Chelsea Follett dice que la vida preindustrial no era sencilla ni serena, sino sucia, violenta y corta. La Revolución Industrial fue imperfecta, pero supuso un progreso.
Cuando Ted Kaczynski, alias Unabomber, declaró en 1995 que "la Revolución Industrial y sus consecuencias han sido un desastre para la raza humana", estaba expresando un sentimiento que ahora circula ampliamente en Internet.
La nostalgia idealizada por la era preindustrial se ha vuelto viral, reforzada por las inquietudes sobre nuestra propia era digital, y algunos afirman que la modernidad en sí misma fue un error y que el "progreso" es una ilusión. Según quienes añoran el pasado, los campesinos medievales llevaban una vida más feliz y tranquila que la nuestra. "Internet se ha vuelto extrañamente nostálgico por la vida en la Edad Media", escribió la periodista Amanda Mull en un artículo para The Atlantic. Samuel Matlack, director editorial de The New Atlantis, observó que actualmente existe un "debate interminable sobre si el pasado preindustrial era claramente mejor que lo que tenemos ahora y debemos volver atrás para salvar a la humanidad, o si la sociedad tecnológica moderna es sin duda un salto adelante que debemos prolongar para siempre".
En la imaginación popular, la Revolución Industrial fue el nacimiento de muchos males, una época en la que las fábricas que echaban humo perturbaron la antigua existencia idílica de la humanidad. La encuesta informal realizada por el profesor de Economía Vincent Geloso a estudiantes universitarios reveló que estos creían que "el nivel de vida no mejoró para los pobres; solo los ricos se hicieron más ricos; las ciudades estaban sucias y los pobres padecían mala salud". El experto Tucker Carlson ha llegado a sugerir que el feudalismo era preferible a la democracia liberal moderna.
Los diferentes grupos tienden a idealizar diferentes aspectos del pasado. Los ecologistas pueden idealizar la armonía con la naturaleza preindustrial, mientras que los tradicionalistas sociales idealizan la vida familiar de nuestros antepasados. Personas de todo el espectro político comparten la sensación de que la Revolución Industrial aportó pocas mejoras reales a la gente corriente.
En 2021, History.com publicó "7 efectos negativos de la Revolución Industrial", un artículo que refleja gran parte del pensamiento detrás de esta impresión popular de que la industrialización fue un paso atrás para la humanidad, en lugar de un período de enorme progreso. Pero, ¿fue realmente la industrialización la culpable de todos los males detallados en el artículo?
"Condiciones de vida horribles para los trabajadores"
¿Fueron las "condiciones de vida horribles" un resultado de la industrialización? Sin duda, las condiciones de vida de la era industrial no cumplían con los estándares modernos, pero tampoco lo hacían las condiciones de vida que las precedieron.
Como afirma la historiadora Kirstin Olsen en su libro Daily Life in 18th-Century England (La vida cotidiana en la Inglaterra del siglo XVIII), "los pobres del campo... vivían hacinados, a menudo en una sola habitación de poco más de 9 metros cuadrados, a veces en una sola cama, o a veces en un simple montón de virutas, paja o lana enmarañada en el suelo. En el campo, el ganado podía ser llevado al interior por la noche para obtener calor adicional". En el Gales del siglo XVIII, un observador afirmó que en las casas de la gente común, "cada edificio" era prácticamente un "Arca de Noé" en miniatura, lleno de una gran variedad de animales. Da escalofríos pensar en el olor a granero que desprendían los dormitorios, además del coro de sonidos de corral que probablemente llenaba cada noche. Nuestros antepasados soportaban el hedor y el ruido y se acurrucaban con su ganado, aunque solo fuera para evitar la hipotermia.
Las casas solían estar tan mal construidas que eran inestables. El estruendo de los edificios que se derrumbaban era un sonido tan común que, en 1688, Randle Holme definió un estruendo como "un ruido procedente de la ruptura de una casa o una pared". El poeta Dr. Samuel Johnson escribió que, en el Londres de la década de 1730, "las casas que se derrumban te caen sobre la cabeza". En la década de 1740, los "soportes para casas" que impedían que se derrumbaran figuraban entre los obstáculos más comunes que bloqueaban el libre paso por las aceras de Londres.
"Mala alimentación"
¿Qué hay de la mala alimentación? Desde los hippies liberales hasta los partidarios del "Make America Healthy Again" (Hagamos que Estados Unidos vuelva a ser saludable), la obsesión con las dietas supuestamente libres de químicos y saludables de antaño es bipartidista. Sin embargo, la verdad es repugnante.
Nuestros antepasados no solo no comían bien, sino que a veces ni siquiera comían. El historiador William Manchester señaló que en la Europa preindustrial se producían hambrunas cada cuatro años de media. En los años de escasez, "el canibalismo no era algo desconocido. Se secuestraba y asesinaba a desconocidos y viajeros para comérselos". El historiador Fernand Braudel registró un relato de 1662 procedente de Borgoña, Francia, en el que se lamentaba que "la hambruna de este año ha acabado con más de diez mil familias... y ha obligado a un tercio de los habitantes, incluso en las buenas ciudades, a comer plantas silvestres... Algunas personas comieron carne humana". Se estima que un tercio de la población de Finlandia murió de hambre durante una hambruna en la década de 1690.
Incluso cuando había comida disponible, a menudo distaba mucho de ser apetecible. Nuestros antepasados vivían en un mundo en el que el pan y la leche adulterados, la carne en mal estado y las verduras contaminadas con desechos humanos eran algo habitual. El pan de Londres se describía en una novela de 1771 como "una pasta nociva, mezclada con tiza, alumbre y cenizas de huesos, insípida al paladar y destructiva para la constitución". Según la historiadora Emily Cockayne, el tratado de salud pública de 1757 Poison Detected señalaba que "en 1736, un montón de trapos que ocultaban a un bebé recién nacido asfixiado fue confundido con un trozo de carne por su olor fétido".
El agua tampoco era precisamente pura. "En su mayor parte, la suciedad salía por las ventanas, bajaba por las calles y llegaba a los mismos arroyos, ríos y lagos de donde los habitantes de la ciudad obtenían su agua", según el profesor de derecho ambiental James Salzman. Esto garantizaba que cada trago incluyera una generosa dosis de excrementos humanos y bacterias nocivas. Las enfermedades transmitidas por el agua eran frecuentes.
"Un estilo de vida estresante e insatisfactorio"
¿Los estilos de vida estresantes se originaron con la industrialización? ¿Nuestros antepasados preindustriales disfrutaban en general de una sensación de paz interior? Es dudoso. Lamentablemente, muchos de ellos sufrían lo que llamaban melancolía, más o menos análogo a los conceptos modernos de ansiedad y depresión.
En 1621, el médico Robert Burton describió un síntoma común de la melancolía como despertarse por la noche debido al estrés mental entre las clases altas. Un observador dijo que los pobres "sentían su sueño interrumpido por el frío, la suciedad, los gritos y llantos de los bebés, y por mil otras ansiedades". El médico del siglo XVII Richard Napier registró durante varias décadas que alrededor del 20% de sus pacientes sufrían de insomnio. Hoy en día, en comparación, el 12% de los estadounidenses dicen que les han diagnosticado insomnio crónico. El estrés no es nada nuevo.
Las altísimas tasas de mortalidad preindustriales causaban un profundo sufrimiento emocional a quienes estaban de luto. Perder a un hijo en la infancia era antes una experiencia común, casi universal, entre los padres, pero la pérdida no era menos dolorosa por ser habitual. Muchos testimonios que han sobrevivido sugieren que las madres y los padres sentían un dolor agudo con cada pérdida. El poema del siglo XVIII "A un bebé que falleció al segundo día de su nacimiento", de Mehetabel "Hetty" Wright, que perdió a varios de sus hijos prematuramente, insta de forma desgarradora a su bebé a que la mire por última vez antes de fallecer.
Las muertes infantiles eran tan comunes que prácticamente todos los grandes poetas exploraron el tema. Robert Burns escribió "Sobre el nacimiento de un hijo póstumo". Percy Bysshe Shelley escribió varios poemas a su hijo fallecido. Consideremos el dolor que capturan estas líneas de la obra de William Shakespeare El rey Juan, pronunciadas por el personaje de Constance tras la muerte de su hijo: "El dolor llena la habitación de mi hijo ausente. ... ¡Oh, Señor! ¡Mi niño, mi Arturo, mi hermoso hijo! ¡Mi vida, mi alegría, mi alimento, mi todo!". El propio hijo de Shakespeare murió en 1596, más o menos cuando el dramaturgo habría terminado de escribir El rey Juan.
Solo en el mundo moderno la pérdida de un hijo ha pasado de ser algo extraordinariamente común a ser extremadamente raro. Por muy estresante que pueda ser la vida moderna, nuestros antepasados se enfrentaban a formas de dolor que la mayoría de la gente de hoy en día nunca tendrá que soportar.
"Lugares de trabajo peligrosos" y "trabajo infantil"
Los lugares de trabajo peligrosos y el trabajo infantil son anteriores a la Revolución Industrial. En las sociedades agrarias, familias enteras trabajaban en los campos y pastos, incluidas las mujeres embarazadas y los niños pequeños. Muchos niños preindustriales se incorporaban a la fuerza laboral a una edad que hoy se consideraría preescolar o de jardín de infancia.
En las familias más pobres, los niños eran enviados a trabajar a los 4 o 5 años. Si los niños no encontraban un empleo remunerado a los 8 años, incluso los reformadores sociales que simpatizaban con la difícil situación de los pobres, como Jonas Hanway, expresaban abiertamente su disgusto por tal falta de laboriosidad: según se informa, "le repugnaban las familias que buscaban caridad cuando tenían hijos de entre 8 y 14 años que no ganaban ningún salario".
Para la mayoría, el trabajo era agotador e interminable. Un mito común sugiere que los campesinos preindustriales trabajaban menos días que la gente moderna. Este concepto erróneo se originó a partir de una estimación inicial del historiador Gregory Clark, quien propuso inicialmente que los campesinos trabajaban solo 150 días al año. Más tarde revisó esta cifra a unos 300 días, superior al promedio moderno de 260 días laborables, incluso sin tener en cuenta los días festivos y las vacaciones pagadas de hoy en día.
El maltrato físico a los empleados también estaba ampliamente aceptado, y las autoridades solo intervenían cuando el maltrato era excepcionalmente grave. En 1666, se produjo un caso de este tipo en Kittery, en lo que hoy es Maine, cuando Nicholas y Judith Weekes causaron la muerte de un sirviente. Judith confesó que le había cortado los dedos de los pies con un hacha. Sin embargo, la pareja no fue acusada de asesinato, sino simplemente de crueldad.
"Discriminación contra las mujeres"
El mundo preindustrial no era precisamente un modelo de igualdad de género: la discriminación contra las mujeres no fue una invención de los primeros industriales, sino una característica arraigada en muchas sociedades.
La violencia doméstica era ampliamente tolerada. En Londres, una ley de 1595 dictaba: "Ningún hombre, después de las nueve de la noche, mantendrá ninguna norma por la que se produzca un grito repentino en la quietud de la noche, como provocar una pelea o golpear a su esposa o a su sirviente". En otras palabras, no se podía golpear a la esposa después de las 9:00 p.m. Se trataba de una normativa sobre el ruido. Una ley similar prohibía el uso de martillos después de las 9:00 p.m. Golpear a la esposa hasta que gritara era una actividad normal y aceptable.
La violencia doméstica se celebraba en la cultura popular, como en la animada canción folclórica "The Cooper of Fife", una melodía tradicional escocesa que inspiró un baile country e influyó en baladas inglesas y estadounidenses similares. Para los oídos modernos, el contraste entre su letra violenta y su melodía alegre resulta inquietante. La canción retrata a un marido como totalmente justificado en sus actos de violencia doméstica, invitando al público a ponerse del lado del maltratador y animarlo mientras golpea a su esposa para que se someta por no realizar las tareas domésticas a satisfacción de su marido.
Las leyes sexistas a menudo empoderaban a los hombres para maltratar a las mujeres. Si una mujer ganaba dinero, su marido podía reclamarlo legalmente en cualquier momento. Por ejemplo, en la Gran Bretaña del siglo XVIII, una esposa no podía celebrar contratos, hacer testamento sin la aprobación de su marido ni decidir sobre la educación o el aprendizaje de sus hijos; además, en caso de separación, perdía automáticamente la custodia. En otras palabras, el maltrato a las mujeres es muy anterior a la industrialización. Podría decirse que fue el aumento de la participación de la mujer en la población activa durante la Revolución Industrial lo que, en última instancia, le dio una mayor independencia económica y reforzó su poder de negociación social.
"Daño medioambiental"
Aunque muchos de los retos medioambientales actuales, como el cambio climático y la contaminación por plásticos, difieren de los que afrontaban nuestros antepasados, la degradación medioambiental no es un fenómeno reciente. Por otro lado, la preocupación por el impacto medioambiental es bastante nueva. De hecho, como ha señalado el historiador Richard Hoffmann, "los escritores medievales solían expresar una visión hostil de la naturaleza, la creencia de que no solo era inútil y desagradable, sino también activamente hostil hacia... la humanidad".
Consideremos la deforestación. El Domesday Survey de 1086 reveló que los árboles cubrían el 15% de Inglaterra; en 1340, la proporción había descendido al 6%. Los bosques de Francia se redujeron a más de la mitad, pasando de unos 30 millones de hectáreas en la época de Carlomagno (768-814) a 13 millones en el reinado de Felipe IV (1285-1314).
Europa no fue la única parte del mundo que abusó de sus bosques. Un testigo del siglo XVI observó que, cada vez que se proclamaba la necesidad de más madera para los edificios imperiales, los campesinos de lo que hoy son las provincias de Hubei y Sichuan en China "lloraban de desesperación hasta ahogarse". Y es que apenas quedaba madera.
La despeciación tampoco es nada nuevo. Los seres humanos llevan exterminando la fauna silvestre desde la prehistoria. En los últimos 50.000 años se han extinguido unos 90 géneros de grandes mamíferos, lo que supone más del 70% de las especies grandes de América y más del 90% de las de Australia.
La exterminación de especies se produjo a lo largo de toda la era preindustrial.
Los primeros asentamientos humanos en Nueva Zelanda se remontan a finales del siglo XIII. En solo 100 años, los seres humanos exterminaron 10 especies de moas, además de al menos otros 15 tipos de aves autóctonas, entre ellas patos, gansos, pelícanos, fochas, el águila de Haast y un aguilucho autóctono. Hoy en día, pocas personas saben que los leones, las hienas y los leopardos alguna vez fueron autóctonos de Europa, pero en el siglo I, la actividad humana los eliminó del continente. El último uro conocido, el buey salvaje autóctono de Europa, fue cazado en Polonia por un noble cazador en 1627.
El progreso es real
La historia se parece poco a la imagen idealizada de la época preindustrial que tiene el público en general, es decir, un hermoso paisaje de idílicos pueblos rurales con aire puro y habitantes que bailan alegremente alrededor de los mayos. Las personas sanas, pacíficas y prósperas de esta fantasía de felicidad pastoral no se dan cuenta de que sus vidas felices y tranquilas pronto se verán perturbadas por el villano de la historia: las oscuras chimeneas de las "fábricas satánicas" de la Revolución Industrial.
Esas visiones idílicas del pasado se parecen muy poco a la realidad. Una mirada más cercana rompe la ilusión. El mundo al que se enfrentaban la mayoría de nuestros antepasados era, de hecho, más espantoso de lo que las mentes modernas pueden imaginar. Desde el maltrato habitual a cónyuges e hijos hasta el canibalismo inducido por la hambruna y las calles que hacían las veces de alcantarillas abiertas, prácticamente todos los aspectos de la existencia eran horribles.
Un dicho popular afirma que "el pasado es un país extranjero" y, según los relatos que se conservan, no es un lugar en el que uno desearía pasar unas vacaciones. Si pudieras visitar el pasado preindustrial, probablemente le darías a la experiencia una calificación de cero estrellas. De hecho, el viaje podría dejarte secuelas permanentes, tanto físicas como psicológicas. Es posible que desearas no haber visto los horrores que encontraste en tu aventura y olvidar los detalles impactantes y sangrientos.
La ventaja es que la visita ayudaría a desromantizar el pasado y mostraría lo lejos que ha llegado realmente la humanidad, haciendo hincapié en la transformación total de la vida cotidiana y la realidad del progreso.
(De elcato.org)
viernes, 28 de noviembre de 2025
miércoles, 26 de noviembre de 2025
Hegel y el Dios-Estado
Entre las ideas más influyentes, en materia social, aparecen las justificaciones de las distintas propuestas basadas en una posible compatibilidad con la voluntad de Dios, o con el orden natural. Surge así el "derecho divino de los reyes" por el cual el rey era responsable únicamente ante Dios. La idea principal implicaba conformar una sociedad que respondiera a la aparente voluntad de Dios o a la aparente "voluntad" del orden natural.
La materialización de esta idea implicaba conformar un modelo de ser humano que diera lugar, como consecuencia, a tal tipo de sociedad, siendo ésta la idea subyacente al cristianismo, por lo que Cristo expresó: "Primeramente buscad el Reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura". En general, los diversos pensadores establecieron modelos de sociedad a los cuales debería adaptarse todo individu, en oposición a la propuesta bíblica.
Entre los más destacados pensadores que apuntaron a establecer una sociedad basada en el Estado, que ocuparía una posición similar a la ocupada por Dios en el caso del creyente, aparece Georg Wilhelm Hegel. Axel Kaiser escribió: “Hegel creó un sistema de ideas pseudorreligiosas diseñadas para justificar el poder de su superior jerárquico, el rey de Prusia Federico Guillermo III. ¿En qué consistían exactamente estas ideas? El filósofo Isaiah Berlin explicó que Hegel creía que existía algo así como un espíritu del universo de la misma forma como hay espíritus individuales. Y así como un individuo tiene intenciones y propósitos, el universo también los tiene”.
“Nosotros podemos descubrir esas intenciones, porque somos parte de ese universo, a través de una visión metafísica, la que, por cierto, requiere de una mente privilegiada. Esta visión permitiría conocer el propósito de todos los seres humanos, quienes van plasmando ese espíritu universal en su historia. Y es precisamente en la historia donde descubrimos patrones que nos indican la existencia de un plan”.
