sábado, 8 de marzo de 2025

Trump y la guerra económica

Se dice que en toda guerra hay dos perdedores. Quizá esto valga también para las guerras comerciales, como la que propone el presidente Trump con la elevación de aranceles aplicados a los productos importados. Ello provocará réplicas de los países afectados produciéndose aumentos de precios que dificultarán los intercambios comerciales. Todo parece indicar que Trump no es una persona competente en cuestiones económicas; al menos esta es la opinión que se puede leer en youtube con el siguiente título:

¡Desesperación total! Grave impacto real de los aranceles de Trump / The MXFan

Se recomienda su lectura. Además se transcribe el siguiente artículo para ampliar el tema:

LA COSTOSÍSIMA EDUCACIÓN DEL SEÑOR TRUMP

Por Dardo Gasparré

En un planeta convulsionado y sin gerente del Orden Mundial, la economía norteamericana no puede debilitarse con aranceles y sanciones.

Es sabido que el presidente norteamericano no tiene una gran educación formal -ni informal- y eso ha sido siempre evidente y nunca desmentido. Pero cuando se trata de temas económicos o estratégicos que además tienen efectos globales, el tema se vuelve más grave, y los costos del aprendizaje vía prueba y error son sufridos por toda la humanidad.

Esta precariedad y voluntarismo salvífico, que en general evidencian preferentemente los políticos sociocomunistas, conocidos como la extrema izquierda, evidentemente han sido ahora adoptadas por quienes representan mediáticamente a la extrema derecha, consideración que se puede aplicar no solamente al carotenado mandatario norteamericano.

En el caso particular, se une la manifiesta e irrenunciable decisión de no prestar atención a ninguna opinión u observación que lo contradiga, tanto de sus opositores como aún de sus seguidores más fervientes. Este último caso no debe sorprender porque sus seguidores más fervientes procuran su propio interés, para lo que están dispuestos a decir -como el personaje del inmortal Gianni Lunadei- “le pertenezco, señor”. Situación en la que el presidente de la hasta ayer la mayor potencia de la historia tampoco está solo.

La forma en que sus ponencias y decisiones son revertidas, suspendidas o modificadas ante el efecto que producen sobre la realidad, no son novedosas ni sorprendentes. La famosa economía austríaca, venerada desde hace pocos años por nuestro presidente Milei, se ocupa, más que de dar soluciones y recetas a los problemas económicos, de mostrar los efectos que producen las medidas más o menos facilistas cuando se pretende saltar las incomodidades que –como todo tratamiento de corrección o cura- conllevan las políticas serias, tratando de forzar u domar la acción humana, o sea la libertad.

En esa línea de pensamiento que no puede ser otra cosa que despótico, como ya ha sintetizado la columna, el mandatario de EEUU utiliza la política del garrote y la zanahoria de Theodore Roosevelt combinada con el proteccionismo generador de recesión y estanflación mundial de Franklin Roosevelt.

Los rayos de Zeus

Al mismo tiempo, amenaza con sus medidas que arroja como Zeus sus rayos para amedrentar a sus enemigos y doblarles el brazo en una negociación donde supone que obtendrá concesiones. El primer problema con que se encuentra es que sus enemigos conocen muy bien sus precarias estrategias. Entonces, en vez de que esas amenazas y sanciones disparadas con liviandad sean atemorizantes, son usadas en su contra por sistemas, burocracias y países con analistas más sagaces.

El bombardeo alevoso del jueves de Rusia sobre Ucrania, por caso, coincide con el cese de entrega de información de inteligencia a este último país dispuesta por el mandatario norteamericano. Lo que lo deja o bien como un títere de Putin, o bien como un iluso que se creyó capaz de detener la guerra y terminó arrojando a Ucrania en las garras del león.

Eso lleva a la amenaza de ayer de aplicar sanciones bancarias, sanciones en general y aranceles aduaneros a Rusia si no para la guerra. De nuevo, una bravuconada pública que no puede terminar bien. Todo basado en su otra bravuconada preelectoral de que pararía la guerra en dos días, como afirmó en otro impulso verborrágico.

Y nuevamente se equivoca. Amenazar con la utilización del sistema financiero americano como arma de guerra daña el concepto de centro financiero y bursátil mundial que tiene Estados Unidos, y no será algo demasiado bien visto por ese entorno, a la vez que tendrá efectos negativos que hacen difícil la efectivización de la medida. También hace pensar a muchos si la amenaza es real, o si se trata de una acción pour la Galerie destinada a conformar a los espectadores y a algunos protagonistas. Su imagen, la de su país y hasta la de Occidente no pueden salir indemnes de este accionar.

Esto no excluye la alta probabilidad de que tenga razón, como cuando disputa con Europa los costos, el formato de la guerra, los aportes a la ONU, el modo en que la UE descansa en EEUU para su defensa, (y ahorra en consecuencia) pero es el formato, el mecanismo, el estilo y la manera en que quiere corregir esa asimetría lo preocupante. Sin olvidar que esa protección también significó la ventaja de ser el gerenciador del Orden Mundial, que su país se ocupó de abandonar en los últimos 25 años.

Las bondades del libre comercio

En cuanto a las tarifas, Trump ignora por completo las bondades que tiene la libertad de comercio, y las duras consecuencias que tiene su abolición, a la vez que el efecto negativo que una política de “corrección instantánea” impuesta por una sola persona tiene sobre el crecimiento del empleo, la inversión, el desarrollo y la innovación universal.

Los enloquecidos vaivenes de los mercados en estos días no son sino el reflejo de ese cesarismo, que solamente puede crear incertidumbre y miedo, justamente cuando su país ha reclamado repetidamente y hasta el aburrimiento la necesidad de seguridad jurídica, que ciertamente ha sido destruida de una patada, como sabe cualquiera que tenga un tratado con Estados Unidos.

No es una casualidad que el respetado inversor Warren Buffet se haya desprendido de sus acciones y tenga la mayor posición en efectivo que ninguna empresa haya mantenido. Se llama volatilidad, y si se sostiene en el largo plazo destruye todo crecimiento y toda oportunidad.

Las tarifas e improperios sobre China, aplicadas con bastante desconocimiento de sus efectos y aun de la propia integración del mercado chino con el norteamericano y el global, desde la inversión hasta la complementación, son un bumerang que ya ha generado la reacción de las supuestamente protegidas empresas y sectores estadounidenses y sus consumidores, que ya tiene efectos negativos y reclamos internos de todo tipo.

Habrá que preguntarse si las postergaciones en su aplicación, como en los casos de México y China, se deben solamente a que “se está negociando”, o a la presión interna por la repercusión en el mercado y el consumo local de estos exabruptos.

Además del desconocimiento teórico y empírico del proteccionismo aduanero y no aduanero, de las prohibiciones al sistema financiero de invertir en “temas estratégicos” en el mercado chino, de amenazar a México, Canadá, Groenlandia y Panamá con acciones de bucanero del siglo XIX, el mandatario sigue aferrado a ideas y situaciones de hace 50 años. China no es ya un mercado precario, sin tecnología, aislado, comunista, subordinado y dependiente. China es una potencia capitalista dictatorial, y en muchos sentidos ha superado a Estados Unidos. Y en muchos casos debido a que Estados Unidos hace 50 años ha dejado de crear e innovar seriamente.

Los berrinches de Trump pueden alegrar un rato a quienes defienden aquel capitalismo teórico, la superioridad norteamericana, el aplastamiento cinematográfico del comunismo, (que hoy existe en los países menores, no en Rusia ni en China, donde impera la dialéctica autocrática, no el dogma marxista, salvo que convenga para mantener el poder) pero si tuvieran éxito las prácticas trumpistas los costos internos se elevarían hasta el escándalo.

Con la confianza de quien se cree con la solución infalible, Trump sostiene que hay que bajar las tasas y dejar de preocuparse por la inflación, a la que a la vez alimenta protegiendo industrias caducas y faltas de innovación, en nombre del empleo, el crecimiento, la industria local, la amenaza estratégica y de seguridad que significa comerciar con China, el contraataque a países que “han abusado de la bondad norteamericana y le venden sus productos” y otros conceptos dignos de una charla de blue collars en Detroit. Un repaso a la economía austríaca, o a cualquier otra línea seria, mostraría su error.

El impuesto a las tecnológicas

Véase el caso del impuesto mínimo a las tecnológicas. Durante años, décadas, EEUU lidió con los efectos que una vieja regla impositiva consagró. Ella sostiene que si una empresa americana con filiales en el exterior no repatria sus ganancias, no tributa ningún impuesto. Particularmente las tecnológicas en todos sus formatos, empezando por Apple, no pagan impuestos porque no remesan sus ganancias a su país. Ello permitió una competencia impositiva entre muchas naciones, Irlanda una de las más notorias, que cobran impuestos locales muy bajos a las empresas que se radiquen en su territorio.

Con ese esquema, las empresas, aunque coticen en Wall Street, reportan sus ganancias en esos países y no pagan dividendos en Estados Unidos, pero sus acciones aumentan de valor porque la empresa lo hace. La importancia en el comercio mundial de esas empresas fue creciendo exponencialmente, pero no tributaban en jurisdicción norteamericana. Varios gobiernos buscaron la manera de resolver el problema. Algunos, como Obama, propusieron cobrar una tasa de 10% flat sobre el pasado, una especie de blanqueo, y desde ahí en adelante aplicar un impuesto a las ganancias que no sería tan alto como el local. Otros buscaron otras soluciones.

El argumento era que estas empresas usaban recursos educativos, estatales y humanos e inversión norteamericanos y tenían la protección y garantía de ser norteamericanos y sus sistemas de control, además de datos estratégicos, y entonces debían contribuir como norteamericanos.

Biden decidió obligar al mundo a cobrar una suerte de impuesto básico mínimo a las grandes tecnológicas del 15%, un embrión del peligroso impuesto universal. Quien no lo hiciera sería incluido en la mortal lista gris o negra de paraísos fiscales. Los países como Irlanda ganaban con el impuesto, pero perdían el atractivo que ofrecía la radicación de empresas. Con eso se esperaba que las tecno no se tentaran a radicarse en el exterior. Los países corrieron presurosos a obedecer la orden. La columna no hace juicio de valor sobre el tema. Sólo expone,

Ahora Trump, con una Orden Ejecutiva (Decreto), toma la posición contraria. Decide no sólo que ningún país del mundo puede cobrarles ese impuesto a las empresas norteamericanas, sino que quien lo haga serán sancionado duramente. (Trump ama las sanciones). El efecto es que las empresas a las que favorece se van a radicar en el exterior y no pagarán impuestos en ningún lado. Con eso cree que fomentará el empleo y el desarrollo. Alguien reclamará por la inseguridad jurídica.

