El proceso de adaptación cultural al orden natural presenta momentos favorables y también regresivos, siendo estos últimos caracterizados por una tendencia a reemplazar lo que nos impone el orden natural por criterios totalmente subjetivos, como es el caso de los movimientos totalitarios, ya sean políticos, filosóficos o religiosos, o bien los casos de las diversas sectas por las cuales se produce el reemplazo de las ideas y costumbres naturales y cotidianas por una visión del mundo propuesta generalmente por personas con ciertas perturbaciones mentales.
Los procesos conocidos como “lavados de cerebro” son esencialmente los mismos en todos los casos mencionados. Las diferencias se advierten sólo por la cantidad de involucrados, denominándose como “sectas” a las que involucran pocas personas mientras que algunas “religiones” o algunos “movimientos políticos” se distinguen por estar integrados por decenas o centenas de millones de adeptos. Jean-Marie Abgrall escribió: “En este nivel existe una analogía entre el sistema coercitivo sectario y el sistema totalitario. Sin embargo, evitaremos utilizar el término de sectas totalitarias, puesto que esta calificación nos parece propiedad exclusiva del terreno político, incluso si, parafraseando a Xavier de Montclos en su estudio sobre los totalitarismos, «al desarraigo y a la inutilidad que tanto afectan a las masas modernas desde las revoluciones industriales, las sectas responden con una organización integral de la existencia que someten a un proyecto mítico y que transfiguran en una huída suicida de la realidad. Las sectas despersonalizan al hombre haciéndolo sólo una parte del todo, y por ese mismo hecho lo liberan de la angustia»”.
“La publicidad y la política también utilizan técnicas que proceden de la manipulación mental. Además, en el seno de los grupos religiosos comunes o de los movimientos políticos pueden existir verdaderas estructuras coercitivas, verdaderos funcionamientos sectarios” (De “Los secuestradores de almas”-Editorial Océano de México SA-México 2005).
Es común en todos estos casos priorizar la secta a la familia, a la sociedad o a la nación, incluso hasta llegar al extremo de considerar como enemigos a todo el que no pertenezca a la secta, partido, movimiento o religión. De esta manera se siembra el odio a gran escala y de ahí la gran cantidad de conflictos de todo tipo que caracterizan como regresivo, culturalmente, al actual momento de la humanidad.
Luego de citar varios casos de suicidios colectivos y asesinatos ocasionados por distintas sectas, Jean-Marie Abgrall escribió: “Estos casos tienen varios aspectos en común. Unos individuos poco adaptados al mundo se convencen de la inminente llegada del Apocalipsis. Están agrupados en torno a ciertos personajes a la vez dudosos y fascinantes a quienes les dedican su vida, y luchan por el advenimiento de un pueblo «elegido», desarrollando una paranoia y una megalomanía de grupo que los conduce a negar la realidad y las leyes de la sociedad. Es cierto que, no todas las sectas terminan de manera tan dramática. Muchas de ellas siguen su camino sin pena ni gloria, tejiendo su telaraña y consolidando sus redes, su poder y sus riquezas. Esclavistas por naturaleza, estas personas hacen a un lado los derechos más elementales del ser humano”.
“Una secta es un grupo de gente más o menos evolucionado que se reúne alrededor de un dirigente o de una ideología –religiosa o no-, y funciona de manera cerrada y secreta pero que, no obstante, respeta el libre albedrío y la identidad del adepto. La secta coercitiva se caracteriza por su naturaleza impositiva y la falta de libertad resultante. Sin embargo, esta diferencia sólo es ilusoria, pues la supervivencia de todas las sectas requiere que a los adeptos se les aplique una disciplina rigurosa”.