“Patrones que son diferentes de una cultura a otra y que nos permiten entender, por ejemplo, qué significa ser alemán o francés, es decir, entender su espíritu colectivo. La libertad no existe más que como el reconocimiento de leyes históricas para usarlas de la mejor manera. No se puede, en consecuencia, desear algo distinto de lo que estas leyes del espíritu universal, manifestado a través de la historia, establecen. Pues el espíritu es, para Hegel, la marcha de Dios”.
“Y la máxima expresión de la actividad divina es el Estado. El Estado representa la humanidad en el estadio más avanzado de evolución de acuerdo con lo determinado por el espíritu universal. El Estado es, por tanto, la máxima expresión de la voluntad divina y cualquier cosa que resista su marcha debe ser aniquilada”.
“La libertad, en este esquema, es completamente destruida como concepto, pues implica obediencia al patrón, supuestamente encarnado por el Estado-Dios. Berlin concluyó con una reflexión que ataca el corazón de la posición hegeliana y antiliberal que inspira a la izquierda desde hace más de un siglo: «Siempre ha habido personas que han querido conseguir seguridad en alguna estructura cerrada, en un sistema rígido, antes que ser libres. Para ellos, Hegel ofrece una palabra de comodidad. Sin embargo, esta es una gran confusión, una identificación históricamente fatal para la libertad. La esencia de la libertad siempre ha reposado en nuestra habilidad de elegir lo que tenemos que elegir porque queremos elegir de esa forma, sin coacción, sin intimidación, sin ser tragados por algún vasto sistema; y en el derecho a resistir, a ser impopulares y a defender nuestras convicciones sólo porque son nuestras convicciones. Eso es libertad real, y sin eso no hay libertad de ningún tipo, ni siquiera la ilusión de ella»” (De “Parásitos mentales”-Ariel-Buenos Aires 2024).
Stephen R. C. Hicks sintetiza la postura de Hegel escribiendo: "El lugar de Hegel en la historia es haber institucionalizado en cuatro tesis la metafísica del siglo XIX:
1- La realidad es una creación completamente subjetiva.
2- Las contradicciones son intrínsecas a la razón y a la realidad.
3- Puesto que la realidad evoluciona contradictoriamente, la verdad es relativa al tiempo y al lugar.
4- El colectivo, no el individuo, es la unidad operativa.
(De "Explicando el posmodernismo, la crisis del socialismo"-Barbarroja Ediciones-Buenos Aires 2014).
Posiblemente no exista una postura más anticientífica que la mencionada en esta síntesis, siendo el marxismo el "heredero" parcial del hegelialismo, compartiendo tal anticientificismo.
La materialización de esta idea implicaba conformar un modelo de ser humano que diera lugar, como consecuencia, a tal tipo de sociedad, siendo ésta la idea subyacente al cristianismo, por lo que Cristo expresó: "Primeramente buscad el Reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura". En general, los diversos pensadores establecieron modelos de sociedad a los cuales debería adaptarse todo individu, en oposición a la propuesta bíblica.
Entre los más destacados pensadores que apuntaron a establecer una sociedad basada en el Estado, que ocuparía una posición similar a la ocupada por Dios en el caso del creyente, aparece Georg Wilhelm Hegel. Axel Kaiser escribió: “Hegel creó un sistema de ideas pseudorreligiosas diseñadas para justificar el poder de su superior jerárquico, el rey de Prusia Federico Guillermo III. ¿En qué consistían exactamente estas ideas? El filósofo Isaiah Berlin explicó que Hegel creía que existía algo así como un espíritu del universo de la misma forma como hay espíritus individuales. Y así como un individuo tiene intenciones y propósitos, el universo también los tiene”.
“Nosotros podemos descubrir esas intenciones, porque somos parte de ese universo, a través de una visión metafísica, la que, por cierto, requiere de una mente privilegiada. Esta visión permitiría conocer el propósito de todos los seres humanos, quienes van plasmando ese espíritu universal en su historia. Y es precisamente en la historia donde descubrimos patrones que nos indican la existencia de un plan”.
“Patrones que son diferentes de una cultura a otra y que nos permiten entender, por ejemplo, qué significa ser alemán o francés, es decir, entender su espíritu colectivo. La libertad no existe más que como el reconocimiento de leyes históricas para usarlas de la mejor manera. No se puede, en consecuencia, desear algo distinto de lo que estas leyes del espíritu universal, manifestado a través de la historia, establecen. Pues el espíritu es, para Hegel, la marcha de Dios”.
“Y la máxima expresión de la actividad divina es el Estado. El Estado representa la humanidad en el estadio más avanzado de evolución de acuerdo con lo determinado por el espíritu universal. El Estado es, por tanto, la máxima expresión de la voluntad divina y cualquier cosa que resista su marcha debe ser aniquilada”.
“La libertad, en este esquema, es completamente destruida como concepto, pues implica obediencia al patrón, supuestamente encarnado por el Estado-Dios. Berlin concluyó con una reflexión que ataca el corazón de la posición hegeliana y antiliberal que inspira a la izquierda desde hace más de un siglo: «Siempre ha habido personas que han querido conseguir seguridad en alguna estructura cerrada, en un sistema rígido, antes que ser libres. Para ellos, Hegel ofrece una palabra de comodidad. Sin embargo, esta es una gran confusión, una identificación históricamente fatal para la libertad. La esencia de la libertad siempre ha reposado en nuestra habilidad de elegir lo que tenemos que elegir porque queremos elegir de esa forma, sin coacción, sin intimidación, sin ser tragados por algún vasto sistema; y en el derecho a resistir, a ser impopulares y a defender nuestras convicciones sólo porque son nuestras convicciones. Eso es libertad real, y sin eso no hay libertad de ningún tipo, ni siquiera la ilusión de ella»” (De “Parásitos mentales”-Ariel-Buenos Aires 2024).
Stephen R. C. Hicks sintetiza la postura de Hegel escribiendo: "El lugar de Hegel en la historia es haber institucionalizado en cuatro tesis la metafísica del siglo XIX:
1- La realidad es una creación completamente subjetiva.
2- Las contradicciones son intrínsecas a la razón y a la realidad.
3- Puesto que la realidad evoluciona contradictoriamente, la verdad es relativa al tiempo y al lugar.
4- El colectivo, no el individuo, es la unidad operativa.
(De "Explicando el posmodernismo, la crisis del socialismo"-Barbarroja Ediciones-Buenos Aires 2014).
Posiblemente no exista una postura más anticientífica que la mencionada en esta síntesis, siendo el marxismo el "heredero" parcial del hegelialismo, compartiendo tal anticientificismo.
domingo, 23 de noviembre de 2025
Felicidad vs. Infelicidad
La existencia de la empatia emocional, por la cual tenemos la predisposición a compartir penas y alegrías ajenas como propias, resulta ser el principal factor de supervivencia. Luego, si adquirimos tal predisposición, se observará que el grado de felicidad adquirido es superior al logrado bajo otras actitudes o predisposiciones. De ahí que, en principio, puede decirse que la felicidad se logra junto a nuestra capacidad para la preservación de la vida humana.
Puede decirse, además, que la verdadera felicidad es la que, de alguna manera, puede transmitirse a los demás a través de la empatía emocional. Por el contrario, si alguien se jacta de poseer muchos bienes materiales, que garantizarían sus posibilidades de lograr placeres en cantidad, haciendo cierta ostentación de superioridad, muestra un incompleto entendimiento de lo que la felicidad implica, alejándose del criterio de supervivencia impuesto por el orden natural.
Otra consecuencia de la ostentación de riquezas, que por lo general genera envidia en los demás, es la evidencia de los falsos motivos para la envidia, ya que se siente envidia, no por la felicidad ajena, sino por la aparente felicidad ajena. Si es absurdo proceder en forma ostentosa, mucho más absurdo es proceder en forma envidiosa. De ahí que el camino hacia la felicidad, asociado a los bienes materiales, produce efectos opuestos a los provocados por la empatía emocional.
Muchas veces encontramos expresiones como que “no existe la naturaleza humana” y que, por lo tanto, no existiría un marco natural que “aceptara” o “rechazara” las distintas teorías elaboradas respecto de la felicidad. Por el contrario, podemos denominar “naturaleza humana” al resultado de millones de años de evolución biológica que han conformado nuestros atributos corporales y psíquicos, que son la esencia de los estudios establecidos por la psicología.
Las teorías de la felicidad, por lo tanto, pueden entrar en el ámbito de la ciencia experimental y por ello mismo admitir cierta contrastación empírica, ya que es posible, en principio, evaluar los resultados de tales teorías. Sin embargo, no es frecuente encontrar en los libros de psicología, o de psicología social, un capítulo titulado “Teorías de la felicidad”. Quizá ello se deba a que la felicidad implica un estudio poco accesible a la verificación experimental, si bien se han realizado estudios concretos al respecto.
Entre las teorías establecidas, aparece la que sintetiza la felicidad en la siguiente fórmula:
F = B + C + V
Significando tales letras, lo siguiente:
Felicidad = Biología + Condiciones de vida (relaciones humanas) + Actividades voluntarias (sentido de la vida)
Esta síntesis implica que la felicidad individual depende principalmente de nuestra herencia genética, si bien está a nuestro alcance lograr el óptimo que permite tal herencia.
Respecto a las Condiciones de vida, se establece que el nivel de felicidad logrado depende bastante de nuestros vínculos sociales, o de nuestras relaciones humanas; vínculos que dependen esencialmente de la empatía emocional.
En cuanto a las Actividades voluntarias, pueden asociarse a los objetivos personales que orientan nuestra vida y le dan un sentido adicional a la misma.
Seguramente que alguien podrá decir que todo esto es algo evidente, si bien ha sido necesario un trabajo intenso por parte de sus autores. Se recomienda reproducir un video de youtube en el cual Axel Kaiser describe esta teoría. El título de la conferencia es: El progreso de la infelicidad, en el canal Fundación para el Progreso.
Otro aspecto a considerar se sintetiza en una imagen utilizada en la conferencia, en la cual se exhibe un elefante con un jinete montado. El jinete dirige al elefante, aunque éste no siempre obedece. El jinete representa nuestra racionalidad mientras que el elefante representa nuestras emociones.
De ahí que los seres humanos hemos de considerarnos como "seres emocionales que razonan" en lugar de "seres racionales con empatía".
Puede decirse, además, que la verdadera felicidad es la que, de alguna manera, puede transmitirse a los demás a través de la empatía emocional. Por el contrario, si alguien se jacta de poseer muchos bienes materiales, que garantizarían sus posibilidades de lograr placeres en cantidad, haciendo cierta ostentación de superioridad, muestra un incompleto entendimiento de lo que la felicidad implica, alejándose del criterio de supervivencia impuesto por el orden natural.
Otra consecuencia de la ostentación de riquezas, que por lo general genera envidia en los demás, es la evidencia de los falsos motivos para la envidia, ya que se siente envidia, no por la felicidad ajena, sino por la aparente felicidad ajena. Si es absurdo proceder en forma ostentosa, mucho más absurdo es proceder en forma envidiosa. De ahí que el camino hacia la felicidad, asociado a los bienes materiales, produce efectos opuestos a los provocados por la empatía emocional.
Muchas veces encontramos expresiones como que “no existe la naturaleza humana” y que, por lo tanto, no existiría un marco natural que “aceptara” o “rechazara” las distintas teorías elaboradas respecto de la felicidad. Por el contrario, podemos denominar “naturaleza humana” al resultado de millones de años de evolución biológica que han conformado nuestros atributos corporales y psíquicos, que son la esencia de los estudios establecidos por la psicología.
Las teorías de la felicidad, por lo tanto, pueden entrar en el ámbito de la ciencia experimental y por ello mismo admitir cierta contrastación empírica, ya que es posible, en principio, evaluar los resultados de tales teorías. Sin embargo, no es frecuente encontrar en los libros de psicología, o de psicología social, un capítulo titulado “Teorías de la felicidad”. Quizá ello se deba a que la felicidad implica un estudio poco accesible a la verificación experimental, si bien se han realizado estudios concretos al respecto.
Entre las teorías establecidas, aparece la que sintetiza la felicidad en la siguiente fórmula:
F = B + C + V
Significando tales letras, lo siguiente:
Felicidad = Biología + Condiciones de vida (relaciones humanas) + Actividades voluntarias (sentido de la vida)
Esta síntesis implica que la felicidad individual depende principalmente de nuestra herencia genética, si bien está a nuestro alcance lograr el óptimo que permite tal herencia.
Respecto a las Condiciones de vida, se establece que el nivel de felicidad logrado depende bastante de nuestros vínculos sociales, o de nuestras relaciones humanas; vínculos que dependen esencialmente de la empatía emocional.
En cuanto a las Actividades voluntarias, pueden asociarse a los objetivos personales que orientan nuestra vida y le dan un sentido adicional a la misma.
Seguramente que alguien podrá decir que todo esto es algo evidente, si bien ha sido necesario un trabajo intenso por parte de sus autores. Se recomienda reproducir un video de youtube en el cual Axel Kaiser describe esta teoría. El título de la conferencia es: El progreso de la infelicidad, en el canal Fundación para el Progreso.
Otro aspecto a considerar se sintetiza en una imagen utilizada en la conferencia, en la cual se exhibe un elefante con un jinete montado. El jinete dirige al elefante, aunque éste no siempre obedece. El jinete representa nuestra racionalidad mientras que el elefante representa nuestras emociones.
De ahí que los seres humanos hemos de considerarnos como "seres emocionales que razonan" en lugar de "seres racionales con empatía".
sábado, 22 de noviembre de 2025
Acerca de la Reforma Universitaria de 1918
La decadencia de la Argentina no sólo se ha manifestado en el ámbito de la política o de la economía, sino también en lo que atañe a la educación, especialmente en el caso de los altos estudios. La universidad, en lugar de ser el templo de la cultura y del saber, con el tiempo fue usurpada hasta llegar a ser el valuarte y cuna de una subversión orientada a expandir el comunismo en todo el planeta.
En la actualidad, cuando el marxismo ha abandonado las tácticas violentas, mantiene un accionar orientado a la destrucción de la sociedad capitalista tratando de implantar el socialismo bajo un disfraz democrático. De ahí que todavía siga con su misión usurpadora impulsada especialmente desde las facultades de humanidades y ciencias sociales. Francisco J. Vocos escribió: “La llamada Reforma Universitaria enseguida mostró su verdadera naturaleza política, de raigambre marxista, que utilizó las altas casas de estudio para formar las vanguardias de la revolución social que pretendía realizar en la América Latina. El marxismo internacional aprovechó el largo proceso de caída de la Universidad para precipitar la crisis y arrastrar a las juventudes a la revolución que había consumado en Rusia y continuaba propagando por el mundo. Todo lo que estaba contenido en sus principios comunistas (orientación que prevaleció sobre la de algunos intelectuales laicistas o liberales que inicialmente la prohijaron) se vino cumpliendo sistemáticamente desde 1918, llevando el ensayo revolucionario hasta sus últimas consecuencias” (De “El problema universitario”-Cruz y Fierro Editores-Buenos Aires 1981).
Ningún científico auténtico promueve sus hipótesis y teorías aduciendo que se trata de investigaciones “científicas”, ya que, quien conoce el método de la ciencia experimental, sabe perfectamente que toda hipótesis puede ser compatible, o bien incompatible, con la realidad, en cuyo caso deberá ser abandonada o reelaborada. Los que poco o nada conocen de ciencia, por el contrario, suponen que el método científico conduce necesariamente al éxito, tal como lo sugiere el marxismo, mientras rechazan la ciencia auténtica (o verificada experimentalmente) calificándola como simple “ideología”, ya que no concuerda con el marxismo, aunque concuerda con la realidad a describir.
La Universidad argentina ha pasado por varias etapas que van desde la teológica, a la filosófica, científica, profesional, burocrática y, finalmente, política. Teniendo presente la universalidad de la ciencia experimental, y los resultados obtenidos, debería ser la ciencia el fundamento de los contenidos y del conocimiento impartido. Debería, además, estar al servicio de la sociedad y de la nación en lugar de estar orientada hacia la destrucción de la “injusta sociedad capitalista” tal como se advierte en la actualidad.
En el mejor de los casos, la universidad actual prepara especialistas, o profesionales, muy limitados respecto de la cultura general, por lo que ello implica desvirtuar los fines esenciales, que implican la preparación cultural integral del individuo. El especialista es el que sabe “todo de nada”, en oposición al enciclopedista que sabe “nada de todo”, por lo cual el caso intermedio resulta el más aconsejable. Juan Lazarte escribió: “En las famosas universidades de Oxford y Cambridge el estudiante recibe un tipo general educativo que va más al desenvolvimiento de la personalidad que al conocimiento científico. Educación total humana, equilibrando las fuerzas en que se desarrolla la personalidad. Tal vez por este aspecto peculiar los hijos del «alma mater» de estas universidades son ingleses de primera clase en general, llevando esta característica al mundo” (De “Laicismo y libertad”-Editorial Cátedra Lisandro de la Torre-Buenos Aires 1959).
La decadencia universitaria se vislumbra a partir de la adhesión incondicional de “intelectuales” que optaron por promover la destrucción social y material de su propia nación buscando el engrandecimiento de su patria de adopción, la Unión Soviética. Francisco J. Vocos escribe al respecto: “Los fines revolucionarios, trastornando toda la concepción de la vida universitaria; convirtiendo las altas casas de estudios en simples campos de experimentación o de adiestramiento para la lucha; sacando al estudiante de su sitio para asignarle un papel preponderante en la actividad revolucionaria, han configurado la Universidad como vanguardia de una empresa política de vastos alcances; la organización de América Latina según el molde de las repúblicas soviéticas”.
Cuando la universidad pasa a ser una extensión de los partidos políticos, las intrigas, bajezas y desvergüenzas de los comités pasan a la universidad. La “universidad democrática” llega al extremo de ser gobernada por los alumnos, aunque indirectamente por los ideólogos marxistas. Vocos escribe al respecto: “Si la democracia postula el gobierno de la mayoría y en la Universidad la mayoría está constituida por los estudiantes, el gobierno de la Universidad debe pertenecer a los estudiantes. La Reforma proclamó el principio de la soberanía estudiantil y su derecho a gobernar la Universidad. Y no solamente lo afirmó, sino que lo impuso inicialmente por la violencia, apoderándose de la Universidad de Córdoba y nombrando como autoridades un triunvirato de estudiantes. La inspiración marxista les había sugerido los medios, y los estudiantes cordobeses se lanzaron a la conquista del gobierno de la Universidad por la acción violenta”.