Confusión multiespectro

La confusión es creciente y multiespectro. Ni siquiera se abre interrogantes sobre los beneficiados que puedan haber influido en esa decisión.

No es muy distinto el caso de las seudomonedas digitales o cryptocurrencies. El presidente decidió que su país incorporará a sus reservas (o sea que comprará) una determinada cantidad determinada por un comité. ¿Por qué? ¿Hace falta crear dudas sobre el dólar, convalidar cryptos emitidas por sitios de los que se ignora sus propietarios, managements, políticas de compliance, reglas, y que están fuera del control público más allá de todo lo que se declame? ¿Tiene claro que las decisiones de compra obrarán como garantías de algunos de esos bienes y movilizarán inversiones de alto riesgo sobre las que EEUU no tiene ninguna clase de supervisión monetaria ni la tendrá?

Otra incertidumbre de la que se puede arrepentir Trump, si viviera lo suficiente, Dios mediante. Pero de la que también se puede arrepentir Occidente. ¿Quién lo pidió o sugirió? No es el tema de esta columna.

Este autoritarismo y aún su adhesión a valores tradicionales son sin embargo positivos en la lucha contra el wokismo y el desarmado de toda la estructura edificada por sus promotores durante varios años, como su penetración en la educación. Al enfrentarse también a arbitrariedades, se trata de una pulseada que resuelve usando su poder, pasando por encima del miedo a la incorrección política, a la cancelación, a la dialéctica marxista que deforma y desvaloriza las palabras, o les da otro sentido. Entre autoritarios se entienden. En esa línea, le está haciendo un servicio a su país y al mundo.

También su concepto de querer detener la guerra tiene valores, principios y conveniencias. Pero se chocan con sus ideas económicas y sus bravatas. Como en lo económico, tiene que hacer el sacrificio de escuchar y modificar sus ideas y sobre todo sus procedimientos, empezando por hablar menos. Basta compararlo con la posición de Macron, que parece anhelar una guerra nuclear para demostrar y hacer valer el poderío en ese rubro de Francia, para aceptar que en el trasfondo hay una guerra estratégica y geopolítica que excede lo ideológico y que requiere mucho conocimiento, mucha experiencia y mucho estudio.

Lamentablemente, un desastre económico puede arruinarlo todo. Y él lo puede provocar.

(De www.laprensa.com.ar)

viernes, 7 de marzo de 2025

Afectos brindados y afectos recibidos

Por lo general, se siguen describiendo los fenómenos sociales como se hacía en pleno siglo XIX, es decir, en base a clases sociales y no en base a individuos, predominando la visión sociológica en lugar de la visión de la psicología social. Ello conduce a considerar la existencia de clases sociales, lucha entre clases debido a la desigualdad existente y posibles soluciones.

Una de las principales conclusiones es que la violencia existente en una sociedad se debe a la “desigualdad social”, entendida principalmente como una “desigualdad económica”. De ahí que, por lo general, se consideran culpables de la situación de violencia a los creadores de esa desigualdad, que son los empresarios, o el sector productivo en general. La solución evidente, de ser acertado el diagnóstico, es la “redistribución de las riquezas”; ello implica la distribución, entre los pobres, de la principal herramienta de la producción: el capital. En realidad, tal redistribución va dirigida hacia el Estado, lo que no es lo mismo, siendo este proceso destructivo el que conduce a la igualdad en la pobreza, o a la existencia de un sector improductivo que domina el Estado (la “nueva clase”) y una gran mayoría sumida en la pobreza.

Si el sector empresarial es el culpable de todos los males de la sociedad, se le asocian todos los defectos morales posibles, mientras que a los sectores pobres se les asocian todas las virtudes posibles, de ahí que no se hace nada para que mejoren sus condiciones culturales y morales, lo que produce una continuidad de su situación.

Principalmente desde la Iglesia Católica se sostiene que el sector pecaminoso (el empresarial) debería intentar aumentar su capacidad de amar y orientarlo hacia los pobres, mientras que éstos casi no necesitan realizar cambio alguno. Esta mentalidad ha dado lugar a la “Iglesia pobre y para pobres”, es decir, Iglesia virtuosa para virtuosos.

En el cristianismo auténtico, no se hace distingo entre ricos y pobres, o entre empresarios y el resto, ya que se habla del “prójimo”. Mientras que resulta evidente que todo niño deba recibir afectos para la formación óptima de su personalidad, en el caso de los adultos pobres, por el contrario, lo que les hace falta, no es tanto recibir afecto como los niños, sino aumentar su capacidad de amar, lo que los llevará posiblemente a mejorar sus atributos personales y a una mejora social y económica.

De la misma manera en que se promueve la violencia suponiendo que el delincuente eligió su errado camino debido a la existencia de un sistema económico injusto (es decir, todo sistema que no sea el socialismo), se promueve la pobreza y la miseria generalizadas ignorando los defectos visibles de la gente con pocas aptitudes productivas, ya que ni siquiera se preocupan por aprender alguna actividad productiva, entre otros aspectos.

Si hemos de considerar cuál ha de ser el mejor camino para las mejoras sociales e individuales, puede decirse que todo habitante del planeta debería intentar mejorar el nivel de su empatía emocional, intentando lograr una mejor predisposición a compartir las penas y las alegrías ajenas como propias.

martes, 4 de marzo de 2025

Trump vs. Occidente

El periodista Jaime Bayly comentaba, en su canal de youtube, que Donald Trump sugirió, u ordenó, a su consejero Elon Musk, dueño de una red satelital de información, bloquear el servicio a Ucrania de tal red. De ser cierta dicha información, se advierte una clara intención de Trump de facilitar el triunfo militar de la Rusia de Putin en su ofensiva contra Ucrania. Se supone que la red satelital mencionada, habrá facilitado hasta ahora el despliegue militar ucraniano en defensa de su terriorio.

Los países europeos, por el contrario, desconfían de Putin y temen que, una vez usurpado parcialmente el territorio ucraniano, prosiga su invasión contra otros países limítrofes con Rusia. De ahí que la postura de Trump parece indicar un cambio radical respecto de la postura histórica de EEUU, que fue la principal fuerza militar que impidió la expansión mundial de Hitler y luego de Stalin. Como Putin pareciera ser un nuevo Stalin, resulta peligroso para la paz mundial la actitud anti-europea y anti-occidental de Trump.

A continuación se transcribe un artículo respecto de este complejo acontecimiento:

TRUMP ABRIÓ LA CAJA DE PANDORA

Por Rodolfo Enrique Gallo del Castillo

La mesa estaba servida en el Salón Oval de la Casa Blanca. El supuesto mediador, Donald Trump, ocupaba el centro de la escena. Pero estaba muerto de bronca, porque enfrente tenía nada menos que a Volodímir Zelenski, el irreductible enemigo de Vladimir Vladimirovich Putin. Como ya lo dije en un artículo anterior, el pensamiento y los sentimientos del líder de la Federación Rusa, de su íntimo socio y amigo Cirilo I, Patriarca Cristiano Ortodoxo de Moscú, y de Donald Trump, son prácticamente idénticos. Tres almas y un solo corazón, caracterizado por su total desprecio por los países de Occidente, sus valores y sus ideales democráticos.

El enemigo ausente, presidente de la Federación Rusa, acababa de cumplir tres años de su fatal invasión a Ucrania. Fatal porque, en los papeles, figuraba como la Segunda Potencia Militar Mundial, mientras que Ucrania era uno de los países más pobres de Europa. Pero no hay mejor cuña que la del mismo palo y los hechos se encargaron pronto de mostrarlo. Cuando los mejores 200.000 soldados rusos invadieron la patria de Zelenski, divididos en cuatro columnas, varios países le ofrecieron al exitoso comediante ucraniano aviones para huir con sus amigos y sus familias.

Pero no era tiempo de comedia cuando se avecinaban los rostros sangrientos del drama y de la tragedía. Zelenski no rehuyó el papel marcado por la realidad: héroe o nada. "Necesito armas, no aviones, aquí me quedo". Contestó. Como lo explican impecablemente las obras de Jorge Luis Borges: El coraje siempre es mejor. A no joder vamos. Como dicen los malevos: "La suerte siempre premia al taura, porque es mujer."

Donald Trump, viejo amigo y socio de Putin, sufrió todas estas humillaciones rusas en carne propia, en silencio. "Una guerra que no debió comenzar nunca y que yo habría terminado en un solo día", dijo una y mil veces. Ahora está muy claro el por qué. Porque no hubiera movido un solo dedo en favor de Ucrania y en contra de su amigo del alma: Vladimir Putín. Pero bueno, la víctima estaba por fin dentro del Salón Oval, rodeado de enemigos mortales. Y allí tenía que firmar un acuerdo con Trump para entregar la mitad de las tierras raras de Ucrania, como compensación de guerra por la financiación bélica de Estados Unidos.

Cuando Zelenski criticó a Putin por jamás haber cumplido con su palabra, nunca, el vaso se desbordó de mala manera. Trump y sus corifeos se pusieron verdes, especialmente su vicepresidente Vance y su canciller Marcos Rubio. Para estos la situación era peor que para su jefe, porque Trump siempre fue íntimo amigo de Putin, desde la primera hora, mientras que Vance y Rubio no solamente decían horrores de Putin, sino que denostaban a Trump antes de que sus obligaciones políticas y su falta de valor y personalidad los hubieran convertidos en perritos falderos de su nuevo líder político, social, económico, ideológico y personal.

"Yo sólo quise contarle un cuento, pero el encono me traicionó", expresa un famoso tango titulado, precisamente Dicen que dicen, cantado magistralmente por Julio Sosa. No se equivocaba el poeta: el encono siempre traiciona, en el peor momento, el de la verdad. Y el Salón Oval lo mostró al mundo, a través de una gigantesca puesta en escena que, seguramente, estaba preparada para otra cosa, para mostrar como le sacaban la mitad de sus tierras raras a un país pobre, heroico, mártir, que no arruga ni aunque vengan degollando. Las lamentables escenas donde unos compadritos de papel maché lo recriminaban al líder ucraniano por no haberse puesto un traje nada menos que en el sacrosanto Salón Oval, donde le habían hecho el inmenso honor de invitarlo. Cuando Trump le decía a Zelenski que le tenía demasiado odio a Putin como para poder firmar un Tratado de Paz con Rusia.

