como la que los comunistas tienen de sí mismos, ni era tan absoluta como ellos" (De "La nueva clase"-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1957).
Milovan Djilas, quien llegó a desempeñar altos cargos jerárquicos en el comunismo yugoslavo, agrega: “En la Unión Soviética y otros países comunistas ha sucedido todo de una manera distinta de cómo pronosticaron sus dirigentes…Éstos esperaban que el Estado desapareciera rápidamente y se fortaleciera la democracia. Ha sucedido lo contrario. Esperaban un rápido mejoramiento del nivel de vida, y a este respecto apenas se ha producido cambio alguno, y en los países subyugados de la Europa oriental ese nivel incluso ha empeorado”.
“El monopolio que la nueva clase establece en nombre de la clase trabajadora sobre toda la sociedad es, ante todo, un monopolio sobre la clase trabajadora misma. Este monopolio es en primer término intelectual, sobre el llamado proletariado de avant-garde, y luego sobre todo el proletariado. Esta es la mayor decepción que puede causar la nueva clase, pero pone de manifiesto que su fuerza y su interés radican principalmente en la industria. Sin industria, la nueva clase no puede consolidar su posición o autoridad”.
“Los hijos de la clase obrera son los miembros más resueltos de la nueva clase. El destino de los esclavos ha consistido siempre en proporcionar a sus amos los representantes más inteligentes y capaces. En este caso ha nacido de la clase explotada una nueva clase explotadora y gobernante”.
Peter Drucker escribió respecto de los resultados del capitalismo considerando que llega realmente a lo que los socialistas sólo proponen como un logro lejano y, a veces, como un simple engaño: “En lugar del capitalista de la vieja escuela, en los países desarrollados son los fondos de pensiones los que, de forma creciente, controlan la provisión y asignación de dinero. En EEUU, en 1992, estos fondos reunían la mitad del capital en acciones de las empresas de mayor tamaño del país y controlaban casi el mismo porcentaje de la deuda fija de esas mismas empresas. Los propietarios beneficiarios de los fondos de pensiones son, por supuesto, los empleados del país”.
“Si el socialismo se define, como lo hizo Marx, como la propiedad de los medios de producción por parte de los trabajadores, entonces EEUU se ha convertido en el país más «socialista» que existe, al tiempo que sigue siendo también el más «capitalista». Los fondos de pensiones son gestionados por una nueva raza de capitalistas, los anónimos y desconocidos empleados asalariados, los analistas de inversiones de fondos de pensiones y los directores de cartera”.
Mientras que el marxismo se basa en el trabajo como el principal factor de la producción, algo desactualizado incluso en la época en que surgió, quedaría aún más desactualizado en el futuro. Peter Drucker agrega: “Pero hay algo igualmente importante: el recurso real que controla todo, el «factor de producción» absolutamente decisivo, ha dejado de ser el capital, o el suelo o la mano de obra; ahora es el saber. En lugar de capitalistas y proletarios, las clases de la sociedad poscapitalista son los trabajadores del saber y los trabajadores de los servicios” (De “La sociedad poscapitalista”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1993).
Como el mejor nivel económico recae en los más productivos, puede decirse que la desigualdad económica capitalista es una desigualdad virtuosa, por cuanto resulta ser una consecuencia de haber trabajado y producido en forma eficaz, beneficiando tanto a los consumidores como también a los productores. Quienes protestan por considerar "injusta" a esta desigualdad son los poco productivos y también los envidiosos, incluso difamando a todo el sector empresarial aduciendo que los empresarios "acaparan" gran parte de la riqueza de la sociedad sin apenas advertir que son los que la crean.
Bajo los sistemas socialistas, el Estado se encarga de redistribuir las riquezas producidas buscando cierta igualdad económica, al menos en teoría. Eliminan los incentivos a los productores, que tienden a producir menos, mientras que favorecen a los poco productivos, que tienden a trabajar y a producir menos que antes. Incluso en el socialismo real, la clase dirigente tiende a establecer una desigualdad económica poco o nada virtuosa, conduciendo a situaciones de pobreza extrema.
Mientras que, bajo los sistemas capitalistas, existe cierta movilidad social ascendente, asociada a la efectividad productiva, en los sistemas socialistas la única movilidad social ascendente se produce por razones políticas, cuando un individuo se afilia al partido político gobernante, aun cuando poca sea su capacidad laboral o productiva.
El caso más notable se estableció en Rusia bajo el marxismo-leninismo; cuando se aplicó el socialismo en la búsqueda de una supuesta igualdad. Esta no habría de ser una igualdad nacida de la empatía emocional, como la igualdad propuesta por el cristianismo, sino apuntando a una supuesta igualdad económica. La nacionalización de los medios de producción, y de la propiedad privada en general, no hubo de implicar una “distribución de la riqueza entre los pobres”, sino que pasó totalmente a manos de la “nueva clase”; la clase dirigente socialista. El resto habría de constituir una subclase bajo la categoría de una sub-igualdad, o igualdad de rango inferior.
Lo que impulsa la acción del revolucionario socialista es la idea de pertenecer a una secta minoritaria caracterizada por su “superioridad moral”, lo que legitima una acción de dominación mental y material sobre una mayoría caracterizada por su “inferioridad” en ese aspecto. En el discurso que el socialista ofrece a la sociedad se escucha principalmente la palabra “igualdad”. Milovan Djilas escribió respecto de la clase dirigente yugoslava en la etapa comunista: “Si damos por supuesto que la calidad de miembro de esta burocracia o nueva clase propietaria, se basa en el uso de privilegios inherentes en la propiedad –en este caso de bienes materiales nacionalizados-, entonces la calidad de miembro de la nueva clase partidaria o burocracia política, se refleja en la obtención de bienes materiales y de privilegios mayor que la que la sociedad concedería normalmente para esas funciones”.