Alguien podrá aducir que en los países comunistas no son los estudiantes precisamente quienes gobiernan las universidades. Al respecto debe decirse que es distinto el marxista en el poder que el marxista persiguiendo el poder. En el primer caso establece un gobierno personal absoluto, eterno e indiscutible, mientras que en el segundo caso intenta destruir, por cualquier medio posible, al “injusto sistema capitalista”.
En épocas más recientes, como la década de los 70, las universidades argentinas, en su gran mayoría, no sólo fueron usurpadas ideológicamente, sino también convertidas en guaridas de terroristas urbanos. La actividad académica pasó a un segundo plano y desde los propios rectorados se apoyó a la guerrilla combativa. Gustavo Landívar escribió: “Los profesores Ortega Peña y Luis Duhalde, verdaderos ideólogos del marxismo, impusieron un sistema en la Facultad de Derecho que luego iba a adoptarse en otras facultades. Eran los exámenes de grupo, en donde una docena de estudiantes, aproximadamente, debían rendir su materia. Al efecto uno solo de ellos exponía sus conocimientos, y si el profesor lo creía conveniente podía interrogar a los restantes, aunque esto no se hacía si se notaba cierta falta de conocimiento. Los exámenes de grupo fueron mostrados como una de las «conquistas revolucionarias» más importantes del siglo, y muchísimos estudiantes acogieron la idea con simpatía. Muy pocos estaban al tanto de que esa facilidad en los estudios tenía como objeto entregar a la sociedad a profesionales ineptos, con lo que se contribuía a la subversión de los valores”.
“Entre las medidas más insólitas que se tomaron recordamos la abolición de toda diferencia jerárquica. Es decir, la tan mentada «igualdad» del marxismo. De tal modo, el salón de profesores, que estaba destinado al descanso de los docentes y cuya tranquilidad les permitía preparar las clases y corregir los exámenes, fue abierto para los estudiantes y los no docentes. Y así fue que prácticamente se tomaron por asalto esas instalaciones. Era un espectáculo frecuente ver a alumnos y ordenanzas de la Facultad cómodamente apoltronados en los sillones, mientras que los profesores no tenían un lugar donde sentarse” (De “La universidad de la violencia”-Ediciones Depalma-Buenos Aires 1980).
El propia Editorial de la Universidad de Buenos Aires (Eudeba) se encargaba de editar libros de apoyo para la acción terrorista. Landívar escribe al respecto: “Eudeba, pese a su prohibición expresa, continuaba publicando libros marxistas –se publicaron 140.000 ejemplares a un costo de 470 millones de pesos de entonces-; cada vez había más aulas convertidas en arsenales de la guerrilla; cada día se producía un nuevo atentado terrorista cuyo origen era la propia Universidad; periódicamente era agredido un profesor o un estudiante que no aceptaba las directivas de los activistas. No pasaba una jornada sin que se hubiese interrumpido algún curso, y los «cuerpos de delegados» llegaban continuamente a su despacho del rectorado [de Vicente Solano Lima] para reclamar la imposición de medidas radicales”.
En las distintas universidades se sucedían los decanos que provenían de la “izquierda peronista” o bien de la “derecha peronista”. Es interesante el caso ocurrido en la Universidad Tecnológica Nacional-Regional Mendoza, cuando uno de sus alumnos, que se distinguía por preparar primitivos y groseros festejos para quienes se recibían de ingenieros, conocido como “el loco Seijo”, en un lapso de unos seis meses, aproximadamente, pasó de ser un alumno, al recibirse normalmente, hasta llegar a convertirse en Decano de dicha facultad. La politiquería había desplazado a la ciencia para establecerse firmemente en las universidades argentinas. La decadencia prolongada que sufrimos como nación es una consecuencia necesaria e inevitable de las preferencias políticas predominantes en la sociedad.
Se menciona un artículo al respecto:
LA REFORMA UNIVERSITARIA DE 1918: EL INICIO DEL PROBLEMA
Por José Luis Milia
La Reforma Universitaria de 1918 es el mito fundacional más sobrevalorado de la historia argentina después de la “gran igualdad” del peronismo. Se la enseña como revolución iluminada, cuando en realidad fue el punto de partida de un sistema académico que nunca funcionó y nunca quiso funcionar. Es la epopeya favorita de quienes viven de la universidad sin pasar por la incomodidad de producir conocimiento. Vamos a romper la vitrina:
1)- Un movimiento con grandes palabras y cero ideas operativas:
El Manifiesto Liminar es una pieza oratoria hermosa… que no propone absolutamente nada que permita mejorar la universidad. Es un catálogo de indignación juvenil, una gesta moral sin programa académico.
La Reforma denunció a los “usureros de la cátedra”, pero jamás explicó cómo reclutar, evaluar, formar o promover profesores de alta calidad.
Exigieron libertad de cátedra, pero nadie pidió ciencia. Exigieron autonomía, pero nadie aceptó rendir cuentas a la sociedad que es quien la mantiene.
Exigieron participación, pero nadie exigió responsabilidad.
Un manual de lo que NO hay que hacer si uno quiere una universidad seria.
2)- El cogobierno: Inventar el parlamento adolescente:
El cogobierno es una obra maestra de la ingenuidad política:
“Que los estudiantes gobiernen con los docentes”´. Brillante. Es como pedir que los pacientes voten el protocolo para operar un corazón.
El resultado: reformas bloqueadas por minorías ruidosas, concursos detenidos por caprichos facciosos, asambleas que duran semanas, y una universidad que evolucionó a la velocidad del correo postal.
La Reforma creó un ecosistema donde los que menos saben tienen poder para obstaculizar a los que más saben.
De ahí viene el clima interno: todos opinan, nadie rinde cuentas, nada cambia.
3)- La autonomía como escudo para no hacer nada:
La autonomía, que en cualquier país serio protege la investigación y la libertad intelectual, acá se utilizó como un blindaje perfecto para la ineficiencia.
La universidad argentina se convirtió en la única institución del país que puede: no investigar, no innovar, no revisar sus programas, no exigir excelencia, no graduar en tiempo razonable y, aun así, exigir más presupuesto como si produjera diecisiete premios Nóbel por año.
Autonomía, sí; autismo institucional, también.
4)- El profesorado: de la lucha contra los barones eclesiásticos a la instalación de feudos:
La Reforma se vendió como la guerra contra los catedráticos eternos. Pero logró algo peor: la institucionalización de la endogamia.
Los concursos se convirtieron en: rituales preacordados, votaciones de camarilla, devoluciones de favores, y un sistema de reproducción interna donde el mérito académico equivale, en la práctica, a un detalle simpático.
El ideal del “profesor joven, innovador, meritocrático” murió hace un siglo, el 15 de junio de 1918. Lo que quedó es un sistema cerrado que fabrica profesores funcionales a su propia irrelevancia.
5)- La universidad como máquina de paralizar ideas:
El legado estructural de 1918 es la instalación de un principio tácito: “Toda innovación es sospechosa”.
Y así, cambiar un plan de estudios es una odisea. Implementar estándares internacionales es casi terrorismo. Evaluar desempeño docente es una ofensa constitucional. Exigir productividad científica es “neoliberalismo”.
El resultado es un ecosistema donde cualquier cosa puede hacerse… excepto mejorar.
6)- El espejismo simbólico: festejamos la Reforma porque admitir su fracaso sería demasiado doloroso:
La Reforma es intocable porque funciona como explicación moral de lo que nunca funcionó.
Es un mito perfecto: si la universidad anda mal, la culpa es del neoliberalismo, del capitalismo, de la derecha, del imperialismo, del FMI…, nunca del propio modelo universitario que bloquea sistemáticamente su modernización.
La Reforma es el gran justificativo para mantener un orden inútil, pero simbólicamente poderoso. Un tótem. Un santo patrono de la ineficiencia apañado con discursos juveniles.
7)- El saldo después de un siglo:
¿Qué quedó después de cien años de “revolución”?: Una universidad que investiga poco, permite la graduación lenta, forma profesionales con rezago, consume recursos masivos sin resultados equivalentes, y vive en un clima permanente de asambleas, paros y comunicados políticos. La Reforma prometió modernidad y creó un aparato autoprotegido contra la modernidad.
CONCLUSIÓN
La Reforma Universitaria fue la gesta romántica que nos condenó a una universidad mediocre. La crítica duele porque el relato es hermoso… y la realidad es deplorable.
Pero si uno mira la genealogía del desastre universitario argentino, la línea es clara: 1918 no fue la solución. Fue el inicio del problema.
(De www.laprensa.com.ar)
En la actualidad, cuando el marxismo ha abandonado las tácticas violentas, mantiene un accionar orientado a la destrucción de la sociedad capitalista tratando de implantar el socialismo bajo un disfraz democrático. De ahí que todavía siga con su misión usurpadora impulsada especialmente desde las facultades de humanidades y ciencias sociales. Francisco J. Vocos escribió: “La llamada Reforma Universitaria enseguida mostró su verdadera naturaleza política, de raigambre marxista, que utilizó las altas casas de estudio para formar las vanguardias de la revolución social que pretendía realizar en la América Latina. El marxismo internacional aprovechó el largo proceso de caída de la Universidad para precipitar la crisis y arrastrar a las juventudes a la revolución que había consumado en Rusia y continuaba propagando por el mundo. Todo lo que estaba contenido en sus principios comunistas (orientación que prevaleció sobre la de algunos intelectuales laicistas o liberales que inicialmente la prohijaron) se vino cumpliendo sistemáticamente desde 1918, llevando el ensayo revolucionario hasta sus últimas consecuencias” (De “El problema universitario”-Cruz y Fierro Editores-Buenos Aires 1981).
Ningún científico auténtico promueve sus hipótesis y teorías aduciendo que se trata de investigaciones “científicas”, ya que, quien conoce el método de la ciencia experimental, sabe perfectamente que toda hipótesis puede ser compatible, o bien incompatible, con la realidad, en cuyo caso deberá ser abandonada o reelaborada. Los que poco o nada conocen de ciencia, por el contrario, suponen que el método científico conduce necesariamente al éxito, tal como lo sugiere el marxismo, mientras rechazan la ciencia auténtica (o verificada experimentalmente) calificándola como simple “ideología”, ya que no concuerda con el marxismo, aunque concuerda con la realidad a describir.
La Universidad argentina ha pasado por varias etapas que van desde la teológica, a la filosófica, científica, profesional, burocrática y, finalmente, política. Teniendo presente la universalidad de la ciencia experimental, y los resultados obtenidos, debería ser la ciencia el fundamento de los contenidos y del conocimiento impartido. Debería, además, estar al servicio de la sociedad y de la nación en lugar de estar orientada hacia la destrucción de la “injusta sociedad capitalista” tal como se advierte en la actualidad.
En el mejor de los casos, la universidad actual prepara especialistas, o profesionales, muy limitados respecto de la cultura general, por lo que ello implica desvirtuar los fines esenciales, que implican la preparación cultural integral del individuo. El especialista es el que sabe “todo de nada”, en oposición al enciclopedista que sabe “nada de todo”, por lo cual el caso intermedio resulta el más aconsejable. Juan Lazarte escribió: “En las famosas universidades de Oxford y Cambridge el estudiante recibe un tipo general educativo que va más al desenvolvimiento de la personalidad que al conocimiento científico. Educación total humana, equilibrando las fuerzas en que se desarrolla la personalidad. Tal vez por este aspecto peculiar los hijos del «alma mater» de estas universidades son ingleses de primera clase en general, llevando esta característica al mundo” (De “Laicismo y libertad”-Editorial Cátedra Lisandro de la Torre-Buenos Aires 1959).
La decadencia universitaria se vislumbra a partir de la adhesión incondicional de “intelectuales” que optaron por promover la destrucción social y material de su propia nación buscando el engrandecimiento de su patria de adopción, la Unión Soviética. Francisco J. Vocos escribe al respecto: “Los fines revolucionarios, trastornando toda la concepción de la vida universitaria; convirtiendo las altas casas de estudios en simples campos de experimentación o de adiestramiento para la lucha; sacando al estudiante de su sitio para asignarle un papel preponderante en la actividad revolucionaria, han configurado la Universidad como vanguardia de una empresa política de vastos alcances; la organización de América Latina según el molde de las repúblicas soviéticas”.
Cuando la universidad pasa a ser una extensión de los partidos políticos, las intrigas, bajezas y desvergüenzas de los comités pasan a la universidad. La “universidad democrática” llega al extremo de ser gobernada por los alumnos, aunque indirectamente por los ideólogos marxistas. Vocos escribe al respecto: “Si la democracia postula el gobierno de la mayoría y en la Universidad la mayoría está constituida por los estudiantes, el gobierno de la Universidad debe pertenecer a los estudiantes. La Reforma proclamó el principio de la soberanía estudiantil y su derecho a gobernar la Universidad. Y no solamente lo afirmó, sino que lo impuso inicialmente por la violencia, apoderándose de la Universidad de Córdoba y nombrando como autoridades un triunvirato de estudiantes. La inspiración marxista les había sugerido los medios, y los estudiantes cordobeses se lanzaron a la conquista del gobierno de la Universidad por la acción violenta”.
Alguien podrá aducir que en los países comunistas no son los estudiantes precisamente quienes gobiernan las universidades. Al respecto debe decirse que es distinto el marxista en el poder que el marxista persiguiendo el poder. En el primer caso establece un gobierno personal absoluto, eterno e indiscutible, mientras que en el segundo caso intenta destruir, por cualquier medio posible, al “injusto sistema capitalista”.
En épocas más recientes, como la década de los 70, las universidades argentinas, en su gran mayoría, no sólo fueron usurpadas ideológicamente, sino también convertidas en guaridas de terroristas urbanos. La actividad académica pasó a un segundo plano y desde los propios rectorados se apoyó a la guerrilla combativa. Gustavo Landívar escribió: “Los profesores Ortega Peña y Luis Duhalde, verdaderos ideólogos del marxismo, impusieron un sistema en la Facultad de Derecho que luego iba a adoptarse en otras facultades. Eran los exámenes de grupo, en donde una docena de estudiantes, aproximadamente, debían rendir su materia. Al efecto uno solo de ellos exponía sus conocimientos, y si el profesor lo creía conveniente podía interrogar a los restantes, aunque esto no se hacía si se notaba cierta falta de conocimiento. Los exámenes de grupo fueron mostrados como una de las «conquistas revolucionarias» más importantes del siglo, y muchísimos estudiantes acogieron la idea con simpatía. Muy pocos estaban al tanto de que esa facilidad en los estudios tenía como objeto entregar a la sociedad a profesionales ineptos, con lo que se contribuía a la subversión de los valores”.
“Entre las medidas más insólitas que se tomaron recordamos la abolición de toda diferencia jerárquica. Es decir, la tan mentada «igualdad» del marxismo. De tal modo, el salón de profesores, que estaba destinado al descanso de los docentes y cuya tranquilidad les permitía preparar las clases y corregir los exámenes, fue abierto para los estudiantes y los no docentes. Y así fue que prácticamente se tomaron por asalto esas instalaciones. Era un espectáculo frecuente ver a alumnos y ordenanzas de la Facultad cómodamente apoltronados en los sillones, mientras que los profesores no tenían un lugar donde sentarse” (De “La universidad de la violencia”-Ediciones Depalma-Buenos Aires 1980).
El propia Editorial de la Universidad de Buenos Aires (Eudeba) se encargaba de editar libros de apoyo para la acción terrorista. Landívar escribe al respecto: “Eudeba, pese a su prohibición expresa, continuaba publicando libros marxistas –se publicaron 140.000 ejemplares a un costo de 470 millones de pesos de entonces-; cada vez había más aulas convertidas en arsenales de la guerrilla; cada día se producía un nuevo atentado terrorista cuyo origen era la propia Universidad; periódicamente era agredido un profesor o un estudiante que no aceptaba las directivas de los activistas. No pasaba una jornada sin que se hubiese interrumpido algún curso, y los «cuerpos de delegados» llegaban continuamente a su despacho del rectorado [de Vicente Solano Lima] para reclamar la imposición de medidas radicales”.
En las distintas universidades se sucedían los decanos que provenían de la “izquierda peronista” o bien de la “derecha peronista”. Es interesante el caso ocurrido en la Universidad Tecnológica Nacional-Regional Mendoza, cuando uno de sus alumnos, que se distinguía por preparar primitivos y groseros festejos para quienes se recibían de ingenieros, conocido como “el loco Seijo”, en un lapso de unos seis meses, aproximadamente, pasó de ser un alumno, al recibirse normalmente, hasta llegar a convertirse en Decano de dicha facultad. La politiquería había desplazado a la ciencia para establecerse firmemente en las universidades argentinas. La decadencia prolongada que sufrimos como nación es una consecuencia necesaria e inevitable de las preferencias políticas predominantes en la sociedad.
Se menciona un artículo al respecto:
LA REFORMA UNIVERSITARIA DE 1918: EL INICIO DEL PROBLEMA
Por José Luis Milia
La Reforma Universitaria de 1918 es el mito fundacional más sobrevalorado de la historia argentina después de la “gran igualdad” del peronismo. Se la enseña como revolución iluminada, cuando en realidad fue el punto de partida de un sistema académico que nunca funcionó y nunca quiso funcionar. Es la epopeya favorita de quienes viven de la universidad sin pasar por la incomodidad de producir conocimiento. Vamos a romper la vitrina:
1)- Un movimiento con grandes palabras y cero ideas operativas:
El Manifiesto Liminar es una pieza oratoria hermosa… que no propone absolutamente nada que permita mejorar la universidad. Es un catálogo de indignación juvenil, una gesta moral sin programa académico.
La Reforma denunció a los “usureros de la cátedra”, pero jamás explicó cómo reclutar, evaluar, formar o promover profesores de alta calidad.
Exigieron libertad de cátedra, pero nadie pidió ciencia. Exigieron autonomía, pero nadie aceptó rendir cuentas a la sociedad que es quien la mantiene.
Exigieron participación, pero nadie exigió responsabilidad.
Un manual de lo que NO hay que hacer si uno quiere una universidad seria.
2)- El cogobierno: Inventar el parlamento adolescente:
El cogobierno es una obra maestra de la ingenuidad política:
“Que los estudiantes gobiernen con los docentes”´. Brillante. Es como pedir que los pacientes voten el protocolo para operar un corazón.