LA OTAN DINAMITADA

Llevado por el encono y la ira Trump abrió de un solo golpe la Caja de Pandora de su alineamiento con el Kremlin como nunca lo había hecho desde que asumió la presidencia de los Estados Unidos. Sus declaraciones dinamitaron la Organización del Tratado del Atlántico Norte, fundada en 1949, precisamente, para enfrentar a la Unión Soviética cuando trataba de extender el materialismo dialético, marxista, leninista, a todo el planeta.

Para los 32 países que forman actualmente la OTAN, más sus 18 países aliados, (50 en total) el Kremlin es su enemigo declarado, y viceversa. La aparición del actual presidente de los Estados Unidos, como amigo y posible socio de Putin no es algo fácil de digerir y, seguramente, funcionará como si fueran fuerzas o posiciones surgidas de una Caja de Pandora, con imprevisibles consecuencias.

¿Cómo se alinearán ahora el Pentágono y el Congreso de los Estados Unidos frente a este quiebre profundo en la relación de países aliados, países neutrales o países enemigos?

Esto no es para nada un tema menor, porque le investigación y desarrollo de todo tipo de armas, especialmente las más complejas (como las nucleares) incluyen secretos y medidas de seguridad que ningún país quiere compartir con posibles enemigos. ¿Cómo se moverá el Pentágono en esta coyuntura, cómo resguardará sus más importantes secretos militares ante el resto de los países?

Es muy probable que la OTAN se fragmente, no se sabe todavía, si en dos, o en tres sectores diferenciados. Por ejemplo, una parte podrían ser los Estados Unidos, incluido el Pentágono, y algunos aliados, pero todavía no se sabe cuáles, ni cómo, ni cuando. Otro bloque será seguramente un Bloque Europeo, liderado por Francia, el Reino Unido y Alemania, con Polonia también muy cerca y casi todo el resto, con la única excepción, quizás, de Hungría, demasiado amigo de Putin para el paladar europeo. Por ahora, es como si hubieran espoleado sus corceles los cuatro jinetes del Apocalipsis, sin saber a ciencia cierta hacia donde se dirigen.

La pequeña obra de odio y encono representada en el Salón Oval, con solamente un actor profesional, por un lado, y un elenco de partiquinos por el otro, permitió al público mundial cambiar de posición. Hasta el viernes 28 de febrero, todo había sido atrozmente previsible. Pero, por lo menos, se trataba de actores muy convencionales y las convenciones, como la tradición, siempre fueron uno de los baluartes de la vida civilizada.

Pero el odio y el encono tomaron la batuta y mostraron el peor rostro de la realidad, sin afeites ni morigeración alguna. Afortunadamente, Zelenski escapó a tiempo de esa encerrona del peor gusto, y las respuestas de los miles de millones de espectadores, en todo el mundo, fueron el mejor termómetro de las grandes corrientes de la opìnión pública en estos momentos.

Los fanáticos de Trump aplaudieron a rabiar el intento de puesta en caja del líder ucraniano rebelde, profundamente irrespetuoso frente a la grandeza de su majestad el Tío Patilludo, señor de horca y cuchillo para propios y extraños. Fue felicitado en todos los tonos posibles por haber echado del Salón Oval a ese díscolo europeo malagradecido. Los europeos, en cambio, vieron a Donald Trump como alguien bastante pasado al enemigo, "proveedor no confiable" en términos comerciales. Los ingleses, especialmente, lo vieron como una reedición del funesto Neville Chamberlain, el primer ministro británico que cayó en todas las celadas de Hitler, especialmente en la más importante de todas, el Pacto de Munich de 1938, que hundió a Europa en una mentira colosal fabricada por un sujeto sin escrúpulos. Son tremendas las páginas dedicadas por Winston Churchill a Neville Chamberlain. No era un mal hombre, seguramente, pero resultó fatal. Por esa tremenda experiencia pasada a partir de 1938, Gran Bretaña no cree, ni por un instante, que se deba perder un tiempo precioso en apaciguar a Putin ahora que esta debilitado y con la guardia baja. Para nada. Máquinas todas, como decían los viejos indicadores navales. El reacomodamiento bélico de todos los países europeos miembros de la OTAN es otra de las incógnitas militares del futuro inmediato.

FELICITACIONES

En el otro extremo del cúmulo de felicitaciones europeas a Zelenski, y su ofrecimiento de apoyo incondicional, se ubican las insólitas felicitaciones de Putin a Trump y a sus adláteres (para no ofenderlos). No tienen desperdicio. El jefe del Kremlin felicitó al presidente y vice de los Estados Unidos por su notable "moderación" al no abofetear ni golpear al "canalla de Zelenski" después de asistir a sus declaraciones irrespetuosas y malagradecidas. Increíble pero real. Las anteojeras del encono pueden llegar a niveles realmente notables. Lo único que faltaba es que golpearan al invitado oficial.

Por suerte, hay algo que no se escapó de la Caja de Pandora: la esperanza.

(De www.laprensa.com.ar)

lunes, 3 de marzo de 2025

La masificación sectorial

Estando el hombre-masa caracterizado por carecer de opinión propia, adoptando como referencia lo que dice o piensa la mayoría, nos viene a la mente, al nombrarlo, la imagen de un conglomerado de seguidores de cierto líder político de tendencia totalitaria. Además, este hombre-masa es el que pretende ocupar puestos importantes en el Estado o en la sociedad, a pesar de sus limitaciones, constituyendo el fenómeno conocido como "la rebelión de las masas".

Podría denominarse como "masificación sectorial" a un proceso similar, aunque en pequeña escala, que se repite en toda agrupación social, como es el caso de clubes, iglesias, universidades, organismos sociales, partidos políticos, etc. En ellos vemos que existen ciertos principios tácitos, o creencias, respecto de los cuales resulta difícil rechazar, por cuanto quienes los rechazan habrán de ser considerados traidores y de ahí el temor a ser expulsados del grupo. Tales creencias comunes conducen a la idea de lo "políticamente correcto", en el caso de la política.

En cuanto los líderes de tales asociaciones cambian de opinión respecto de alguien ajeno al grupo, considerando como enemigo al que antes consideraban como amigo, en forma casi inmediata sus seguidores mostrarán un cambio similar, en adhesión al líder, ya que se tiene una predisposición permanente hacia lo que esté generalizado en el grupo. El líder determina, además, lo que es el bien y lo que es el mal, en total ignorancia de principios éticos generales.

La masificación se observa en sectores supuestamente "superiores", como es el caso de las universidades, proceso acentuado por cuanto la exclusión al que piensa en forma individual, o simplemente que piensa, constituye también la pérdida del trabajo, por lo que la presión a la obediencia mental tiende a "incorporar" a todos al proceso masificador.

Cuando las coincidencias de opinión se deben al proceso masificador, se trata de una falsa unanimidad, que no debe confundirse con la unanimidad científica por la cual todos aceptan el conocimiento logrado a través de verificaciones experimentales convincentes, aún dejando en claro posibles modificaciones posteriores.

Mientras que el científico auténtico se caracteriza por una actitud de duda permanente y también por una predisposición a cambiar de opinión en cuanto la realidad objetiva lo requiere, el hombre-masa tiene la predisposición a defender creencias arraigadas aunque la realidad concreta sea incompatible con ellas. De ahí la imposibilidad de esperar acuerdos entre grupos masificados, ya que en ellos no se toma como referencia la realidad, con sus leyes naturales, sino que la referencia es el conjunto de creencias generalizadas de sus integrantes.

Sería oportuno establecer ciertas condiciones para salir del proceso masificador, lo que no implica que el hombre-individual ha de dejar de pertenecer a algún grupo u organización social, ya que lo que ha de cambiar ha de ser su visión del mundo, o de la realidad. Esto implica, esencialmente, la adopción de la postura del científico (sin la obligación de descubrir alguna nueva ley de la naturaleza):

1- Sentirse un ciudadano del mundo, siendo la humanidad el único grupo del cual se ha de sentir como un integrante pleno.

2- Adoptar la realidad, con sus leyes naturales, como referencia para validar o calificar acciones, conocimientos o creencias, dejando de lado toda posible fe ciega en lo que dicen o escriben otros seres humanos.

Estas dos condiciones tenderán a limitar los conflictos humanos. Tales condiciones son cumplidas por los científicos auténticos, quienes buscan el conocimiento como una necesidad superior, o interés intelectual, sin importarles demasiado la aplicación tecnológica que sus descubrimientos puedan tener. Este fue el caso de Heinrich Hertz, quien, luego de verificar experimentalmente la existencia de las ondas electromagnéticas previstas en la teoría de James Clerk Maxwell, expresó: "No sé para qué pueden servir estas onditas". Luego de pocos años se inicia la telegrafía sin hilos, o radiotelegrafía, y la radiodifusión a través de los trabajos de Guglielmo Marconi y otros.

domingo, 2 de marzo de 2025

Mandamientos adicionales

Cuando alguien supera los niveles normales de colesterol o de ácido úrico, requiere de pastillas y de hábitos que le permitan volver a los valores normales. Algo similar ocurre cuando nuestro nivel de egoísmo supera ciertos "valores normales", por lo que es necesario adoptar hábitos y conocimientos que permitan volver, o bien llegar por primera vez, a los valores aceptables de egoísmo, por cuanto no es necesaria ni accesible la perfección humana para llevar una vida más o menos normal.

Los libros que sugieren mejoras éticas, resultan necesarios para combatir "enfermedades sociales" como es el caso del egoísmo, el odio y la indiferencia, actuando en forma similar a los medicamentos que nos ayudan a restablecer valores normales o aceptables en cuestiones vinculadas con el funcionamiento de nuestro cuerpo. También existen individuos que traen "de nacimiento" ciertos atributos personales que hacen innecesaria la consulta de tales libros.

Cuando la principal palabra mencionada por una persona, en una conversación, es la palabra "yo", posiblemente se trate de alguien con exceso de egoísmo que tiende a ignorar totalmente al resto de las personas e incluso a ignorar la existencia del orden natural, del cual somos partes.

Cuando alguien tiende a hablar siempre de "nosotros", en referencia a la sociedad o a la humanidad, posiblemente sea alguien que posee niveles aceptables, o nulos, de egoísmo personal. Incluso es posible que tenga la predisposición a compartir penas y alegrías ajenas como propias, respondiendo eficazmente al principio de supervivencia impuesto por el orden natural. Tal individuo, por lo general, será reconocido por quienes le rodean, especialmente cuando se trate de personas con atributos similares.