El condicionamiento mental puede comprenderse a partir de las experiencias de Iván Pavlov, cuando lograba que el comportamiento de un perro respondiera a un condicionamiento exterior, o adquirido, distinto a sus respuestas propias o naturales. En forma similar, el comportamiento de las personas más influenciables puede manipularse a través de la repetición de mentiras, o de verdades parciales, que cambian la visión del mundo que tienen hasta ese momento. “Ante la presión externa que ejerce la sociedad global al tratar de normalizar y de reincorporar en su seno al grupo sectario que se está desviando, a la secta no le queda otra solución que reforzar su identidad grupal aniquilando las identidades personales. La evolución hacia la coerción es inexorable, y conduce al discípulo al estado de adepto. El instrumento esencial de este proceso de sujeción es la manipulación mental; y si bien las sectas no tienen el monopolio de este tipo de manipulación, en todo caso lo han llevado a su grado máximo. En este nivel existe una analogía entre el sistema coercitivo sectario y el sistema totalitario”.
El líder de una banda delictiva seguramente buscará convencer a sus secuaces hablando casi todo el tiempo de “las ventajas” que les reportará la posesión del botín. Una vez que tal idea entra en sus mentes, sólo les quedará obedecer las directivas impartidas, sin cuestionarse demasiado los riesgos afrontados o la validez del procedimiento. “La creencia se opone a la reflexión y al análisis. Ahora bien, el proceso de adoctrinamiento no puede basarse en la lógica. Toda visión en perspectiva, todo examen racional que hiciera el adepto de su situación no podrían menos que llevarlo a cuestionar el sistema en el que se encuentra «enrolado». Por consiguiente, la adhesión a una secta coercitiva conlleva la aceptación implícita y sin reservas de un mito o una fantasía que es el fundamento del pensamiento grupal. El futuro adepto tendrá que creer en la historia que se le relata y aceptar todas las acciones que se deriven de ella. El cuestionamiento de una sola de esas acciones es sinónimo de traición. La conversión exige una sumisión absoluta”.
Los totalitarismos colectivistas, al igual que las sectas, tienden a anular los atributos personales de todo individuo. “Para pertenecer al grupo, el adepto debe comportarse de manera idéntica a los otros. Esta imitación hace desaparecer su individualidad. Al reemplazar las indecisiones nacidas del libre albedrío por conductas automáticas inducidas por el ejemplo, la imitación reduce el sentimiento de incertidumbre y lo reemplaza por la urgencia de una misión que cumplir. Se trata de una verdadera remodelación psicológica, típica de las técnicas conductuales, que va creando de manera paulatina una nueva personalidad más adaptada a la dinámica sectaria”.
“La imitación exacerba un deseo de competencia entre los adeptos, quienes deben dedicarse de la manera más rápida y perfecta posible a su realización. Convertido en discípulo modelo, el individuo está listo para la identificación total con el gurú, punto culminante de la creencia y objetivo último de la persuasión coercitiva”.
“Aunque «integración» es el término consagrado, nosotros preferimos usar ya sea el de «asimilación» o el de «fagocitosis», que tienen una connotación biológica. Porque, en efecto, integrar a alguien es considerarlo verdadero miembro de un grupo, pero sin quitarle sus marcas de identidad. En cambio, la integración en la secta va acompañada de la pérdida de esos elementos de identidad”.
Cuando en la Biblia aparece la prohibición de los hombres a ser “como dioses” que “comen del conocimiento del árbol del bien y del mal”, seguramente sus autores tenían presente la existencia de personas que pretendían dominar mental y materialmente a sus semejantes alejándolos de las leyes naturales asociadas a Dios. Y este dominio es, posiblemente, la principal causa del sufrimiento que afecta a los seres humanos a lo largo de la historia de la humanidad.
En la actualidad, los principales procesos anticulturales, o culturalmente regresivos, son los diversos nacionalismos expansivos, los diversos socialismos y el Islam. En este caso resulta contradictorio que se denomine como “religión” a un movimiento totalitario que predica y promueve una lucha contra los “infieles” (judíos y cristianos, principalmente) incluso hasta el extremo de matarlos, en cuyo caso el “defensor de la fe” tendría ganada la eternidad.
martes, 2 de diciembre de 2025
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