El resultado: reformas bloqueadas por minorías ruidosas, concursos detenidos por caprichos facciosos, asambleas que duran semanas, y una universidad que evolucionó a la velocidad del correo postal.
La Reforma creó un ecosistema donde los que menos saben tienen poder para obstaculizar a los que más saben.
De ahí viene el clima interno: todos opinan, nadie rinde cuentas, nada cambia.
3)- La autonomía como escudo para no hacer nada:
La autonomía, que en cualquier país serio protege la investigación y la libertad intelectual, acá se utilizó como un blindaje perfecto para la ineficiencia.
La universidad argentina se convirtió en la única institución del país que puede: no investigar, no innovar, no revisar sus programas, no exigir excelencia, no graduar en tiempo razonable y, aun así, exigir más presupuesto como si produjera diecisiete premios Nóbel por año.
Autonomía, sí; autismo institucional, también.
4)- El profesorado: de la lucha contra los barones eclesiásticos a la instalación de feudos:
La Reforma se vendió como la guerra contra los catedráticos eternos. Pero logró algo peor: la institucionalización de la endogamia.
Los concursos se convirtieron en: rituales preacordados, votaciones de camarilla, devoluciones de favores, y un sistema de reproducción interna donde el mérito académico equivale, en la práctica, a un detalle simpático.
El ideal del “profesor joven, innovador, meritocrático” murió hace un siglo, el 15 de junio de 1918. Lo que quedó es un sistema cerrado que fabrica profesores funcionales a su propia irrelevancia.
5)- La universidad como máquina de paralizar ideas:
El legado estructural de 1918 es la instalación de un principio tácito: “Toda innovación es sospechosa”.
Y así, cambiar un plan de estudios es una odisea. Implementar estándares internacionales es casi terrorismo. Evaluar desempeño docente es una ofensa constitucional. Exigir productividad científica es “neoliberalismo”.
El resultado es un ecosistema donde cualquier cosa puede hacerse… excepto mejorar.
6)- El espejismo simbólico: festejamos la Reforma porque admitir su fracaso sería demasiado doloroso:
La Reforma es intocable porque funciona como explicación moral de lo que nunca funcionó.
Es un mito perfecto: si la universidad anda mal, la culpa es del neoliberalismo, del capitalismo, de la derecha, del imperialismo, del FMI…, nunca del propio modelo universitario que bloquea sistemáticamente su modernización.
La Reforma es el gran justificativo para mantener un orden inútil, pero simbólicamente poderoso. Un tótem. Un santo patrono de la ineficiencia apañado con discursos juveniles.
7)- El saldo después de un siglo:
¿Qué quedó después de cien años de “revolución”?: Una universidad que investiga poco, permite la graduación lenta, forma profesionales con rezago, consume recursos masivos sin resultados equivalentes, y vive en un clima permanente de asambleas, paros y comunicados políticos. La Reforma prometió modernidad y creó un aparato autoprotegido contra la modernidad.
CONCLUSIÓN
La Reforma Universitaria fue la gesta romántica que nos condenó a una universidad mediocre. La crítica duele porque el relato es hermoso… y la realidad es deplorable.
Pero si uno mira la genealogía del desastre universitario argentino, la línea es clara: 1918 no fue la solución. Fue el inicio del problema.
(De www.laprensa.com.ar)
El peligro totalitario
Por lo general, los sistemas políticos totalitarios son aceptados y promovidos por importantes sectores de la sociedad. La palabra "totalitarismo" se refiere a un total y absoluto dominio del Estado (o de quienes lo dirigen) sobre todos y cada uno de los miembros de la sociedad, ya sea que simpaticen, o no, con la propuesta totalitaria. Tal dominio involucra los propios pensamientos individuales, que de alguna forma deben coincidir con la ideología en cuestión. Así, como ocurría en la URSS, muchos debían "pensar" en dos idiomas, como una necesidad de supervivencia; uno era el pensamiento propio acerca de la realidad y otro era la forma instituida desde el Estado.
Quienes adherían auténticamente a la ideología oficial, adoptaban la visión artificial de la realidad con un ciego fanatismo, considerando que la ideología en cuestión estaba por encima de la moral, de la vida humana o incluso de Dios, de tal manera que pocos inconvenientes de conciencia tienen respecto de la expansión de la ideología totalitaria aún cuando ello implique la destrucción de vidas humanas, costumbres y culturas.
El proceso destructivo de sociedades y países europeos se debe a la asociación perversa de dos totalitarismos: el marxista y el islámico, que concuerdan con el objetivo común de destruir occidente, es decir, tratando de reducir a un mínimo todo vestigio de tradición y cultura judea-cristiana como también greco-romana. Uno de los síntomas advertidos en países europeos es la desigualdad legal entre el ciudadano europeo originario y el musulmán proveniente del exterior. Así, estos últimos pueden denigrar o mofarse de todo lo que sea "cristiano", amparados por la democrática "libertad de expresión", mientras que el europeo que se atreva a criticar o a advertir los peligros de la violencia islámica, se lo considera propagador de "mensajes de odio", con peligro cierto de recibir sanciones desde el Estado.
En cuanto a los marxistas, se advierte que adhieren a esa ideología hasta llegar a defender gobiernos totalitarios como el de Venezuela, sin apenas interesarles lo que le sucede al ciudadano común, que muchas veces debe irse del país buscando seguridad y una mínima supervivencia alimentaria que el socialismo no les puede brindar. La destrucción de Venezuela implica, además, el éxodo de profesionales que constituye el importante capital humano que podría necesitar el pais en una futura etapa de reparación.
El ideólogo marxista Adolfo Pérez Esquivel, que fue parte de la "intelectualidad" que promovió el surgimiento de la guerrilla terrorista en la Argentina, fue galardonado en el pasado con el Premio Nobel de la Paz, aún cuando jamás se interesó por las más de 1.000 víctimas que produjo tal guerrilla en la Argentina. Eso sí, promovió eficazmente la defensa de los derechos humanos de los terroristas de izquierda. Incluso en la actualidad sigue siendo un defensor del gobierno totalitario de Nicolás Maduro.
A continuación se menciona un artículo al respecto:
PÉREZ ESQUIVEL Y LAS LUCES
Carlos Rodríguez Braun comenta la reacción del argentino Adolfo Pérez Esquivel al Premio Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado.
Una muestra más de la preocupación de la izquierda ante el significado simbólico del premio Nobel de la Paz a María Corina Machado fue la carta abierta que le escribió Adolfo Pérez Esquivel, bajo el título de: "De Nobel a Nobel".
El argentino se declara "sorprendido" por el galardón a la venezolana, porque él lo recibió en 1980, también como símbolo, pero de la condena mundial a las violaciones de los derechos humanos perpetradas por las dictaduras militares en América Latina.
Hubo entonces críticas, que subrayaban que dichas tiranías guardaban alguna relación con la violencia terrorista que el comunismo había extendido en el subcontinente. Los crímenes de las dictaduras, empero, eran indudables –aunque, otra vez, cabe argumentar que en algunos casos los máximos responsables fueron juzgados y condenados, lo que rara vez ha sucedido en el caso de los terroristas–.
Es complicado, en suma, arrojar sobre la realidad todas las luces necesarias para comprenderla en profundidad.
Y eso es, precisamente, lo que le sucede al señor Pérez Esquivel, que a sus 94 años habla como si no hubiera caído el Muro de Berlín. Ese es, hablando de luces, el problema. Afirma el Nobel: "El gobierno venezolano es una democracia con sus luces y sombras. Hugo Chávez marcó el camino de libertad y soberanía del pueblo".
En efecto, decir que la dictadura de Maduro es una democracia evoca a los viejos comunistas que afirmaban que las tiranías soviéticas también lo eran. Con esa premisa falsa, el paso siguiente es el desatino de afirmar que Chávez tuvo algo que ver con la promoción de la libertad y la soberanía popular.
Y, por supuesto, el lector se pregunta qué "luces" tiene para Pérez Esquivel la opresión que padece el pueblo venezolano. No hay respuesta, claro, pero sí los tópicos más cochambrosos del supuesto progresismo: los Estados Unidos son malísimos, el pueblo cubano no es oprimido por el comunismo sino por el "bloqueo", etc. Ni una palabra sobre las víctimas del socialismo, pero sí una fe inquebrantable en los antiguos popes de la izquierda: "Aún continúan abiertas las venas de América Latina, como decía Eduardo Galeano".
Esquivel podría reconocer, como hizo (tarde) el propio Galeano, los errores de su famoso libro: "Fue escrito con un estilo de izquierda tradicional, muy de catecismo, y si volviera a escribirlo hoy, no sería capaz de leerlo. Me resultaría insoportable".
(De elcato.org)
Quienes adherían auténticamente a la ideología oficial, adoptaban la visión artificial de la realidad con un ciego fanatismo, considerando que la ideología en cuestión estaba por encima de la moral, de la vida humana o incluso de Dios, de tal manera que pocos inconvenientes de conciencia tienen respecto de la expansión de la ideología totalitaria aún cuando ello implique la destrucción de vidas humanas, costumbres y culturas.
El proceso destructivo de sociedades y países europeos se debe a la asociación perversa de dos totalitarismos: el marxista y el islámico, que concuerdan con el objetivo común de destruir occidente, es decir, tratando de reducir a un mínimo todo vestigio de tradición y cultura judea-cristiana como también greco-romana. Uno de los síntomas advertidos en países europeos es la desigualdad legal entre el ciudadano europeo originario y el musulmán proveniente del exterior. Así, estos últimos pueden denigrar o mofarse de todo lo que sea "cristiano", amparados por la democrática "libertad de expresión", mientras que el europeo que se atreva a criticar o a advertir los peligros de la violencia islámica, se lo considera propagador de "mensajes de odio", con peligro cierto de recibir sanciones desde el Estado.
En cuanto a los marxistas, se advierte que adhieren a esa ideología hasta llegar a defender gobiernos totalitarios como el de Venezuela, sin apenas interesarles lo que le sucede al ciudadano común, que muchas veces debe irse del país buscando seguridad y una mínima supervivencia alimentaria que el socialismo no les puede brindar. La destrucción de Venezuela implica, además, el éxodo de profesionales que constituye el importante capital humano que podría necesitar el pais en una futura etapa de reparación.
El ideólogo marxista Adolfo Pérez Esquivel, que fue parte de la "intelectualidad" que promovió el surgimiento de la guerrilla terrorista en la Argentina, fue galardonado en el pasado con el Premio Nobel de la Paz, aún cuando jamás se interesó por las más de 1.000 víctimas que produjo tal guerrilla en la Argentina. Eso sí, promovió eficazmente la defensa de los derechos humanos de los terroristas de izquierda. Incluso en la actualidad sigue siendo un defensor del gobierno totalitario de Nicolás Maduro.
A continuación se menciona un artículo al respecto:
PÉREZ ESQUIVEL Y LAS LUCES
Carlos Rodríguez Braun comenta la reacción del argentino Adolfo Pérez Esquivel al Premio Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado.
Una muestra más de la preocupación de la izquierda ante el significado simbólico del premio Nobel de la Paz a María Corina Machado fue la carta abierta que le escribió Adolfo Pérez Esquivel, bajo el título de: "De Nobel a Nobel".
El argentino se declara "sorprendido" por el galardón a la venezolana, porque él lo recibió en 1980, también como símbolo, pero de la condena mundial a las violaciones de los derechos humanos perpetradas por las dictaduras militares en América Latina.
Hubo entonces críticas, que subrayaban que dichas tiranías guardaban alguna relación con la violencia terrorista que el comunismo había extendido en el subcontinente. Los crímenes de las dictaduras, empero, eran indudables –aunque, otra vez, cabe argumentar que en algunos casos los máximos responsables fueron juzgados y condenados, lo que rara vez ha sucedido en el caso de los terroristas–.
Es complicado, en suma, arrojar sobre la realidad todas las luces necesarias para comprenderla en profundidad.
Y eso es, precisamente, lo que le sucede al señor Pérez Esquivel, que a sus 94 años habla como si no hubiera caído el Muro de Berlín. Ese es, hablando de luces, el problema. Afirma el Nobel: "El gobierno venezolano es una democracia con sus luces y sombras. Hugo Chávez marcó el camino de libertad y soberanía del pueblo".
En efecto, decir que la dictadura de Maduro es una democracia evoca a los viejos comunistas que afirmaban que las tiranías soviéticas también lo eran. Con esa premisa falsa, el paso siguiente es el desatino de afirmar que Chávez tuvo algo que ver con la promoción de la libertad y la soberanía popular.
Y, por supuesto, el lector se pregunta qué "luces" tiene para Pérez Esquivel la opresión que padece el pueblo venezolano. No hay respuesta, claro, pero sí los tópicos más cochambrosos del supuesto progresismo: los Estados Unidos son malísimos, el pueblo cubano no es oprimido por el comunismo sino por el "bloqueo", etc. Ni una palabra sobre las víctimas del socialismo, pero sí una fe inquebrantable en los antiguos popes de la izquierda: "Aún continúan abiertas las venas de América Latina, como decía Eduardo Galeano".
Esquivel podría reconocer, como hizo (tarde) el propio Galeano, los errores de su famoso libro: "Fue escrito con un estilo de izquierda tradicional, muy de catecismo, y si volviera a escribirlo hoy, no sería capaz de leerlo. Me resultaría insoportable".
(De elcato.org)
jueves, 20 de noviembre de 2025
Acerca del Socialismo del Siglo XXI
A partir de la caída del Muro de Berlín, y del abandono de la economía socialista por parte de Rusia y de China, entre otros países, quedaba en evidencia que tal sistema económico no cumplía con las esperanzas y las necesidades básicas de la población. Sin embargo, como los líderes y adeptos al socialismo poco se interesan por los resultados concretos del sistema, volvieron a sus proclamas partidarias con ciertos cambios, o disfraces, del socialismo, como lo es el Socialismo del Siglo XXI.
Ante las evidencias concretas de su debilidad, algunos optimistas, como Axel Kicillof, aseguran que el sistema no funcionó por cuanto el programa Excel no estaba disponible en épocas de la Unión Soviética o de la China maoísta, negándose a renunciar a una fe profunda en el sistema. Cuando los marxistas afirman que la descripción de la sociedad establecida por Marx tiene “validez científica”, debe recordarse que tal validez implica poder verificar cierta teoría respecto de su posible compatibilidad con la realidad, mientras que tal verificación puede ser observada por cualquier persona. De ahí que el marxismo tiene “validez científica” en el sentido de que todo observador puede constatar que tal descripción es incompatible con la realidad y que conduce a resultados no esperados.
Con el Socialismo del Siglo XXI aparece un nuevo intento de recuperación de la vieja teoría. Al respecto leemos: “Los neocomunistas latinoamericanos, acaudillados por Hugo Chávez, vieron los cielos abiertos cuando Heinz Dieterich Steffan (1943), un sociólogo alemán avecindado desde hace décadas en los medios académicos de México (donde no le prestan demasiada atención), a mediados de los años noventa comenzó a acuñar un concepto pegajoso, El Socialismo del Siglo XXI, en el que concretaba algunas ideas fundamentales en el pensamiento de Marx, acariciadas desde el decenio de 1980 y maduradas con el paso del tiempo”.
“Dieterich pretendía superar el descrédito total del «socialismo real» tras el derribo del Muro de Berlín, la desaparición de la URSS y el fin del Bloque del Este, como se les llamaba a las naciones europeas atrapadas tras el telón de acero”.
“En todo caso, ya Chávez tenía su teoría y comenzó a reivindicar la obra de Dieterich. Era un personaje en busca de un autor, como en la pieza de Pirandello, y lo había hallado. Él hacía lo que le daba la gana, pero se refería pomposamente al Socialismo del Siglo XXI, supuestamente su marco teórico, como antes se llenaba la boca para celebrar El libro verde de Gadafi, la llamada Tercera teoría universal. (Suponemos que la de Dieterich sería la cuarta)”.
“Hay que comenzar por establecer que Dieterich es un utopista irritado con la pobreza de las multitudes y la riqueza de unos pocos. Es un hombre bueno que quiere cambiar al mundo. Ese es su punto de partida. No obstante, como tanta gente que comparte su forma de entender la realidad, no es capaz de percibir que hasta el siglo XVIII la miseria era casi la forma natural de vivir (y morir), y que fueron la revolución industrial, la propiedad, el rechazo al mercantilismo y la democracia liberal –que incluye la libertad de los individuos- los factores que produjeron el fin de los despotismos reales, el desarrollo científico, el surgimiento de las clases medias, la educación universal y una notable extensión de los años de vida promedio, como resultado de los cuidados sanitarios. Nada de eso llegó por obra de los controles y la planificación a cargo de los gobiernos”.
“Dieterich hace suya la teoría marxista de la lucha de clases como eje del desarrollo histórico y propone un socialismo revolucionario sostenido en cuatro puntos de apoyo (como disfrutan los marxistas con estas construcciones artificiales absolutamente banales): el desarrollismo democrático regional, la economía de las equivalencias, la democracia participativa y las organizaciones de base”.
“Centrémonos en la «economía de las equivalencias». Es el corazón de su teoría. Es la vuelta, otra vez (estos tipos no aprenden), a la teoría marxista del valor, como si el desastre de la práctica comunista no hubiera servido de nada. Según Dieterich, la madre de todas las injusticias está en los precios injustos y abusivos que imponen los amos del mundo a todos los bienes y servicios que se producen. Son ellas, las diez mil malvadas personas que gobiernan el planeta (parece que las ha contado), las que controlan la economía asignando los precios y olvidando el verdadero valor”.
“¿De dónde sale el valor y debe salir el precio? Del tiempo dedicado a producir el bien o el servicio. Lo dice de una manera muy clara, siguiendo de cerca a Marx: «Entonces la gratificación o ingreso del trabajador es directamente proporcional al tiempo de trabajo gastado, independientemente de su edad, género, estado civil, raza, nacionalidad, carácter del trabajo, esfuerzo físico, educación, dificultad, habilidad, práctica, dedicación personal, trabajo pesado y riesgo de salud, en fin: la gratificación corresponde a las horas de trabajo de manera directa y absoluta»”.