En una sociedad real y concreta, sin embargo, es posible que los méritos morales que alguien posee sean ignorados e incluso interpretados como falsos, presionando a que la persona normal tienda a aislarse de la sociedad o a restringir sus vínculos. También existe la posibilidad de que tal persona, plenamente consciente de la situación y de los requerimientos del orden natural, o de Dios, mantenga vigente su conducta a pesar de la incomprensión del medio social.

Es importante, para mantener nuestra autoestima, no depender tanto de las respuestas negativas del medio social teniendo como referencia las "presiones" del orden natural, haciendo el bien a los demás principalmente pensando en uno mismo, surgiendo en este caso la diferencia entre "amor propio" y "egoísmo", que son actitudes totalmente distintas.

Los "mandamientos adicionales", mencionados a continuación, pueden considerarse atendiendo a lo que ocurre en sociedades reales y concretas, y fueron propuestos por Kent M. Keith:

1- La gente es ilógica, poco racional y egocéntrica. Aun así, ámala.

2- Si haces el bien, te achacarán motivos egoístas encubiertos. Aun así, haz el bien.

3- Si prosperas en la vida, harás amigos falsos y enemigos verdaderos. Aun así, intenta prosperar.

4- El bien que haces hoy, mañana habrá caído en el olvido. Aun así, haz el bien.

5- La sinceridad y la franqueza te hacen vulnerable. Aun así, sé sincero y franco.

6- Los hombres y las mujeres más grandes, de grandes pensamientos, pueden ser tiroteados por los hombres y mujeres más pequeños, de ideas más pequeñas. Aun así, piensa a lo grande.

7- La gente prefiere a los perdedores, pero sólo sigue a los ganadores. Aun así, lucha por los perdedores que tú elijas.

8- Lo que te ha llevado años construir, puede destruirse de la noche a la mañana. Aun así, construye.

9- Aunque los demás realmente necesiten ayuda, puede que arremetan contra ti cuando se la ofrezcas. Aun así, ayuda a la gente.

10- Da al mundo lo mejor de ti y te escupirá en la cara. Aun así, da al mundo lo mejor de ti.

(De "Los mandamientos paradójicos" de Kent M. Keith-Ediciones Temas de hoy SA-Buenos Aires 2002).

jueves, 27 de febrero de 2025

La discriminación positiva

Se denomina “discriminación positiva” a la intención de compensación, establecida desde el Estado, hacia sectores que en el pasado fueron marginados o discriminados por cuestiones de raza, clase social, religión o nacionalidad, principalmente. Ello conlleva también cierta discriminación actual contra los descendientes de los antiguos discriminadores, ya que la principal discriminación es la de constituir el sector de la “gente mala”.

Cuando en una universidad, o en un trabajo estatal o privado, se legisla a favor de cierto cupo, o porcentaje obligatorio de ingreso de individuos pertenecientes a sectores previamente discriminados, se desvirtúa el ingreso por méritos y capacidad, por lo que en cierta forma se sigue estableciendo una desigualdad esencial, que es la base de toda discriminación existente.

La manera de erradicar todo tipo de nacionalismos, racismos y demás, se logra teniendo presente que somos partes de la humanidad y que todo ser humano tiene un mismo origen biológico y que está regido por iguales leyes naturales. Además, debemos dejar de lado la “generalización fácil”, por la cual hacemos extensiva nuestra opinión, favorable o no, a todo un sector de la sociedad o de la humanidad a partir del conocimiento de una o dos personas integrantes de dicho sector.

Las grandes catástrofes sociales del siglo XX estuvieron basadas en alguna forma de discriminación. Ayn Rand escribió al respecto: “El racismo de la Alemania nazi, donde los hombres tenían que llenar cuestionarios sobre su ascendencia, retrocediendo varias generaciones para probar su origen ario, tuvo su contraparte en la Rusia soviética, donde los hombres debían completar cuestionarios similares para demostrar que sus antepasados no habían poseído propiedad alguna, probando así su origen proletario. La ideología soviética se apoya en la idea de que los hombres pueden ser condicionados genéticamente para el comunismo, es decir, que una pocas generaciones condicionadas por una dictadura transmitirán la ideología comunista a sus descendientes, en quienes el comunismo será congénito”.

Respecto de la discriminación, negativa y positiva, que existía, y existe, en los EEUU, la citada autora escribió: “Esta acumulación de contradicciones, de miope pragmatismo, de cínico desprecio hacia todo principio, de atroz irracionalidad, ha alcanzado ahora su clímax con las nuevas demandas de los líderes negros” [Escrito en 1963].

“En lugar de luchar contra la discriminación racial, exigen que ésta sea legalizada y puesta en vigencia. En lugar de luchar contra el racismo, demandan el establecimiento de cupos raciales. En lugar de luchar a favor de la «ceguera ante el color» en las cuestiones sociales y económicas, declaran que esa «ceguera» es perjudicial y que el «color» debe ser la consideración primordial. En lugar de luchar por iguales derechos, piden privilegios raciales especiales”.

“Demandan que se establezcan cupos raciales en cuanto al empleo y que los puestos se distribuyan sobre una base racial, en proporción al porcentaje de habitantes de una raza determinada entre la población local. Por ejemplo, dado que los negros constituyen el 25% de la población de Nueva York, solicitan que una empresa determinada ocupe a un 25% de negros”.

“El sistema de cupos raciales ha sido uno de los peores males en todos los regímenes racistas. Había cupos raciales en las universidades en la Rusia zarista, en la población de las principales ciudades de Rusia, etc. Una de las acusaciones contra los racistas norteamericanos es que algunas escuelas practican un sistema secreto de cupos raciales. Se consideró una victoria de la justicia cuando en los cuestionarios de solicitudes de empleo se dejó de preguntar cuál era la raza o la religión del solicitante. ¡Hoy no es un opresor, sino un grupo minoritario oprimido quien reclama la aplicación de cupos raciales!”.

“Esta demanda en particular resultó excesiva, aun para los socialdemócratas. Muchos de ellos la denunciaron, como corresponde, con profunda indignación. Dijo el diario New York Times (23/7/1963): «Los manifestantes siguen un principio verdaderamente vicioso al jugar a los 'números'. El reclamo de que el 25% (o cualquier otro porcentaje) de empleos debe ser ocupado por negros (o cualquier otro grupo) es erróneo por una razón fundamental: exige un 'sistema de cupos', que es discriminatorio en sí mismo… Este diario ha combatido, desde hace ya mucho tiempo, un cupo religioso en relación con los jueces designados; del mismo modo, nos oponemos a un cupo racial con respecto a los empleos, desde los más encumbrados hasta los más humildes»”.

“No sólo se demandan privilegios especiales sobre la base del origen racial, sino que se exige que el hombre blanco sea castigado por los pecados cometidos por sus antepasados. Demanda que se rechace a un trabajador blanco porque su abuelo pudo haber practicado la discriminación racial, aunque quizá no la practicó, o tal vez ni siquiera vivió en los Estados Unidos. Pero como estas cuestiones no se toman en consideración, significa que ese trabajador blanco es acusado de una culpa racial colectiva, culpa que consiste meramente en el color de la piel”.

“Ahora bien, ése es el principio por el que se rige el peor sureño racista, que carga a todos los negros con la culpa racial colectiva por cualquier crimen cometido por un individuo negro, y que los trata a todos como inferiores basándose en el hecho de que sus antecesores fueron salvajes” (De “La virtud del egoísmo”-Grito Sagrado Editorial-Buenos Aires 2007).

martes, 25 de febrero de 2025

La síntesis de la ética

La esencia del cristianismo está sintetizada en el mandamiento del amor al prójimo, constituyendo la más amplia y efectiva orientación ética que todo individuo debería aceptar pensando en la supervivencia plena, tanto individual como colectiva. El "Amarás al prójimo como a ti mismo" lleva implícita la existencia de una actitud característica en todo individuo, por lo cual la ética bíblica no hace referencia a las múltiples acciones posibles que nos presenta la vida, sino a orientar nuestra actitud, o predisposición, a compatir las penas y alegrías ajenas como propias, lo que constituye la empatía emocional.

Tal actitud está dirigida al prójimo, es decir, a toda persona cercana, que involucra a todo habitante del planeta, de donde proviene la univesalidad de la validez de la ética natural. Si hemos de compartir penas y alegrías ajenas, ello implica que lo que le suceda a los demás nos afectará en forma similar a lo que nos suceda a nosotros mismos, de donde proviene la idea de igualdad, imprescindible en toda ética propuesta.

Al establecerse tal igualdad, desaparece la intención de gobernar material o mentalmente a los demás, es decir, desaparece todo posible gobierno del hombre sobre el hombre, lo que constituye la libertad individual. De esa forma acatamos el gobierno de Dios sobre el hombre a través de la ley natural (en este caso la empatía emocional), lo que viene simbolizado como el Reino de Dios. El inicio de un masivo acatamiento de tal mandamiento, o de tal Reino, depende principalmente de los seres humanos, y no de una posible intervención de la deidad en los acontecimientos humanos.

Los predicadores cristianos, por lo general, reemplazan lo que Cristo dijo a los hombres por lo que los hombres dicen sobre Cristo, opacando y hasta suprimiendo la síntesis ética mencionada. Pío XI escribió: "La caridad nunca será verdadera caridad si no tiene siempre en cuenta la justicia. El Apóstol enseña que «quien ama al prójimo, ha cumplido la ley»; y da la razón: «porque el No fornicar, No matar, No robar...y cualquier otra mandato, se resume en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo». Si pues, según el Apóstol, todos los deberes se reducen al único precepto de la verdadera caridad, también se reducirán a él los que son de estricta justicia, como el no matar y el no robar..." (De "La Iglesia entre las dos guerras"-Centro Editor de América Latina SA-Buenos Aires 1969).

Los diversos conflictos sociales, que aquejan a gran cantidad de seres humanos, no se han de solucionar en forma definitiva si no es a través del acatamiento masivo de la ética natural. Sin embargo, la religión moral ha sido convertida por sus aparentes predicadores en una "religión cognitiva" y otras veces en un vulgar paganismo, por cuanto, pareciera que toda acción humana implica "creer" los dogmas básicos de la iglesias o bien rendir homenajes y pedidos a los distintos santos e intermediarios supuestamente enviados de Dios, dejando de lado el cumplimiento del mandamiento ético antes mencionado, que ya aparece en alguna parte del Antiguo Testamento.

domingo, 23 de febrero de 2025

Gobierno de leyes vs. Gobiernos de individuos

En el caso del gobierno de los pueblos, existen dos posibilidades extremas, con una transición gradual entre ambas. En un caso tenemos un gobierno establecido mediante leyes humanas que contemplan gran parte de las posibles acciones sociales y que dejan muy poco margen para las decisiones de los gobernantes, quienes tratan de que tales decisiones sean compatibles con el espíritu de las leyes establecidas.