“En la práctica, el privilegio de propiedad de la nueva clase se manifiesta como un derecho exclusivo a que la burocracia política distribuya la renta nacional, fije salarios, dirija el desarrollo económico y disponga de la propiedad nacionalizada y la otra. Así es como se presenta ante el hombre corriente, quien considera al funcionario comunista como un hombre muy rico y que no tiene que trabajar”.
"Partiendo de la premisa de que sólo ellos conocen las leyes que gobiernan la sociedad, los comunistas llegan a la conclusión demasiado simple y anticientífica de que ese supuesto conocimiento les da el poder y el derecho exclusivo a modificar la sociedad y dirigir sus actividades. Éste es el error más importante de su sistema".
"La monarquía no tenía una idea tan elevada de sí misma como la que los comunistas tienen de sí mismos, ni era tan absoluta como ellos" (De "La nueva clase"-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1957).
Milovan Djilas, quien llegó a desempeñar altos cargos jerárquicos en el comunismo yugoslavo, agrega: “En la Unión Soviética y otros países comunistas ha sucedido todo de una manera distinta de cómo pronosticaron sus dirigentes…Éstos esperaban que el Estado desapareciera rápidamente y se fortaleciera la democracia. Ha sucedido lo contrario. Esperaban un rápido mejoramiento del nivel de vida, y a este respecto apenas se ha producido cambio alguno, y en los países subyugados de la Europa oriental ese nivel incluso ha empeorado”.
“El monopolio que la nueva clase establece en nombre de la clase trabajadora sobre toda la sociedad es, ante todo, un monopolio sobre la clase trabajadora misma. Este monopolio es en primer término intelectual, sobre el llamado proletariado de avant-garde, y luego sobre todo el proletariado. Esta es la mayor decepción que puede causar la nueva clase, pero pone de manifiesto que su fuerza y su interés radican principalmente en la industria. Sin industria, la nueva clase no puede consolidar su posición o autoridad”.
“Los hijos de la clase obrera son los miembros más resueltos de la nueva clase. El destino de los esclavos ha consistido siempre en proporcionar a sus amos los representantes más inteligentes y capaces. En este caso ha nacido de la clase explotada una nueva clase explotadora y gobernante”.
Peter Drucker escribió respecto de los resultados del capitalismo considerando que llega realmente a lo que los socialistas sólo proponen como un logro lejano y, a veces, como un simple engaño: “En lugar del capitalista de la vieja escuela, en los países desarrollados son los fondos de pensiones los que, de forma creciente, controlan la provisión y asignación de dinero. En EEUU, en 1992, estos fondos reunían la mitad del capital en acciones de las empresas de mayor tamaño del país y controlaban casi el mismo porcentaje de la deuda fija de esas mismas empresas. Los propietarios beneficiarios de los fondos de pensiones son, por supuesto, los empleados del país”.
“Si el socialismo se define, como lo hizo Marx, como la propiedad de los medios de producción por parte de los trabajadores, entonces EEUU se ha convertido en el país más «socialista» que existe, al tiempo que sigue siendo también el más «capitalista». Los fondos de pensiones son gestionados por una nueva raza de capitalistas, los anónimos y desconocidos empleados asalariados, los analistas de inversiones de fondos de pensiones y los directores de cartera”.
Mientras que el marxismo se basa en el trabajo como el principal factor de la producción, algo desactualizado incluso en la época en que surgió, quedaría aún más desactualizado en el futuro. Peter Drucker agrega: “Pero hay algo igualmente importante: el recurso real que controla todo, el «factor de producción» absolutamente decisivo, ha dejado de ser el capital, o el suelo o la mano de obra; ahora es el saber. En lugar de capitalistas y proletarios, las clases de la sociedad poscapitalista son los trabajadores del saber y los trabajadores de los servicios” (De “La sociedad poscapitalista”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1993).
martes, 24 de junio de 2025
El darwinismo social nazi
Luego de la aparición de la teoría de la evolución biológica mediante selección natural, hubo intentos de aplicarla a los seres humanos (si bien ya nos incluía), pero aplicada bajo formas distorsionadas. El proceso natural por el cual triunfa la variedad biológica mejor adaptada al medio ambiente y geográfico, puede ilustrarse en el caso de las jirafas. Se supone que las jirafas primitivas tenían un cuello más bien corto. Luego, mediante mutaciones genéticas favorables, surge una jirafa de cuello largo, que trasnmite tal atributo a sus descendientes. Con el paso del tiempo, al adaptarse mejor al medio (pudiendo alimentarse de árboles más altos), terminan reemplazando a las jirafas de cuello corto. Nótese que el triunfo del "más fuerte" sobre el "más débil" se debió a una mejora adaptativa antes que a una lucha entre distintas variedades de jirafas.
Este proceso se asemeja un tanto a lo que acontece en un mercado competitivo. Cuando aparece una empresa que se adapta mejor al medio ambiente (los consumidores), con productos de mejor calidad y precio, algunas empresas competidoras cerrarán sus puertas o se dedicarán a otra cosa. Esto constituye esencialmente una competencia empresarial constructiva, por cuanto el "más fuerte" es el que mejor satisface las demandas de los consumidores. También existe, a veces, una competencia destructiva cuando una gran empresa, buscando convertirse en monopolio, compite ofreciendo productos a precios inferiores al costo de manera de obligar al resto a hacer algo parecido, algo que otras empresas no pueden hacer y terminan cerrando sus puertas.