“¿Pero vale igual el tiempo de un neurocirujano que el de un cortador de caña? ¿Vale igual la camisa cosida por un sastre al software fabricado por un técnico especialista en electrónica? Según los socialistas del siglo XXI, o al menos según Dieterich, por supuesto que sí: «Si todas las mercancías en todo el mundo se intercambiaran con base al tiempo laboral contenido en ellas (con lo que tal vez tendrían que pagarse tan sólo 7.300 sacos de café por una locomotora, quiere decir, tanto como los obreros en Brasil cosechan durante el mismo tiempo que se requiere para construir una locomotora), esta nueva relación de precios, producto natural-producto industrial, traería consigo la necesaria igualdad de derechos económicos de los pueblos entre sí»”.
“Por supuesto surgirían conflictos («mi cosecha de algodón vale más que tu penicilina» podría afirmar cualquiera), pero eso no sería un problema insoluble porque «los eventuales casos de conflicto» según Dieterich «serían decididos por Tribunales de Valor (Trabajo) compuestos por jurados de ciudadanos»”.
“¿Vale la pena continuar examinando esta sarta de tonterías? No deja de ser maravillosa la infinita capacidad del neocomunista, también llamado neoidiota, para fascinarse con los «truquitos» propuestos por esos personajes que los españoles llaman cantamañanas. A nuestro juicio, ese párrafo de Dieterich es suficiente para demostrar la raquítica endeblez de su infantil proposición” (De “Últimas noticias del Nuevo Idiota iberoamericano” de P.A. Mendoza, C. A. Montaner y Á. Vargas Llosa-Grupo Editorial Planeta SAIC-Buenos Aires 2014).
Ante las evidencias concretas de su debilidad, algunos optimistas, como Axel Kicillof, aseguran que el sistema no funcionó por cuanto el programa Excel no estaba disponible en épocas de la Unión Soviética o de la China maoísta, negándose a renunciar a una fe profunda en el sistema. Cuando los marxistas afirman que la descripción de la sociedad establecida por Marx tiene “validez científica”, debe recordarse que tal validez implica poder verificar cierta teoría respecto de su posible compatibilidad con la realidad, mientras que tal verificación puede ser observada por cualquier persona. De ahí que el marxismo tiene “validez científica” en el sentido de que todo observador puede constatar que tal descripción es incompatible con la realidad y que conduce a resultados no esperados.
Con el Socialismo del Siglo XXI aparece un nuevo intento de recuperación de la vieja teoría. Al respecto leemos: “Los neocomunistas latinoamericanos, acaudillados por Hugo Chávez, vieron los cielos abiertos cuando Heinz Dieterich Steffan (1943), un sociólogo alemán avecindado desde hace décadas en los medios académicos de México (donde no le prestan demasiada atención), a mediados de los años noventa comenzó a acuñar un concepto pegajoso, El Socialismo del Siglo XXI, en el que concretaba algunas ideas fundamentales en el pensamiento de Marx, acariciadas desde el decenio de 1980 y maduradas con el paso del tiempo”.
“Dieterich pretendía superar el descrédito total del «socialismo real» tras el derribo del Muro de Berlín, la desaparición de la URSS y el fin del Bloque del Este, como se les llamaba a las naciones europeas atrapadas tras el telón de acero”.
“En todo caso, ya Chávez tenía su teoría y comenzó a reivindicar la obra de Dieterich. Era un personaje en busca de un autor, como en la pieza de Pirandello, y lo había hallado. Él hacía lo que le daba la gana, pero se refería pomposamente al Socialismo del Siglo XXI, supuestamente su marco teórico, como antes se llenaba la boca para celebrar El libro verde de Gadafi, la llamada Tercera teoría universal. (Suponemos que la de Dieterich sería la cuarta)”.
“Hay que comenzar por establecer que Dieterich es un utopista irritado con la pobreza de las multitudes y la riqueza de unos pocos. Es un hombre bueno que quiere cambiar al mundo. Ese es su punto de partida. No obstante, como tanta gente que comparte su forma de entender la realidad, no es capaz de percibir que hasta el siglo XVIII la miseria era casi la forma natural de vivir (y morir), y que fueron la revolución industrial, la propiedad, el rechazo al mercantilismo y la democracia liberal –que incluye la libertad de los individuos- los factores que produjeron el fin de los despotismos reales, el desarrollo científico, el surgimiento de las clases medias, la educación universal y una notable extensión de los años de vida promedio, como resultado de los cuidados sanitarios. Nada de eso llegó por obra de los controles y la planificación a cargo de los gobiernos”.
“Dieterich hace suya la teoría marxista de la lucha de clases como eje del desarrollo histórico y propone un socialismo revolucionario sostenido en cuatro puntos de apoyo (como disfrutan los marxistas con estas construcciones artificiales absolutamente banales): el desarrollismo democrático regional, la economía de las equivalencias, la democracia participativa y las organizaciones de base”.
“Centrémonos en la «economía de las equivalencias». Es el corazón de su teoría. Es la vuelta, otra vez (estos tipos no aprenden), a la teoría marxista del valor, como si el desastre de la práctica comunista no hubiera servido de nada. Según Dieterich, la madre de todas las injusticias está en los precios injustos y abusivos que imponen los amos del mundo a todos los bienes y servicios que se producen. Son ellas, las diez mil malvadas personas que gobiernan el planeta (parece que las ha contado), las que controlan la economía asignando los precios y olvidando el verdadero valor”.
“¿De dónde sale el valor y debe salir el precio? Del tiempo dedicado a producir el bien o el servicio. Lo dice de una manera muy clara, siguiendo de cerca a Marx: «Entonces la gratificación o ingreso del trabajador es directamente proporcional al tiempo de trabajo gastado, independientemente de su edad, género, estado civil, raza, nacionalidad, carácter del trabajo, esfuerzo físico, educación, dificultad, habilidad, práctica, dedicación personal, trabajo pesado y riesgo de salud, en fin: la gratificación corresponde a las horas de trabajo de manera directa y absoluta»”.
“¿Pero vale igual el tiempo de un neurocirujano que el de un cortador de caña? ¿Vale igual la camisa cosida por un sastre al software fabricado por un técnico especialista en electrónica? Según los socialistas del siglo XXI, o al menos según Dieterich, por supuesto que sí: «Si todas las mercancías en todo el mundo se intercambiaran con base al tiempo laboral contenido en ellas (con lo que tal vez tendrían que pagarse tan sólo 7.300 sacos de café por una locomotora, quiere decir, tanto como los obreros en Brasil cosechan durante el mismo tiempo que se requiere para construir una locomotora), esta nueva relación de precios, producto natural-producto industrial, traería consigo la necesaria igualdad de derechos económicos de los pueblos entre sí»”.
“Por supuesto surgirían conflictos («mi cosecha de algodón vale más que tu penicilina» podría afirmar cualquiera), pero eso no sería un problema insoluble porque «los eventuales casos de conflicto» según Dieterich «serían decididos por Tribunales de Valor (Trabajo) compuestos por jurados de ciudadanos»”.
“¿Vale la pena continuar examinando esta sarta de tonterías? No deja de ser maravillosa la infinita capacidad del neocomunista, también llamado neoidiota, para fascinarse con los «truquitos» propuestos por esos personajes que los españoles llaman cantamañanas. A nuestro juicio, ese párrafo de Dieterich es suficiente para demostrar la raquítica endeblez de su infantil proposición” (De “Últimas noticias del Nuevo Idiota iberoamericano” de P.A. Mendoza, C. A. Montaner y Á. Vargas Llosa-Grupo Editorial Planeta SAIC-Buenos Aires 2014).
lunes, 17 de noviembre de 2025
Los estoicos no tan estoicos
Por lo general, cuando leemos acerca de la vida de los distintos filósofos considerados estoicos, sufrimos cierta decepción por cuanto esperábamos que sus prédicas hubieran sido puestas en práctica prioritariamente por ellos mismos. En realidad, es preciso tener presente que tales pensadores son personas normales y que, por lo tanto, tienen virtudes y defectos como el resto de los seres humanos. De ahí que la eficacia de toda propuesta ética consiste en producir una mejora efectiva en el individuo, en lugar de conducirlo a una virtud exenta de defectos.
Debe tenerse en cuenta que una ética filosófica, religiosa o científica, no ha de ser necesaria para las personas que, desde nacimiento, poseen muy pocos defectos, mientras que, por el contrario, la necesidad de disponer o de elaborar una ética adecuada para la vida surge de personas con defectos, y de ahí su justificación.
Pensadores destacados de la antigüedad, que han sido asociados al estoicismo, no siempre actuaron fieles a los principios promovidos. Ryan Holiday y Stephen Hanselman escribieron respecto de Marco Tulio Cicerón: “Cicerón siempre tuvo grandes planes. Escribió sobre el deber; admiró a los grandes hombres de la historia. Logró mucho en su vida. Acumuló mansiones y honores. Fue a las escuelas adecuadas. Tuvo los puestos correctos. Se aseguró de que su nombre fuera tan famoso que a nadie volviera importarle su origen humilde”.
“Pero para llegar hasta allí tuvo que pagar un precio muy alto. Ignoró las partes más severas del estoicismo; las partes sobre la disciplina y la moderación (como demostraba su rostro rechoncho), los deberes y las obligaciones. Había ignorado su conciencia, en abierto desafío al oráculo, para ir tras las ovaciones de la multitud. Si hubiera seguido mejor a Posidonio y a Zenón tal vez su vida no habría tenido un final distinto, pero sí habría sido más estable. Habría sido un hombre más fuerte” (De “Vidas de los estoicos”-Editorial Océano de México SA-México 2024).
Respecto de Séneca, los citados autores escriben: “A Lucio Anneo Séneca le complacería mucho saber que seguimos hablando de él. A diferencia de muchos de sus compañeros estoicos, que escribieron sobre la futilidad de la fama póstuma, Séneca la anhelaba, trabajó para obtenerla y actuó con ella en mente hasta el último instante de su vida, con un suicidio histriónico que rivalizaría con el de Catón”.
“A diferencia de Jesús, que nació el mismo año que Séneca en una provincia igualmente alejada del Imperio romano, Séneca no poseía mucha mansedumbre o humildad. Por el contrario, tenía una ambición, un talento y un ansia de poder que no sólo competían sino que sobrepasaban a Cicerón”.
También Marco Aurelio mostraba bastante debilidad moral al ser acusado de ordenar persecuciones a los primitivos cristianos. Considerado por los historiadores como una figura representativa del estoicismo romano, se lo puede considerar como tal desde el punto de vista teórico, mas no práctico. Ello se debe a que fue uno de los tantos emperadores perseguidores de los primitivos cristianos, imponiéndoles penas extremas que poco o nada resultan compatibles con los ideales estoicos de Epicteto y de otros filósofos agrupados bajo tal denominación.
Al respecto podemos leer: "Marco Aurelio, lo mismo que Trajano, Adriano y Antonino no dejó de considerar al cristianismo como un flajelo y una peste, una secta absurda y rebelde, aun cuando sus miembros fueran en general inocentes de las infamias que les atribuia el vulgo".
"Página única, no en la historia de las primeras persecusiones, sino en la documentación que se nos ha conservado. Es abrumadora para la memoria de Marco Aurelio, por grande que se haga y que sea en otros aspectos esta memoria. Marco Aurelio mantuvo, por razón de Estado, la jurisprudencia enunciada en el rescripto de Trajano, que lo había sancionado por esta misma razón. ¿Pero es que no podía él, el emperador filósofo, el sabio entre los sabios, el más humano de los hombres, ver los hechos como los había visto Plinio unos sesenta años antes y sospechar que también había humanidad en el cristianismo, suspendiendo esas inútiles y odiosas masacres?".
"Por fin llegó la decisión de aquel que los historiadores llaman el santo emperador. Marco Aurelio, fuera por política o porque supiera a qué atenerse sobre los pretendidos crimenes de los cristianos a quienes no se reprocha casi nada más que su obstinación, renovaba la prescripción ya indicada por Trajano a Plinio: liberar a los renegados, ejecutar a quienes se obstinaban en su fe. Justamente era la época del año en que las diputaciones de las ciudades galas afluían a Lyon para las fiestas que se celebraban en el altar de Roma y de Augusto: en el anfiteatro había juegos, se contaría por lo tanto con cristianos para las bestias" (De "El nacimiento del cristianismo" de Alfred Loisy-Argos Editorial SA-Buenos Aires 1944).
Debe tenerse presente que lo ético depende de nuestros aspectos emocionales, que muchas veces son controlados por la razón, si bien casi siempre son las emociones las que orientan, para bien o para mal, las acciones humanas. Joseph LeDoux escribió: “La mente tiene poco control sobre las emociones, y las emociones pueden avasallar la consciencia. Esto es así porque en este momento de nuestra historia evolutiva las conexiones que comunican los mecanismos emocionales con los cognitivos son más fuertes que las que comunican los mecanismos cognitivos con los emocionales” (De “El cerebro emocional”-Ariel-Planeta-Buenos Aires 1999).
Debe tenerse en cuenta que una ética filosófica, religiosa o científica, no ha de ser necesaria para las personas que, desde nacimiento, poseen muy pocos defectos, mientras que, por el contrario, la necesidad de disponer o de elaborar una ética adecuada para la vida surge de personas con defectos, y de ahí su justificación.
Pensadores destacados de la antigüedad, que han sido asociados al estoicismo, no siempre actuaron fieles a los principios promovidos. Ryan Holiday y Stephen Hanselman escribieron respecto de Marco Tulio Cicerón: “Cicerón siempre tuvo grandes planes. Escribió sobre el deber; admiró a los grandes hombres de la historia. Logró mucho en su vida. Acumuló mansiones y honores. Fue a las escuelas adecuadas. Tuvo los puestos correctos. Se aseguró de que su nombre fuera tan famoso que a nadie volviera importarle su origen humilde”.
“Pero para llegar hasta allí tuvo que pagar un precio muy alto. Ignoró las partes más severas del estoicismo; las partes sobre la disciplina y la moderación (como demostraba su rostro rechoncho), los deberes y las obligaciones. Había ignorado su conciencia, en abierto desafío al oráculo, para ir tras las ovaciones de la multitud. Si hubiera seguido mejor a Posidonio y a Zenón tal vez su vida no habría tenido un final distinto, pero sí habría sido más estable. Habría sido un hombre más fuerte” (De “Vidas de los estoicos”-Editorial Océano de México SA-México 2024).
Respecto de Séneca, los citados autores escriben: “A Lucio Anneo Séneca le complacería mucho saber que seguimos hablando de él. A diferencia de muchos de sus compañeros estoicos, que escribieron sobre la futilidad de la fama póstuma, Séneca la anhelaba, trabajó para obtenerla y actuó con ella en mente hasta el último instante de su vida, con un suicidio histriónico que rivalizaría con el de Catón”.
“A diferencia de Jesús, que nació el mismo año que Séneca en una provincia igualmente alejada del Imperio romano, Séneca no poseía mucha mansedumbre o humildad. Por el contrario, tenía una ambición, un talento y un ansia de poder que no sólo competían sino que sobrepasaban a Cicerón”.
También Marco Aurelio mostraba bastante debilidad moral al ser acusado de ordenar persecuciones a los primitivos cristianos. Considerado por los historiadores como una figura representativa del estoicismo romano, se lo puede considerar como tal desde el punto de vista teórico, mas no práctico. Ello se debe a que fue uno de los tantos emperadores perseguidores de los primitivos cristianos, imponiéndoles penas extremas que poco o nada resultan compatibles con los ideales estoicos de Epicteto y de otros filósofos agrupados bajo tal denominación.
Al respecto podemos leer: "Marco Aurelio, lo mismo que Trajano, Adriano y Antonino no dejó de considerar al cristianismo como un flajelo y una peste, una secta absurda y rebelde, aun cuando sus miembros fueran en general inocentes de las infamias que les atribuia el vulgo".
"Página única, no en la historia de las primeras persecusiones, sino en la documentación que se nos ha conservado. Es abrumadora para la memoria de Marco Aurelio, por grande que se haga y que sea en otros aspectos esta memoria. Marco Aurelio mantuvo, por razón de Estado, la jurisprudencia enunciada en el rescripto de Trajano, que lo había sancionado por esta misma razón. ¿Pero es que no podía él, el emperador filósofo, el sabio entre los sabios, el más humano de los hombres, ver los hechos como los había visto Plinio unos sesenta años antes y sospechar que también había humanidad en el cristianismo, suspendiendo esas inútiles y odiosas masacres?".
"Por fin llegó la decisión de aquel que los historiadores llaman el santo emperador. Marco Aurelio, fuera por política o porque supiera a qué atenerse sobre los pretendidos crimenes de los cristianos a quienes no se reprocha casi nada más que su obstinación, renovaba la prescripción ya indicada por Trajano a Plinio: liberar a los renegados, ejecutar a quienes se obstinaban en su fe. Justamente era la época del año en que las diputaciones de las ciudades galas afluían a Lyon para las fiestas que se celebraban en el altar de Roma y de Augusto: en el anfiteatro había juegos, se contaría por lo tanto con cristianos para las bestias" (De "El nacimiento del cristianismo" de Alfred Loisy-Argos Editorial SA-Buenos Aires 1944).
Debe tenerse presente que lo ético depende de nuestros aspectos emocionales, que muchas veces son controlados por la razón, si bien casi siempre son las emociones las que orientan, para bien o para mal, las acciones humanas. Joseph LeDoux escribió: “La mente tiene poco control sobre las emociones, y las emociones pueden avasallar la consciencia. Esto es así porque en este momento de nuestra historia evolutiva las conexiones que comunican los mecanismos emocionales con los cognitivos son más fuertes que las que comunican los mecanismos cognitivos con los emocionales” (De “El cerebro emocional”-Ariel-Planeta-Buenos Aires 1999).
sábado, 15 de noviembre de 2025
La esencia de Occidente y el proceso autodestructivo
Son muchos los autores que caracterizan la mentalidad occidental como una mentalidad favorable a la libertad individual, entendida ésta como la ausencia de dominio mental y material de seres humanos sobre otros seres humanos. De ahí la idea de ser gobernados solamente por Dios a través de las leyes naturales existentes. Tanto el Reino de Dios bíblico como la libertad pregonada por el liberalismo responden a tal ideal.
La libertad, así entendida, no es patrimonio exclusivo de los países occidentales, ni tampoco toda nación geográficamente ubicada en Occidente ha de identificarse con los ideales occidentales. De ahí que la decadencia de Occidente, o de tales ideales, está asociada a la decadencia de la cultura occidental cuando abre sus puertas a sectores que intentan destruirla a toda costa, como es el caso del marxismo-leninismo y también del Islam.