Este sistema tiene la ventaja de que varias personas, del presente y del pasado, han podido establecer un conjunto de leyes que fueron meditadas y puestas en práctica conduciendo a resultados positivos. Además, es posible que tales leyes tengan en cuenta, y sean compatibles con las leyes naturales que rigen las conductas individuales.

En el otro extremo encontramos gobiernos de personajes que poco o nada tienen en cuenta las leyes establecidas, ya sea porque tales leyes son poco eficaces o bien porque el gobernante las ignora considerando que su propio criterio personal es más seguro y eficaz que el sistema legal vigente. Este es el caso de los líderes totalitarios responsables de las grandes catástrofes humanas, ocurridas principalmente durante el siglo XX.

Las limitaciones que tiene el sistema legal se debe a que los propios gobernantes no lo respetan, o bien porque mayoritariamente es el pueblo el que poco respeta las leyes vigentes, y mucho menos las elementales reglas éticas necesarias para toda convivencia normal. Este es el caso de los argentinos, irrespetuosos de las leyes de tránsito y de toda ley vigente. Como síntoma puede mencionarse que ostentamos el sexto lugar, a nivel mundial, en una lista de los peores conductores de vehículos, lo que está ligado cercanamente al grado de respeto por las leyes vigentes. Es decir, pueden existir buenas leyes y aún buenos gobernantes, pero si el pueblo sigue con la tradicional anomia, jactándose de ello, como un aspecto "cultural", seguiremos en la senda del atraso y del subdesarrollo.

En el otro ámbito en que también existe la posibilidad de ambas formas de gobierno es en el caso del universo, en el cual estamos inmersos. En este caso, es posible advertir que todo lo existente está regido por alguna forma de ley natural, siendo la ley natural el vínculo permanente entre causas y efectos.

Así, una de las formas extremas está constituida por el universo con un Dios trascendente, que interviene en los acontecimientos humanos, cambiando o suspendiendo temporalmente la ley natural, por una parte, y el universo con el Dios inmanente, es decir, que se identifica con las leyes naturales y el orden natural, por otra parte. Podemos sintetizar ambas posturas de la siguiente forma:

Trascendente: Universo = Dios + Naturaleza

Inmanente: Universo = Dios = Naturaleza

Como el Dios de la visión trascendente requiere de intermediarios humanos, surgen varios "candidatos" que luchan entre sí y que son el origen de grandes conflictos religiosos que opacan totalmente la función de las religiones, que es la de "unir a los adeptos", es decir, unir a los seres humanos con Dios y a los seres humanos entre sí.

En la visión del Dios trascendente se supone que existen dos formas de leyes; naturales y sobrenaturales, mientras que en la visión inmanente existen sólo leyes naturales, coincidiendo con la visión científica de la realidad, es decir, admitiendo un universo regido por leyes naturales invariantes en el tiempo y en el espacio.

En este último caso se la denomina como religión natural, suponiendo que la religión surge del ser humano, mientras que los adherentes a la postura trascendente suponen que surge de Dios y, así como existe "el pueblo elegido" (judaísmo), existen también los individuos que suponen ser elegidos o llamados por el Dios que interviene en los acontecimientos humanos.

Debido a que las religiones bíblicas, con sus mandamientos éticos, resultan ser esencialmente religiones morales, antes que religiones cognitivas, el cumplimiento de los mandamientos es posible en ambos casos, es decir, es posible para el creyente en el Dios personal (que se parece a un ser humano), como también es posible para el adherente al Dios naturaleza (al Dios que se identifica con el orden natural).

Lo que siempre ha molestado es el caso en que los adherentes al Dios de la trascendencia cuando consideran suciamente a la postura inmanente como "atea", siendo el caso más representativo el de Baruch de Spinoza, quien fue, y es, calificado por muchos fanáticos como "ateo", mientras que fue una figura representativa de la postura inmanente.

En el caso del cristianismo a la postura trascendente se la denomina también "teísta", mientras que "deísta" sería la visión cristiana compatible con la visión inmanentista.

Los fanáticos teístas incluso clasifican como "nihilista" a la postura inmanente. Así, leemos: "El nihilismo es la inmanencia absoluta...En el secularismo toda trascendencia es reemplazada por el inmanentismo" (Eudaldo Forment Giralt). "Historia o época contemporánea caracterizada por la expansión del ateísmo a partir de «hacerse mundo» de la filosofía en su cadencia inmanentista y atea" (Rodolfo J. Mendoza) (De "Nihilismo y despertar religioso" de R.J. Mendoza-Universidad FASTA-Mar del Plata 2005).

Muchos adherentes a la postura teísta, cada vez más alejada de la realidad, se caracterizan por difamar toda forma de religión natural (deísmo), llegando al extremo de asociarse con el marxismo-leninismo y la Teología de la Liberación, ocupando tales ideólogos los mayores puestos jerárquicos de la Iglesia Católica. En lugar de advertir sus propios errores y limitaciones, se encargan de mentir sobre otras posturas religiosas que podrán constituir la superación de una era de luchas "religiosas" de nunca acabar.

La actitud norteamericana en los últimos tiempos

Por Dardo Gasparré

FRANKLIN THEODORE TRUMP

Estados Unidos no puede salvar al mundo, pero puede condenarlo. La incógnita Donald.

Como una orquesta sinfónica desaforada, desafinada y caótica que acaba de incorporar a un director loco y enardecido, le toca en esta coyuntura clave a Donald Trump presidir los destinos de Estados Unidos y por extensión de todo Occidente. Una suerte de charada paradojal de la historia, o del destino.

Pero no es posible analizar las políticas y conductas del nuevo presidente estadounidense sin hacer algunas reflexiones sobre el pasado reciente de su país, que ha decidido en un lapso de un cuarto de siglo cambiar su política internacional, o mejor, su estrategia y posicionamiento geopolíticos.

Para no retrotraerse demasiado, cuando en 2000 George W. Bush, con el lamentable asesoramiento e inspiración de su sobrevaluada secretaria de Estado Condoleezza Rice, declaró que su país dejaría de ser el custodio del Orden Mundial bajo el lema “Estados Unidos ya no será el gendarme del mundo” renunció, sin darse cuenta, a ser la primera potencia mundial.

Como bien se lo recordó el impopular pero talentoso Henry Kissinger en su libro World Order, no se puede renunciar a ser el líder de la humanidad y al mismo tiempo conservar intacto el poderío económico, ni pretender mantener una cierta paz y racionalidad entre los países. El atentado a las Torres Gemelas, de algún modo simbólico, bien puede haber marcado el final de una época.

Seguramente en esa decisión influyó el cambio del peso de las influencias intestinas en la estrategia bélica norteamericana, que venía ya dándole más importancia a su sistema internacional de espionaje que a sus expertos militares y a la nueva concepción de mercenarios privados comandos que impulsaba su vicepresidente Cheney, y que reflejaba el temor de sus ciudadanos de recibir ni siquiera un solo ataúd envuelto en la bandera con un soldado norteamericano muerto (No muy distinto al final del imperio romano).

Se recordará como un ejemplo de la confusión el episodio de la invasión liderada por EEUU y UK a Irak, (conducida por su hasta hacía poco aliado Sadam Hussein) y la acusación de la posesión de armas nucleares, un justificativo que probó ser falso. Y que para muchos costó la vida del reputado científico y experto principal de la UN sobre esas armas, el escocés David Kelly, suicidado con su cortaplumas en un bosque en las afueras de Londres, que tras visitar varias veces Irak siempre sostuvo que no existían tales armas.

Al retiro de EEUU de Irak, tras un grosero nivel de gasto militar, habían muerto más de 100.000 iraquíes y el país fue abandonado virtualmente en manos del Islam. Rara guerra protagonizada por quien no quería ser “el gendarme del mundo”.

El inocente Obama

Ese panorama no mejoró durante el gobierno de Obama, que aún debería explicar su inocente actitud que permitió que Irán se convirtiera en una potencia nuclear con todos los peligros que no se han conjurado ni siquiera se han comenzado a sentir aún, ni tampoco en el primer gobierno de Trump, que siempre creyó que había disuadido a Corea del Norte, China y Rusia de sus pretensiones de conquista con amables amenazas disuasivas.

Esta muy breve reseña sirve para apoyar el concepto de que hoy se están comenzando a precipitar las consecuencias de esos años de vacío de ejercicio de poder que fueron cobrando cuerpo crecientemente desde la salida de la Segunda Guerra hasta ahora, con mayor intensidad en las dos últimas décadas.

No habría que ignorar el negocio (y la ineficiencia) del armamentismo y la guerra privada en el sistema político norteamericano, que ha tenido influencia indudable en estos procesos.

La vuelta de la inflación

Paralelamente, también en el aspecto económico ha ocurrido un proceso similar. Cuando Nixon rompe los acuerdos de Breton Woods, que lo comprometían a mantener una cierta proporción de oro en respaldo del dólar, que a su vez era el ancla del sistema monetario mundial, también estaba diciendo que su país no quería ser “el gendarme económico del mundo”. Esa decisión abre la puerta a los procesos inflacionarios, tanto en EEUU como en el resto del mundo. Si se analiza, el efecto de largo plazo de esa renuncia, también permite que hoy un emprendedor creativo y con labia invente una seudomoneda sin valor ni respaldo económico alguno y crea y haga creer que es un negocio sólido propuesto por “la industria de las criptocoins”, una supuesta inversión cuya explicación, si se pide, es siempre sólo un insulto o una descalificación.

Nixon, que en ese momento era asesorado por Kissinger, que necesitaba el apoyo de China para domar a la URSS, ofrece a la nación asiática el mismo tratamiento comercial que había ofrecido a Japón luego de la segunda guerra y canjea el alejamiento del eje comunista a cambio de permitirle exportarle aprovechando sus sueldos miserables. Zhou Enlai primero y Deng Xioping luego con más fuerza y convicción, aceptan el trato, y comienza allí el proceso de mayor crecimiento y despauperización de la historia.

Dos décadas después Clinton, que comprende mucho el fenómeno de la migración de entonces, avanza con su propuesta de una plena libertad de comercio y competencia global, lo que inaugura la etapa de bienestar, mayor cantidad y calidad de empleo, conocida como globalización. Nunca tantos pobres dejaron de serlo y en tan poco tiempo mediante ningún otro sistema conocido. (No confundir con globalismo).