Desde sectores marxistas, cuando critican el "darwinismo social" asociado al capitalismo, suponen que siempre se trata de una competencia destructiva, por lo que plantean abolir la economía de mercado, para eliminar la posibilidad de existencia de monopolios. Sin embargo, el gran absurdo del socialismo es que combaten los monopolios privados apuntando al más grande y posible monopolio: el estatal. El monopolio estatal multiplica varias veces todos los errores que los marxistas atribuyen a los monopolios privados.
Los ideólogos nazis interpretan el darwinismo de tal manera de justificar sus proyectos orientados a la "mejora racial". En lugar de aceptar que un proceso en que las jirafas de cuello largo no luchan en contra de las jirafas de cuello corto, ellos consideran, por el contrario, que la mejora de la raza humana se producirá cuando los "más fuertes" eliminen a los "más débiles", y de ahí uno de los falsos fundamentos nazis para legitimar la locura hitleriana. Es oportuno, y lamentable, mencionar que uno de los principales ideólogos nazis fue Walther Darré, de nacionalidad argentina.
Debe aclararse que la evolución de las especies es un hecho verificable y no sólo una teoría. Charles Darwin y Alfred Wallace construyen una teoría, en forma independiente, que introduce el proceso de la selección natural para describir los hechos estudiados por la biología.
Eric Frattini escribió al respecto: "Los nazis creían que el conflicto entre razas tenía su origen en una interpretación sesgada de una de las teorías científicas más importantes de la historia: la teoría de la evolución de Charles Darwin. El naturalista inglés había hablado de la supervivencia del más fuerte, lo que significa que los más débiles quedaban rezagados. En verdad, en la teoría de Charles Darwin las especies se adaptan a su entorno y quienes mejor lo hacen -las que Himmler denominaba «las más fuertes»- son las especies que sobreviven y prosperan".
"Este proceso constante de adaptación y desarrollo explica la realidad del mundo natural, si bien Darwin nunca se pronunció sobre las distintas razas humanas, y para él «los seres humanos forman una sola especie especialmente bien adaptada a su medio». Los nazis distorsionaron las teorías de Darwin y quisieron entender que se estaba produciendo un proceso de «selección» natural, un conflicto continuo".
"Según ellos, Darwin había «autorizado» la idea de la lucha y, con ella, la idea del conflicto entre razas. Los alemanes en general, y Hitler y Himmler en particular, creían en la teoría racial en la que sólo habían dos caminos: o formabas parte del problema o formabas partes de la solución. Es decir, o perteneces a la raza inferior (esclava) que va a quedarse rezagada, o perteneces a la raza superior (aria) y pasas al siguiente estadio de la evolución, que te permitirá controlar el mundo y heredar la Tierra. Para el Tercer Reich, la verdadera competición entre razas tendría lugar en la guerra que se avecinaba" (De "Los científicos de Hitler"-Espasa-Calpe-Buenos Aires 2021).
Este proceso se asemeja un tanto a lo que acontece en un mercado competitivo. Cuando aparece una empresa que se adapta mejor al medio ambiente (los consumidores), con productos de mejor calidad y precio, algunas empresas competidoras cerrarán sus puertas o se dedicarán a otra cosa. Esto constituye esencialmente una competencia empresarial constructiva, por cuanto el "más fuerte" es el que mejor satisface las demandas de los consumidores. También existe, a veces, una competencia destructiva cuando una gran empresa, buscando convertirse en monopolio, compite ofreciendo productos a precios inferiores al costo de manera de obligar al resto a hacer algo parecido, algo que otras empresas no pueden hacer y terminan cerrando sus puertas.
Desde sectores marxistas, cuando critican el "darwinismo social" asociado al capitalismo, suponen que siempre se trata de una competencia destructiva, por lo que plantean abolir la economía de mercado, para eliminar la posibilidad de existencia de monopolios. Sin embargo, el gran absurdo del socialismo es que combaten los monopolios privados apuntando al más grande y posible monopolio: el estatal. El monopolio estatal multiplica varias veces todos los errores que los marxistas atribuyen a los monopolios privados.
Los ideólogos nazis interpretan el darwinismo de tal manera de justificar sus proyectos orientados a la "mejora racial". En lugar de aceptar que un proceso en que las jirafas de cuello largo no luchan en contra de las jirafas de cuello corto, ellos consideran, por el contrario, que la mejora de la raza humana se producirá cuando los "más fuertes" eliminen a los "más débiles", y de ahí uno de los falsos fundamentos nazis para legitimar la locura hitleriana. Es oportuno, y lamentable, mencionar que uno de los principales ideólogos nazis fue Walther Darré, de nacionalidad argentina.
Debe aclararse que la evolución de las especies es un hecho verificable y no sólo una teoría. Charles Darwin y Alfred Wallace construyen una teoría, en forma independiente, que introduce el proceso de la selección natural para describir los hechos estudiados por la biología.
Eric Frattini escribió al respecto: "Los nazis creían que el conflicto entre razas tenía su origen en una interpretación sesgada de una de las teorías científicas más importantes de la historia: la teoría de la evolución de Charles Darwin. El naturalista inglés había hablado de la supervivencia del más fuerte, lo que significa que los más débiles quedaban rezagados. En verdad, en la teoría de Charles Darwin las especies se adaptan a su entorno y quienes mejor lo hacen -las que Himmler denominaba «las más fuertes»- son las especies que sobreviven y prosperan".
"Este proceso constante de adaptación y desarrollo explica la realidad del mundo natural, si bien Darwin nunca se pronunció sobre las distintas razas humanas, y para él «los seres humanos forman una sola especie especialmente bien adaptada a su medio». Los nazis distorsionaron las teorías de Darwin y quisieron entender que se estaba produciendo un proceso de «selección» natural, un conflicto continuo".