A manera de síntesis, Theodore Meyer Greene escribió: “Resulta acertado enfatizar nuestra deuda histórica al legado hebraico-cristiano y al declarar que la esencia de este legado es una fe viviente en un Dios viviente y un vivo interés por el hombre. Fueron esa fe y este interés lo que llevó a los hombres y a las mujeres de la primera comunidad cristiana al martirio y lo que siempre animó a la iglesia cristiana cuando ésta fue fiel a su alta misión y unió el ejemplo a lo que predicó”.
“Es ésa la fe y el modo de vida de los devotos cristianos actuales. Pero ¿para cuántos de nosotros, aun en las iglesias, esta fe es realmente lo bastante dinámica como para motivar y dirigir nuestras diarias acciones? ¿En qué extensión este llamado «pueblo cristiano» está entregado a una creencia vital en Dios y animado de un respeto y amor constrictivos por el prójimo?”.
“Nuestra herencia cultural tuvo su fuente no sólo en Palestina sino también en Grecia y en Roma. La filosofía griega sentó las bases de la ciencia moderna, y la ley romana, en conjunción con el cristianismo, dio nacimiento al moderno movimiento democrático. De aquí emana la «moderna» fidelidad occidental a la verdad y a la justicia –a la verdad como meta de la investigación científica y la llave para el control de la naturaleza por parte del hombre; a la justicia como meta de la legislación democrática y el procedimiento judicial y la llave para el bienestar social” (De “Liberalismo”-Editorial Ágora-Buenos Aires 1959).
Junto a las fuerzas ideológicas que apuntan hacia la destrucción de la esencia de Occidente, surge la debilidad de su pueblo para defender las conquistas de la libertad individual, que tanto trabajo y sufrimientos requirió. Así, se ha llegado a valorar a Occidente sólo por las ventajas económicas y materiales que permite la vida democrática, indefensas, por lo tanto, a las fuerzas ideológicas que pretenden destruirlas.
Varias décadas atrás, Alexander Solyenitsin advertía la debilidad occidental ante el avance del entonces Imperio Soviético, mientras que actualmente persiste un avance anti-occidental socialista sumado al avance destructivo del Islam. En un sentido similar, John Foster Dulles advertía en los años 50: “Algo ha ido por mal camino en nuestra nación [EEUU], o no deberíamos hallarnos en esta situación. No es de nosotros el estar a la defensiva y sentirnos temerosos. Eso es nuevo en nuestra historia….”.
“Nuestra nación fue fundada como un experimento en la libertad humana. Sus instituciones reflejaron la creencia de nuestros fundadores de que los hombres tenían su origen y su destino en Dios; de que éstos estaban dotados por Él de derechos inalienables y tenían deberes prescriptos por la ley moral, y de que las instituciones humanas deberían fundamentalmente ayudar a los hombres a que desarrollaran las posibilidades que Dios les otorgara. Nosotros creímos que si obráramos conforme a ese fundamento espiritual mostraríamos a los hombres por doquier el camino hacia una vida mejor y más abundante”.
“Pero a medida que nuestra fuerza material aumentó, nuestra fuerza espiritual pareció decrecer. Aparentamos sentirnos menos interesados en la conducción de un gran experimento para el beneficio de la humanidad, y más interesados en acumularnos ventajas materiales. Nuestra visión pareció estrecharse, y nuestro sentido de misión disminuir. Otros comenzaron a pensar de nosotros más como una posible fuente de dinero y cosas materiales y menos como una fuente de inspiración y de guía”.
“Acontece que nos falta una fe honrada y dinámica. La dificultad estriba en que nosotros mismos no somos claros en cuanto a nuestra fe y la relación de esa fe con nuestras prácticas. En nuestro país, nuestras instituciones no excitan la lealtad espiritual necesaria para su defensa. Existe confusión en la mente de los hombres y una corrosión de sus almas. Nuestra fe carece de la fuerza y de la clara definición que la haría contagiosa en el mundo” (Citado en “Liberalismo” de T. M. Greene).
La libertad, así entendida, no es patrimonio exclusivo de los países occidentales, ni tampoco toda nación geográficamente ubicada en Occidente ha de identificarse con los ideales occidentales. De ahí que la decadencia de Occidente, o de tales ideales, está asociada a la decadencia de la cultura occidental cuando abre sus puertas a sectores que intentan destruirla a toda costa, como es el caso del marxismo-leninismo y también del Islam.
A manera de síntesis, Theodore Meyer Greene escribió: “Resulta acertado enfatizar nuestra deuda histórica al legado hebraico-cristiano y al declarar que la esencia de este legado es una fe viviente en un Dios viviente y un vivo interés por el hombre. Fueron esa fe y este interés lo que llevó a los hombres y a las mujeres de la primera comunidad cristiana al martirio y lo que siempre animó a la iglesia cristiana cuando ésta fue fiel a su alta misión y unió el ejemplo a lo que predicó”.
“Es ésa la fe y el modo de vida de los devotos cristianos actuales. Pero ¿para cuántos de nosotros, aun en las iglesias, esta fe es realmente lo bastante dinámica como para motivar y dirigir nuestras diarias acciones? ¿En qué extensión este llamado «pueblo cristiano» está entregado a una creencia vital en Dios y animado de un respeto y amor constrictivos por el prójimo?”.
“Nuestra herencia cultural tuvo su fuente no sólo en Palestina sino también en Grecia y en Roma. La filosofía griega sentó las bases de la ciencia moderna, y la ley romana, en conjunción con el cristianismo, dio nacimiento al moderno movimiento democrático. De aquí emana la «moderna» fidelidad occidental a la verdad y a la justicia –a la verdad como meta de la investigación científica y la llave para el control de la naturaleza por parte del hombre; a la justicia como meta de la legislación democrática y el procedimiento judicial y la llave para el bienestar social” (De “Liberalismo”-Editorial Ágora-Buenos Aires 1959).
Junto a las fuerzas ideológicas que apuntan hacia la destrucción de la esencia de Occidente, surge la debilidad de su pueblo para defender las conquistas de la libertad individual, que tanto trabajo y sufrimientos requirió. Así, se ha llegado a valorar a Occidente sólo por las ventajas económicas y materiales que permite la vida democrática, indefensas, por lo tanto, a las fuerzas ideológicas que pretenden destruirlas.
Varias décadas atrás, Alexander Solyenitsin advertía la debilidad occidental ante el avance del entonces Imperio Soviético, mientras que actualmente persiste un avance anti-occidental socialista sumado al avance destructivo del Islam. En un sentido similar, John Foster Dulles advertía en los años 50: “Algo ha ido por mal camino en nuestra nación [EEUU], o no deberíamos hallarnos en esta situación. No es de nosotros el estar a la defensiva y sentirnos temerosos. Eso es nuevo en nuestra historia….”.
“Nuestra nación fue fundada como un experimento en la libertad humana. Sus instituciones reflejaron la creencia de nuestros fundadores de que los hombres tenían su origen y su destino en Dios; de que éstos estaban dotados por Él de derechos inalienables y tenían deberes prescriptos por la ley moral, y de que las instituciones humanas deberían fundamentalmente ayudar a los hombres a que desarrollaran las posibilidades que Dios les otorgara. Nosotros creímos que si obráramos conforme a ese fundamento espiritual mostraríamos a los hombres por doquier el camino hacia una vida mejor y más abundante”.
“Pero a medida que nuestra fuerza material aumentó, nuestra fuerza espiritual pareció decrecer. Aparentamos sentirnos menos interesados en la conducción de un gran experimento para el beneficio de la humanidad, y más interesados en acumularnos ventajas materiales. Nuestra visión pareció estrecharse, y nuestro sentido de misión disminuir. Otros comenzaron a pensar de nosotros más como una posible fuente de dinero y cosas materiales y menos como una fuente de inspiración y de guía”.
“Acontece que nos falta una fe honrada y dinámica. La dificultad estriba en que nosotros mismos no somos claros en cuanto a nuestra fe y la relación de esa fe con nuestras prácticas. En nuestro país, nuestras instituciones no excitan la lealtad espiritual necesaria para su defensa. Existe confusión en la mente de los hombres y una corrosión de sus almas. Nuestra fe carece de la fuerza y de la clara definición que la haría contagiosa en el mundo” (Citado en “Liberalismo” de T. M. Greene).
jueves, 13 de noviembre de 2025
Actualidad del estoicismo
Teniendo presente que el proceso de la evolución biológica produce cambios significativos a lo largo de millones de años, puede decirse que las propuestas éticas de hace algunos cientos o miles de años pueden seguir teniendo vigencia en la actualidad, por cuanto la esencia biológica de los seres humanos se mantiene invariable.
Este es el caso del estoicismo, propuesta ética compatible con la ética cristiana. Es importante tenerla presente especialmente en una época en que el cristianismo está saturado de misterios, además de estar alejado del hombre común, ya que si Cristo es Dios, resulta poco posible que los hombres normales podamos parecernos a Dios, quedando la ética cristiana como una especie de muestrario de algo que nos resulta inaccesible. Luego, la mayoría interpreta tal ética según sus conveniencias y facilidades personales.
El iniciador del estoicismo fue Zenón de Citio, Chipre. Al respecto leemos: "Para Zenón el propósito de la filosofía, de la virtud, era encontrar un «suave flujo de la vida», llegar a un lugar en el que todo lo que hagamos esté en «armoniosa consonancia con el espíritu guía de cada hombre y con la voluntad de aquel que gobierna el universo». Para los griegos, cada uno de nosotros tenía un daimon, un genio o propósito motor interno conectado con la naturaleza universal. Quienes mantienen en armonía su naturaleza individual y universal son felices, dijo Zenón, y quienes no, son infelices" (De "Vidas de los estoicos" de Ryan Holiday y Stephen Hanselman-Editorial Océano de México SA-México 2024).
Si tenemos presente la visión que del universo nos presenta la ciencia experimental, advertimos que todo lo existente está regido por leyes naturales invariantes. De ahí que sólo nos queda la posibilidad de adaptarnos a las mismas. Y el sufrimiento ha de ser la consecuencia de una desadaptación a dichas leyes, mientras que la felicidad habrá de surgir a partir de una aceptable adaptación a las mismas, lo que da sentido a la postura básica del estoicismo.
La palabra "adaptación" nos indica que debemos llegar a ser aptos para la vida en nuestro universo. Tal adaptación servirá también para adaptarnos a la sociedad, o mejor todavía, nos servirá para construir un orden social compatible con el orden natural. De ahí la expresión estoica: "El objetivo de la vida es vivir en armonía con la naturaleza".
Cuando se habla de "naturaleza" se hace referencia a las leyes naturales que la rigen, incluidos a nosotros mismos. No debe confundirse con "vivir en armonía con el sol, la lluvia o la vegetación", como maliciosamente se denosta a las posturas éticas naturalistas para calificarlas de "panteísmos" (todo es Dios).
Quienes no aceptan ver algo más allá de la fe bíblica, ignoran que la fortaleza del cristianismo radica en que el "Amarás al prójimo como a ti mismo" es un mandamiento surgido de la empatía emocional, es decir, de la principal ley natural de supervivencia que disponemos a nivel individual y colectivo. Si se sigue admitiendo que se trata de algo "sobrenatural", en cierta forma se facilita el avance destructivo e incivilizatorio del Islam, justamente porque tal "religión" resulta incompatible con las leyes básicas de supervivencia del ser humano y se fundamenta sólo en una aparente revelación de Alá al profeta.
Este es el caso del estoicismo, propuesta ética compatible con la ética cristiana. Es importante tenerla presente especialmente en una época en que el cristianismo está saturado de misterios, además de estar alejado del hombre común, ya que si Cristo es Dios, resulta poco posible que los hombres normales podamos parecernos a Dios, quedando la ética cristiana como una especie de muestrario de algo que nos resulta inaccesible. Luego, la mayoría interpreta tal ética según sus conveniencias y facilidades personales.
El iniciador del estoicismo fue Zenón de Citio, Chipre. Al respecto leemos: "Para Zenón el propósito de la filosofía, de la virtud, era encontrar un «suave flujo de la vida», llegar a un lugar en el que todo lo que hagamos esté en «armoniosa consonancia con el espíritu guía de cada hombre y con la voluntad de aquel que gobierna el universo». Para los griegos, cada uno de nosotros tenía un daimon, un genio o propósito motor interno conectado con la naturaleza universal. Quienes mantienen en armonía su naturaleza individual y universal son felices, dijo Zenón, y quienes no, son infelices" (De "Vidas de los estoicos" de Ryan Holiday y Stephen Hanselman-Editorial Océano de México SA-México 2024).
Si tenemos presente la visión que del universo nos presenta la ciencia experimental, advertimos que todo lo existente está regido por leyes naturales invariantes. De ahí que sólo nos queda la posibilidad de adaptarnos a las mismas. Y el sufrimiento ha de ser la consecuencia de una desadaptación a dichas leyes, mientras que la felicidad habrá de surgir a partir de una aceptable adaptación a las mismas, lo que da sentido a la postura básica del estoicismo.
La palabra "adaptación" nos indica que debemos llegar a ser aptos para la vida en nuestro universo. Tal adaptación servirá también para adaptarnos a la sociedad, o mejor todavía, nos servirá para construir un orden social compatible con el orden natural. De ahí la expresión estoica: "El objetivo de la vida es vivir en armonía con la naturaleza".
Cuando se habla de "naturaleza" se hace referencia a las leyes naturales que la rigen, incluidos a nosotros mismos. No debe confundirse con "vivir en armonía con el sol, la lluvia o la vegetación", como maliciosamente se denosta a las posturas éticas naturalistas para calificarlas de "panteísmos" (todo es Dios).
Quienes no aceptan ver algo más allá de la fe bíblica, ignoran que la fortaleza del cristianismo radica en que el "Amarás al prójimo como a ti mismo" es un mandamiento surgido de la empatía emocional, es decir, de la principal ley natural de supervivencia que disponemos a nivel individual y colectivo. Si se sigue admitiendo que se trata de algo "sobrenatural", en cierta forma se facilita el avance destructivo e incivilizatorio del Islam, justamente porque tal "religión" resulta incompatible con las leyes básicas de supervivencia del ser humano y se fundamenta sólo en una aparente revelación de Alá al profeta.
Cristianofobia
Cuando se lee en el Nuevo Testamento la afirmación de Cristo: "Serán perseguidos a causa de mi nombre", cuesta creer que algo así podría suceder debido a que la ética bíblica no resulta agresiva hacia nadie, si bien en ciertas ocasiones algunos de sus seguidores adoptaron posturas bélicas.
La permanente persecución de cristianos, por parte de los seguidores de Mahoma, sin embargo, se debe a que el Islam resulta ser un movimiento totalitario que busca expandirse por todo el planeta para aplicar las directivas del profeta, por lo cual no parece adecuado asociarle el nombre de "religión", entendida como "unión de los adeptos", es decir, una religión ha de unir a todo ser humano con Dios y ha de unir a los seres humanos entre sí. Por el contrario, el Corán tiende a unir a los musulmanes pero para atacar y hasta asesinar a los "infieles", ya sean cristianos, judíos o lo que sea.
En el siguiente artículo se brinda un panorama de la situación actual.
SEMANA ROJA 2025
Por Carlos Ialorenzi y Myriam Mitrece
Entre el 15 y el 23 de noviembre, más de seiscientas iglesias en todo el mundo estarán iluminadas de rojo para que la cristianofobia se haga visible. El rojo, símbolo de la sangre de los mártires, busca concientizar el drama de millones de personas perseguidas por su fe en Jesús. La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada organiza esta iniciativa en el marco de la Semana Roja 2025.
CRISTIANOFOBIA
Dice Eloy Bueno de la Fuente, catedrático de la Facultad de Teología de Burgos, que “es especialmente significativo que observadores no cristianos y no creyentes perciban y denuncien la peculiaridad de la situación. Ya en el año 2000, Marcel Gauchet, sociólogo agnóstico, constataba que "la comunidad católica es la única minoría culturalmente perseguida en la Francia contemporánea". Más recientemente, Bernard Henry-Levy denunciaba un "anticatolicismo primario que está adoptando figuras extremas en Europa", por lo que se puede hablar de persecución; llega a afirmar sin paliativos: "La religión más atacada en la actualidad es la religión católica" (y señala la curiosa paradoja de que en países de tradición cristiana el catolicismo es denostado con mayor frecuencia y radicalidad que el islamismo y el judaísmo).
PERSECUCIÓN
El portal de Puertas Abiertas, organización que visibiliza la persecución a cristianos, reconoce que en el mundo “más de 380 millones de cristianos sufren altos niveles de persecución y discriminación por su fe”. Sobre la situación de Nigeria aclara que el nivel de violencia no es igual en todo el país. “La mayoría de los ataques tienen lugar en el norte…Muchos cristianos que viven en el sur, especialmente en lugares como Lagos -la ciudad más poblada del África subsahariana-, no se enfrentan a la violencia diaria por su fe en Jesús. Sin embargo, cada vez con más frecuencia, la violencia ha comenzado a extenderse a algunos Estados del sur, de mayoría cristiana”. Agrega que si bien se trata de un conflicto religioso, no es sólo de naturaleza religiosa. Hay otros factores intervinientes. Las víctimas no sólo son cristianas, aunque hay que reconocer que son los principales blancos de ataques.
DECLARACIONES
El senador Ted Cruz manifestó en X que “desde 2009, más de 50.000 cristianos en Nigeria han sido masacrados, y más de 18.000 iglesias y 2.000 escuelas cristianas han sido destruidas”. Los datos surgen de un informe realizado por la ONG InterSociety, que monitoreó los abusos de los derechos humanos en Nigeria entre 2009 y 2023.
Hace unos días, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, expresó: “Si el Gobierno de Nigeria continúa permitiendo el asesinato de cristianos, Estados Unidos detendrá inmediatamente toda ayuda y asistencia a Nigeria, y muy probablemente entrará en ese ahora deshonrado país, con todo, para eliminar por completo a los terroristas islámicos que están cometiendo estas horribles atrocidades”.