Pero la sociedad norteamericana (y sus gobiernos y sindicatos) no siempre estaban de acuerdo con la globalización. Muchos veían que el desafío que planteaban las nuevas tecnologías a industrias ya obsoletas los dejaba sin trabajo, o temían a la competencia de precios o de salarios. Era evidentemente mucho más cómodo mantener el esquema previo de proteccionismo, de trabas, de condicionamientos financieros, de limitación de la competencia, de monopolio en algún punto.

Los modernos sistemas requerían más formación técnica o académica, menos mano de obra, o la competencia limitaba ganancias. Estados Unidos, pasado ya su siglo de oro de creatividad, innovación y revolución tecnológica iniciado en 1870, no quería competir. No comprendía que para mantener ese liderazgo forzado sin seguir innovando y aceptando la proverbial destrucción creativa, descripta por Schumpeter, era necesario seguir siendo el gendarme del mundo, algo a lo que habían renunciado.

El odio a China

El sistema americano odiaba a China y a todo lo que se le pareciera. Quería ser proteccionista. Desacreditaba los productos chinos y los acusaba de ser copias, mucho después de que los copycats de los setenta hubieran pasado a la historia. Peor aún fue cuando la inversión internacional se empezó a canalizar por Wall Street hacia Asia. La posibilidad de que el renminbi fuera moneda internacional metía miedo. Eso podía cambiar la medición del liderazgo, y peor, podía poner en evidencia la devaluación sistémica del dólar.

Estados Unidos no quería competir. No era exactamente una novedad.

Tampoco el socialismo americano, (que en Estados Unidos se llama liberalismo) ni el socialismo mundial estaban feliz con la globalización. Reducía dramáticamente el número de pobres, materia prima esencial del socialismo o como se apode, lo que avergonzaba a los defensores del progresismo falso. Izquierda y derecha se pusieron mayoritaria y tácitamente en contra de la apertura comercial. La ideología ayudó. China, descalificado como comunista, lo que se acentuó con la llegada al poder de un dictador como Xi Jinping y descalificada en su tecnología supuestamente robada a los EEUU, aunque en muchos aspectos la fue superando ampliamente.

La primera presidencia de Trump, un típico outsider rompedor y varias veces fallido empresario desarrollador y de la recolección de residuos, se vuelve líder de la lucha contra el despojo a que es sometido Estados Unidos. Denuncia el tratado transpacífico con Asia porque lo obliga vagamente a competir, renegocia el NAFTA de Clinton con México y Canadá y lo vuelve más benévolo, garantiza que no habrá más acuerdos de libre comercio, y termina su período sin hacer mucho más daño en medio de un escándalo institucional. (Ahora Trump quiere volver a renegociarlos).

Lo sucede el gobierno socialista y woke más descarado que se conoce en Estados Unidos. Dilapidador, proIslam, emisor serial, también delincuente durante la pandemia, claro representante de la Agenda 2030 y todos sus males, cómplice de Europa en todas sus estúpidas ponencias climáticas y de género, populista y absolutamente inoperante en cualquier tema geopolítico.

Esa gestión elevó a Trump, hizo olvidar toda crítica, y ahora vuelve cebado y empoderado agitando cuatro banderas: la de protector de la industria nacional; la de pacifista capaz de imponer la paz a todo el mundo con rapidez; la de feroz antiwoke, capaz de revertir en minutos el daño causado por ese formato adoptado del neo marxismo; y la de enemigo del gasto, sobre todo el que su país incurre en mantener organizaciones internacionales a las que acusa de ser burocracias comunistas o de ser parásitos, a la vez que una desproporción en la contribución de cada uno.

En todos estos temas, hay muchos puntos en los que el planteo de Trump es justificado y debe corregirse o eliminarse. En algunos casos la solución requiere estudios más profundos y más negociaciones, en vez de tomar decisiones efectistas pero apresuradas que pueden ser injustas.

En todos estos temas el estilo que usa el presidente es el que ya se le conoce. También común a todos los outsiders elegidos para contraponerse al relato del wokismo o la izquierda: el insulto, la descalificación, la amenaza, la ironía algo barata y el mecanismo de esgrimir sanciones y castigos para obtener alguna ventaja. El caso de Panamá, que ya anuló sus contratos con China, es un claro ejemplo de sus efectos.

Una extraña mezcla

La política del mandatario parece ser una mezcla de los dos Roosevelt, Franklin y Theodore. Del primero, copia la teoría proteccionista, que empobreció por una década a su país y sembró la hambruna en el mundo, todo lo opuesto a la globalización de Clinton. Un criterio precario y keynesiano, que en Argentina se conoce desde 1948 como “vivir con lo nuestro”, el apotegma de la CEPAL presidida por Raúl Prebisch que le costó tanta miseria y dolor al país. De ese Roosevelt es el concepto “pondré a trabajar a 100 obreros a hacer un agujero y luego pondré otros 100 a taparlo”. Concepto keynesiano, kirchnerista y estatista que terminó con el país sumido en el endeudamiento y la inflación crónica.

De Theodore copia el concepto de negociar con “la zanahoria y el garrote”, otra vez, una idea más fácil de practicar cuando se es líder absoluto del mundo. Eso lo lleva a la amenaza de las tarifas, las sanciones comerciales, la prohibición de invertir en China y demás medidas similares.

Es cierto que la OTAN, el FMI, la UN, la OMS y una serie de organismos son mayoritaria y desproporcionadamente financiados por EEUU. Y es correcto que lo quiera corregir. Trump torna más urgente lograrlo porque ha prometido que el efecto encarecedor e inflacionario que generará su proteccionismo será compensado con el ahorro en ese tipo de gastos, en los gastos armamentistas para ayudar a la NATO y a Ucrania, y en la gran cantidad de fondos despilfarrados alegremente por la administración Biden y por todas las demás administraciones.

Incidentalmente, por esta razón Argentina no debería apostar demasiadas fichas a la ayuda de EEUU en el préstamo del FMI para poder mantener el ancla cambiaria vendiendo dólares baratos. Trump está justamente abogando porque esos organismos dejen de despilfarrar sus aportes.

La frase Make America great again trae peligrosas reminiscencias a la de Monroe: America for the Americans aunque no en el sentido anticolonialista de aquella, sino en el peor sentido económico.

Deseos pueriles

Otro punto en la política económica de la actual administración que aún no se ha evidenciado es el interés de Trump de crecer mediante el expediente de bajar al mínimo las tasas de interés, otra consecuencia de la precariedad keynesiana-kirchnerista de su pensamiento económico. O de su pensamiento. Por ahora Jerome Powell, presidente de la FED, ha dicho que eso no ocurrirá mientras no se ponga en caja la inflación, cosa que el presidente no hará, al contrario. Pero en menos de dos años se designará un nuevo presidente. Si es permeable a los deseos casi pueriles de Trump, el dólar puede llegar a valer lo mismo que un shitcoin de $LIBRA.

El problema es que el efecto negativo del proteccionismo ocurrirá más rápido que los ahorros que promete en los otros rubros. Eso le pone tal urgencia que no sólo se vuelve grosero, sino que corre el riesgo de cometer injusticias y errores por ese apuro.

Dentro de ese proteccionismo está su lucha contra la inmigración ilegal, fuertemente reclamada por los sindicatos y los trabajadores menos formados. Uno de sus puntos fuertes es la ilegalidad laboral en que se desenvuelven.

También aquí se trata de prácticas arraigadas y consentidas por todas las administraciones que ahora hace crisis, y que empeorará con el proteccionismo. Ese apuro y ese estilo lo llevan a pisotear la soberanía de México y de Canadá, un mecanismo poco respetuoso que intenta conducir a una negociación favorable.

Su lucha contra los paradigmas wokistas parece ser imprescindible, a la luz de las exageraciones de todo tipo incurridas en EEUU, que atacan la libertad misma, y el derecho de las personas, además de tener costos resultantes muy altos y de amenazar la meritocracia y la eficiencia. En este punto también su estilo de ataque e insulto no debería ser el mecanismo principal, porque corre el riesgo de generar reacciones de quienes inclusive apoyan su cruzada.

Otro punto en el que Trump está atrapado es su interés de detener las guerras, como alardeó durante su campaña y aún en su primera presidencia. Teniendo además en cuenta que buena parte de las contiendas son históricas, y además son parcialmente fruto de las propias políticas norteamericanas, la tarea es muy difícil, y tiene el riesgo de favorecer a dictadores o asesinos.

Toda tarea de mediador implica imponer algunos criterios a ambas partes. Trump está exagerando ese punto cuando insulta a Zelensky y lo acusa de comenzar la guerra, por ejemplo. Recuerda que el presidente ucraniano, al incluir en su programa su ingreso a la OTAN, rompió algunos pactos con Rusia y le dio pie a la invasión. Pero olvida que Occidente empujó a Ucrania a esa medida. Paralelamente, quiere justificar que su país deje de aportar fondos a la guerra, y tal vez tiene razón cuando le dice públicamente al mandatario ucraniano que termine la guerra o se quedará sin país. Aún la geopolítica seria contiene este tipo de injusticias.

Como es sabido, Kissinger le venía sugiriendo antes de su muerte a todos los gobiernos norteamericanos que así como otrora se habían acercado a China para frenar a la URSS, ahora había que acercarse a Rusia para frenar a China. También una especie de proteccionismo geopolítico.

No es muy atendible el concepto algo de living que esboza la opinión pública de muchos países de que, como en 1938, hay que librar la guerra contra la dictadura rusa y no permitirle salirse con la suya porque su ambición no tiene límite. No sólo la situación no parece ser similar, sino que se han agotado los recursos bélicos y económicos de Europa, por ejemplo, con lo que esa supuesta guerra frontal habría que librarla con recursos estadounidenses únicamente. ¿Quién pagará la factura del heroísmo?

Y Rusia, en un estilo napoleónico, no tiene empacho, como no lo tuvo en la segunda guerra, en sacrificar millones de habitantes, cosa que no ocurre o no es posible con ningún otro país del mundo. Y aunque se pudiera ganar la guerra convencional, forzar el despliegue del arsenal atómico ruso no parece viable. Frente a esto hay quienes afirman, sin ningún elemento de juicio, que tal arsenal no está operativo o está obsoleto, apreciación que no debería tentar a verificarlo.