"Según ellos, Darwin había «autorizado» la idea de la lucha y, con ella, la idea del conflicto entre razas. Los alemanes en general, y Hitler y Himmler en particular, creían en la teoría racial en la que sólo habían dos caminos: o formabas parte del problema o formabas partes de la solución. Es decir, o perteneces a la raza inferior (esclava) que va a quedarse rezagada, o perteneces a la raza superior (aria) y pasas al siguiente estadio de la evolución, que te permitirá controlar el mundo y heredar la Tierra. Para el Tercer Reich, la verdadera competición entre razas tendría lugar en la guerra que se avecinaba" (De "Los científicos de Hitler"-Espasa-Calpe-Buenos Aires 2021).
lunes, 23 de junio de 2025
La destrucción y la autodestrucción de la civilización occidental
La civilización occidental forma parte de la cultura grecoromana-judeocristiana, como una respuesta a la adaptación cultural al orden natural. A partir de la ética bíblica se establecen sociedades democráticas con economías de mercado. Este tipo de cultura colectiva, o civilización, está siendo destruida desde países externos, como también desde los propios países occidentales, por motivos bastante diversos. Friedrich Hayek escribió al respecto: “Aquí no sólo se abandonan los principios de Adam Smith y de Hume, de Locke y de Milton. Aquí se abandonan las características más básicas de la civilización desarrollada por los griegos y los romanos y el Cristianismo, es decir, de la civilización occidental".
"Aquí no se renuncia sólo al liberalismo del siglo XVIII y del XIX, es decir, al liberalismo que completó dicha civilización. Aquí se renuncia al individualismo que gracias a Erasmo de Rotterdam, a Montaigne, a Cicerón, a Tácito, a Perícles, a Tucídides, heredó dicha civilización. El individualismo, el concepto de individualismo, que a través de las enseñanzas proporcionadas por los filósofos de la antigüedad clásica, del Cristianismo, del Renacimiento y de la Ilustración nos ha hecho tal y como somos. El socialismo se basa en el colectivismo. El colectivismo niega el individualismo. Y el que niega el individualismo niega la civilización occidental” (Citado en “La Fuerza de la Razón” de Oriana Fallaci-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2004).
Cuando se habla de "batalla cultural", se quiere significar que se trata de una lucha tanto ideológica como militar contra todo lo que sea considerado "occidental", y que proviene principalmente del marxismo y del islam. De ahí el vínculo existente entre la izquierda política y grupos islámicos. La guerra fría del siglo XX fue en realidad una lucha, a veces no tan “fría”, entre los EEUU, que trataba de mantener la vigencia de los valores occidentales (liberalismo político y económico, cristianismo) en oposición a la URSS, que trataba de suplantarlos por el totalitarismo marxista. Alexander Solyenitsin escribía al respecto: “Durante decenios, en los años veinte, treinta, cuarenta y cincuenta, toda la prensa soviética decía: «¡Capitalismo occidental, llegó tu fin! ¡Te aniquilaremos!» Pero los capitalistas hicieron oídos sordos: no podían entenderlo ni creerlo”.
“Pero, para desgracia de los comunistas, en 1945 esta línea directa tropezó con vuestra bomba atómica. Con la bomba atómica norteamericana. Y entonces los comunistas cambiaron de táctica. Entonces se convirtieron, de repente, en partidarios de la paz a cualquier precio. Empezaron a reunirse los Congresos de la Paz y se redactaron peticiones por la paz. Y el mundo occidental cayó en este engaño. Pero los propósitos y la ideología no cambiaron: aniquilar vuestro régimen, aniquilar el modo de vida occidental”.
“¡Y cuando se lleva a cabo el aflojamiento de la tensión, la convivencia pacifica y el comercio, insisten en que la guerra ideológica debe continuar! ¿Y qué es la guerra ideológica? Un cúmulo de odio, la repetición del juramento: el mundo occidental debe ser aniquilado. Como otrora en el Senado de Roma un famoso senador terminaba sus alocuciones con la sentencia «Cartago debe ser destruida», también hoy, en cada acto de comercio o de relajamiento de la tensión, la prensa comunista, las instrucciones reservadas y miles de conferenciantes repiten: ¡El capitalismo debe ser aniquilado!” (De “En la lucha por la libertad”-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1976).
Incluso actividades como la ciencia experimental, ligada principalmente a Occidente, sufre continuos ataques, no tanto por sus resultados, sino por sus orígenes. Steven Weinberg escribió: “Sospecho que Gerald Holton está cerca de la verdad al ver el ataque radical a la ciencia como un síntoma de una hostilidad más amplia hacia la civilización occidental, una hostilidad que ha envenenado a los intelectuales occidentales desde Oswald Spengler en adelante. La ciencia moderna constituye un blanco obvio para esta hostilidad; el gran arte y la gran literatura han surgido de muchas de las civilizaciones del mundo pero, desde Galileo, la investigación científica ha estado abrumadoramente dominada por Occidente” (De “El sueño de una teoría final”-Crítica-Barcelona 1994).
Recientemente, el canciller de Alemania reconoció en Israel sus esfuerzos por mantener vigentes los valores occidentales, si bien su lucha armada responde esencialmente a una cuestión de supervivencia étnica y nacional. Se transcribe un artículo al respecto:
EL MUNDO CIVILIZADO DEBERÍA CUIDAR (Y AGRADECER) A ISRAEL
Por Marcelo Duclos
La aniquilación de la amenaza nuclear iraní no se limita al resguardo israelí. Es una garantía para los países medianamente civilizados.