INFORME
La fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada publicó un informe sobre los cristianos oprimidos por su fe en 2022-2024, en el que da cuenta de que la persecución cristiana ha empeorado en la mayoría de los países encuestados. El informe ¿Perseguidos y olvidados? analiza la situación en 18 países clave, entre los que se encuentran Nicaragua, Myanmar y Burkina Faso. El documento da cuenta de que el Islam militante es un factor clave del aumento de la persecución en Africa. Esto ha causado “la emigración masiva de comunidades cristianas, provocada por los ataques de los islamistas, que ha desestabilizado estas comunidades y reducido su representación. Esto genera dudas sobre la supervivencia a largo plazo de la Iglesia en regiones clave”.
También da cuenta del aumento de la persecución en potencias mundiales como China e India. Las extremas medidas represivas en Nicaragua incluyen la detención y expulsión de miembros del clero. Además del desplazamiento de las comunidades cristianas, el informe también señala el matrimonio y la conversión forzada de mujeres y niñas cristianas, el secuestro e intimidación de sacerdotes, y la publicación de contenido despectivo sobre el cristianismo en los libros de texto escolares.
Se mencionan las acusaciones de blasfemia y la detención de cientos de personas en Pakistán y en la India debido a las leyes anti-conversión. También se incluyen el endurecimiento de las penas por presuntas ofensas al Estado o al nacionalismo religioso como pasa en China, Eritrea, India y Sudán.
CIVILIZACIÓN CRISTIANA
Aunque a veces se encubra con otros ropajes, la cristianofobia encierra una cuestión más profunda. Implica el rechazo a una cultura occidental fundada sobre los pilares de la cristiandad. Bueno de la Fuente continúa diciendo que “la expresión crist(ian)ofobia es muy fuerte y arriesgada: se refiere a una actitud de odio al cristianismo o a la propia figura de Jesucristo. Ese es el nivel de la cuestión. No se trata por tanto simplemente de una crítica a la Iglesia, a los representantes de la Iglesia o a los efectos históricos negativos que haya producido la institución a lo largo de los siglos.” Afirma que “Cristianofobia indica que el objeto de desprecio es la propia figura de Jesucristo (por ello, el núcleo del Evangelio) y el movimiento religioso que brotó de él, especialmente en su forma de Iglesia”, y se pregunta: “¿qué hay en el mensaje cristiano, en los propios evangelios, que resulta inaceptable e intolerable?”.
(De www.laprensa.com.ar)
La permanente persecución de cristianos, por parte de los seguidores de Mahoma, sin embargo, se debe a que el Islam resulta ser un movimiento totalitario que busca expandirse por todo el planeta para aplicar las directivas del profeta, por lo cual no parece adecuado asociarle el nombre de "religión", entendida como "unión de los adeptos", es decir, una religión ha de unir a todo ser humano con Dios y ha de unir a los seres humanos entre sí. Por el contrario, el Corán tiende a unir a los musulmanes pero para atacar y hasta asesinar a los "infieles", ya sean cristianos, judíos o lo que sea.
En el siguiente artículo se brinda un panorama de la situación actual.
SEMANA ROJA 2025
Por Carlos Ialorenzi y Myriam Mitrece
Entre el 15 y el 23 de noviembre, más de seiscientas iglesias en todo el mundo estarán iluminadas de rojo para que la cristianofobia se haga visible. El rojo, símbolo de la sangre de los mártires, busca concientizar el drama de millones de personas perseguidas por su fe en Jesús. La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada organiza esta iniciativa en el marco de la Semana Roja 2025.
CRISTIANOFOBIA
Dice Eloy Bueno de la Fuente, catedrático de la Facultad de Teología de Burgos, que “es especialmente significativo que observadores no cristianos y no creyentes perciban y denuncien la peculiaridad de la situación. Ya en el año 2000, Marcel Gauchet, sociólogo agnóstico, constataba que "la comunidad católica es la única minoría culturalmente perseguida en la Francia contemporánea". Más recientemente, Bernard Henry-Levy denunciaba un "anticatolicismo primario que está adoptando figuras extremas en Europa", por lo que se puede hablar de persecución; llega a afirmar sin paliativos: "La religión más atacada en la actualidad es la religión católica" (y señala la curiosa paradoja de que en países de tradición cristiana el catolicismo es denostado con mayor frecuencia y radicalidad que el islamismo y el judaísmo).
PERSECUCIÓN
El portal de Puertas Abiertas, organización que visibiliza la persecución a cristianos, reconoce que en el mundo “más de 380 millones de cristianos sufren altos niveles de persecución y discriminación por su fe”. Sobre la situación de Nigeria aclara que el nivel de violencia no es igual en todo el país. “La mayoría de los ataques tienen lugar en el norte…Muchos cristianos que viven en el sur, especialmente en lugares como Lagos -la ciudad más poblada del África subsahariana-, no se enfrentan a la violencia diaria por su fe en Jesús. Sin embargo, cada vez con más frecuencia, la violencia ha comenzado a extenderse a algunos Estados del sur, de mayoría cristiana”. Agrega que si bien se trata de un conflicto religioso, no es sólo de naturaleza religiosa. Hay otros factores intervinientes. Las víctimas no sólo son cristianas, aunque hay que reconocer que son los principales blancos de ataques.
DECLARACIONES
El senador Ted Cruz manifestó en X que “desde 2009, más de 50.000 cristianos en Nigeria han sido masacrados, y más de 18.000 iglesias y 2.000 escuelas cristianas han sido destruidas”. Los datos surgen de un informe realizado por la ONG InterSociety, que monitoreó los abusos de los derechos humanos en Nigeria entre 2009 y 2023.
Hace unos días, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, expresó: “Si el Gobierno de Nigeria continúa permitiendo el asesinato de cristianos, Estados Unidos detendrá inmediatamente toda ayuda y asistencia a Nigeria, y muy probablemente entrará en ese ahora deshonrado país, con todo, para eliminar por completo a los terroristas islámicos que están cometiendo estas horribles atrocidades”.
INFORME
La fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada publicó un informe sobre los cristianos oprimidos por su fe en 2022-2024, en el que da cuenta de que la persecución cristiana ha empeorado en la mayoría de los países encuestados. El informe ¿Perseguidos y olvidados? analiza la situación en 18 países clave, entre los que se encuentran Nicaragua, Myanmar y Burkina Faso. El documento da cuenta de que el Islam militante es un factor clave del aumento de la persecución en Africa. Esto ha causado “la emigración masiva de comunidades cristianas, provocada por los ataques de los islamistas, que ha desestabilizado estas comunidades y reducido su representación. Esto genera dudas sobre la supervivencia a largo plazo de la Iglesia en regiones clave”.
También da cuenta del aumento de la persecución en potencias mundiales como China e India. Las extremas medidas represivas en Nicaragua incluyen la detención y expulsión de miembros del clero. Además del desplazamiento de las comunidades cristianas, el informe también señala el matrimonio y la conversión forzada de mujeres y niñas cristianas, el secuestro e intimidación de sacerdotes, y la publicación de contenido despectivo sobre el cristianismo en los libros de texto escolares.
Se mencionan las acusaciones de blasfemia y la detención de cientos de personas en Pakistán y en la India debido a las leyes anti-conversión. También se incluyen el endurecimiento de las penas por presuntas ofensas al Estado o al nacionalismo religioso como pasa en China, Eritrea, India y Sudán.
CIVILIZACIÓN CRISTIANA
Aunque a veces se encubra con otros ropajes, la cristianofobia encierra una cuestión más profunda. Implica el rechazo a una cultura occidental fundada sobre los pilares de la cristiandad. Bueno de la Fuente continúa diciendo que “la expresión crist(ian)ofobia es muy fuerte y arriesgada: se refiere a una actitud de odio al cristianismo o a la propia figura de Jesucristo. Ese es el nivel de la cuestión. No se trata por tanto simplemente de una crítica a la Iglesia, a los representantes de la Iglesia o a los efectos históricos negativos que haya producido la institución a lo largo de los siglos.” Afirma que “Cristianofobia indica que el objeto de desprecio es la propia figura de Jesucristo (por ello, el núcleo del Evangelio) y el movimiento religioso que brotó de él, especialmente en su forma de Iglesia”, y se pregunta: “¿qué hay en el mensaje cristiano, en los propios evangelios, que resulta inaceptable e intolerable?”.
(De www.laprensa.com.ar)
martes, 11 de noviembre de 2025
Acerca del Juicio a los militares
Si bien en un conflicto armado es posible la existencia de violaciones a las reglamentaciones vigentes, en el caso del Juicio a las Fuerzas Armadas siempre se sospechó que la principal culpabilidad asignada radicó en el hecho de impedir la instauración de un sistema totalitario en la Argentina, además de proteger a la población civil del creciente peligro que implicaba el terrorismo marxista-leninista.
La democracia en nuestro país se mantiene vigente a pesar de que sectores peronistas e izquierdistas apoyaron y promovieron el posible triunfo militar de Montoneros y ERP, para quienes el impedimento de las Fuerzas Armadas fue imperdonable, y de ahí la venganza judicial disfrazada de "justicia". Suena algo absurdo suponer que a tales sectores alguna vez les interesaron los "derechos humanos" cuando apoyaron abiertamente toda forma de asesinato.
Se menciona a continuación un artículo sobre el tema:
LORENZETTI: ¿CLAMOR POPULAR O CHANCHULLO?
Por Mauricio Ortín
Ricardo Lorenzetti sostiene que los juicios por crímenes de lesa humanidad constituyen una "política de Estado excepcional", parte fundamental del "contrato social de los argentinos", y se originaron en “un reclamo de las calles que los jueces supimos escuchar” para luego convertirse en “un verdadero modelo internacional” (de justicia).
Modelo, este, que en su opinión es “excepcional, porque hay muy pocos temas en los cuales los argentinos tengamos semejante nivel de consenso”. Por lo cual argumenta que “no podemos volver a discutir este tema sobre los juicios de lesa humanidad porque ya está resuelto”.
Todo esto fue dicho por el ministro de la Corte Suprema en una conferencia magistral titulada “El rol del Poder Judicial en la defensa de los derechos”, que pronunció en la ciudad de Resistencia el 23 de septiembre pasado.
La apología de los juicios por crímenes de lesa humanidad que hace Lorenzetti se explica por el enérgico cuestionamiento que los mismos han recibido por parte de juristas e intelectuales de la talla, entre otros, de Carlos Fayt y Gregorio Badeni.
Así, por ejemplo, se los objeta por el hecho de violar de manera flagrante el Art. 18 de la Constitución Nacional (el que consagra el principio de legalidad) o el de partir de una premisa mayor falsa; la que sostiene que el gobierno militar surgido del golpe de Estado de 1976 ejecutó un Plan Sistemático de Exterminio de la Población Civil con el propósito de aplicar un plan económico dirigido a enriquecer a los empresarios locales. Un disparate que quiere hacer creer a todos que a los terroristas que asesinaban, extorsionaban, tomaban pueblos o cuarteles y secuestraban personas, los reprimieron por su condición de civiles y no por los crímenes alevosos que cometían. Y esto por no mencionar que la represión la inició el 20 de junio de 1973 el gobierno peronista (al mes de asumir el gobierno) con la “masacre de Ezeiza”. Tres años antes del golpe de Estado.
EL CLAMOR POPULAR ES FUENTE DE JUSTICIA
De los dichos de Lorenzetti en la conferencia citada, lo único que se corresponde con la realidad es que los juicios por crímenes de lesa humanidad constituyen una "política de Estado excepcional”. Lo demás no sólo es equívoco, sino que, además, revela una manera de entender la ciencia del Derecho que no se condice con las garantías a los ciudadanos que la Carta Magna establece.
Que un ministro de la Corte Suprema admita que fallos de la institución que integra tienen su origen en el “clamor popular” debiera implicar un escándalo nacional y concluir en un pedido de juicio político por mal desempeño en sus funciones.
Esta manera de entender la justicia por parte de Lorenzetti se puso de manifiesto, por ejemplo, cuando le negó el beneficio del 2x1 a los acusados por lesa humanidad, que los otros integrantes de la Corte, Carlos Rosenkrantz, Horacio Rosatti y Elena Highton de Nolasco, por mayoría, habían dictado. En flagrante violación del principio de igualdad ante la ley, Lorenzetti señaló en aquella conferencia que los juicios de lesa humanidad permitieron “reconectar a los poderes judiciales con la sociedad”.
“La mejor prueba de esto es que cuando se decidió algo contra ese consenso hubo una enorme reacción en todo el país”, dijo en relación a la sentencia conocida como el 2x1. “Hubo una reacción muy grande en todo el país, se percibía que esto podía significar una desconexión, un retroceso”.
FUE UNA COMPONENDA
Pero lo cierto es que los juicios por crímenes de lesa humanidad no se originaron ni en “el clamor popular”, ni en “el consenso”, ni en “el contrato social”. No hubo referéndum alguno que solicite la opinión de los argentinos al respecto. Lo más parecido a una compulsa sobre la opinión que de los represores tiene el pueblo fueron las elecciones del año 1995 en la provincia de Tucumán. Elección que consagró al general Antonio Domingo Bussi como gobernador de la provincia. El clamor popular y el consenso allí se expresaron nítida y tangiblemente, ¿o no?
No fue un consenso, ministro Lorenzetti. Fue una componenda entre Néstor Kirchner y los ministros de la Corte nombrados por él. Componenda que no aceptaron los jueces depuestos por el golpe de Estado a la Corte iniciado por Duhalde y consumado por Kirchner.
Hay que destacar que, mientras fue presidente, Fernando de la Rúa no hizo el menor intento por tener una Corte dependiente. El golpista Duhalde, en cambio, nombró juez de la Corte al senador peronista por Córdoba Carlos Maqueda, quien devolvió el favor en forma mecánica al solicitar la renuncia del doctor Julio Nazareno, el entonces presidente de la Corte. Este último, al contrario de Maqueda, fue propuesto por un presidente refrendado por las urnas.
Las pruebas de la componenda están a disposición de quien quiera buscarlas. Así, por ejemplo, en la película producida por el Centro de Estudios Salta “Será Venganza” (censurada por un maniobra fascista de las autoridades de la Feria del Libro de Buenos Aires) se puede ver un fragmento de la entrevista que le hiciera Nelson Castro al entonces jefe de gabinete de Néstor Kirchner, Alberto Fernández, donde éste manifesta que fue testigo directo de la reunión en la que Kirchner, a los nuevos ministros, les demandó sólo dos cosas: una, la no dolarización de los depósitos del corralón impuesto por Duhalde y dos, la habilitación de los juicios por crímenes de lesa humanidad a los militares, policías, jueces y civiles que combatieron la subversión; salvo, claro está, aquellos que tuvieron el tino de sacarse una foto abrazando a Hebe de Bonafini (Zaffaroni, Milani y otros).
Al igual que en la película citada, en el libro “Asalto a la Justicia”, el exministro de la Corte Adolfo Vázquez cuenta cómo fue el apriete que llevó adelante Néstor Kirchner para que esa Corte respaldara la persecución judicial al colectivo de los represores. Cuenta Vázquez que advirtió a Kirchner de la aberración jurídica que ello implicaba.
Dentro de la lógica económica populista, es entendible la obsesión Kirchner (y de Duhalde) por impedir la dolarización de los depósitos de los ahorristas. No así, sin embargo, la solicitud hecha a los jueces que estaba por nombrar para que persiguieran a los militares a través de los juicios por crímenes de lesa humanidad.
Nunca antes de ser presidente Kirchner se había pronunciado sobre este tema. Cabe sospechar que se trató de un disfraz para, desde el primer día, entrar a saco por los fondos públicos como si no hubiera un mañana. “La izquierda te da fueros”, frase que se le atribuye, abona esta hipótesis.
UNA FARSA
Los juicios por crímenes de lesa humanidad constituyen una farsa que corroe salvajemente el honor de las Fuerzas Armadas y del poder judicial. La política de Estado que impuso Kirchner a la Corte atravesó la presidencia de Mauricio Macri y persiste en los dos años que lleva el presidente Javier Milei (quien ha dicho que el tema no está en su agenda).
El gobernador chaqueño, Leandro Zdero, asistió a la conferencia y declaró “Visitante Ilustre” a Lorenzetti. Ello, sin embargo, no agrega ni quita nada a la verdad. Esto es, que los juicios por crímenes de lesa humanidad no son el resultado de escuchar al “clamor popular”, sino la deriva de otro chanchullo más del kirchnerismo.
(De www.laprensa.com.ar)
La democracia en nuestro país se mantiene vigente a pesar de que sectores peronistas e izquierdistas apoyaron y promovieron el posible triunfo militar de Montoneros y ERP, para quienes el impedimento de las Fuerzas Armadas fue imperdonable, y de ahí la venganza judicial disfrazada de "justicia". Suena algo absurdo suponer que a tales sectores alguna vez les interesaron los "derechos humanos" cuando apoyaron abiertamente toda forma de asesinato.
Se menciona a continuación un artículo sobre el tema:
LORENZETTI: ¿CLAMOR POPULAR O CHANCHULLO?
Por Mauricio Ortín
Ricardo Lorenzetti sostiene que los juicios por crímenes de lesa humanidad constituyen una "política de Estado excepcional", parte fundamental del "contrato social de los argentinos", y se originaron en “un reclamo de las calles que los jueces supimos escuchar” para luego convertirse en “un verdadero modelo internacional” (de justicia).
Modelo, este, que en su opinión es “excepcional, porque hay muy pocos temas en los cuales los argentinos tengamos semejante nivel de consenso”. Por lo cual argumenta que “no podemos volver a discutir este tema sobre los juicios de lesa humanidad porque ya está resuelto”.
Todo esto fue dicho por el ministro de la Corte Suprema en una conferencia magistral titulada “El rol del Poder Judicial en la defensa de los derechos”, que pronunció en la ciudad de Resistencia el 23 de septiembre pasado.
La apología de los juicios por crímenes de lesa humanidad que hace Lorenzetti se explica por el enérgico cuestionamiento que los mismos han recibido por parte de juristas e intelectuales de la talla, entre otros, de Carlos Fayt y Gregorio Badeni.
Así, por ejemplo, se los objeta por el hecho de violar de manera flagrante el Art. 18 de la Constitución Nacional (el que consagra el principio de legalidad) o el de partir de una premisa mayor falsa; la que sostiene que el gobierno militar surgido del golpe de Estado de 1976 ejecutó un Plan Sistemático de Exterminio de la Población Civil con el propósito de aplicar un plan económico dirigido a enriquecer a los empresarios locales. Un disparate que quiere hacer creer a todos que a los terroristas que asesinaban, extorsionaban, tomaban pueblos o cuarteles y secuestraban personas, los reprimieron por su condición de civiles y no por los crímenes alevosos que cometían. Y esto por no mencionar que la represión la inició el 20 de junio de 1973 el gobierno peronista (al mes de asumir el gobierno) con la “masacre de Ezeiza”. Tres años antes del golpe de Estado.