Está más acertado, en la percepción de esta columna, en su idea de luchar contra el terrorismo islámico en todas sus formas. Pero eso lo obliga a un endurecimiento con Irán, un país que ya ha demostrado su irresponsabilidad global, que requiere una larga tarea dentro del mundo árabe y que no será persuadido con jarabe de pico.

Ciertamente Trump ha descartado el concepto de que nada acerca más a los pueblos que el comercio, lo que tendrá algún efecto en el orden mundial.

Como alguna vez la columna sostuvo sobre la versión miniatura doméstica de Trump, Javier Milei, el presidente estadounidense requeriría del aporte de asesores con mucho talento y mucha capacidad. Difícilmente los convoque.

Argentina, como otros países a los que generosamente se llama en vías de desarrollo, no debería poner demasiadas expectativas en Donald Trump, sobre todo en lo económico. Sus políticas son perjudiciales para crecer, objetivo ineludible para tener algo parecido a una sociedad. Salvo que el carotenado mandatario norteamericano termine licuando la deuda sin querer provocando una pérdida fenomenal del valor del dólar que termine siendo salvadora. No hay que olvidar que luego del ministerio de John Maynard Keynes, el Reino Unido defaulteó su deuda.

¿Tal vez entonces debería llamarse Franklin Theodore Maynard Trump?

(De www.laprensa.com.ar)

jueves, 20 de febrero de 2025

Izquierda política y violencia urbana

Liberalismo y socialismo son dos posturas irreconciliables, ya que los liberales encuentran positiva la tendencia a promover la vida, la libertad y la propiedad privada, mientras que los socialistas se oponen a todo lo que implique liberalismo, es decir, se oponen tanto a la democracia política como a la democracia económica (mercado) tratando por todos los medios de destruir toda sociedad denominada capitalista o burguesa.

Respecto de la violencia urbana, es de esperar también posturas irreconciliables. Así, los liberales estiman necesario encerrar al peligroso delincuente para evitar que siga cometiendo delitos. De esa forma se salvan vidas de inocentes y hasta es posible que el delincuente recapacite durante el encierro y contemple la posibilidad de una vida mejor.

El socialista, por el contrario, supone que el delincuente es una víctima más de un sistema económico injusto y que el delito es una justa venganza contra la sociedad. De esa forma la izquierda promueve abiertamente el delito. Es oportuno mencionar un mensaje emitido en X (ex Twitter) por una ex candidata presidencial de un partido de izquierda: Myriam Bregman escribió: "El asesino del playero es sólo un niño de 15 años, inocente, víctima de un sistema que lo obligó a matar. El Estado debe asegurarle su recuperación social en libertad y bajo el resguardo de sus padres" (28/03/2024).

Si no existiera reincidencia en el delito, por parte de los delincuentes, podría intentarse la reinserción social en plena libertad, sin embargo, se habla de que más del 90% de los delitos son ocasionados por reincidentes. Diana Cohen Agrest escribió: “Arrasando con los datos de la realidad, se toma por verdadera la presunción de la rehabilitación del delincuente que termina siendo una ficción jurídica. Pues negándose a reconocer que un altísimo porcentaje vuelve a delinquir, se le confiere a la rehabilitación una realidad jurídica que, aunque violenta los hechos, es la base donde se asientan los derechos y garantías que amparan a los homicidas. Los mismos derechos y garantías que los victimarios negaron a sus víctimas”.

“Un informe de la OEA dado a conocer en julio de 2012 concluye que encabezamos el ranking de robos en el continente: la tasa de este tipo de delitos fue de 973 cada 100.000 habitantes, cuando el promedio en el continente es de 456. La comparación establece que los robos en la Argentina son mucho más frecuentes que en Brasil (415), Chile (542) y Uruguay (410). Incluso la tasa de EEUU es mucho menor (123). Desde 1991 hasta 2009, año de la última estadística oficial de delitos en el país difundida por el Poder Ejecutivo Nacional, fueron asesinadas un promedio de 7 personas por día: si sumamos las de los últimos tres años durante los cuales arreciaron los homicidios, el total estimado asciende a 60.000 vidas cobradas por la violencia salvaje de la delincuencia en la Argentina. Esos guarismos, por añadidura, distan de ser confiables”.

“La modalidad ideada para ocultar las cifras reales de muertes fue trasladar los asesinatos a un casillero estadístico ambiguo y especialmente urdido para establecer una zona gris: «Muertes por causa externa de intención indeterminada»” (De “Ausencia permanente”-Debate-Buenos Aires 2013).

Al aplicar medidas favorables a los delincuentes, considerando que son “víctimas de un sistema injusto”, los asesinatos cometidos por delincuentes que deberían estar cumpliendo condenas por delitos anteriores, suma una cantidad mucho mayor que los más de mil asesinatos cometidos por la guerrilla marxista de los años 70. Esta vez fueron los jueces garantistas, instruidos en universidades marxistas, quienes favorecieron el asesinato de decenas de miles de personas inocentes.

A pesar del desastre, Eugenio R. Zaffaroni (considerado positivamente por Jorge Bergoglio), junto a otros abogados, pretendió utilizar a los propios argentinos como “conejillos de India” para realizar un experimento social para ver qué resultaba de minimizar y, luego, abolir las penas a los delincuentes. Quien observa una escalada de violencia, advertirá que tal experimento ha sido un rotundo fracaso. Por el contrario, tal personaje afirmaba que existía una “sensación de inseguridad” promovida por los medios masivos de información. Diana Cohen Agrest escribió: “Transcurridas dos décadas de este experimento social, y con los resultados probatorios a la vista, es hora de volvernos hacia los muertos y sus sobrevivientes, silenciados por su mismo dolor”.

“Cualquier profesional del derecho sumido en un rapto de «sincericidio» coincidirá con las estadísticas al considerar que la rehabilitación de los delincuentes que cometieron delitos graves es (casi) nula. O a lo sumo, una hipótesis no verificada y hasta falseada por el alto grado de reincidencia, pues en la Argentina del presente, un 92% de los delitos son cometidos por reincidentes”.

miércoles, 19 de febrero de 2025

Vida, libertad y propiedad privada como derechos naturales

La vida humana, de la que debemos contemplar una plena realización, que involucra cuestiones emocionales, intelectuales y materiales, requiere el pleno respeto de los derechos naturales que emanan del orden natural. Así, la libertad, como condición por la cual todo individuo ha de gobernarse a sí mismo respetando las leyes asociadas a dicho orden, resulta ser una condición necesaria para permitir la plena realización mencionada.

Mientras que, para el judaísmo y el cristianismo, se considera prioritario el gobierno de Dios sobre los hombres a través de las leyes naturales, lo que constituye la idea del Reino de Dios, rechazando toda forma de gobierno mental y material del hombre sobre el hombre para lograr así la libertad plena, para el liberalismo, en cambio, la libertad promovida implica principalmente el respeto por la propiedad privada, si bien existen coincidencias o compatibilidades entre ambas posturas.

La propiedad individual o privada es el requisito esencial para impedir el gobierno material del hombre sobre el hombre, lo cual se observa claramente cuando se considera una sociedad en la cual está abolida toda forma de propiedad privada, siendo el Estado, a través de sus gobernantes, quienes esta vez dispondrán de la posibilidad de gobernar mental y materialmente a sus semejantes, ya que son quienes tienen la posibilidad de tomar decisiones sobre todos y cada uno de los integrantes de la sociedad, por cuanto existe una "propiedad" común asociada al Estado que dirigen.

Al no existir la propiedad privada, tiende a desaparecer la posibilidad del gobierno del orden natural a través de sus leyes para ser reemplazado por el gobierno de quienes dirigen al Estado. La pérdida de la libertad imposibilita que cada uno pueda realizar el trabajo necesario para su propia supervivencia, constituyendo un límite que impedirá alcanzar la vida plena prevista mediante los atributos humanos con los cuales nos ha provisto el orden natural. Tales atributos provienen del proceso de evolución biológica, que ha de ser continuado mediante la evolución cultural, que debe orientarse, y no contradecir, al proceso de adaptación biológica al orden natural.

La síntesis de los derechos naturales constituidos por el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad privada, fue promovida principalmente por John Locke, respecto del cual Carlos Mellizo escribió: "Es obvio que lo que los hombres pretenden cuando deciden ponerse a sí mismos en el seno de una sociedad civil es, en primer lugar, la conservación de su vida. Pero, junto con ella, y en razón de que el hombre necesita de cosas para subsistir -vestido, alimentos, etc.-, lo que también se pretende es la conservación de la «propiedad», término que en Locke no siempre tiene el significado estricto de bienes materiales, sino que a veces se refiere a algo más general y, dicho sea de paso, menos vinculado a las nociones que proporcionan excusa teórica al capitalismo burgués".

"El derecho que los hombres tienen de conservar lo suyo -es decir, sus vidas, sus libertades y sus posesiones- no sólo es consecuencia de las normas establecidas por la sociedad civil, sino que existía en el estado de naturaleza. Allí, aunque la tierra y todas las criaturas inferiores pertenecían en común a todos, cada hombre podía adquirir una propiedad estrictamente suya; y esto, en virtud de un principio de ley natural aplicable a cada individuo". (Del prólogo del "Segundo tratado sobre el gobierno civil" de John Locke-Ediciones Altaya SA-Barcelona 1998).

Mientras que el marxismo teórico ha promovido la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, el socialismo práctico ha abolido la propiedad en general, la libertad elemental y las vidas de millones que no se adaptaban al "orden socialista" por cuanto pretendían hacerlo respecto del orden natural.

martes, 18 de febrero de 2025

El socialismo: enemigo de lo cristiano

Por Bernardino Montejano

El objetivo del socialismo es destruir la memoria y tradición de los pueblos

Iglesias históricas de Inglaterra podrían tener que cerrar si el gobierno laborista suprime un antiguo régimen de desgravaciones fiscales.

Nos enteramos por Médias-presse-info del 27 de enero del ataque del gobierno laborista (socialista) de Gran Bretaña al patrimonio religioso del país.

Hace ya mucho tiempo, cuando el socialismo moderno nacía, el papa León XIII escribió una encíclica Diuturnum Illud, sobre la autoridad política, en la cual señala que de la herejía de la Reforma nacieron “una filosofía falsa, el llamado derecho nuevo, la llamada soberanía popular y una descontrolada licencia, que muchos consideran como la única libertad. De aquí se ha llegado a esos errores recientes que se llaman comunismo, socialismo y nihilismo, peste vergonzosa y amenaza de muerte para la sociedad civil” (Doctrina Pontificia, II Documentos Políticos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1958, págs. 122/123).