Además de agradecer a Israel, el mundo debería contribuir con su defensa y, por estas horas, hacer todo lo posible para que caiga el régimen islámico iraní, que es una amenaza para todos.
Los argentinos conocemos bien hasta donde pueden llegar los tentáculos del régimen teocrático iraní. Es que el grupo terrorista que tiene base en Teherán desprecia la vida humana más allá de sus fronteras y puede atacar en cualquier lugar del mundo. Israel cuenta con una defensa notable, que puede reducir el impacto de las agresiones, como vimos tantas veces. Pero muchos países no tienen el mismo nivel de defensas e inteligencia y pueden ser víctimas fatales, como nos sucedió a nosotros con los atentados de 1992 y 1994 en Buenos Aires.
Ya la desarticulación de los “proxies” iraníes en Medio Oriente es una gran noticia para la región y el mundo, pero la eliminación del programa nuclear del ayatola Jameneí es algo que debería tranquilizar a más de medio planeta, Estados Unidos, inclusive. Claro que nadie cree la declaración emitida por Washington este jueves en la anoche sobre el ataque “unilateral”, cuya única línea relevante del comunicado fue la advertencia sobre la posibilidad de ataques a objetivos norteamericanos. Es claro que hay una coordinación entre los viejos aliados, que tendría que ser respaldada por todas las democracias del mundo.
Aunque la última advertencia de la junta de gobernadores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) llegó poco antes del ataque preventivo de Israel, es más que evidente que todo estaba planeado desde hace tiempo. Muestra de esto es que los drones no tuvieron que ingresar al espacio aéreo persa, puesto que ya se encontraban dentro del territorio, listos para hacer el trabajo. La puesta en funcionamiento de una nueva planta de enriquecimiento de uranio y la modernización de las máquinas centrifugadoras de sexta generación fueron solamente la gota que rebasó el vaso.
Para el que le sorprenda el hecho de que Israel haya podido construir y preparar los drones dentro de Irán, debería tomar conciencia de la enorme y paciente inversión que el país viene realizando dentro del territorio enemigo. En varias oportunidades, no solamente en Irán, muchas personas que han llegado a ostentar cargos dentro de los regímenes islámicos han terminado siendo espías al servicio de Israel, pudiendo infringir grandes daños al enemigo en su territorio.
La infiltración en los altos mandos ha dejado a la tiranía completamente paranoica. Vale recordar que el gobierno iraní está pasando por un momento muy complicado internamente y no son pocos los que se ilusionan con un cambio de régimen. Si ha habido un momento de inestabilidad ideal para evaluar una revolución desde la instauración de la teocracia islámica, sin dudas es este. Desde el exterior, el príncipe heredero de la corona persa en el exilio, Reza Pahlavi, ha defendido esta posibilidad, con la finalidad de instaurar un gobierno laico y democrático.
En las últimas horas, Pahlavi culpó al régimen teocrático, “por llevar al país a una guerra en su búsqueda de armamento nuclear”. Desde sus redes sociales, el hijo del Sha les manifestó a sus compatriotas que el país les pertenece a ellos y no al régimen que ya está “débil y dividido”:
“A la comunidad internacional: no desperdicien esta oportunidad para terminar con este régimen terrorista. Esto es lo que el pueblo iraní está pidiendo. Su mayor interés es la paz”.
El gobierno israelí consideró este ataque preventivo necesario para evitar lo que pudo haber sido un nuevo Holocausto. El mundo, con los altos mandos de Teherán vinculados al desarrollo nuclear eliminados, ya es más seguro. Es que se trata de algo que va más allá de un país civilizado, que enfrenta con precisos y quirúrgicos ataques certeros a los individuos que planean la aniquilación judía, para la que proceden con incalificables actividades terroristas sobre población civil. En términos de Sarmiento, es la discusión entre civilización y barbarie.
Además de agradecer a Israel, el mundo debería contribuir con su defensa y, por estas horas, hacer todo lo posible para que caiga el régimen islámico iraní, que es una amenaza para todos. Los primeros agradecidos serán los mismos ciudadanos iraníes, que en su gran mayoría no quieren saber nada de los delirantes que los gobiernan y los ponen en peligro.
(De panampost.com)
"Aquí no se renuncia sólo al liberalismo del siglo XVIII y del XIX, es decir, al liberalismo que completó dicha civilización. Aquí se renuncia al individualismo que gracias a Erasmo de Rotterdam, a Montaigne, a Cicerón, a Tácito, a Perícles, a Tucídides, heredó dicha civilización. El individualismo, el concepto de individualismo, que a través de las enseñanzas proporcionadas por los filósofos de la antigüedad clásica, del Cristianismo, del Renacimiento y de la Ilustración nos ha hecho tal y como somos. El socialismo se basa en el colectivismo. El colectivismo niega el individualismo. Y el que niega el individualismo niega la civilización occidental” (Citado en “La Fuerza de la Razón” de Oriana Fallaci-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2004).
Cuando se habla de "batalla cultural", se quiere significar que se trata de una lucha tanto ideológica como militar contra todo lo que sea considerado "occidental", y que proviene principalmente del marxismo y del islam. De ahí el vínculo existente entre la izquierda política y grupos islámicos. La guerra fría del siglo XX fue en realidad una lucha, a veces no tan “fría”, entre los EEUU, que trataba de mantener la vigencia de los valores occidentales (liberalismo político y económico, cristianismo) en oposición a la URSS, que trataba de suplantarlos por el totalitarismo marxista. Alexander Solyenitsin escribía al respecto: “Durante decenios, en los años veinte, treinta, cuarenta y cincuenta, toda la prensa soviética decía: «¡Capitalismo occidental, llegó tu fin! ¡Te aniquilaremos!» Pero los capitalistas hicieron oídos sordos: no podían entenderlo ni creerlo”.