EL CLAMOR POPULAR ES FUENTE DE JUSTICIA
De los dichos de Lorenzetti en la conferencia citada, lo único que se corresponde con la realidad es que los juicios por crímenes de lesa humanidad constituyen una "política de Estado excepcional”. Lo demás no sólo es equívoco, sino que, además, revela una manera de entender la ciencia del Derecho que no se condice con las garantías a los ciudadanos que la Carta Magna establece.
Que un ministro de la Corte Suprema admita que fallos de la institución que integra tienen su origen en el “clamor popular” debiera implicar un escándalo nacional y concluir en un pedido de juicio político por mal desempeño en sus funciones.
Esta manera de entender la justicia por parte de Lorenzetti se puso de manifiesto, por ejemplo, cuando le negó el beneficio del 2x1 a los acusados por lesa humanidad, que los otros integrantes de la Corte, Carlos Rosenkrantz, Horacio Rosatti y Elena Highton de Nolasco, por mayoría, habían dictado. En flagrante violación del principio de igualdad ante la ley, Lorenzetti señaló en aquella conferencia que los juicios de lesa humanidad permitieron “reconectar a los poderes judiciales con la sociedad”.
“La mejor prueba de esto es que cuando se decidió algo contra ese consenso hubo una enorme reacción en todo el país”, dijo en relación a la sentencia conocida como el 2x1. “Hubo una reacción muy grande en todo el país, se percibía que esto podía significar una desconexión, un retroceso”.
FUE UNA COMPONENDA
Pero lo cierto es que los juicios por crímenes de lesa humanidad no se originaron ni en “el clamor popular”, ni en “el consenso”, ni en “el contrato social”. No hubo referéndum alguno que solicite la opinión de los argentinos al respecto. Lo más parecido a una compulsa sobre la opinión que de los represores tiene el pueblo fueron las elecciones del año 1995 en la provincia de Tucumán. Elección que consagró al general Antonio Domingo Bussi como gobernador de la provincia. El clamor popular y el consenso allí se expresaron nítida y tangiblemente, ¿o no?
No fue un consenso, ministro Lorenzetti. Fue una componenda entre Néstor Kirchner y los ministros de la Corte nombrados por él. Componenda que no aceptaron los jueces depuestos por el golpe de Estado a la Corte iniciado por Duhalde y consumado por Kirchner.
Hay que destacar que, mientras fue presidente, Fernando de la Rúa no hizo el menor intento por tener una Corte dependiente. El golpista Duhalde, en cambio, nombró juez de la Corte al senador peronista por Córdoba Carlos Maqueda, quien devolvió el favor en forma mecánica al solicitar la renuncia del doctor Julio Nazareno, el entonces presidente de la Corte. Este último, al contrario de Maqueda, fue propuesto por un presidente refrendado por las urnas.
Las pruebas de la componenda están a disposición de quien quiera buscarlas. Así, por ejemplo, en la película producida por el Centro de Estudios Salta “Será Venganza” (censurada por un maniobra fascista de las autoridades de la Feria del Libro de Buenos Aires) se puede ver un fragmento de la entrevista que le hiciera Nelson Castro al entonces jefe de gabinete de Néstor Kirchner, Alberto Fernández, donde éste manifesta que fue testigo directo de la reunión en la que Kirchner, a los nuevos ministros, les demandó sólo dos cosas: una, la no dolarización de los depósitos del corralón impuesto por Duhalde y dos, la habilitación de los juicios por crímenes de lesa humanidad a los militares, policías, jueces y civiles que combatieron la subversión; salvo, claro está, aquellos que tuvieron el tino de sacarse una foto abrazando a Hebe de Bonafini (Zaffaroni, Milani y otros).
Al igual que en la película citada, en el libro “Asalto a la Justicia”, el exministro de la Corte Adolfo Vázquez cuenta cómo fue el apriete que llevó adelante Néstor Kirchner para que esa Corte respaldara la persecución judicial al colectivo de los represores. Cuenta Vázquez que advirtió a Kirchner de la aberración jurídica que ello implicaba.
Dentro de la lógica económica populista, es entendible la obsesión Kirchner (y de Duhalde) por impedir la dolarización de los depósitos de los ahorristas. No así, sin embargo, la solicitud hecha a los jueces que estaba por nombrar para que persiguieran a los militares a través de los juicios por crímenes de lesa humanidad.
Nunca antes de ser presidente Kirchner se había pronunciado sobre este tema. Cabe sospechar que se trató de un disfraz para, desde el primer día, entrar a saco por los fondos públicos como si no hubiera un mañana. “La izquierda te da fueros”, frase que se le atribuye, abona esta hipótesis.
UNA FARSA
Los juicios por crímenes de lesa humanidad constituyen una farsa que corroe salvajemente el honor de las Fuerzas Armadas y del poder judicial. La política de Estado que impuso Kirchner a la Corte atravesó la presidencia de Mauricio Macri y persiste en los dos años que lleva el presidente Javier Milei (quien ha dicho que el tema no está en su agenda).
El gobernador chaqueño, Leandro Zdero, asistió a la conferencia y declaró “Visitante Ilustre” a Lorenzetti. Ello, sin embargo, no agrega ni quita nada a la verdad. Esto es, que los juicios por crímenes de lesa humanidad no son el resultado de escuchar al “clamor popular”, sino la deriva de otro chanchullo más del kirchnerismo.
(De www.laprensa.com.ar)
lunes, 10 de noviembre de 2025
Semillas de maldad
La intensificación del sufrimiento humano está asociada a la proliferación de líderes violentos que se encargan de sembrar el odio a nivel masivo. Quienes luego los idolatran, pocas veces reconocen que han sido estafados, ya que han llenado sus vidas de odio y que por ello mismo tales líderes los han denigrado. Incluso muchas veces los han convertido en asesinos o en cadáveres al seguir las directivas de los trastornados que dirigieron sus vidas. Harold Lasswell escribió: "La mente patológica es como un automóvil con la palanca de cambios trabada en una marcha; por el contrario, la mente normal tiene la capacidad de cambiar".
Generalmente se asocia a los políticos todas las culpas por los males que afectan a una sociedad, sin tener en cuenta que a tales políticos los eligió la gente, acerca de la cual nadie dice nada y la considera como una víctima, y no como cómplice. Vivian Green escribió: "Un dictador es un político cuya mente, enferma de poder, va por un solo carril, y cuyo deseo consiste en imponer su voluntad y sus valores a todos los ciudadanos y eliminar a quienes no los aceptan. La búsqueda y la conservación del poder se convierten en el único objetivo de su existencia" (De "La locura en el poder"-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2006).
El derrumbe moral de las sociedades gobernadas mentalmente por líderes violentos, no es el único efecto negativo que se produce, ya que tales líderes inculcan a sus gobernados que todo conocimiento o toda versión que se oponga a la ideología promovida, provendrá del "enemigo", o que toda crítica adversa será una "mentira", anestesiando al embaucado en una especie de aislamiento intelectual que reducirá sus aptitudes intelectuales. Así, los líderes totalitarios se asemejan a las garrapatas que anestesian a la víctima para que no advierta que le están sacando la sangre.
Un caso concreto es el del peronista, el cual niega toda opinión contraria a su líder, burlándose de quienes supuestamente han sido engañados por la propaganda enemiga. Se burlan ante cada verdad incómoda y suponen que los estafados no son ellos, sino los opositores. Pareciera que Perón les ha dado un sentido para sus vidas eligiendo a quienes odiar, para satisfacer la posibilidad de dirigir la cuota de burla y envidia que generan diariamente.
Un "exitoso" líder, sembrador de odio a nivel masivo, ha sido Mahoma, ya que contaría mundialmente con unos 1.800 millones de seguidores; y van en ascenso. Entre sus exigencias está la "guerra santa", por la cual es una virtud islámica combatir al infiel (cristianos y judíos, especialmente), incluso llegando al asesinato y sólo por ese motivo. La variante, respecto de otros líderes totalitarios, radica en que ha convencido a sus seguidores que el Corán no ha sido por él redactado, sino escuchado directamente de la voz de Alá, o de Dios.
Entonces, quien no quiere a cristianos ni a judíos, incluso buscando su exterminio, no es el Profeta Mahoma, sino el propio Alá. Y así, el Dios de los islámicos es imaginado como un perfeccionamiento de Mao, Hitler o Stalin. O mejor, Mao, Hitler y Stalin serían los individuos que más se parecerían a Dios. La religión de la fe, en este caso, serviría para cualquier finalidad y la locura ya afectaría a una parte importante de la humanidad.
Generalmente se asocia a los políticos todas las culpas por los males que afectan a una sociedad, sin tener en cuenta que a tales políticos los eligió la gente, acerca de la cual nadie dice nada y la considera como una víctima, y no como cómplice. Vivian Green escribió: "Un dictador es un político cuya mente, enferma de poder, va por un solo carril, y cuyo deseo consiste en imponer su voluntad y sus valores a todos los ciudadanos y eliminar a quienes no los aceptan. La búsqueda y la conservación del poder se convierten en el único objetivo de su existencia" (De "La locura en el poder"-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2006).
El derrumbe moral de las sociedades gobernadas mentalmente por líderes violentos, no es el único efecto negativo que se produce, ya que tales líderes inculcan a sus gobernados que todo conocimiento o toda versión que se oponga a la ideología promovida, provendrá del "enemigo", o que toda crítica adversa será una "mentira", anestesiando al embaucado en una especie de aislamiento intelectual que reducirá sus aptitudes intelectuales. Así, los líderes totalitarios se asemejan a las garrapatas que anestesian a la víctima para que no advierta que le están sacando la sangre.
Un caso concreto es el del peronista, el cual niega toda opinión contraria a su líder, burlándose de quienes supuestamente han sido engañados por la propaganda enemiga. Se burlan ante cada verdad incómoda y suponen que los estafados no son ellos, sino los opositores. Pareciera que Perón les ha dado un sentido para sus vidas eligiendo a quienes odiar, para satisfacer la posibilidad de dirigir la cuota de burla y envidia que generan diariamente.
Un "exitoso" líder, sembrador de odio a nivel masivo, ha sido Mahoma, ya que contaría mundialmente con unos 1.800 millones de seguidores; y van en ascenso. Entre sus exigencias está la "guerra santa", por la cual es una virtud islámica combatir al infiel (cristianos y judíos, especialmente), incluso llegando al asesinato y sólo por ese motivo. La variante, respecto de otros líderes totalitarios, radica en que ha convencido a sus seguidores que el Corán no ha sido por él redactado, sino escuchado directamente de la voz de Alá, o de Dios.
Entonces, quien no quiere a cristianos ni a judíos, incluso buscando su exterminio, no es el Profeta Mahoma, sino el propio Alá. Y así, el Dios de los islámicos es imaginado como un perfeccionamiento de Mao, Hitler o Stalin. O mejor, Mao, Hitler y Stalin serían los individuos que más se parecerían a Dios. La religión de la fe, en este caso, serviría para cualquier finalidad y la locura ya afectaría a una parte importante de la humanidad.
domingo, 9 de noviembre de 2025
Derecho y Religión
Tanto la Religión como el Derecho buscan consolidar un orden social determinado, si bien no siempre concuerdan en ese objetivo. En épocas pasadas, tanto las reglas morales como las sanciones ante diversas faltas estaban escritas en los Libros Sagrados, como la Biblia. Ello implica que no existía una división visible entre Religión y Derecho, lo que posteriormente se consideró como división entre Iglesia y Estado. Georges Gurvitch escribió: "La Religión y, más ampliamente, las creencias en lo sobrenatural (incluyendo lo mágico) han jugado un papel preponderante en la vida del Derecho de la sociedad primitiva y teocrático-carismática".
"En otros tipos de sociedad el papel de la Religión varía de acuerdo con la intensidad de las creencias y la estructura de la iglesia, así como de acuerdo con sus relaciones con otros grupos. La sujeción de la iglesia a la ciudad antigua, por ejemplo, reducía en gran medida la influencia de la Religión sobre el Derecho" (De "Sociología del Derecho"-Editorial Rosario SA-Rosario 1945).
En la Edad Media europea, predomina un gobierno social de dos poderes; Iglesia y Monarquías, que a veces coiciden y a veces tienen conflictos. Esta división presenta una ventaja ante el gobierno único de tipo religioso, ya que los mayores peligros que sufre una población surgen cuando el poder es ejercido desde un solo mando, o desde una sola persona. De ahí que la tendencia general ha sido establecer sistemas democráticos con la división de poderes en el Estado (Ejecutivo, Legislativo, Judicial), como también la propiedad privada, con la cual existen pocas posibilidades de establecer monopolios totales (similares a un Estado socialista).
Debido a que son varias las religiones que adoptan posturas poco racionales, es imprescindible la división entre Religión y Derecho. Georges Gurvitch escribió: "Toda tentativa de oponer la Magia a la Religión como elementos irreductibles encuentra habitualmente tres objeciones previas:
A. Cómo separar la Magia de la Religión, cuando, en la realidad de los hechos, están interpenetradas y la mayor parte de las religiones conocidas contienen elementos de magia blanca, e inversamente la Magia, incluso la Magia negra (hechicería) implica a menudo apelaciones a las divinidades.
B. Separar enteramente la Magia de la Religión sería separar la magia de los estados de conciencia colectiva, es decir, de la Sociedad, cuya encarnación es la Religión.
C. La oposición entre fuerza sobrenatural trascendente (Dios, Totem) y fuerza sobrenatural inmanente (fuerza mágica, Mana) presupone que los arcaicos son generalmente capaces de distinguir entre lo «sobrenatural» y lo «natural», suposición ingenua y errónea que les atribuye nuestras representaciones actuales de lo natural" (De "Las formas de la sociabilidad"-Editorial Losada SA-Buenos Aires 1941).
En varios países con poblaciones musulmanas, sigue vigente la unificación entre Religión y Derecho. Recientemente, los medios informativos indican que en Irak han aceptado, desde el Estado, la edad de 9 años, como edad mínima permitida para el casamiento de niñas, cuyos "maridos", bastante mayores, son elegidos por sus padres. Tal ley o reglamentación deriva de que Mahoma contrajo matrimonio, con sus 53 años, con una niña de 6 años, comenzando sus vínculos íntimos cuando la niña tenía 9 años.
Cuando, con el trascurso de los años, los musulmanes sean mayoría en los países europeos, y sean mayoría en los parlamentos, seguramente podrán imponer la sharia, o ética islámica, les guste o no a los europeos no musulmanes hasta ese momento. Les darán la opción de convertirse al islam, o a irse a otro país o a ser asesinados por infieles. Toda estas opciones aparecen en el Corán, entendido como una traducción de la voluntad de Dios, o Alá. La peligrosidad islámica aumenta cuando el terrorista suicida "sabe" que por sus acciones en "defensa de la fe", tendrá asegurada la vida eterna.
"En otros tipos de sociedad el papel de la Religión varía de acuerdo con la intensidad de las creencias y la estructura de la iglesia, así como de acuerdo con sus relaciones con otros grupos. La sujeción de la iglesia a la ciudad antigua, por ejemplo, reducía en gran medida la influencia de la Religión sobre el Derecho" (De "Sociología del Derecho"-Editorial Rosario SA-Rosario 1945).
En la Edad Media europea, predomina un gobierno social de dos poderes; Iglesia y Monarquías, que a veces coiciden y a veces tienen conflictos. Esta división presenta una ventaja ante el gobierno único de tipo religioso, ya que los mayores peligros que sufre una población surgen cuando el poder es ejercido desde un solo mando, o desde una sola persona. De ahí que la tendencia general ha sido establecer sistemas democráticos con la división de poderes en el Estado (Ejecutivo, Legislativo, Judicial), como también la propiedad privada, con la cual existen pocas posibilidades de establecer monopolios totales (similares a un Estado socialista).
Debido a que son varias las religiones que adoptan posturas poco racionales, es imprescindible la división entre Religión y Derecho. Georges Gurvitch escribió: "Toda tentativa de oponer la Magia a la Religión como elementos irreductibles encuentra habitualmente tres objeciones previas:
A. Cómo separar la Magia de la Religión, cuando, en la realidad de los hechos, están interpenetradas y la mayor parte de las religiones conocidas contienen elementos de magia blanca, e inversamente la Magia, incluso la Magia negra (hechicería) implica a menudo apelaciones a las divinidades.
B. Separar enteramente la Magia de la Religión sería separar la magia de los estados de conciencia colectiva, es decir, de la Sociedad, cuya encarnación es la Religión.
C. La oposición entre fuerza sobrenatural trascendente (Dios, Totem) y fuerza sobrenatural inmanente (fuerza mágica, Mana) presupone que los arcaicos son generalmente capaces de distinguir entre lo «sobrenatural» y lo «natural», suposición ingenua y errónea que les atribuye nuestras representaciones actuales de lo natural" (De "Las formas de la sociabilidad"-Editorial Losada SA-Buenos Aires 1941).
En varios países con poblaciones musulmanas, sigue vigente la unificación entre Religión y Derecho. Recientemente, los medios informativos indican que en Irak han aceptado, desde el Estado, la edad de 9 años, como edad mínima permitida para el casamiento de niñas, cuyos "maridos", bastante mayores, son elegidos por sus padres. Tal ley o reglamentación deriva de que Mahoma contrajo matrimonio, con sus 53 años, con una niña de 6 años, comenzando sus vínculos íntimos cuando la niña tenía 9 años.
Cuando, con el trascurso de los años, los musulmanes sean mayoría en los países europeos, y sean mayoría en los parlamentos, seguramente podrán imponer la sharia, o ética islámica, les guste o no a los europeos no musulmanes hasta ese momento. Les darán la opción de convertirse al islam, o a irse a otro país o a ser asesinados por infieles. Toda estas opciones aparecen en el Corán, entendido como una traducción de la voluntad de Dios, o Alá. La peligrosidad islámica aumenta cuando el terrorista suicida "sabe" que por sus acciones en "defensa de la fe", tendrá asegurada la vida eterna.
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