Y León XIII no se equivocaba: el socialismo fue y es, una peste y amenaza de muerte para la sociedad política.

ROPAJES

Hoy aparece como social demócrata, la mayoría de las veces, y algunas, como en la Argentina, con ropaje radical, en tiempos de Alfonsín, o justicialista en los más recientes de los Kirchner y Alberto Fernández; pero el resultado siempre es el mismo.

Alfonsín nos legó el divorcio vincular y la llamada educación sexual, con su exhibicionismo morboso. No olvidamos su elogio de “la libertad igualitaria con la que soñaron Marx y sus discípulos” y su crítica a los gobiernos occidentales por privarnos de vivir “en una sociedad más libre, más justa y más igualitaria” (La Nación”, 30/6/1984), como la gozada hoy por los habitantes de Cuba, Nicaragua y Venezuela, para no ir más lejos.

El legado de los Kirchner y de Alberto Fernández fueron las mentiras sistemáticas y las promeses incumplidas, el sodomonio, el aborto, la discordia, la corrupción moral y cultural, la economía “al revés”, los negociados y el escandaloso incremento patrimonial de los gobernantes y sus socios, el veto al 82% móvil de los jubilados, violando la justicia distributiva en forma descarada,, la inseguridad galopante, la instalación de las drogas, la promoción del juego, la indefensión del país y la política de las dos pesas y dos medidas.

Incluso Fernández nos legó el Ministerio de la Mujer, mientras castigaba a la suya, que luego exhibiría los moretones en su cara; y con sus cómplices, el “amigo Horacio” Rodríguez Larrata y Kicillof, nos encerró durante la pandemia, mientras festejaba en Olivos y organizaba vacunaciones VIP.

Es necesario recordar que, al morir Kirchner, el actual papa celebró una Misa en la catedral y su “prudencia” entre dos textos posibles lo llevó a elegir uno del Libro de la Sabiduría que dice: “el justo, aunque muera prematuramente tendrá descanso… Maduró en pocos años, cumplió mucho tiempo. Como su alma era agradable a Dios, se dio prisa en salir de la maldad”.

Su prudencia carnal lo condujo a omitir la parte que mostraba al difunto y que dice: “La familia innumerable de los impíos no prosperará: es retoño bastardo, no arraigará profundamente ni tendrá base firme, aunque por algún tiempo reverdecerán sus ramas, como está mal asentado, lo zarandeará el viento y los descuajarán los huracanes. Se troncharán sus brotes tiernos, su fruto no servirá, está verde para comerlo, no aprovecha para nada” (4, 35).

Lo transcribimos para avivar el recuerdo de la complicidad de un arzobispo tan locuaz con el legado laicista de los grandes ladrones.

LA TRADICION

Pero volvamos al socialismo y a sus cómplices. El gran enemigo del socialismo es la Cristiandad. Por eso quiere destruir la memoria y la tradición cristiana de los pueblos.

Saint-Exupéry destaca el aspecto dinámico de esa tradición, que “es lo que hace perdurar las cosas. Es el río invisible, subterráneo, que alimenta durante un siglo los cimientos de una casa, los recuerdos, el alma” (Correo del Sur, VI).

El socialismo pretende secar ese río. Y la prueba más reciente la tenemos en la última medida del gobierno laborista inglés que a través de su ministro de Finanzas y del Tesoro, Raquel Reeves, establece nuevos impuestos y deja sin recursos cien edificios históricos, casi todas iglesias.

El aumento de los impuestos y la tabla rasa del pasado son los dos ejes de la política económica socialista.

Ante esto, los obispos católicos de Inglaterra y Gales piden que no se suprima la exención fiscal para la restauración de edificios religiosos grado 1 por su valoración histórica.

ESPAÑA

Esta política anticristiana la sufre España bajo el gobierno de Pedro Sánchez y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) que, desde su ascenso al poder, no ha dejado de hostigar a la Iglesia Católica.

El último episodio es el de Ana Redondo, ministra de la igualdad, que se mete en la administración de los sacramentos, sosteniendo que negar la comunión a quien la solicite es inconstitucional.

Mayor invasión de lo político en el ámbito estrictamente religioso es imposible; perdón, es posible hoy en China, donde el Partido Comunista ejerce el nuevo patronato en el nombramiento de los obispos, gracias a los acuerdos secretos del cardenal Parolin, ratificados por el papa Francisco.

Pero volvamos al Socialismo y sus anexos políticos y culturales: ellos odian la historia, el pasado, la tradición, el arraigo. Desconocen el derecho a la continuidad y ante esto, escribe José Ortega y Gasset: “Las revoluciones, tan incontinentes en su prisa, hipócritamente generosa, de proclamar derechos, han violado siempre, hollado y roto, el derecho fundamental del hombre: el derecho a la continuidad” (Prólogo a la La Rebelión de las Masas,, Obras Completas, Revista de Occidente, Madrid, 1955, T. IV, p.136).

Porque ellas, como el socialismo, han querido borrar el pasado y reemplazar la sabiduría de siglos por letras muertas, instrumento al servicio de poderes inicuos.

BUEN SENTIDO

A los ideólogos revolucionarios, se opone el buen sentido de Saint-Exupéry: “Si tu separas las generaciones es como si quisieras reemplazar al hombre mismo en el medio de su vida y habiendo borrado todo lo que sabía, sentía, comprendía deseaba y temía, reemplazar esta suma de conocimientos encarnados por las magras fórmulas sacadas de un libro, habiendo suprimido toda la savia que subía de un tronco y no transmitiendo más a los hombres que aquello que es susceptible de codificarse… Ellos cesan de ser alimentados por la vida” (Ciudadela).

Opongamos a todo socialismo, utópico o realizable, el buen sentido. Que Dios nos conserve la memoria y nos ayude.

(De www.laprensa.com.ar)

domingo, 16 de febrero de 2025

¿Quiénes son los seres humanos?

Si bien a nadie podemos quitarle el derecho natural de constituir el grupo de los seres humanos, debemos tener presente que todo derecho requiere una contraprestación, es decir, un deber. De ahí que no todos los seres humanos, biológicamente constituidos, responden eficazmente a los deberes que nos ha impuesto el orden natural, o el Dios de las religiones.

El sentido de la pregunta puede aclararse mediante una analogía del mundo deportivo. ¿Quiénes son los simpatizantes auténticos de tal club de fútbol?, o ¿quienes pueden considerarse partes constitutivas de dicho club? La respuesta es simple; quienes con sus acciones apoyan, favorecen o construyen algo para ese club. De ahí que quienes no hacen nada en favor de ese club o bien sus acciones tienden a perjudicarlo de alguna forma, quedarán fuera del grupo de los auténticos integrantes de la masa adherente.

En el caso de la humanidad, los auténticos seres humanos son quienes apoyan, favorecen o construyen algo en beneficio de toda la humanidad. Son los ciudadanos del mundo, no tanto por sus preferencias de tipo social, sino por sus acciones concretas. De ahí que quienes destruyen, o intentan destruir, lo que pertenece a la humanidad, son aquellos que voluntariamente se han excluido de ella. Es oportuno aclarar que nadie los excluye, sino que lo hacen ellos mismos.

Entre los auto-excluidos de la humanidad aparecen notoriamente aquellos líderes políticos que excluyen de la sociedad, y hasta de la vida, a millones de compatriotas, como es el caso de Cuba o Venezuela, y también de otros países menos conocidos. Las penosas situaciones que afrontan los excluidos, convertidos en inmigrantes de otras naciones, apenas son tenidos en cuenta en la mente de los líderes totalitarios.

La gravedad de la situación se advierte cuando Jorge Bergoglio, quien apoya abiertamente a los gobernantes totalitarios de Cuba y Venezuela, se opone al rechazo de inmigrantes a los EEUU. Es decir, al apoyar a los gobiernos socialistas de Cuba y Venezuela, Bergoglio apoya en forma consciente o inconsciente la expulsión de millones de cubanos y venezolanos. Luego, se opone a quienes no los reciben en otros países. La solución en este caso proviene de la tendencia a no expulsar a nadie, de manera que así tampoco habrán inmigrantes vagando por el mundo a la espera de alguien que los reciba con los brazos abiertos.

Todo indica que el propio líder de la Iglesia Católica, promotor del ya conocido y fracasado socialismo, parece auto-excluirse de la humanidad, con la gravedad de excluir a millones de seguidores que simpatizarán, al menos, con el socialismo, mientras que la base del cristianismo, el amor al próximo, promueve justamente todo lo contrario.

Las diversas religiones como también los diversos nacionalismos, actúan como fuerzas de dispersión que excluyen a muchos seres humanos de la humanidad. De ahí que la solución de los problemas humanos, o de la mayor parte de ellos, provendrá de la plena adaptación de todo ser humano a las leyes naturales impuestas por el orden natural, siendo la ética bíblica una síntesis de esas leyes aplicadas al ser humano.

Mientras que el conflicto entre palestinos e israelíes carece de solución, ya que ninguno de los bandos contempla al otro como seres humanos integrantes de la humanidad, algo similar ocurre del lado de Rusia que ignora abiertamente "la propiedad territorial" de su vecina Ucrania. Es oportuno mencionar la opinión de una escritora judía que debería ser escuchada por el sector israelí. Simone Weil escribió: “La verdadera idolatría es la codicia, y la nación judía en su sed de bienes carnales era culpable aun en los momentos en que adoraba a su Dios. Los hebreos hicieron un ídolo, no de metal o de madera, sino de una raza, una nación, algo igualmente terrestre. Su religión en esencia es inseparable de esta idolatría, a causa de la noción de «pueblo elegido»”.

En cuanto al catolicismo, la citada autora escribió: “Siempre que hay malestar en la inteligencia hay opresión del individuo por lo social, que tiende a hacerse totalitario. Sobre todo en el siglo XIII la Iglesia estableció un comienzo de totalitarismo. Por eso no carece de responsabilidad en los acontecimientos actuales [década de los 40]. Los partidos totalitarios se han formado por efecto de un mecanismo análogo al empleo de la fórmula «anathema sit» [sea anatema]. Esta fórmula y el empleo que se ha hecho de ella impiden a la Iglesia ser católica [universal] salvo su nombre”.

“Los sentimientos de los pretendidos paganos por sus estatuas eran probablemente los mismos que hoy inspiran los crucifijos y las estatuas de la Virgen y los santos, con las mismas desviaciones en las gentes espiritual e intelectualmente mediocres” (De “Carta a un religioso”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 2000).