“Pero, para desgracia de los comunistas, en 1945 esta línea directa tropezó con vuestra bomba atómica. Con la bomba atómica norteamericana. Y entonces los comunistas cambiaron de táctica. Entonces se convirtieron, de repente, en partidarios de la paz a cualquier precio. Empezaron a reunirse los Congresos de la Paz y se redactaron peticiones por la paz. Y el mundo occidental cayó en este engaño. Pero los propósitos y la ideología no cambiaron: aniquilar vuestro régimen, aniquilar el modo de vida occidental”.
“¡Y cuando se lleva a cabo el aflojamiento de la tensión, la convivencia pacifica y el comercio, insisten en que la guerra ideológica debe continuar! ¿Y qué es la guerra ideológica? Un cúmulo de odio, la repetición del juramento: el mundo occidental debe ser aniquilado. Como otrora en el Senado de Roma un famoso senador terminaba sus alocuciones con la sentencia «Cartago debe ser destruida», también hoy, en cada acto de comercio o de relajamiento de la tensión, la prensa comunista, las instrucciones reservadas y miles de conferenciantes repiten: ¡El capitalismo debe ser aniquilado!” (De “En la lucha por la libertad”-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1976).
Incluso actividades como la ciencia experimental, ligada principalmente a Occidente, sufre continuos ataques, no tanto por sus resultados, sino por sus orígenes. Steven Weinberg escribió: “Sospecho que Gerald Holton está cerca de la verdad al ver el ataque radical a la ciencia como un síntoma de una hostilidad más amplia hacia la civilización occidental, una hostilidad que ha envenenado a los intelectuales occidentales desde Oswald Spengler en adelante. La ciencia moderna constituye un blanco obvio para esta hostilidad; el gran arte y la gran literatura han surgido de muchas de las civilizaciones del mundo pero, desde Galileo, la investigación científica ha estado abrumadoramente dominada por Occidente” (De “El sueño de una teoría final”-Crítica-Barcelona 1994).
Recientemente, el canciller de Alemania reconoció en Israel sus esfuerzos por mantener vigentes los valores occidentales, si bien su lucha armada responde esencialmente a una cuestión de supervivencia étnica y nacional. Se transcribe un artículo al respecto:
EL MUNDO CIVILIZADO DEBERÍA CUIDAR (Y AGRADECER) A ISRAEL
Por Marcelo Duclos
La aniquilación de la amenaza nuclear iraní no se limita al resguardo israelí. Es una garantía para los países medianamente civilizados.
Además de agradecer a Israel, el mundo debería contribuir con su defensa y, por estas horas, hacer todo lo posible para que caiga el régimen islámico iraní, que es una amenaza para todos.
Los argentinos conocemos bien hasta donde pueden llegar los tentáculos del régimen teocrático iraní. Es que el grupo terrorista que tiene base en Teherán desprecia la vida humana más allá de sus fronteras y puede atacar en cualquier lugar del mundo. Israel cuenta con una defensa notable, que puede reducir el impacto de las agresiones, como vimos tantas veces. Pero muchos países no tienen el mismo nivel de defensas e inteligencia y pueden ser víctimas fatales, como nos sucedió a nosotros con los atentados de 1992 y 1994 en Buenos Aires.
Ya la desarticulación de los “proxies” iraníes en Medio Oriente es una gran noticia para la región y el mundo, pero la eliminación del programa nuclear del ayatola Jameneí es algo que debería tranquilizar a más de medio planeta, Estados Unidos, inclusive. Claro que nadie cree la declaración emitida por Washington este jueves en la anoche sobre el ataque “unilateral”, cuya única línea relevante del comunicado fue la advertencia sobre la posibilidad de ataques a objetivos norteamericanos. Es claro que hay una coordinación entre los viejos aliados, que tendría que ser respaldada por todas las democracias del mundo.
Aunque la última advertencia de la junta de gobernadores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) llegó poco antes del ataque preventivo de Israel, es más que evidente que todo estaba planeado desde hace tiempo. Muestra de esto es que los drones no tuvieron que ingresar al espacio aéreo persa, puesto que ya se encontraban dentro del territorio, listos para hacer el trabajo. La puesta en funcionamiento de una nueva planta de enriquecimiento de uranio y la modernización de las máquinas centrifugadoras de sexta generación fueron solamente la gota que rebasó el vaso.
Para el que le sorprenda el hecho de que Israel haya podido construir y preparar los drones dentro de Irán, debería tomar conciencia de la enorme y paciente inversión que el país viene realizando dentro del territorio enemigo. En varias oportunidades, no solamente en Irán, muchas personas que han llegado a ostentar cargos dentro de los regímenes islámicos han terminado siendo espías al servicio de Israel, pudiendo infringir grandes daños al enemigo en su territorio.
La infiltración en los altos mandos ha dejado a la tiranía completamente paranoica. Vale recordar que el gobierno iraní está pasando por un momento muy complicado internamente y no son pocos los que se ilusionan con un cambio de régimen. Si ha habido un momento de inestabilidad ideal para evaluar una revolución desde la instauración de la teocracia islámica, sin dudas es este. Desde el exterior, el príncipe heredero de la corona persa en el exilio, Reza Pahlavi, ha defendido esta posibilidad, con la finalidad de instaurar un gobierno laico y democrático.
En las últimas horas, Pahlavi culpó al régimen teocrático, “por llevar al país a una guerra en su búsqueda de armamento nuclear”. Desde sus redes sociales, el hijo del Sha les manifestó a sus compatriotas que el país les pertenece a ellos y no al régimen que ya está “débil y dividido”:
“A la comunidad internacional: no desperdicien esta oportunidad para terminar con este régimen terrorista. Esto es lo que el pueblo iraní está pidiendo. Su mayor interés es la paz”.
El gobierno israelí consideró este ataque preventivo necesario para evitar lo que pudo haber sido un nuevo Holocausto. El mundo, con los altos mandos de Teherán vinculados al desarrollo nuclear eliminados, ya es más seguro. Es que se trata de algo que va más allá de un país civilizado, que enfrenta con precisos y quirúrgicos ataques certeros a los individuos que planean la aniquilación judía, para la que proceden con incalificables actividades terroristas sobre población civil. En términos de Sarmiento, es la discusión entre civilización y barbarie.
Además de agradecer a Israel, el mundo debería contribuir con su defensa y, por estas horas, hacer todo lo posible para que caiga el régimen islámico iraní, que es una amenaza para todos. Los primeros agradecidos serán los mismos ciudadanos iraníes, que en su gran mayoría no quieren saber nada de los delirantes que los gobiernan y los ponen en peligro.
(De panampost.com)
domingo, 22 de junio de 2025
La delincuencia "digna" y el odio "legítimo"
En la Argentina, como en otros lugares, el cinismo fue reemplazando poco a poco a la hipocresía. Mientras que el hipócrita encubre sus faltas para aparecer ante los ojos de los demás como virtuoso, al menos todavía acepta la existencia de valores morales, si bien no está convencido de las ventajas de adoptarlos plenamente. El cínico, por el contrario, ni siquiera disimula sus extravíos éticos, sino que los muestra abiertamente aunque a veces los encubre como si fuesen virtudes.
Bajo la ideología peronista, y también de la izquierda política, se considera que el que presta dinero (inversores de bonos del Estado), y pretende cobrarlo según lo pactado, es el delincuente, mientras que la víctima es el que no paga ni cumple sus compromisos, como es el caso del Estado nacional. También se considera culpable de la violencia delictiva a la ciudadanía decente, mientras que el delincuente es considerado como una víctima inocente previamente marginada por la sociedad. Otra tergiversación es la afirmación de que la pobreza la genera el sector productivo, en lugar de considerar a quienes poco o nada producen como los culpables de la pobreza generalizada.
En el mismo sentido, luego de ser convalidada la pena judicial impuesta a la ex presidente (CFK), surge de la propia condenada la expresión "dignidad", al considerar que es ella la víctima inocente del Poder Judicial. Incluso un diputado nacional, su hijo, expresó: “De ahora en más, el 18 de junio es el día de la dignidad de un pueblo que no se deja silenciar ante los intentos de proscripción de sus dirigentes” (De www.cadena3.com).
Algo mucho más grave ocurre en otros lugares del planeta, como es el caso del conflicto entre Irán e Israel, ambos bandos justificados en sus acciones por cuanto aducen estar actuando bajo criterios impuestos por Dios, nada más ni nada menos; si bien Israel lucha por su supervivencia ante un enemigo declarado que ha manifestado abiertamente la búsqueda de la eliminación de Israel, incluidos sus habitantes.
En Israel, algunos sectores cercanos al actual líder, pretenden expandir su nación según los escritos bíblicos, en los cuales Dios determina los límites de la tierra prometida a su pueblo elegido. Ello implica avanzar hacia territorios de otros países por lo cual tal expansión implicaría futuras guerras. Es oportuno aclarar que la mayoría de los israelitas se opone a los planteamientos de Netanyahu y sus seguidores.
En el caso de Irán, se advierte que se trata de un país que parece tener como única misión expandir mundialmente el Islam destruyendo simultáneamente a EEUU y a Israel. Como en el caso anterior, no todos los iraníes están de acuerdo con la orientación que ha adoptado su actual gobierno. Desde el año 1979 predomina la mencionada orientación nacional. Leemos al respecto: "Komeiny llamó al alzamiento de los pueblos musulmanes. Con el slogan Nuestra revolución es islámica, antes que iraní, el ayatollah exhortó a todos los musulmanes del mundo a defender al islam que se ve enfrentado a una conjuración dirigida por los EEUU e Israel. La lucha la libra el pueblo contra Satán" (De "El Islam" de Edouard Soirée-Editorial Alamar-Buenos Aires 1979).
Entre las locuras colectivas aparecen las justificaciones teológicas del odio y la violencia, en forma similar a las justificaciones pseudocientíficas aducidas por marxistas y nazis. Mientras que muchos se consideran como unos títeres de Dios, debe tenerse presente que han sido otros hombres quienes han convertido a Dios en su propio títere, manifestando conocer lo que Dios quiere y lo que Dios piensa. Poco o nada hacen por averiguar cómo funcionan las leyes naturales que conforman el orden natural, que son la única base objetiva que disponemos para averiguar lo que Dios quiere y piensa, en caso de que dispongamos de una visión antropomórfica de Dios.
La peligrosidad de los "creyentes" deriva esencialmente de la creencia de que los libros religiosos han sido dictados por Dios a algunos hombres y que, por lo tanto son legítimos el odio y la violencia que aparezca en ellos. En el citado libro leemos: "El Corán: no existe en ninguna otra religión un libro cuya naturaleza sea parecida a la del Corán: según el concepto musulmán, el Corán es la palabra misma de Dios transmitida a Mohammad letra por letra, y él se encargó de comunicarla a la gente exactamente como la recibió, ni palabra más ni palabra menos, ni incluso una voz sustituida por un sinónimo. Dudar de esto significa dudar de la realidad del Islam y consiguientemente equivale a apostatar".
Cuando un musulmán mata un judío o bien mata a un "infiel", no siente el menor remordimiento de conciencia por cuanto está convencido de cumplir con el mandado de Dios (o Alá). No teme, por lo tanto, recibir un castigo, sino un premio por la obediencia mostrada.
Los teístas, que consideran la veracidad y efectividad del cristianismo en base a una revelación, en lugar de considerar su veracidad y efectividad en la respuesta ética que producen los Evangelios, parece que no han advertido que tal postura abre las puertas de par en par a la entrada de peligrosas "religiones"; es decir, peligrosas para la plena supervivencia de la humanidad. Por el contrario, desde el deismo, o religión natural, se está mucho más cerca de establecer una verdadera religión moral que nos ayude a superar los serios conflictos que acontecen en la actualidad.
Bajo la ideología peronista, y también de la izquierda política, se considera que el que presta dinero (inversores de bonos del Estado), y pretende cobrarlo según lo pactado, es el delincuente, mientras que la víctima es el que no paga ni cumple sus compromisos, como es el caso del Estado nacional. También se considera culpable de la violencia delictiva a la ciudadanía decente, mientras que el delincuente es considerado como una víctima inocente previamente marginada por la sociedad. Otra tergiversación es la afirmación de que la pobreza la genera el sector productivo, en lugar de considerar a quienes poco o nada producen como los culpables de la pobreza generalizada.
En el mismo sentido, luego de ser convalidada la pena judicial impuesta a la ex presidente (CFK), surge de la propia condenada la expresión "dignidad", al considerar que es ella la víctima inocente del Poder Judicial. Incluso un diputado nacional, su hijo, expresó: “De ahora en más, el 18 de junio es el día de la dignidad de un pueblo que no se deja silenciar ante los intentos de proscripción de sus dirigentes” (De www.cadena3.com).
Algo mucho más grave ocurre en otros lugares del planeta, como es el caso del conflicto entre Irán e Israel, ambos bandos justificados en sus acciones por cuanto aducen estar actuando bajo criterios impuestos por Dios, nada más ni nada menos; si bien Israel lucha por su supervivencia ante un enemigo declarado que ha manifestado abiertamente la búsqueda de la eliminación de Israel, incluidos sus habitantes.
En Israel, algunos sectores cercanos al actual líder, pretenden expandir su nación según los escritos bíblicos, en los cuales Dios determina los límites de la tierra prometida a su pueblo elegido. Ello implica avanzar hacia territorios de otros países por lo cual tal expansión implicaría futuras guerras. Es oportuno aclarar que la mayoría de los israelitas se opone a los planteamientos de Netanyahu y sus seguidores.
En el caso de Irán, se advierte que se trata de un país que parece tener como única misión expandir mundialmente el Islam destruyendo simultáneamente a EEUU y a Israel. Como en el caso anterior, no todos los iraníes están de acuerdo con la orientación que ha adoptado su actual gobierno. Desde el año 1979 predomina la mencionada orientación nacional. Leemos al respecto: "Komeiny llamó al alzamiento de los pueblos musulmanes. Con el slogan Nuestra revolución es islámica, antes que iraní, el ayatollah exhortó a todos los musulmanes del mundo a defender al islam que se ve enfrentado a una conjuración dirigida por los EEUU e Israel. La lucha la libra el pueblo contra Satán" (De "El Islam" de Edouard Soirée-Editorial Alamar-Buenos Aires 1979).
Entre las locuras colectivas aparecen las justificaciones teológicas del odio y la violencia, en forma similar a las justificaciones pseudocientíficas aducidas por marxistas y nazis. Mientras que muchos se consideran como unos títeres de Dios, debe tenerse presente que han sido otros hombres quienes han convertido a Dios en su propio títere, manifestando conocer lo que Dios quiere y lo que Dios piensa. Poco o nada hacen por averiguar cómo funcionan las leyes naturales que conforman el orden natural, que son la única base objetiva que disponemos para averiguar lo que Dios quiere y piensa, en caso de que dispongamos de una visión antropomórfica de Dios.
La peligrosidad de los "creyentes" deriva esencialmente de la creencia de que los libros religiosos han sido dictados por Dios a algunos hombres y que, por lo tanto son legítimos el odio y la violencia que aparezca en ellos. En el citado libro leemos: "El Corán: no existe en ninguna otra religión un libro cuya naturaleza sea parecida a la del Corán: según el concepto musulmán, el Corán es la palabra misma de Dios transmitida a Mohammad letra por letra, y él se encargó de comunicarla a la gente exactamente como la recibió, ni palabra más ni palabra menos, ni incluso una voz sustituida por un sinónimo. Dudar de esto significa dudar de la realidad del Islam y consiguientemente equivale a apostatar".
Cuando un musulmán mata un judío o bien mata a un "infiel", no siente el menor remordimiento de conciencia por cuanto está convencido de cumplir con el mandado de Dios (o Alá). No teme, por lo tanto, recibir un castigo, sino un premio por la obediencia mostrada.
Los teístas, que consideran la veracidad y efectividad del cristianismo en base a una revelación, en lugar de considerar su veracidad y efectividad en la respuesta ética que producen los Evangelios, parece que no han advertido que tal postura abre las puertas de par en par a la entrada de peligrosas "religiones"; es decir, peligrosas para la plena supervivencia de la humanidad. Por el contrario, desde el deismo, o religión natural, se está mucho más cerca de establecer una verdadera religión moral que nos ayude a superar los serios conflictos que acontecen en la actualidad.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)